ESTUDIO DE LAS PRINCIPALES

NARRATIVAS DEL

 

NUEVO TESTAMENTO

 

EN ORDEN CRONOLÓGICO

 

 

 

 

 

 

©

 

Jackson Day

 

Brasilia, 6 de junio de 2000

 

 

***** Todos los derechos reservados. *****

Prohibida la copia integral o parcial, en libro de cualquier tipo,

 u otra forma de publicación, sin autorización exclusiva del autor.

Reservados todos los derechos de traducción y adaptación.

Copyright © 1996

ISBN 978-1-64370-177-6

 

 

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ÍNDICE

LECCIÓN

NARRATIVA

TEXTO

ENLAZAR

 

INTRODUCCIÓN           

 

Intro

 

Las Cinco Épocas de la Vida de Jesucristo

 

Épocas

Mapa

Palestina en el Tiempo de Jesús           

 

Mapa

Gráfico

Infancia y Juventud de Jesús         

 

G1

1

Preparando para el Nacimiento de Jesús           

Mt. 1; Lc. 1    

L1

2

Infancia y Juventud de Jesús         

Mt. 2; Lc. 2    

L2

Gráfico

El Año de la Preparación 

 

G2

3

Jesús Saliendo de la Oscuridad      

Mt. 3:1 - 4:11; Lc. 3:1 - 4:13 

L3

4

Jesús, el Objeto de la Fe

Jn. 1:19 - 4:54

L4

Gráfico

El Año de la Popularidad   

 

G3

5

La Popularidad Creciendo e Iniciándose la Oposición

Mt. 4:12-25; 9:1-13; 12:1-14; Mc. 1:15 - 2:12; Lc. 4:14 - 5:32; Jn. 5:1-18

L5

6

Jesús Escoge a los Doce y Predica el Sermón del Monte           

Mt. 5 - 7         

L6

7

Jesús da Clases Prácticas en Medio del Pueblo      

Mt. 8:5-13; 11:2-30; 12:22-45; Lc. 7:1-50; 11:14-23

L7

8

El Maestro Enseña y Da Tarea a los Discípulos

Mt. 10; 13 - 14; Lc. 9   

L8

Gráfico

El Año de la Pasión             

 

G4

Gráfico

El Semestre de las Retiradas       

 

G5

9

Los Seguidores Interesados Abandonan a Jesús     

Mt. 14:13-36; Mc. 6:34-56; Lc. 9:11-17; Jn. 6:1-71

L9

10

La Oposición Religiosa y las Experiencias Profundas con los Discípulos

Mt. 15 - 18; Mc. 8 - 9; Lc. 9:18-48

L10

Gráfico

El Semestre de la Entrega          

 

G6

11

El Agua Viva, la Luz, el Buen Pastor

Lc. 9:51-62; Jn. 7:14 - 10:42   

L11

12

Jesús Enseña a Camino de Jerusalén Mientras las Acusaciones se Agravan

Mt. 12:22-32; Lc. 10:1-37; 11:14-23; 15:1-31

L12

13

Jesús con Marta, María y Lázaro           

Lc. 10:38-42; Jn. 11:1 - 12:7; Mt. 26:6-13; Mc. 14:3-9

L13

14

La Grandeza en el Reino No es Entendida    

Mt. 19:13 - 20:28; Mc. 10:13-45; Lc. 11:11-19; 18:15 - 19:10

L14

Gráfico

La Semana de la Pasión (Semana Santa)

 

G7

15

La Semana Santa: Domingo a Martes           

Mt. 21 - 24; Mc. 11 - 12; Lc. 19 - 20; Jn. 12:12-36

L15

16

La Semana Santa: Miércoles y Jueves           

Mt. 26; Mc. 14; Lc. 22; Jn. 13 - 17

L16

17

El Viernes de la Semana Santa: El Juicio      

Mt. 26:36 - 27:30; Mc. 14:32 - 15:20; Lc. 22:39 - 23:15; Jn.18:1-19:16

L17

18

El Viernes de la Semana Santa: La Crucifixión          

Mt. 27:31-66; Mc. 15:20-47; Lc. 23: 26-56; Jn. 19:18-42

L18

Gráfico

Los Pasos de la Vida Resucitada de Jesús

 

G8

19

La Resurrección de Jesús  

Mt. 28:1-15; Mc. 16:1-14; Lc. 24:1-49; Jn. 20:1-30

L19

20

Más Apariciones, la Ascensión, la Segunda Venida

Mt. 28:16-20; Lc. 24:50-53; Jn. 21:1-24; Hch. 1:3-11

L20

 

Panorama del Libro de Hechos

 

Hechos

Gráficos

Hechos           

La Integración de la Vida de Pablo a la Vida de la Iglesia           

La Integración del Libro de Hechos al Nuevo Testamento           

 

 

 

G9

 

G10

                      G11

21

La Venida del Espíritu Santo       

Hch. 1 - 2       

L21

22

La Iglesia en Jerusalén      

Hch. 3:1 - 6:7

L22

23

La Iglesia es Perseguida y se Dispersa

Hch.6:8 - 9:31

L23

24

La Iglesia se Dispersa Fuera de Jerusalén y Lejos de los Judíos 

Hch. 9:32 - 12:25  

L24

25

El Primer Viaje Misionero de Bernabé y Pablo           

Hch. 13 - 15   

L25

26

El Segundo Viaje Misionero de Pablo

Hch. 16:1 - 18:22  

L26

27

El Tercer Viaje Misionero de Pablo           

Hch. 18:23 - 21:17  

L27

Gráfico

Pablo, el Prisionero           

 

G12

28

Pablo, el Prisionero           

Hch. 21 - 28   

L28


INTRODUCCIÓN

 

            Cuando era un joven misionero, al interior del Estado de Bahía, Brasil, estando ocupado con el entrenamiento de predicadores laicos, que tenían poca instrucción, observé que predicaban mucho mejor cuando contaban una narrativa bíblica y la explicaban, en vez de predicar usando una carta de Pablo como texto base, por ejemplo.

           

            Preparé el cuadernillo: LAS NARRATIVAS BÍBLICAS: HERRAMIENTAS ÚTILES en 1979, aprovechando lo que había aprendido en el entrenamiento de predicadores laicos. Usé el mismo cuadernillo para entrenar a diversos otros obreros laicos en muchas iglesias, asociaciones y congresos en Bahía. Hice varias revisiones en el cuadernillo para enseñar esta materia en la Facultad Teológica Bautista de Brasilia, DF, Brasil.

 

            En 1992, descubrí algunos libros que hablaban sobre el uso de las narrativas, en orden cronológico-histórico, en el evangelismo y enseñanza de la Biblia a personas no-alfabetizadas. Finalmente, en septiembre de 1993, tuve el privilegio de asistir a un seminario sobre el tema en Honduras.

           

            Tomé la decisión de enseñar las narrativas bíblicas en orden cronológico, en una congregación de la Iglesia Bautista Ala Sur de Brasilia, la cual estaba dirigiendo en la época. Coloqué los estudios en un cuadernillo, el que permitiría que otros pudieran usarlo. Preparé: 1. ESTUDIO DE LAS PRINCIPALES NARRATIVAS DEL ANTIGUO TESTAMENTO EN ORDEN CRONOLÓGICO y 2. ESTUDIO DE LAS PRINCIPALES NARRATIVAS DEL NUEVO TESTAMENTO EN ORDEN CRONOLÓGICO, que es una continuación del primero

.

            En 1995, el Doctor en teología Roberto Alves de Souza, rector de la Facultad Teológica Bautista de Brasilia, me invitó a desarrollar el curso COMUNICANDO POR MEDIO DE LAS NARRATIVAS, por extensión, en la Facultad. El curso tiene como objetivo entrenar a predicadores laicos y líderes de las iglesias, para que se conozcan, enseñen y prediquen la Biblia. Los cuadernillos mencionados son usados durante el curso.

 

           

AGRADECIMIENTOS

 

            Quiero reconocer mi deuda de gratitud para con aquellos que tuvieron participación directa en la producción de este cuadernillo, que ahora estoy publicando como libro:

 

-- El Pastor Darlyson Feitosa y la Iglesia Ala Sur me dieron el privilegio de enseñar estos estudios en dos de sus congregaciones.

-- Profesores de lengua portuguesa mejoraron el portugués y dieron otras sugerencias para hacer los estudios más provechosos.

 

  La profesora Dione Ferraz Campos Alcântara corrigió el cuadernillo en su forma “bruta” y también, varias otras veces, después de cada modificación.

  La profesora Edelweiss de Morais Mafra dio sugerencias para dejar los estudios más comprensibles.

  El profesor Adalberto Alves de Sousa hizo la revisión final, dando sugerencias para dejar los estudios más comprensibles.

-- Los pastores que dieron otras sugerencias para hacer que los estudios quedaran más provechosos fueron:

  El Doctor en Teología Roberto Alves de Souza, rector de la Facultad Teológica Bautista de Brasilia, me invitó para desarrollar el curso COMUNICANDO POR MEDIO DE LAS NARRATIVAS BÍBLICAS, por extensión, en la Facultad. Le agradezco su apoyo e incentivo.

  El Pastor Marcos de Araújo Rodrigues coopera en el curso por extensión COMUNICANDO POR MEDIO DE LAS NARRATIVAS BÍBLICAS, usa las narrativas en sus prédicas y estudios y siempre estamos intercambiando ideas.

-- La profesora Doris Emily Day fue responsable por la elaboración de los mapas incluidos en este libro.

-- Mis alumnos me ayudaron a entender lo que no estaba claro en los primeros cuadernillos y lo que había en ellos más provechoso. Muchas de las lecciones extraídas de las narrativas e incluidas en este libro fueron descubiertas por ellos.

-- Soy agradecido a la Misión Bautista del Sur de Brasil, por el privilegio de ser uno de sus misioneros en Brasil y por el apoyo e incentivo que he recibido de ella, al preparar libros sobre la comunicación con las narrativas bíblicas.

-- La persona que más me ha ayudado es mi querida esposa, Doris Emily Day, la cual ha andado a mi lado, apoyándome en todo mi ministerio. Ella ha estado muy involucrada en el ministerio COMUNICANDO POR MEDIO DE LAS NARRATIVAS BÍBLICAS, siendo que actualmente está trabajando en la elaboración de libros para entrenar profesores de niños y dirigiendo talleres para orientarlos.


PRESENTACIÓN

 

            Los brasileños son buenos contadores de historias y los cristianos pueden aprovechar muy bien esta capacidad contando narrativas bíblicas. El tipo más común de literatura en la Biblia es la narrativa. Casi dos tercios de la Biblia, por lo menos, fueron escritos en lenguaje narrativa. Las narrativas bíblicas cuentan acontecimientos, historias, parábolas, milagros y experiencias de personas. El objetivo de este libro es ayudar a los cristianos a comunicar la Palabra de Dios, siendo contadores de historias bíblicas.

 

            Dios es el Dios de la historia. Él se reveló a través de Sus actos en una secuencia histórica. La fe cristiana se basa en los grandes hechos reveladores de Dios, empezando con la creación y terminando con la vida, muerte, resurrección y ascensión de Cristo y continuando con la expansión de la iglesia, firme en la esperanza de ¡la segunda venida de Jesús! Y uno de los métodos más eficaces para comunicar las verdades divinas es contar las narrativas bíblicas siguiendo la secuencia histórica. Uno de los mejores métodos para enseñar la verdad divina es dentro de la estructura cronológica e histórica de las Escrituras, que sigue la secuencia de los acontecimientos, presentando la Biblia como una revelación completa e interdependiente de Dios.

             

            Preparé los libros NARRATIVAS BÍBLICAS: ANTIGUO TESTAMENTO, y NARRATIVAS BÍBLICAS: NUEVO TESTAMENTO que es una continuación del primero. El libro NARRATIVAS BÍBLICAS: DOCTRINA presenta un estudio de varias doctrinas usando narrativas bíblicas. Estos libros tienen el objetivo de ayudar al cristiano a estudiar y comunicar la Palabra de Dios, aprovechando la estructura cronológica e histórica de las Escrituras. El libro LAS NARRATIVAS BÍBLICAS: HERRAMIENTAS ÚTILES tiene el objetivo de enseñar la metodología de comunicar usando las narrativas. Él explica como: analizar una narrativa; contar una narrativa; preparar y predicar un sermón cuyo texto es una narrativa; preparar y dirigir un estudio bíblico con una narrativa y enseñar doctrinas, usando las narrativas bíblicas. El libro NARRATIVAS BÍBLICAS: GUÍA DE ENTRENAMIENTO tiene el objetivo de dar sugerencias para un pastor que quiere entrenar líderes de la iglesia para enseñar y predicar utilizando las narrativas bíblicas. 

 

            Existe también NARRATIVAS BÍBLICAS PARA LOS NIÑOS de diversas edades, trabajo preparado por mi esposa Doris, que viene acompañado de actividades didácticas, complementando este proyecto.

            Cada narrativa incluida en los libros NARRATIVAS BÍBLICAS: ANTIGUO TESTAMENTO, Y NARRATIVAS BÍBLICAS: NUEVO TESTAMENTO tiene:

-- la estructura;

-- la narrativa escrita en lenguaje simple, usando el lenguaje que yo usaría para contarlas;

-- lecciones extraídas de la narrativa:

-- preguntas inspiradas en la narrativa.

 

            La estructura contiene elementos que ayudan a conocer la narrativa y preparan al narrador para contarla. Son incluidos en el contexto el personaje-clave, el lugar-clave, las repeticiones-clave, los sentimientos-clave, el problema-inicial, los puntos de referencia y la situación final.

            La narrativa es escrita en lenguaje simple, usando el lenguaje que el autor usaría para contarlas. Las citaciones bíblicas incluidas se refieren a consultas a varias versiones de la Biblia y, en muchos casos, son adaptaciones de las ideas bíblicas, según el concepto del autor, que se valió de sugerencias de personas de varias clases sociales.

 

            Después de la narrativa, aparecen las lecciones aprendidas con la misma. El profesor o predicador puede encontrar algunas para ser aplicadas a la vida de sus alumnos u oyentes. Hay también preguntas inspiradas en la narrativa.

            Una buena manera de comunicar es contar la narrativa sin dar explicaciones, hacer preguntas y dejar a los oyentes descubrir las verdades por sí mismos. La persona que vaya a usar este método, podrá contar la narrativa con sus propias palabras y después hacer las preguntas incluidas en el libro, o hacer sus propias preguntas.

            La persona que vaya a usar las narrativas como texto para un sermón podrá, muy bien, escoger algunas de las lecciones ya incluidas como divisiones de su sermón, lo que facilitará la preparación de un mensaje cuyo texto base sea una narrativa. Quien use este método, podrá contar la narrativa con sus propias palabras y después desarrollar las lecciones escogidas en las divisiones del sermón. Para un estudio bíblico, el profesor podrá empezar contando la narrativa y después discutir con los alumnos algunas lecciones escogidas.

 

La estructura de las narrativas

 

            Este libro identifica la estructura de cada narrativa considerando los siguientes elementos:

 

Contexto

 

El contexto incluye las historias que aparecen antes y después de la narrativa en destaque. Los acontecimientos antes de la narrativa aclaran la situación inicial y establecen las circunstancias en el comienzo de la historia.

 

Personaje-clave

 

El personaje-clave es la persona que más se destaca en la narrativa. En algunas historias hay más de una persona en destaque, entonces, en estas, hay personajes-clave.

 

Lugar-clave

 

El lugar-clave es el principal local de los acontecimientos narrados. En algunas narrativas, identificar el local de los acontecimientos es fundamental para entender la narrativa, sin embargo, en otras, no es tan importante.

 

Repeticiones-clave

 

Acontecimientos en una narrativa muchas veces están relacionados por palabras, temas, hechos o ideas que son repetidos con las mismas palabras o con poca diferencia. Repeticiones son hechas para enfatizar verdades, construir un clímax o expresar emociones.

 

Sentimientos-clave

 

            Las narrativas expresan emociones, actitudes y sentimientos. El sentimiento puede ser positivo o negativo. Resignación, cinismo, hostilidad, espanto, horror, tristeza, dolor, amor, alegría, sorpresa, perplejidad, admiración son algunos de los sentimientos expresados en las narrativas. El contador necesita, durante la narración, demostrar los mismos sentimientos encontrados en la narrativa, entonces, es importante discernirlos.

 

Problema-inicial

 

            El contexto de la narrativa establece la situación inicial de la historia. Es posible que un episodio en el comienzo de la narrativa destaque acontecimientos que traen perturbación para la situación inicial. El episodio responsable por la perturbación está relacionado con un problema o con una necesidad. El problema-inicial identifica el episodio que trae la perturbación inicial. El problema-inicial desencadena la narrativa, o sea, es el punto de partida, el que da inicio a la historia. El episodio que trae la perturbación inicial es una llave para entender la narrativa.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada

 

            Las narrativas empiezan con un problema-inicial, que se intensifica con una serie de episodios, hasta que una situación final sea alcanzada. Hay una evolución de problemas, conflictos, tentativas frustradas hasta una solución final. Hay desequilibrios o crisis. Puede haber una intervención de fuera en el proceso. Puede haber más de una persona frente al mismo proceso, lo que resulta en comportamiento alternativo. Los episodios en la secuencia narrada hacen parte del proceso de buscar una solución para el problema-inicial. Esos episodios pueden ser llamados de puntos de referencia.

 

Situación-final

 

            La narrativa termina con una situación final, un nuevo equilibrio, que puede ser semejante o no a la situación- inicial. Hay una conexión entre el problema-inicial que desencadenó la narrativa y la situación final que termina con una situación nueva. Empezando con el problema-inicial, hay una evolución de problemas, conflictos y tentativas frustradas hasta una solución final que puede ser triste o alegre. Algunas narrativas terminan con un final positivo; otras, negativo. Algunas terminan con el personaje-clave teniendo éxito; otras con él teniendo un fracaso.

 

LA ESTRUCTURA DE LA SECUÊNCIA ELEMENTAL DE UNA NARRATIVA

CONTEXTO

PROBLEMA-INICIAL

PUNTOS DE REFERENCIA EN LA SECUENCIA NARRADA

SITUACIÓN-FINAL

El contexto establece la situación inicial de la narrativa.

 El problema-inicial es el episodio que perturba la situación inicial. Él desencadena la narrativa, o sea, es el punto de partida, el que da inicio a la historia.

Hay una evolución de problemas, conflictos, desequilibrios, crisis y frustraciones en las tentativas de resolver el problema-inicial. Puede haber una intervención de fuera en el proceso. Puede haber más de una persona frente al mismo proceso, lo cual resulta en comportamiento alternativo.

 

El final establece un nuevo equilibrio, una situación-final.

 

            Narrar una historia bíblica es un proceso natural. Cuente la narrativa aprovechando la estructura:

-- Considere el contexto: diga en pocas palabras lo que el contexto de la narrativa revela sobre la situación inicial, las circunstancias históricas y el objetivo de la narrativa.

-- Esté consciente del problema-inicial: la narrativa casi siempre empieza con un problema o una necesidad-inicial y hay una complicación del problema o una intensificación de la necesidad.

-- Observe los puntos de referencia en la secuencia narrada: empiece con los hechos o acontecimientos que dejan claro cuál es el problema-inicial y continúe con los puntos de referencia que revelan la complicación del problema en la secuencia narrada.

-- Termine la narrativa con la situación-final, que es el término de la narrativa.

 

            La narrativa bíblica era contada oralmente antes de ser escrita. Ella fue repetida de boca en boca muchas veces antes de ser escrita en un libro. Fue perfeccionada y organizada para ser entendida por el oyente. Los cristianos de hoy necesitan criar el hábito de ser contadores de las historias de Dios.

 

            El libro LAS NARRATIVAS BÍBLICAS: HERRAMIENTAS ÚTILES tiene el objetivo de enseñar la metodología de comunicar utilizando las narrativas. Él explica como:

-- analizar una narrativa;

-- contar una narrativa;

-- preparar y predicar un sermón cuyo texto sea una narrativa;

-- preparar y dirigir un estudio bíblico con una narrativa;

-- enseñar doctrinas usando las narrativas bíblicas.

 


LAS CINCO ÉPOCAS DE LA VIDA DE JESÚS

 

ÉPOCAS EN LA VIDA DE JESUCRISTO

ÉPOCAS

 

NIÑEZ Y  JUVEN­TU­D

AÑO DE LA PREPA­RA­CIÓN

AÑO DE LA POPULA­RI­DAD

AÑO DE LA  PASIÓN (OPOSI­CIÓN)

VIDA RESURRECTA

TIEMPO

 

30 AÑOS

3 AÑOS DE MINISTERIO

 

REGLAS PARA DETER­MI­NAR CUAL LA ÉPOCA

JUAN EL BAUTISTA

 

Predicando y Bautizando

Encarcelado

Muerto

 

 

PASCUAS ANUALES

 

1ª: Juan 2:13

2ª: Juan 5:1

3ª: Juan 6:4

4ª: Juan 11:55

 

LUGARES RELACIONADOS

LOCALES

Belén

Egipto

Nazaret

Nazaret y

Río Jordán

Capernaum

Jerusa­lén

Todas las Naciones

 

LOS EVANGELIOS

 

INTRODUC-CIÓN

NIÑEZ Y JUVEN­TUD

AÑO DE LA PREPA­RA­CIÓN

AÑO DE LA POPULA­RI­DAD

AÑO DE LA PASIÓN (OPOSI­CIÓN)

VIDA RESURRECTA

MATEO

1

2

3:1                  4:11

4:12                  13:58

14:1                  27:66

28

MARCOS

---

---

1:1                  1:13

1:13                  6:13

6:14                  15:47

16

LUCAS

1:1                  1:4

1:5                  2:52

3:1                  4:30

4:31                  9:6

9:7                  23:56

24

JUAN

1:1                  1:18

---

1:19                  4:54

5

6:1                  19:42

20              21


 

            Las cinco épocas relatadas por los evangelios son: 1) Niñez y juventud; 2) Año de la preparación; 3) Año de la popularidad; 4) Año de la pasión e 5) Vida resurrecta.

 

1.         Niñez y juventud

 

            Juan el Bautista nació seis meses antes que Jesús. Jesús nació en Belén pero, para librarlo de Herodes, la familia huyó a Egipto. Con la muerte del Rey Herodes, la familia volvió a vivir en Nazaret, ciudad de José y María. En la adolescencia, con doce años, Jesús se quedó en el Templo en Jerusalén sin que los padres supieran.

 

2.         Año de la preparación

 

            El año de la preparación fue el primer año del ministerio de Jesús. Cuando este año empezó, Él era desconocido fuera de Nazaret. Juan el Bautista, al contrario, era muy popular y las personas iban a oírlo y a ser bautizadas por él. Juan era el gran mensajero que preparaba el pueblo para recibir a Jesús. Jesús estaba saliendo de la oscuridad y empezaba a quedar conocido. Juan lo llamó de “el Cordero de Dios” y declaró ser menos importante que Él. Jesús hizo algunos viajes con Andrés, Simón, Felipe y Natanael. Él conversó con Nicodemo y la samaritana. Al final de un año, Jesús tenía algunos discípulos y su fama crecía.

 

            Jesús todavía vivía en Nazaret, sin embargo, hizo algunos viajes de Nazaret hasta el Río Jordán, donde estaba Juan el Bautista.

 

3.         Año de la popularidad

 

            En el inicio del segundo año de su ministerio, Juan el Bautista fue preso. Jesús fue rechazado en Nazaret y se fue a vivir en la ciudad de Capernaum, aún que hubiera hecho varios viajes para predicar en lugares diferentes. Capernaum estaba situada a las márgenes del Mar de Galilea, donde millares de barcos de pesca, de transporte y de recreo cercaban sus aguas de tal manera que toda la región era un vasto centro de tránsito y turismo, como también un foco de actividad y prosperidad.

            Con Juan en la prisión, las multitudes pasaron a seguir a Jesús y su popularidad creció. En contrapartida, tuvo inicio la resistencia de los líderes religiosos. Jesús escogió a doce discípulos con el fin de capacitarlos como sus embajadores, los cuales llevarían el mensaje del Reino de los Cielos. En el Sermón del Monte, estableció un código para que sus discípulos siguieran. Jesús prueba que es de Dios, al hacer muchos milagros.

 

4.         Año de la pasión

 

            Pasión quiere decir oposición o sufrimiento. En el inicio del año, Juan fue asesinado por orden del rey Herodes. La popularidad de Jesús había crecido mucho. El pueblo estaba furioso con Herodes por haber asesinado a su profeta, Juan el Bautista. Ellos querían aniquilar a Herodes y hacer de Jesús el rey. Cuando Jesús rehusó liderar la revolución contra Herodes, las personas empezaron a alejarse de él, y su ministerio de POPULARIDAD se volvió un ministerio de PASIÓN. Lo que había sido un éxito en crecimiento continuo se transformó en una sucesión de viajes sufridos de alejamiento, lo que resultó en la muerte en la cruz.

 

            Mientras Jesús seguía viviendo en Capernaum, hizo dos retiros para estar solo con sus discípulos y entrenarlos. Hizo también tres viajes hasta Jerusalén. Los evangelios se ocupan más con sus hechos en Jerusalén que con otros hechos. El lugar relacionado al Año de la Pasión es Jerusalén, donde Jesús fue rechazado y crucificado.

 

5.         Vida resurrecta

 

            Jesús no permaneció en el túmulo. Al tercer día Dios lo resucitó. Él apareció diez veces después de la resurrección y fue visto por muchos testigos durante cuarenta días. Jesús llevó a los discípulos para fuera de la ciudad de Jerusalén, mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado al cielo. Dios entregó a Jesús resurrecto todo el poder en el cielo y en la Tierra para alcanzar, con Su Reino, todas las naciones. Jesús prometió que un día va a volver con gran poder y gloria.

 

LOS PRINCIPALES ACONTECIMIENTOS

DE CADA ÉPOCA DE LA VIDA DE JESUCRISTO

 

NIÑEZ Y JUVEN­TUD

AÑO DE LA PREPA­RA­CIÓN

AÑO DE LA POPULARIDAD

AÑO DE LA OPOSICIÓN/PASIÓN

VIDA

RESU­RRECTA

-- Anuncio y naci­­mien­to de Juan el Bautista

 

--Anuncios del naci­­mien­to de Jesús

 

-- Naci­mien­to de Jesús:

-- Los ángeles y pastores

-- El bebé Jesús en el Templo

-- La visita de los Magos y la huida para Egipto

 

-- El niño Jesús en el Templo

-- Predicación de Juan el Bautista

 

-- El bautismo de Jesús

 

-- La tentación de Jesús

 

-- Bodas de Canaán

 

-- 1ª puri­ficación del Templo

 

-- Jesús con Nicodemo

 

-- Jesús con la mujer samaritana

 

-- La curación del hijo de un oficial

 

-- Jesús expulsado de Nazaret

-- Juan el Bautista preso

-- Jesús llama a   4 pescadores

-- La curación de un paralítico traído por el techo

-- El llamado de Leví

-- Jesús y el Sábado:

* la curación de un paralítico;

* los discípulos comen espigas;

* la curación del hombre de mano seca.

--Elección de los 12

-- El Sermón del Monte

-- La curación del siervo del centurión

-- La resurrección del hijo de una viuda

-- La pregunta de Juan el Bautista

-- En la casa de Simón, el fariseo

-- La blasfemia de los fariseos

-- Las parábolas a respecto de la naturaleza y el crecimiento del Reino

-- La curación del endemoniado

-- Muerte de Juan el Bautista

-- Alimentación de los 5000

-- Jesús anda sobre el mar

-- Jesús abandonado por muchos discípulos

-- La confesión de Pedro

-- La transfiguración

-- La curación de un joven endemoniado

-- La curación de un ciego y la parábola del Buen Pastor

-- La misión de los 70

-- La parábola del Buen Samaritano

-- Marta y María son visitadas

-- Parábolas: perdidos y hallados

-- La resurrección de Lázaro

-- La curación de los 10 leprosos

-- Jesús bendice a los niños

-- El joven rico

-- La petición de Juan y Santiago

-- Jesús y Zaqueo

-- La parábola de las 10 monedas

-- La entrada triunfal en Jerusalén

-- La purificación del Templo

-- Tres parábolas de advertencia:

* Los dos hijos

* Los labradores malos

* La fiesta de las bodas

-- El sermón profético en el Monte de los Olivos

-- Jesús ungido por María

-- La traición de Judas

-- Cena pascal, lava pies, la Cena del Señor y la oración Sacerdotal

-- Getsemaní: oración, traición y prisión

-- Juicio

-- Crucifixión

-- La Resur­rección:

- María Magdalena

- Los dos discípulos

- Los apóstoles, excepto Tomé

- Los apóstoles y Tomé

 

-- La restauración de Pedro

 

-- La ascensión de Jesús

 

 


LA NIÑEZ Y JUVENTUD DE JESÚS

(orden cronológico)

TEXTO

ACONTECIMIENTOS

 

ANTES DEL NACIMIENTO

Lc. 1:5-25

El anuncio del nacimiento de Juan el Bautista

Lc. 1:26-38

El anuncio del nacimiento de Jesús a María

Lc. 1:39-56

El viaje de María a la casa de Elisabet

Lc. 1:57-80

El nacimiento de Juan el Bautista

Mt. 1:18-25

El anuncio del nacimiento de Jesús a José

 

DE LA NIÑEZ

Lc. 2:1-5

El censo y el viaje de María y José a Belén

Lc. 2:6-7

El nacimiento de Jesús

Lc. 2:8-14

Los ángeles anuncian el nacimiento a los pastores

Lc. 2:15-20

La visita de los pastores (al pesebre)

Lc. 2:21

La circuncisión de Jesús (a los 8 días de nacido)

Lc. 2:22-38

Los 40 días de la purificación de María, el viaje de ida y vuelta a Jerusalén (Lv. 12:1-4)

Mt. 2:1-12

La visita de los Magos (en casa particular, Mt. 2:11)

Mt. 2:13-18

La huida para Egipto y la matanza de los niños en Belén

Mt. 2:19-23

El regreso de Egipto a Nazaret

 

DE LA JUVENTUD

Lc. 2:39-50

Jesús a los 12 años en el Templo

Lc. 2:51-52

De los 12 a los 30 años de edad

 


 

PREPARANDO PARA EL NACIMIENTO DE JESÚS

 

TEXTO: Mateo 1; Lucas 1

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            Después de terminada la época del Antiguo Testamento, pasaron casi de cuatrocientos años sin que Dios enviara un profeta. El último profeta por intermedio de quien Dios había hablado fue un hombre llamado Malaquías. Los romanos dominaban el mundo. En Judá, Herodes, el Grande, era el rey de los judíos. Él reinó apoyado por un ejército romano. La mayoría de los judíos asistía al Templo y ofrecía sacrificios, aunque pocos de entre ellos aguardaban la venida del Salvador. Pocos se acordaban o creían en las promesas de Dios dadas a Abraham, Jacob, Moisés, David, a los profetas y a otros, en tiempos pasados, hablando de la venida del Salvador y Libertador.

 

Personajes-clave: Zacarías, Elisabet, José, María

 

Lugar-clave: Nazaret

 

Repeticiones clave:

- Ángeles: el Ángel Gabriel visitó a Zacarías (Lc. 1:11-20) y María (Lc. 1:26-38). Un ángel apareció a José (Mt. 1:20-24).

- Espíritu Santo (Mt. 1:18, 20; Lc. 1:15, 35, 41, 67).

- Las personas quedaron asustadas con los ángeles, pero éstos les dijeron que no tuvieran ningún miedo (Lc. 1:11-13; 1:26-30).

- María era virgen y concibió un hijo por el Espíritu Santo (Mt. 1:18, 20, 25; Lc. 1:27, 31, 34-35).

- Expresiones de adoración fueron manifestadas por María (Lc. 1:49-55); Zacarías (Lc. 1:68-79).

 

Sentimientos-clave:

- El miedo de Zacarías y María delante del Ángel.

- La duda de Zacarías cuando el ángel le prometió un hijo.

- La alegría de Elisabet con su embarazo.

- El asombro y la curiosidad de los vecinos de Zacarías después del nacimiento de Juan.

- La bondad de José.

- La adoración a Dios de María y de Zacarías.

- La aceptación de la voluntad de Dios por Zacarías, María y José.

 

Problema- inicial: Llegó el tiempo de Dios preparar al mundo para recibir a su Hijo, el Mesías, el Salvador, aquél que había sido prometido a Abraham, a David y a los profetas.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:

El Anuncio del Nacimiento de Juan el Bautista

-- El matrimonio, Zacarías y Elisabet, vivía de manera correcta delante de Dios (Lc. 1:5-6).

-- Zacarías y Elisabet eran ancianos y no tenían hijos (Lc. 1:7).

-- El sacerdote Zacarías estaba en el Templo cuando el ángel Gabriel le apareció y anunció que Elisabet tendría un hijo (Lc. 1:8-17).

-- Zacarías no creyó (Lc. 1:18) y fue castigado, quedando mudo hasta el día en que el hijo nació (Lc. 1:19-22).

-- Zacarías terminó su servicio en el Templo, volvió a la casa y luego después Elisabet quedó embarazada (Lc. 1: 23-25).

 

El Anuncio del Nacimiento de Jesús a María

-- Cuando Elisabet estaba en el sexto mes de embarazo, o ángel Gabriel fue a hablar con una virgen llamada María, que estaba novia de un hombre llamado José (Lc. 1:26-27).

-- El ángel saludó a María.  María se asustó (Lc. 1:28-29).

-- El ángel Gabriel avisó a María que ella quedaría encinta, que su hijo sería el Hijo de Dios, que Dios lo haría rey y su reino nunca se acabaría (Lc. 1:30-33).

-- María preguntó al ángel como eso sucedería, pues era virgen (Lc. 1:34).

-- Gabriel dijo que ella quedaría embarazada por el Espíritu Santo y que su prima Elisabet estaba embarazada y enfatizó: “Porque para Dios nada es imposible” (Lc. 1:35-37).

-- María respondió: “¡Yo soy una sierva de Dios!”  El ángel se retiró (Lc. 1:38).

 

El Viaje de María a la Casa de Elisabet

-- María fue deprisa a visitar a su prima Elisabet (Lc. 1:39).

-- Cuando María entró en la casa, el hijo de Elisabet se estremeció en su vientre (Lc. 1:40-45).

-- María recitó un cántico de alabanza al Señor, porque le había dado valor a ella (Lc. 1:46-55).

-- María se quedó más o menos tres meses con Elisabet y después volvió para su casa (Lc. 1:56).

 

El Nacimiento de Juan el Bautista

-- Nació el hijo de Zacarías y Elisabet (Lc. 1:57-58).

-- Cuando el niño tenía ocho días, fueron a circuncidarlo y le llamaron Juan (Lc. 1:59-63).

-- Zacarías empezó a hablar bendiciendo a Dios (Lc. 1:64).

-- Todos los que lo oyeron pensaron: “¿Qué vendrá a ser este niño?” (Lc. 1:65-66).

-- Zacarías profetizó sobre el niño (Lc. 1:67-79).

-- El niño Juan crecía. Él vivía en los desiertos (Lc. 1:80).

 

El Anuncio del Nacimiento de Jesús a José

-- María volvió a Nazaret. José resolvió deshacer el contrato de casamiento, porque María estaba encinta (Mt. 1:18-19).

-- Un ángel avisó a José, en sueño, que María estaba encinta por el Espíritu Santo y que el niño iba a salvar a su pueblo de sus pecados (Mt. 1:20-23).

-- José se casó con María, pero no tuvo relaciones sexuales con ella hasta que dio la luz a su hijo (Mt. 1:24-25).

 

Situación-final: José se casó con María, que estaba embarazada por el Espíritu Santo, pero no tuvo relaciones sexuales con ella hasta que dio la luz a su hijo (Mt. 1:24-25).

 

NARRATIVA:

 

El Anuncio del Nacimiento de Juan el Bautista

 

            Había en Judá un sacerdote llamado Zacarías, que era casado con Elisabet. El matrimonio vivía de manera correcta delante de Dios y obedecía fielmente a las leyes y mandamientos del Señor. Ellos no tenían hijos, porque Elisabet era estéril. Los dos eran de edad avanzada (Lc 1:5-7).

            Cierto día, en el desempeño de sus funciones sacerdotales delante de Dios, Zacarías estaba quemando incienso en el Templo. Toda la congregación del pueblo estaba afuera, en oración. Fue en esa ocasión que el ángel Gabriel apareció a Zacarías. Cuando él vio al ángel, se asustó mucho y no sabía qué hacer. El ángel le dijo: “¡No tengas miedo! Dios escuchó tu oración. Elisabet va a tener un hijo y tú le darás el nombre de Juan. El nacimiento de él va a traer alegría y felicidad para ti y para mucha gente. Él será un gran hombre delante de Dios. No deberá beber vino ni cualquiera bebida alcohólica. Será lleno del Espíritu Santo desde el nacimiento. Él convertirá a muchos israelitas al Señor, el Dios de Israel. Irá como mensajero de Dios y será fuerte y poderoso como el profeta Elías. Hará con que padres e hijos hagan las paces y los desobedientes vuelvan al camino de la justicia. Y conseguirá preparar el pueblo de Israel para la venida del Señor.” (Lc 1:8-17)

            Zacarías, dudando, preguntó al ángel: “¿Cómo puedo tener certeza de eso? Pues soy viejo y mi esposa es de edad avanzada”. El ángel Gabriel le respondió que, porque no creyó, quedaría sin poder hablar hasta el día en que todas las cosas que le fueron prometidas, sucedieran (Lc. 1:18-22).

            Mientras el ángel conversaba con Zacarías, el pueblo lo esperaba, admirado de la demora. Cuando salió, Zacarías no podía hablar. Mudo, él hacía señales al pueblo con las manos.

            Zacarías terminó su servicio en el Templo, volvió a la casa y luego después Elisabet concibió (Lc. 1: 23-25).

 

El Anuncio del Nacimiento de Jesús a María

 

            Estando Elisabet en el sexto mes de gestación, Dios envió al ángel Gabriel a la ciudad llamada Nazaret, para hablar con una virgen de nombre María. Ella estaba novia de un hombre llamado José, que pertenecía a la descendencia de David. El ángel le dijo: “¡Alégrate, María! Eres muy bendecida. El Señor está contigo.” Cuando oyó estas palabras, María se asustó y pensó qué podría significar aquel saludo.

            El ángel continuó: “No tengas miedo, María. Tú concebirás, tendrás un hijo y le vas a poner el nombre de Jesús. Él será llamado de El Hijo del Dios Altísimo. Dios va a hacerlo rey, como fue su antepasado David. Él será para siempre rey y su reino nunca se acabará” (Lc. 1:26-33).

            María le preguntó al ángel como eso sucedería, pues era virgen. En aquella época, el noviazgo era algo serio, consistía en un compromiso oficial de casarse, sin que hubiera cualquiera especie de intimidad entre los novios antes del casamiento. El ángel respondió que ella concebiría del Espíritu Santo: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder de Dios estará contigo. Por eso el niño será llamado Hijo de Dios” (Lc 1:34-35). El ángel dijo que su prima Elisabet, aunque ya anciana, estaba encinta. Y también enfatizó: “Porque para Dios nada es imposible” (Lc 1:36-37)

            María respondió: “¡Yo soy una sierva de Dios; hágase en mi segundo su palabra!” El ángel se retiró (Lc. 1:38).

 

El Viaje de María a la Casa de Elisabet

 

            Algunos días después, María se preparó y fue deprisa a visitar a su prima Elisabet, que vivía en la región montañosa de Judea. Cuando entró en la casa de Zacarías, María saludó a Elisabet. Al oír Elisabet el saludo, su hijo estremeció en su vientre. Elisabet gritó: “¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Tú eres la más bendecida de todas las mujeres, y el niño que vas a tener es bendito también” (Lc. 1:39-45).

            Después de oír el saludo de Elisabet, María recitó un cántico de alabanza, con citaciones del Antiguo Testamento en homenaje al Señor, porque diera valor a su sierva (Lc. 1:46-55).

            María se quedó más o menos tres meses con Elisabet y después volvió a su casa (Lc. 1:56).

 

El Nacimiento de Juan el Bautista

 

            Luego después nació Juan, el hijo de Zacarías y Elisabet. Cuando el niño tenía ocho días, fueron a circuncidarlo y querían darle el nombre del padre, Zacarías. Pero Elisabet intervino: “¡No! Su nombre será Juan”.

            Entonces dijeron: “¡Pero tú no tienes ningún pariente con ese nombre!”

            Ahí hicieron señales al padre, preguntado qué nombre él quería dar al niño. Zacarías pidió una tablita de escribir y escribió: “Su nombre es Juan.” En ese momento su lengua de desprendió, los labios se entreabrieron y él empezó a hablar, bendiciendo a Dios. El temor se apoderó de todos sus vecinos, ellos comentaban esos hechos y todos los que oyeron pensaron: “¿Qué vendrá a ser este niño?” (Lc. 1:57-66).

            Zacarías profetizó a respecto del niño: “Será llamado profeta del Dios Altísimo. Él va adelante del Señor para preparar el camino para él. Va a anunciar la salvación que vendrá por el perdón de sus pecados” (Lc. 1:67-79).

            El niño Juan crecía y se fortalecía en espíritu. Él vivió en los desiertos, hasta el día en que se presentó, públicamente, delante del pueblo de Israel (Lc. 1:80).

 

El Anuncio del Nacimiento de Jesús a José

 

            Cuando María volvió a Nazaret, José, con quien estaba comprometida en casamiento, sufrió una gran aflicción al notar que estaba encinta. Resolvió, entonces, deshacer el contrato de casamiento, porque no había sido él quien había dormido con ella. Para los judíos, el noviazgo era un compromiso mediante un contrato, que sólo podía anularse con un tipo de divorcio. José, siendo un hombre justo, que siempre se portaba con honestidad, y porque no quería difamar a María públicamente, como era la costumbre de la época, resolvió repudiarla en secreto (Mt. 1:18-19).

            Mientras José pensaba en deshacer el contrato de casamiento sin que la gente supiera, un ángel le apareció en un sueño y le dijo: “José, descendiente de David, no tengas miedo de recibir a María como tu esposa. El hijo que ella va a tener fue concebido por el poder del Espíritu Santo. ¡Tú le darás el nombre de Jesús, pues él salvará a su pueblo de los pecados de ellos! Todo eso sucedió para que se cumpliese lo que el Señor había dicho por el profeta: “He aquí que la virgen concebirá y dará a luz a un hijo y lo llamarán por el nombre de Emmanuel, que quiere decir: Dios está con nosotros” (Mt 1:20-23).

            Cuando despertó, José hizo lo que el ángel había mandado y se casó con María. Sin embargo, no tuvo relaciones sexuales con ella hasta que ella dio la luz a su hijo (Mt. 1:24-25).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         Dios es fiel y honesto. Él cumplió las profecías del Antiguo Testamento a respecto del nacimiento de Jesús (Is. 9:7 cf. Mt. 1:1; Is. 7:14 cf. Mt. 1:21, 25 y Lc. 1:35; Mi. 5:2 cf. Mt. 2:6; Os. 11:1 cf. Mt. 2:15). Dios cumplió la promesa hecha a Zacarías. Elisabet, su esposa, tuvo un hijo al cual dieron el nombre de Juan (Lc. 1:57 y 63).

2.         Dios siempre cumple sus promesas a pesar de, a veces, haber demora. Abraham era el padre de la nación de Israel. Antes que Abraham se fuera a Canaán. Dios le prometió que uno de sus descendientes sería el Salvador (Lc. 1:72-75). A pesar de haberse pasado millares de años desde que había hecho aquella promesa a Abraham, Dios no se había olvidado, pues Él siempre cumple lo que dice.

3.         Dios es omnipotente. Él tiene el poder de hacer Su voluntad. Para Dios nada es imposible (Lc. 1:37). Dios hizo que un matrimonio muy viejo, siendo uno de los cónyuges estéril, tener un hijo (Lc. 1:5-25), hizo una virgen concebir (Lc. 1:26-38) e hizo a José, un hombre confuso y decepcionado, entender Su voluntad (Mt. 1:18-24).

4.         Dios es omnisciente. Antes del nacimiento de ambos, Juan y Jesús, Él sabía cómo sería el futuro de ellos. Dios conocía el futuro del hijo de Zacarías aún antes que fuera concebido (Lc. 1:15-17).

5.         Dios oye las oraciones. Él no siempre las responde como las personas esperan, sin embargo, Él las oye. Él oyó las oraciones de Zacarías y Elisabet, pidiendo un hijo, cuando aún eran jóvenes, pero sólo respondió cuando eran viejos (Lc. 1:13).

6.         Dios se comunica con el hombre. El ángel de Dios habló con Zacarías (Lc. 1:8-20), María (Lc. 1:26-38) y José (Mt. 1:20-21). Zacarías profetizó que su hijo Juan sería el profeta que hablaría las palabras de Dios a Israel, diciendo que brevemente el Salvador vendría a ellos (Lc. 1:76).

7.         La persona dispuesta a servir a Dios y a hacer lo que Él manda va a ser útil en su Reino. Ejemplos: Zacarías y Elisabet (Lc. 1:6), María (Lc. 1:38) y José (Mt. 1:24).

8.         El hombre es pecador. Él necesita de Dios y es incapaz de salvarse a sí mismo (Mt. 1:20-23).

9.         El matrimonio que vive de manera correcta delante de Dios y obedece a las enseñanzas bíblicas tiene gran posibilidad de criar siervos para el Señor Dios. Dios escogió a Zacarías y Elisabet para ser los padres de Juan el Bautista. El matrimonio vivía de manera correcta delante de Dios y obedecía fielmente a todas las leyes y mandamientos del Señor (Lc. 1:6).

10.       Quien duda que Dios cumple Sus promesas no testifica Sus maravillas. Zacarías dudó que Dios podía hacer un matrimonio viejo tener un hijo y, por eso, quedó mudo (Lc. 1:18-20).

11.       Quien tiene una duda honesta y busca una respuesta de Dios, no es despreciado. María quería entender cómo una virgen podría tener un hijo y Dios respondió a su pregunta (Lc. 1:34-35).

12.       La tarea de Juan el Bautista era preparar a Israel para creer en el Salvador (Lc. 1:76-79).

13.       Dios es supremo y soberano. Él escogió a María para ser la madre del Salvador (Lc. 1:26-31). Dios no necesita pedir nada a nadie, pues es supremo y realiza cualquier cosa que desee.

14.       El hombre necesita creer en la palabra de Dios para hacer Su voluntad. Para que José se casara con María, tenía que creer en el mensaje del Ángel (Mt. 1:20-24).

15.       Jesucristo es tanto hombre como Hijo de Dios. El ángel avisó a María que su hijo sería tanto hombre como Hijo de Dios (Lc. 1:32). Era necesario que el Hijo de Dios naciera como ser humano. Siendo Hijo de Dios, no podía tener un padre humano, tuvo que venir del Cielo para nacer en la tierra como Hijo de María. El Hijo de María fue Hijo de Dios y era Dios y hombre en un solo cuerpo.

16.       Jesús no tenía un padre humano, entonces nació sin pecado. María no entendía cómo podría tener un hijo que no tuviera un padre humano. El ángel declaró que el Dios Espíritu Santo realizaría ese milagro (Lc. 1:34-35). Todas las personas nacen pecadoras porque el pecado de Adán es pasado de generación a generación. Jesús, sin embargo, era diferente. El padre de Jesús era Dios, entonces, no heredó la pecaminosidad de Adán como las otras personas nacidas en el mundo.

17.       Jesús fue concebido con el propósito de nacer en el mundo para salvar a los hombres del castigo de Dios debido a sus pecados. El ángel avisó a José que Jesús salvaría el pueblo de sus pecados (Mt. 1:21-23).

 

PREGUNTAS

 

1.         ¿Qué nos enseñan sobre Dios los acontecimientos anteriores al nacimiento de Jesús? 

2.         ¿Qué misión Dios planeó para Juan el Bautista?

3.         ¿Cuál fue la reacción de Zacarías a la promesa del ángel?

4.         ¿Cómo María fue informada de que iba a concebir a Jesús?

5.         ¿Cómo fue la visita de María a Elisabet?

6.         ¿Cómo fue el nacimiento de Juan el Bautista?

7.         De acuerdo con la profecía hecha por Zacarías, ¿qué haría el Salvador?

8.         ¿Quién dio inicio al linaje de Jesús?

9.         ¿Cómo fue que José se casó con una joven que estaba encinta, de cuyo hijo él no era el padre?

10.       ¿Cómo podría María concebir a Jesús sin un padre humano?


LA NIÑEZ Y LA JUVENTUD DE JESÚS

 

TEXTO: Mateo. 2; Lucas. 2

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            Después de terminada la época del Antiguo Testamento, cerca de cuatrocientos años había pasado sin que Dios enviara a un profeta. El ángel avisó a Zacarías, María y José a respecto del nacimiento del Mesías esperado. Nació el bebé Juan, hijo de Zacarías y Elisabet, que sería el mensajero para preparar el pueblo para la venida del Señor. La joven María, que era virgen y novia de José, concibió. José fue avisado por el ángel que el bebé había sido engendrado por el Espíritu Santo. José se casó con María, sin embargo, no tuvo relaciones sexuales con ella durante la gestación.

 

Personajes-clave: José, María y Jesús

 

Lugar-clave: Belén

 

Repeticiones-clave:

- Ángeles (Lc. 2:8-15, 21; Mt. 2:13,19);

- María ponderó o meditó en lo que estaba sucediendo (Lc. 1:29; 2:19, 51).

- Expresiones de adoración fueron manifestadas por: los ángeles (Lc. 2:14); los pastores (Lc. 2:20); Simeón (Lc. 2:29-33); Ana (Lc. 2:38); y los magos (Mt. 2:11).

- El bebé Jesús fue visto como el Salvador (Lc. 1:69; 2:11, 30, 34, 38).

 

Sentimientos-clave:

- El temor de los pastores con los ángeles.

- La gratitud de Simeón y Ana.

- La adoración de los Magos al niño Jesús.

- La inseguridad y crueldad del rey Herodes.

- La preocupación de José y María cuando no supieron dónde estaba Jesús.

- La admiración de todos, en el Templo, por el niño Jesús.

 

Problema-inicial: El emperador mandó que todos los ciudadanos del Imperio se registraran. Por eso, José y su esposa María, que estaba embarazada, viajaron a la ciudad de Belén.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:

Nacimiento de Jesús

-- César Augusto ordenó un censo (Lc. 2:1).

-- José y María viajaron a Belén para que José se registrara (Lc. 2:1-5). María dio la luz a su hijo y lo acostó en un pesebre (Lc. 2:6-7).

-- Los ángeles proclamaron a los pastores el nacimiento de Salvador y ellos visitaron al bebé en el pesebre (Lc. 2:8-20).

-- Jesús fue circuncidado (Lc. 2:21).

 

El Bebé Jesús es Presentado en el Templo

-- Pasaron los cuarenta días de la purificación de María y Jesús fue llevado a Jerusalén para ser presentado a Dios en el Templo (Lc. 2:22-24).

-- Simeón había recibido una revelación del Espíritu Santo, diciendo que él no moriría antes de ver a Cristo. Él entendió que el bebé Jesús era la salvación enviada por Dios (Lc. 2:25-35).

-- La profetisa Ana habló a respecto del niño a todos los que en Jerusalén esperaban la salvación (Lc. 2:36-38).

 

Visita de los Magos

-- Algunos magos vinieron del Oriente a Jerusalén, buscando al niño que había nacido para ser el rey de los judíos (Mt. 2:1-2).

-- Herodes quedó preocupado y el pueblo de Jerusalén también (Mt. 2:3).

-- Los profesores de la Ley informaron a Herodes que el Mesías iba a nacer en Belén (Mt. 2:4-6).

-- Herodes pidió a los magos que le avisaran donde podría encontrar al niño en Belén (Mt. 2:7-8).

-- Los magos encontraron al niño Jesús en Belén, lo adoraron y le ofrecieron regalos (Mt. 2:9-11).

-- En un sueño, Dios avisó a los magos que no volviesen al lugar donde Herodes estaba (Mt. 2:12).

 

Huida para Egipto y Matanza de los Niños en Belén

-- El ángel le apareció a José y le dijo que huyeran a Egipto (Mt. 2:13-15).

-- Herodes mandó a matar a todos los niños menores de dos años, en Belén (Mt. 2:16-18).

-- Las madres que perdieron a sus hijos lloraron (Mt. 2:17-18).

-- Después de la muerte de Herodes, José, María y el niño Jesús volvieron a vivir en Nazaret (Mt. 2:19-23).

 

Jesús a los Doce Años en el Templo

-- El niño Jesús, a los 12 años, fue con sus padres a Jerusalén y se quedó allá. Los padres lo encontraron en el Templo. Jesús volvió con sus padres a Nazaret (Lc. 2:39-51).

 

Situación- final: Jesús crecía en estatura, sabiduría y gracia, delante de Dios y de los hombres (Lc. 2:52).

 

NARRATIVA:

 

Nacimiento de Jesús

 

            El emperador César Augusto mandó que hicieran un censo. Entonces María y José viajaron de Nazaret hasta Belén para que José se registrara (Lc. 2:1-5). José tenía que registrarse en Belén, porque era descendiente de David. No habiendo lugar para ellos en la hospedería, tuvieron que abrigarse en un establo. Mientras estaban en Belén, llegó el tiempo que el niño naciera. María dio la luz a su hijo, lo envolvió en pedazos de paño y lo acostó en un pesebre donde los animales solían comer (Lc. 2:6-7).

            En aquella región, había pastores que estaban pasando la noche en los campos, cuidando los rebaños. Entonces, un ángel apareció y una luz brilló sobre los pastores. Ellos quedaron con miedo. El ángel les dijo: “¡No tengan miedo! Traigo una buena noticia. ¡Hoy, en la ciudad de David, nació el Salvador, el Mesías, el Señor! Ustedes encontrarán un recién nacido envuelto en paños y acostado en un pesebre donde los animales suelen comer”. Apareció, de repente, una multitud de ángeles cantando “¡Gloria a Dios en las alturas del cielo! ¡Y paz en la tierra a las personas a quienes él quiere bien!”

            Los pastores fueron deprisa a visitar al bebé. Encontraron a María y José y vieron al recién nacido acostado en el pesebre. Viéndolo, contaron lo que los ángeles habían dicho a respecto del bebé. Todos los que oyeron a los pastores quedaron admirados. María, sin embargo, guardaba con cariño en su corazón todos esos acontecimientos y en ellos meditaba. Los pastores volvieron a los campos cantando himnos de agradecimiento a Dios (Lc. 2:8-20).

            Ocho días después de su nacimiento, en la ceremonia de la circuncisión del niño, le fue dado el nombre de Jesús, conforme el ángel lo llamara, aún antes de ser concebido (Lc. 2:21).

 

El Bebé Jesús es Presentado en el Templo

 

            Pasaron los cuarenta días de la purificación de María exigidos por la Ley de Moisés. Jesús fue llevado a Jerusalén para ser presentado a Dios en el Templo. Los padres ofrecieron un sacrificio de dos tórtolas o dos palominos, como la Ley mandaba (Lv. 12:1-4; Lc. 2:22-24). Esta era la ofrenda de los pobres (Lv. 12:6-8).

            En Jerusalén vivía un hombre llamado Simeón. Él esperaba el Salvador de Israel y el Espíritu Santo estaba con él. Simeón había recibido una revelación del Espíritu Santo diciendo que él no moriría antes de ver a Cristo. Llevado por el Espíritu Santo, fue al Templo el mismo día en que María y José llevaron al niño Jesús. Simeón entendió que el bebé Jesús era la salvación enviada por Dios. En el Templo, tomó al niño en sus brazos y alabó a Dios diciendo: “Ahora, Señor, ya puedes dejar que este tu siervo parta en paz. Porque ya vi con mis propios ojos tu salvación, que preparaste en la presencia de todos los pueblos: Una luz para mostrar tu camino a todos los que no son judíos y para dar gloria a tu pueblo Israel (Lc. 2:25-32).

            Simeón los bendijo y dijo a María, la madre: “Muchos en Israel se levantarán por causa de este niño. Otros caerán delante de él. Así, unos estarán a favor de él, otros contra él. Y a ti, tu alma de madre será traspasada por una espada de dolor” (Lc. 2:33-35).

            Había allí una profetisa llamada Ana, de ochenta y cuatro años de edad. Después de siete años casada, quedó viuda y, desde entonces, no dejaba el Templo, sirviendo a Dios día y noche con ayunos y oraciones. Ella también empezó a agradecer a Dios, hablando a respecto del niño a todos los que en Jerusalén esperaban la salvación (Lc. 2:36-38).

            José, María y el bebé volvieron a Belén, donde vivían en una casa humilde.

 

Visita de los Magos

 

            Algunos sabios y científicos estudiosos de las estrellas del cielo, conocidos también por el nombre de magos, vinieron del Oriente a Jerusalén, buscando al niño que había nacido para ser el rey de los judíos, pues vieron su estrella. Herodes, el rey de los judíos apoyado por los romanos, quedó alarmado. Truculento y cruel, no estaba queriendo oír hablar en otro rey de los judíos sino de él mismo. Todo el pueblo de Jerusalén se inquietó también, porque todos conocían los celos enfermizos del rey. Herodes convocó a los jefes de los sacerdotes y a los profesores de la Ley y les preguntó dónde debía nacer el Mesías. Ellos informaron que sería en Belén, de acuerdo con la antigua profecía que indicaba aquella pequeña ciudad como el lugar en el cual el Mesías iba a nacer.

            Herodes llamó a los visitantes para una reunión secreta y preguntó cuál el tiempo exacto en que la estrella había aparecido. Después los mandó a Belén con la orden: “Vayan y busquen informaciones a respecto del niño. Cuando lo encuentren, avísenme, para que yo también vaya a adorarlo” (Mt. 2:1-8).

            Después de esta audiencia con el rey, los magos se fueron y luego vieron de nuevo la estrella indicándoles el camino hasta el lugar donde se encontraba el niño, en una casa en Belén. Al entrar en la casa, vieron al niño Jesús con María, su madre. Ellos se arrodillaron delante de él, lo adoraron y le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra. En un sueño, Dios les avisó para que no volvieran al lugar donde Herodes estaba, entonces ellos volvieron a su tierra por otro camino (Mt. 2:9-12).

 

Huida a Egipto y Matanza de los Niños en Belén

 

            Después de la partida de los magos, un ángel apareció a José y le dijo que huyera a Egipto, porque Herodes estaba buscando al niño Jesús para matarlo. Entonces, José se levantó, tomó al niño y a su madre y huyó de noche a Egipto (Mt. 2:13-15).

 

            Cuando Herodes vio que los visitantes de Oriente no le traerían informaciones sobre el niño, quedó furioso y mandó a matar a todos los niños hombres de dos años para abajo en Belén. De esta manera, se confirmaba lo que había dicho el profeta Jeremías: “En Ramá se oyó una voz, llanto y lamentaciones: era Raquel llorando por sus hijos. Llora y no encuentra consuelo, porque ellos no existen más” (Jer. 31:15; Mt. 2:16-18).

 

            José, María y Jesús se quedaron en Egipto hasta la muerte de Herodes. Después ellos volvieron para vivir en Nazaret. Una vez más se cumplió una profecía con relación a Jesús: “Será llamado Nazareno” (Mt. 2:19-23). El niño Jesús crecía en edad y sabiduría. Y la gracia de Dios estaba con Él (Lc. 2:40).

 

Jesús a los Doce Años en el Templo

 

            Todos los años, los padres de Jesús iban a Jerusalén para la Fiesta de la Pascua. El niño Jesús, a los 12 años, fue con sus padres a Jerusalén. Después que la Fiesta terminó, María y José viajaron de vuelta a Nazaret, pero Jesús se quedó, sin que sus padres notaran eso. Pensaban que Él estaba en la gran caravana que volvía. Al final del primer día, cuando no encontraron a Jesús en la caravana, volvieron a Jerusalén para buscarlo. Tres días después lo encontraron en el Templo sentado con los profesores de la Ley, oyendo y haciendo preguntas. Todos los que lo oían estaban muy admirados con su inteligencia y con las respuestas que daba. Cuando sus padres lo vieron, María le dijo: “Hijo mío, ¿por qué hiciste eso? ¡Tu padre y yo estábamos muy afligidos buscándote!”

            Jesús respondió: “¿Por qué estaban buscándome?  ¿No sabían que yo debía estar en la casa de mi Padre?” Ellos no entendieron lo que Jesús dijo, pero Jesús volvió con sus padres a Nazaret y les era obediente en todo (Lc. 2:41-51).

            Durante su juventud, Jesús crecía en estatura, en sabiduría y en gracia, delante de Dios y delante de los hombres (Lc. 2:52).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         Dios es fiel y honesto. Él cumplió las profecías del Antiguo Testamento a respecto del nacimiento de Jesús (Is. 9:7 cf. Mt. 1:1; Is. 7:14 cf. Mt. 1:20, 25 y Lc. 1:34; Mi. 5:2 cf. Mt. 2:6; Os. 11:1 cf. Mt. 2:15).

2.         Dios siempre cumple sus promesas a pesar de eventuales demoras. Abraham era el padre de la nación de Israel. Antes de Abraham ir a Canaán, Dios le había prometido que uno de sus descendientes sería el Salvador (Gn. 12:3; Lc. 1:72-75). A pesar de haber pasado más de dos mil años desde que había hecho aquella promesa a Abraham, Dios no se había olvidado, pues Él siempre cumple lo que dice.

3.         Dios es soberano. Él está por sobre todo.

3.1       Él está sobre la naturaleza. Hizo una mujer anciana concebir (Lc. 1:5-25), una virgen concebir (Lc. 1:26-38) y anunció el nacimiento de Jesús por medio de una nueva estrella (Mt. 2:1-12).

3.2       Él está sobre el gobierno. Hizo que el gobernador César Augusto ordenara un censo para que se cumpliera la profecía de que Jesús nacería en Belén (Lc. 2:1-3).

3.3       Él está sobre Satanás. Satanás y su instrumento humano, Herodes, no pudieron matar al pequeño Jesús (Mt. 2:16-18 con Ap. 12:1-6).

3.4       Él está sobre las cosas materiales de las cuales el hombre tiene necesidad. Una conclusión del autor de este libro es que Dios usó los regalos de los Magos para financiar el viaje a Egipto (Mt. 2:11-15).

4.         Dios se comunica con el hombre. Así, como el ángel de Dios se comunicó con Zacarías (Lc. 1:11-20), María (Lc. 1:26-38) y José (Mt. 1:18-23. 2:13, 2:19-23), Él se comunicó con los Magos del Oriente por medio de una nueva estrella (Mt. 2:1-2) y por medio de sueños (Mt. 2:12).

5.         Varias circunstancias hicieron del nacimiento de Jesús un hecho sobrenatural.

5.1       El nacimiento de Jesús fue predicho por los profetas del Antiguo Testamento (Is. 7:14, 9:6-7; Mi. 5:2).

5.2       Un ángel profetizó el nacimiento de Jesús (Lc. 1:30-33; Mt. 1:20-21).

5.3       Jesús fue engendrado siendo el Espíritu Santo el instrumento usado por Dios para eso (Lc. 1:35; Mt. 1:20).

5.4       María aún era virgen cuando concibió y dio la luz a Jesús (Lc. 1:28-38; Mt. 1:24-25).

5.5       El nacimiento de Jesús fue anunciado por ángeles (Lc. 2:8-14).

5.6       La naturaleza, en la forma de una estrella, anunció el nacimiento de Jesús (Mt. 2:1-2).

6.         Desde su nacimiento, Jesús fue verdadero hombre, aun siendo Dios. Él no era un Dios que apenas admitió fingirse de hombre. Las manos que crearon el Universo se transformaron en los deditos de un bebé. Al asumir la condición humana, aun siendo Dios, Jesús aceptó tácitamente someterse a las cosas de la naturaleza, impuestas a todos los hombres, sin distinción: nacer, llorar, mamar, aliviarse de las necesidades físicas, reír, jugar, crecer, estudiar, recibir de la madre un cariño, convivir con los compañeros, alegrarse, entristecerse, comer, beber, viajar, cansarse, sudar, angustiarse, en fin: vivir y morir como hombre.

7.         Jesús es el Salvador. Los ángeles avisaron a los pastores que había nacido el Salvador (Lc. 2:10-12).

8.         El líder humano que quiere mantener los privilegios del poder no va a aceptar la soberanía de Dios. Herodes, tal como el Faraón de Egipto, durante la vida de Moisés, no quería dejar a nadie gobernar sobre él. Herodes temía perder el privilegio de ser rey cuando el niño Jesús fuera adulto (Mt. 2:3-4).

9.         Dios es omnipotente y omnisciente. Dios sabía lo que Herodes estaba planeando hacer y avisó tanto a los magos, cuanto a José (Mt. 2:12-15).

10.       Satanás y sus agentes humanos luchan contra Dios y Su voluntad, sin embargo, Dios siempre vence. De la misma forma como Dios protegió al bebé Moisés de Faraón, así también, protegió al bebé Jesús del rey Herodes (Mt. 2:16-18).

11.       El hombre no puede luchar contra Dios y vencer. Herodes no consiguió destruir al niño Jesús (Mt. 2:1-19).

12.       El hombre que lucha contra Dios es cruel. Herodes decretó la matanza de los niños (Mt. 2:16-18).

13.       Es posible tener conocimiento de la Biblia sin estar involucrado en las acciones de Dios. Los sacerdotes y los profesores de la Ley supieron que el Mesías iba a nacer en Belén (Mt. 2:5-6), sin embargo, no fueron a conocer y adorar al bebé Jesús.

14.       Personas de todas las clases sociales pueden adorar y servir a Jesús. José y María eran pobres. Los pobres pastores visitaron al bebé, tal como los ricos Magos.

15.       Los padres que perciben estar perdiendo a un hijo adolescente deben imitar a José y María, dando prioridad en buscarlo (Lc. 2:41-52). No es sólo cuando no saben dónde el hijo está físicamente que hay peligro de perderlo.

 

PREGUNTAS

 

1.         ¿Qué nos enseña el nacimiento de Jesús a respecto de Dios?

2.         ¿Qué nos enseña el nacimiento de Jesús a respecto de los seres humanos?

3.         ¿Quién dio inicio al linaje de Jesús?

4.         ¿Cuál fue el gran rey judío que era antepasado de Jesús?

5.         ¿Cómo fue el nacimiento de Jesús?

6.         ¿Por qué Jesús nació en el mundo?

7.         ¿Quién visitó al bebé Jesús?

8.         ¿Cuántas personas percibieron que el bebé Jesús era el Mesías o Salvador prometido por Dios?

9.         ¿En qué aspectos el nacimiento de Jesús fue sobrenatural?

10.       ¿Qué sucedió con el niño Jesús cuando tenía doce años?


EL AÑO DE LA PREPARACIÓN

 

10 Episodios

Mateo

Marcos

Lucas

Juan

La predicación de Juan el Bautista

3:1-12

1:1-8

3:1-20

1:19-28

El bautismo de Jesús

3:13-17

1:9-11

3:21-22

 

La tentación de Jesús

4:1-11

1:12-13

4:1-13

 

Los primeros seguidores

 

 

 

1:29-51

Las bodas de Canaán (el primer milagro)

 

 

 

2:1-12

La primera Purificación del Templo

 

 

 

2:13-25

Jesús con Nicodemo

 

 

 

3:1-21

Jesús con la samaritana

 

 

 

4:1-42

La curación del hijo de un oficial, hecha a distancia

 

 

 

4:43-54

10º

Jesús expulsado de Nazaret

 

 

4:14-30

 

 

JESÚS, SALIENDO DE LA OSCURIDAD

 

La Predicación de Juan el Bautista;

El Bautismo y la Tentación de Jesús

 

TEXTO: Mateo. 3:1 - 4:11; Marcos. 1:12-13; Lucas. 3:1 - 4:13

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            La Biblia silenció a respecto de la vida de Jesús después de su niñez hasta la adolescencia. En la adolescencia, con doce años, fue apenas contado el episodio de haberse quedado en el Templo sin que los padres supieran. De los doce años hasta más o menos los treinta años, la Biblia no narró hechos a respecto de su vida. En esta etapa, Jesús vivió en la ciudad de Nazaret, trabajando como carpintero y siendo desconocido fuera de su ciudad. Él vivió en la oscuridad.

 

Personajes-clave: Jesús y Juan el Bautista

 

Lugares-clave: El Río Jordán y el desierto

 

Repeticiones-clave:

- Desierto (Mt. 3:1; 4:1; Mc. 1:3-4, 12; Lc. 3:2),

- Bautismo (bautizando, bautizados).

- Varias veces Juan el Bautista aconsejó a grupos específicos: a todos (Lc. 3:7), a los fariseos y saduceos (Mt. 3:7-12), a los cobradores de impuestos (Lc. 3:12-13) y a los soldados (Lc. 3:14-14).

- Espíritu Santo: Juan profetizó a respecto de alguien que bautizaría con el Espíritu Santo (Mt. 3:11; Lc. 3:16), el Espíritu Santo bajó sobre Jesús en su bautismo (Lc. 3:22) y él, lleno del Espíritu Santo fue llevado al desierto por el mismo Espíritu (Lc. 4:1), Jesús volvió del desierto en el poder del Espíritu Santo (Lc. 4:14).

 

Sentimientos-clave:

- La simplicidad de Juan el Bautista y la dureza de su predicación.

- La resistencia de Juan en bautizar a Jesús.

- El placer de Dios Padre en su Hijo, Jesús.

- El antagonismo entre Jesús y el Diablo.

- La vulnerabilidad física de Jesús cuando Satanás vino a tentarlo.

- Las provocaciones de Satanás insinuando que Jesús no era el Hijo de Dios.

- La confianza que Jesús manifestó en la Escritura.

 

Problema- inicial: Juan el Bautista apareció en el desierto, llamando a las personas al arrepentimiento y bautizando el pueblo

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:

La Predicación de Juan el Bautista

-- Juan el Bautista predicaba en el desierto, llamando al pueblo al arrepentimiento y bautismo (Mt. 3:1-6).

-- Juan usaba ropa de pelo de carnero, comía langostas y miel (Mt. 3:4).

-- Juan llamó a los fariseos de “generación de víboras” y los desafió a actuar de forma que mostraran el arrepentimiento de sus pecados (Mt. 3:7-11).

-- El pueblo preguntaba “¿Qué debemos hacer?” (Lc. 3:10).

-- Juan dio orientación al pueblo (Lc. 3:11), a los fariseos y saduceos (Mt. 3:7-12), a los cobradores de impuestos (Lc. 3:12-13) y a los soldados (Lc. 3:14).

-- Juan habló de alguien más importante que vendría después de él (Mt. 3:11-12).

 

El Bautismo de Jesús

-- Jesús fue bautizado por Juan (Mt.3:13-15). 

-- Al salir del agua, el Espíritu Santo bajó como una paloma y vino sobre Jesús, y la voz de Dios el Padre fue oída (Mt. 3:16-17).

 

La Tentación de Jesús en el Desierto

-- El Espíritu Santo llevó a Jesús al desierto (Mt. 4:1).

-- Jesús pasó cuarenta días sin comer (Mt. 4:2).

-- El Diablo tentó a Jesús (Mt. 4:1-11; Mc. 1:13; Lc. 4:1-13):

- en el desierto, a transformar piedras en pan;

- en el Templo, a saltar del pináculo;

- en el monte, a adorarlo y recibir las grandezas del mundo.

 

Situación-final: Jesús volvió del desierto en el poder del Espíritu Santo (Lc. 4:14).

 

NARRATIVA:

 

Predicación de Juan el Bautista

 

            De los doce a los treinta años, Jesús vivió en la ciudad de Nazaret, trabajando como carpintero y siendo desconocido fuera de su ciudad.

            Cuando Jesús tenía más o menos treinta años, Juan, que era llamado Juan el Bautista, por anunciar un bautismo para perdón de los pecados de quien se arrepintiera, cruzaba toda la región del río Jordán, anunciando su mensaje.

            Juan usaba ropa de pelo de camello, un cinturón de cuero, comía langostas y miel del campo. Su alimento era lo que él encontraba en el desierto. Predicaba: “¡Arrepiéntanse de sus pecados porque el Reino del Cielo está cerca!” Se realizaba así, lo que el profeta Isaías escribió a respecto de Juan, cuando dijo: “Una voz anuncia en el desierto; prepárense para la llegada del Señor, enderezando y mejorando sus vidas”. Los habitantes de Jerusalén y de los lugares alrededor del río Jordán iban a oírlo. Los oyentes confesaban sus pecados y él los bautizaba en el río (Mt. 3:1-6).

            Muchos adeptos del partido de los fariseos y saduceos, los líderes religiosos, vinieron para ser bautizados por Juan. La mayoría de los líderes religiosos eran orgullosos y se hallaban suficientemente buenos para que Dios los aceptara. Por el hecho de que los fariseos y saduceos eran tan orgullosos, Juan los advertía con palabras duras: “¡Generación de víboras! Ustedes no escaparán del terrible castigo que Dios va a mandar. Hagan cosas que muestren que ustedes se arrepintieron de sus pecados”. Muchos judíos enorgullecían de que Abraham fuera el padre de su nación y pensaban que Dios los aceptaría por ser descendientes de Abraham. Juan dijo: “No piensen que no necesitan cambiar de vida, por el hecho de ser descendientes de Abraham. Dios podría hacer descendientes de él a las piedras del local”. Juan avisó: “El machado ya está listo para cortar los árboles por la raíz. Todo árbol que no da buen fruto será cortado y tirado en el fuego” (Mt. 3:7-10).

            El pueblo preguntaba: “¿Qué debemos hacer?”

            Juan respondía: “Quien tiene dos túnicas, dé una a quien no tiene ninguna, y quien tiene comida comparta con quien no tiene”.

            Él habló a los cobradores de impuestos, conocidos como publícanos: “No cobren más de lo que la ley manda”.

            A los soldados, Juan dijo: “No tomen dinero de nadie, ni por la violencia ni por medio de acusaciones falsas. Y se contenten con el salario que reciben” (Lc. 3:10-14).

            El pueblo pensaba que tal vez Juan fuera el Mesías, sin embargo él dijo: “Yo no soy el Cristo, el Salvador que todos esperan. Está llegando alguien que es más importante que yo, y no merezco ni la honra de desatarle la correa de su calzado”. En la época en que Juan vivía, los hombres de poder tenían siervos para hacer todo su trabajo. Los poderosos no calzaban ni se sacaban sus zapatos, pues había un siervo para hacerlo. Juan estaba declarando que no era digno de ser el siervo que sacaría los zapatos del Mesías. Dijo Juan: “Yo los bautizo a ustedes con agua, pero Él los bautizará con el Espíritu Santo y con fuego. Con el aventador que tiene en la mano él va a separar el trigo de la paja; juntará el trigo en su depósito, sin embargo, quemará la paja en el fuego que nunca se apaga” (Mt. 3:11-12; Lc. 3:16-17). El aventador era un tenedor largo de madera, usado por los trilladores para lanzar el cereal al aire, para que la paja fuera llevada por el viento.

 

El Bautismo de Jesús

 

            Jesús fue de Nazaret de Galilea hasta el río Jordán, para ser bautizado por Juan el Bautista. Pero Juan se negaba y trataba de convencerlo a cambiar de idea, diciendo: “Yo soy el que necesito ser bautizado por ti, ¿y tú quieres que yo te bautice?”

            Pero Jesús respondió: “Deja que sea así, pues así haremos todo lo que Dios quiere”. Juan, pues lo bautizó (Mt.3:13-15). 

            Cuando Jesús estaba saliendo del agua, el Espíritu Santo bajó, de manera visible del mismo modo que una paloma acostumbra a bajar, y vino sobre Él. Al mismo tiempo, del cielo la voz de Dios el Padre dijo: “¡Este es mi Hijo querido, que me da mucha alegría!” (Mt. 3:16-17; Lc. 3:22).

 

La Tentación de Jesús en el Desierto

 

            Jesús estaba lleno del Espíritu Santo (Lc. 4:1), que lo llevó al desierto (Mt. 4:1; Lc. 4:1), donde pasó cuarenta días y noches sin comer (Mt. 4.2), viviendo entre las fieras (Mc. 1:13). Durante ese tiempo, fue tentado (Lc. 4:2). Después de cuarenta días, estaba con hambre (Mt. 4:2).

            El Diablo llegó cerca de Jesús para tentarlo. En el desierto, el Diablo le habló, diciendo: “Si tú eres el Hijo de Dios, manda que estas piedras se transformen en pan.”

            Jesús respondió: “Las Escrituras Sagradas afirman que el ser humano no vive sólo de pan, sino que vive de todo lo que Dios dice” (Mt. 4:3-4; Lc. 4:3-4).

            Enseguida, el Diablo lo llevó hasta Jerusalén y lo colocó en el pináculo, en la parte más alta del Templo, y dijo: “Si tú eres el Hijo de Dios, lánzate de aquí arriba, porque las Escrituras Sagradas dicen: 'Dios mandará que sus ángeles cuiden de ti'.”

            Jesús respondió: “Pero las Escrituras Sagradas también dicen: 'No pongas a prueba al Señor, tu Dios'“ (Mt. 4:5-7Lc. 4:9-12).

            Después el Diablo llevó a Jesús a un monte muy alto, le mostró todos los reinos del mundo y sus grandezas y dijo: “Yo te daré todo esto si te arrodillas y me adoras”.

            Jesús respondió: “¡Vete de aquí, Satanás! Las Escrituras Sagradas afirman: 'Adora al Señor, tu Dios, y sirve solamente a Él” (Mt. 4:8-10; Lc. 4:5-8).

            Cuando el Diablo acabó de tentar a Jesús de todas las maneras, se fue por algún tiempo, y los ángeles vinieron y cuidaron de Él (Mt. 4:11; Lc. 4:13). Jesús volvió del desierto en el poder del Espíritu (Lc. 4:13-14).

 

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         El Reino de Dios incluye a las personas que aceptan Su soberanía y se dejan dirigir por Él en todo (Mt. 3:2). Sólo Mateo usa la expresión “Reino de los cielos”. Cuando Juan el Bautista habló a respecto del Reino de los Cielos, estaba pensando en una organización de Dios a ser establecida en el mundo con personas que se dejan dirigir por Dios en todo.

2.         El hombre es pecador. Él necesita arrepentirse, aceptar el Reino de Dios, reconocer que Dios tiene el derecho de gobernar su vida y llegar a Su presencia por medio de Jesús (Mt. 3:2, 11-12; Lc. 3:3, 16-17).

3.         Jesús, como Dios, es santo y justo. Él exige el castigo del pecador no arrepentido. Jesús es presentado como alguien que tiene el aventador en la mano para separar el trigo de la paja, con el propósito de quemar la paja (Mt. 3:12). El aventador era un tenedor largo de madera, usado por los trilladores para lanzar el cereal al aire, para que la paja fuera llevada por el viento.

4.         Jesús es el Salvador/Castigador. Él es presentado como alguien que tiene el aventador en la mano para separar el trigo de la paja, con el propósito de juntar el trigo en su depósito, pero quemar la paja en el fuego que nunca se apaga (Mt. 3:12).

5.         El arrepentimiento verdadero trae cambios que comprueban que la persona se arrepintió. Juan el Bautista habló a los líderes religiosos que hicieran cosas que mostraran que se arrepintieron de sus pecados (Mt. 3:8).

6.         El portavoz de Dios no puede temer a las personas. Juan el Bautista no temía a nadie (Mt. 3: 7; 14:3-4; Lc. 3:7-14).

7.         Una persona pobre puede ser un siervo de Dios. Juan el Bautista era profeta de Dios, sin embargo, era muy pobre. Su alimento era lo que él encontraba en el desierto (Mt. 3:4). Algunos enseñan una doctrina falsa diciendo que ser creyente fiel en Jesús trae necesariamente riquezas. Muchos de los mayores profetas de Dios fueron personas bien pobres. Juan el Bautista era pobre y hasta Jesús fue un hombre muy pobre durante su vida aquí en la Tierra.

8.         Dios lucha contra los orgullosos. Las palabras de Juan el Bautista a los líderes religiosos fueron bien severas, pues eran personas orgullosas que le resistieron y rechazaron escuchar su mensaje (Mt. 3:7-9).

9.         El predicador que recibe honra debe transferirla a Jesús. Cuando el pueblo pensaba que tal vez Juan fuera el Mesías, él habló de Jesús, que era más importante que él (Mt. 3:11).

10.       Al ser bautizado, Jesús se identificó con los pecadores. Su bautismo no fue para arrepentimiento, porque Él no tenía pecados. Él fue bautizado después del pueblo para manifestar su identificación con los pecadores arrepentidos. El bautismo de Jesús fue, en realidad, el inicio de su camino hasta la cruz, porque en el bautismo Él se identificó con el hombre pecador, por quien finalmente murió.

11.       En el bautismo de Jesús participaron, juntamente, las tres personas de la Trinidad (Mt. 3:16-17):

-- Fue bautizado Jesús, la persona de Dios el Hijo;

-- Se oyó la voz de Dios, el Padre;

-- Bajó como paloma Dios, el Espíritu.

12.       El bautismo de Jesús por inmersión sirvió para simbolizar Su muerte, Su sepultura y Su resurrección, que deberían suceder en el fin de su ministerio

13.       Satanás es el tentador que lucha contra Dios y Su voluntad. Él es mentiroso y engañador (Mt. 4:1-11). Satanás fue malo desde el inicio. Él tentó a Jesús para hacer con que Él se indignara contra Dios, de la misma forma como tentó a Adán y Eva.

14.       Quien tiene fe en Dios no tiene que probar su posición delante de él. Dios el Padre llamó a Jesús: “Mi Hijo” (Mt. 3:17). Satanás intentaba hacer que Jesús probara que era Hijo de Dios (Mt. 4:3, 6). Él pidió que Jesús hiciera algo que Dios el Padre no había pedido. Jesús no tenía necesidad de probar nada a Satanás.

15.       Satanás desea que agrademos a las personas en lugar de obedecer a Dios. Él intentó hacer que Jesús se transformara en el Mesías político y guerrero esperado por los judíos. Los judíos esperaban que el Mesías fuera un rey poderoso, que expulsara los romanos y restaurara el trono de David.

16.       Satanás conoce las palabras de Dios y hasta usa la Biblia de una manera destorcida para engañar a las personas. Él no teme usar la palabra de Dios, desde que sea a su manera. Él mudó un poquito las palabras de Dios para engañar a Eva en el jardín y destorció la Biblia buscando engañar a Jesús en el desierto (Gn. 2:16; 3:1-5; Mt. 4:6).

17.       Tentación es el deseo de buscar una solución para los problemas humanos, pero sin Dios; es actuar sin considerar a Dios, o actuar de una manera que no esté de acuerdo con la voluntad de Dios.

18.       Las tres etapas de la batalla sufrida por Jesús son enfrentadas por todas las personas:

-- En el desierto, Jesús sufrió la tentación de tener pan sin Dios; de satisfacer la carne usando su propia fuerza para librarse de una necesidad humana. Esta era la tentación del materialismo: ser dominado por las riquezas, bienes materiales y placeres de este mundo (Mt. 4:3-4).

-- En el pináculo, Jesús sufrió la tentación de tener prestigio sin Dios; de vivir según las normas del mundo. Era la tentación de impresionar a las personas: mostrar y usar capacidades y talentos para traer la gloria para sí mismo. Es hacer un espectáculo para impresionar al pueblo, para hacer propaganda y ganar prestigio para sí mismo (Mt. 4:5-7).

-- En el monte alto, Jesús sufrió la tentación de tener poder sin Dios; de servir a Satanás. Era la tentación de la prepotencia: tener el poder de imponer la propia voluntad sobre la voluntad de otros, aún con violencia, cuando le conviene (Mt. 4:8-10).

19.       Habiendo sido tentado como hombre, Jesús pudo ayudar a los que son tentados (He. 2:18), tener compasión de ellos por causa de sus debilidades (He. 4:15). Era hombre, y por eso tenía hambre como cualquiera tiene. Él no venció las tentaciones con su poder divino, pero, sí, como verdadero hombre.

20.       Jesús fue tentado como cualquier ser humano, pero no pecó. Eva fue tentada en el jardín, en medio a la abundancia, y cedió (Gn. 3:1-7), mientras Jesús fue tentado en el desierto, pasando necesidad (Mt. 4:2), él resistió (He. 4:15). Él resistió mejor a las tentaciones más fuertes que las otras personas

21.       La tentación puede ser vencida por medio de dos recursos: el Espíritu Santo y el uso de la Palabra de Dios, de la manera correcta. Jesús usó los dos recursos disponibles a cualquier persona: el Espíritu Santo y la Palabra de Dios.

-- En el bautismo, el Espíritu Santo había bajado sobre Jesús (Mt. 3:16). El Espíritu dirigió Jesús hasta el desierto (Lc 4:1) y lo acompañó en su lucha (Mt. 4:1). Él estuvo hasta el fin con Jesús (Lc. 4:14).

-- En cada una de las tres etapas de la batalla, Jesús usó el arma de la Palabra de Dios contra Satanás, respondiendo con las palabras de la Biblia (Mt. 4:4, 7, 10).

22.       Es importante, para quien es tentado, resistir a Satanás de una manera firme, ordenando con la autoridad de Dios que él se aleje, dando razones destacadas en la Biblia. Debe resistir a Satanás con la Palabra y el Espíritu de Dios. Satanás se retira cuando alguien le resiste usando la Palabra de Dios y dependiendo del Espíritu de Dios. Jesús resistió a Satanás de una manera firme, cuando mandó: “¡Vete de aquí, Satanás!” (Mt. 4:10). La Biblia nos enseña a resistir a Satanás (Stg. 4:7; 1 P. 5:8-9).

 

PREGUNTAS

 

1.         ¿Cómo era Juan el Bautista?

2.         ¿Cuál era el mensaje de Juan el Bautista?

3.         ¿Qué quiere decir arrepentirse?

4          ¿Cuál fue la misión dada a Juan el Bautista?

5.         ¿Por qué Jesús fue bautizado?

6.         ¿Cómo es que participaron juntamente las tres personas de la Trinidad en el bautismo de Jesús?

7.         ¿Qué dijo Dios el Padre a respecto de Jesús cuando Él fue bautizado?

8.         ¿Cómo el Espíritu Santo participó en el bautismo y en la tentación de Jesús?

9.         ¿Por qué Satanás tentó a Jesús?

10.       ¿Cuáles fueron las etapas de la tentación sufrida por Jesús?

11.       ¿Cómo fue que Jesús venció a las tentaciones?


JESÚS, EL OBJETO DE LA FE

 

Primeros Seguidores, Bodas de Canaán, Nicodemo, la Samaritana

 

TEXTO: Juan 1:19 - 4:54

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            Cuando Jesús empezó el año de la preparación, Él era desconocido fuera de la ciudad de Nazaret. Juan el Bautista era bien conocido, y la multitud estaba yendo a oírlo y a ser bautizada por él. Juan era el gran mensajero que preparaba el pueblo para recibir al Mesías. Jesús empezó su ministerio con el bautismo, cuando se identificó con la humanidad. Después, en el desierto, venció las tentaciones de Satanás. El evangelio de Juan 1:19 - 4:54 relata otros acontecimientos en la vida de Jesús en el año de la preparación, cuando ya estaba saliendo de la oscuridad y empezando a ser conocido.

 

Personaje-clave: Jesús

 

Lugares-clave: Jerusalén, Samaria

 

Repeticiones-clave:

- Juan el Bautista, destacando la importancia de Jesús (Jn. 1:29, 35-36; 3:27-30).

- Jesús preocupándose con personas individualmente: dos discípulos de Juan el Bautista (Jn. 1:35-39), Simón Pedro (Jn. 1:42), Natanael (Jn. 1:47-51), Nicodemo (Jn. 3:1-16), la samaritana (Jn. 4:1-30) y el oficial cuyo hijo estaba enfermo (Jn. 4:46-50).

- Personas testificando a respecto de Jesús: Juan el Bautista, Andrés, Felipe y la samaritana.

- Jesús conociendo a respecto de las personas sin ser informado (Jn. 2:23-24). Conocimiento ilustrado por la manera como trató a Natanael (Jn. 1:47-49), a Nicodemo (Jn. 3:1-16) a la samaritana (Jn. 4:1-26) y al oficial del rey.

 

Sentimientos-clave:

- La humildad de Juan el Bautista.

- La confianza de Andrés y Felipe en Jesús.

- La duda honesta de Natanael.

- La preocupación de María cuando faltó vino en las bodas de Canaán, y la sorpresa agradable del maestresala de la fiesta cuando probó el vino que Jesús había producido del agua.

- El celo de Jesús por el Templo y su ira contra aquellos que allá vendían.

- La franqueza de Jesús con Nicodemo.

- La sensibilidad de Jesús con la samaritana.

 

Problema-inicial: Es necesario que Juan el Bautista disminuya en importancia y que Jesús crezca.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:

Los Primeros Seguidores

-- Juan el Bautista habló a dos de sus discípulos que Jesús era el “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn. 1:29, 35-36).

-- Los dos, Andrés y Felipe, siguieron a Jesús (Jn 1:36- 39).

-- Andrés condujo a su hermano Simón Pedro a Jesús (Jn. 1:40-42).

-- Felipe dijo a Natanael: ¡Encontramos a aquél de quien Moisés y los profetas escribieron! Es Jesús, de Nazaret (Jn. 1:45).

-- Natanael preguntó: “¿Y de Nazaret puede salir algo bueno?” (Jn. 1: 46)

-- “Ven y ve”, respondió Felipe (Jn. 1:46).

-- Natanael fue y reconoció que Jesús era el Hijo de Dios, el Rey de Israel (Jn. 1:49).

-- Dijo Jesús: “Ustedes verán el cielo abierto y los ángeles de Dios subir y bajar en mi dirección” (Jn. 1:51).

 

La Bodas de Canaán

-- Jesús y sus discípulos fueron invitados para un casamiento (Jn. 2:1-2).

-- La madre de Jesús le dijo: “El vino se terminó” (Jn. 2:3).

-- Jesús respondió: “¿Qué tenemos nosotros con eso, mujer?” (Jn. 2:4).

-- María orientó a los empleados: “Hagan todo lo que él mande” (Jn. 2:5).

-- Jesús mandó que llenaran de agua seis tinajas y dieran un poco de agua al maestresala de la fiesta (Jn. 2:6-8).

-- El maestresala dijo: “Todos acostumbran a servir primero el vino bueno y después el vino barato. Tú, sin embargo, guardaste hasta ahora el mejor vino” (Jo. 2:9-10).

-- Así empezó Jesús sus milagros (Jn. 2:11).

 

La Primera Purificación del Templo

-- Jesús purificó el Templo, expulsando a los vendedores de animales y cambistas y dijo: “¡No hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio!” (Jn. 2:13-22).

-- Jesús conocía a las personas sin que nadie le hablara a respecto de ellas (Jn. 2:23-24).

 

Jesús con Nicodemo

-- Una noche, Nicodemo fue a visitar a Jesús y le dijo: “Sabemos que eres un maestro enviado por Dios” (Jn.3:1-2).

-- Jesús respondió: nadie puede ver el Reino de Dios si no nace de nuevo (Jn. 3:3).

-- Nicodemo preguntó: “¿Cómo puede un hombre viejo nacer de nuevo?” (Jn. 3:4).

-- Jesús respondió que tenía de nacer del agua y del Espíritu e hizo una comparación del Espíritu con el viento. (Jn. 3:5-6).

-- Jesús criticó a Nicodemo porque era profesor y no entendía lo que él explicaba (Jn. 3:10-13).

-- Jesús concluyó: “Como Moisés levantó a la serpiente de bronce en el desierto, así el Hijo del Hombre tiene que ser levantado, para que todos los que en él creen tengan la vida eterna” (Jn. 3:14-16).

 

Jesús es más importante que Juan el Bautista

-- Los seguidores de Juan el Bautista dijeron que muchos estaban siguiendo a Jesús (Jn. 3:25-26).

-- Juan el Bautista dijo que Jesús era más importante que él (Jn. 3:27-30).

 

Jesús con la Samaritana

-- Jesús pasó por la región de Samaria (Jn. 4:1-5).

-- Cerca del mediodía, se sentó cerca de un pozo. Una samaritana vino a sacar agua, y Jesús le dijo: “¡Dame un poco de agua para beber!” (Jn. 4:6-7).

-- Ella le preguntó como Él, siendo judío, le pedía agua a ella, mujer samaritana (Jn. 4:9).

-- Jesús dijo que Él podría darle el agua de la vida (Jn. 4:10-14).

-- Ella pidió: “Dame de esa agua” (Jn. 4:15).

-- Jesús mandó: “Ve, llama a tu marido, y ven acá” (Jn. 4:16).

-- Ella respondió: “Yo no tengo marido” (Jn. 4:17).

-- Jesús dijo: “Estás cierta, pues ya tuviste cinco, y ese que tienes ahora no es de hecho tu marido” (Jn. 4:18).

-- La samaritana reconoció que Jesús era profeta e hizo una pregunta a respecto del lugar donde se debe adorar a Dios (Jn. 4:19-20). Jesús respondió que los verdaderos adoradores van a adorar al Padre en espíritu y en verdad (Jn. 4:21-24).

-- Ella replicó: “Sé que está para llegar el Salvador que todos esperan”.

--Jesús le afirmó: “Yo soy el Cristo” (Jn. 4:25-26).

-- Llegaron los discípulos de Jesús (Jn. 4:27).

-- La mujer volvió a la ciudad y habló a respecto de Jesús (Jn. 4:28-29).

-- Muchos salieron de la ciudad para ir donde Jesús estaba (Jn. 4:30). Viendo la multitud aproximarse, Jesús dijo: “Miren a los campos: lo que fue plantado ya está maduro y listo para la cosecha” (Jn. 4:34-38).

-- Muchos samaritanos creyeron que Jesús era el Salvador del mundo (Jn. 4:39-41).

 

La Curación del Hijo de un Oficial

-- Jesús curó al hijo de un funcionario público, a distancia (Jn. 4:43-54).

 

Situación-final: Jesús fue reconocido por varias personas que manifestaron algún tipo de fe.

 

NARRATIVA:

 

Los Primeros Seguidores

 

            Juan el Bautista, después de haber bautizado a Jesús, estaba con dos de sus discípulos y, cuando vio a Jesús, dijo: “Miren, ahí está el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn. 1:29, 35-36). Los dos, Andrés y Felipe, fueron detrás de Jesús y se quedaron con Él el resto de aquel día (Jn 1:36-39).

            Andrés fue a hablar con su hermano, Simón Pedro, diciéndole: “Encontramos al Mesías”. Andrés condujo a su hermano a Jesús, el cual fijó sus ojos en Simón y dijo: “Tú eres Simón. Serás llamado Cefas (que quiere decir Piedra)” (Jn. 1:40-42).

            Felipe buscó a su amigo Natanael y le dijo: “Encontramos a aquel de quien Moisés escribió y a respecto de quien los profetas también escribieron! Es Jesús, de la ciudad de Nazaret”.

            Natanael preguntó: “¿Y de Nazaret pude salir algo bueno?”.

            Respondió Felipe: “Ven y ve”.

            Cuando Jesús vio a Natanael llegando, dijo: “¡Ahí está un verdadero israelita! ¡En él no hay fingimiento!”

            Entonces Natanael preguntó a Jesús: “¿De dónde me conoces?”

            Respondió Jesús: “Antes que Felipe te llamara, yo ya te había visto sentado debajo de una higuera”.

            Natanael clamó: “¡Maestro, tú eres el Hijo de Dios! ¡Eres el Rey de Israel!”

            Jesús le respondió: “Natanael, no creas en mí sólo porque estás admirado de decirte que te vi debajo de la higuera, cuando tenías certeza de que nadie te estaba viendo. Sin embargo, verás cosas aún mayores que esta. Ustedes verán el cielo abierto y los ángeles de Dios subir y bajar en mi dirección” (Jn. 1:43-51).

 

La Bodas de Canaán

 

            En las bodas de Canaán, Jesús realizó su primer milagro. Jesús y sus discípulos fueron invitados para un casamiento. María, la madre de Jesús, estaba allá.

            Cuando se acabó el vino, la madre de Jesús le dijo: “El vino se acabó”.

Jesús le respondió: “¿Qué tenemos nosotros con eso, mujer? Aún no ha llegado mi hora”.

Sin embargo, María orientó a los empleados: “Hagan todo lo que Él mande”.

Cerca estaban seis tinajas de piedra, que los judíos usaban para las ceremonias rituales religiosas de purificación. En cada tinaja cabían de ochenta a cien litros de agua. Jesús mandó que los empleados las llenaran de agua hasta la boca. Enseguida, Jesús mandó que dieran un poco del agua de esas tinajas al maestresala de la fiesta. El maestresala probó el agua y se había transformado en vino. Él no sabía de adonde viniera el vino. Llamó al novio y le dijo: “Todos acostumbran a servir primero el vino bueno y después sirven el vino barato. Tú, sin embargo, guardaste hasta ahora el mejor vino.”

Así empezó Jesús sus milagros, manifestó su poder y sus discípulos creyeron en él (Jn. 2:1-12).

 

La Primera Purificación del Templo

 

            Antes de la Pascua, Jesús fue a Jerusalén. En el patio del Templo, encontró a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los que hacían cambio de dinero para el pueblo. El Templo se había transformado en un local de comercio. Fiscales sólo aceptaban animales para sacrificios que fueran comprados en el Templo, y allí costaban hasta seis veces más que en el comercio. Sólo aceptaban dinero hebreo, y el cambio oficial explotaba al pueblo. El comercio era realizado en el lugar del Templo reservado a los no judíos.

Jesús hizo un chicote de cuerdas y, con violencia, derribó las mesas de los comerciantes. Con el chicote, expulsó a las personas y a los animales del Templo. Derribó las mesas de los que cambiaban dinero, y las monedas se derramaron por el suelo. Él dijo: “¡Retiren de aquí todas estas cosas! ¡No hagan de la casa de mi Padre una casa de comercio!” (Jn. 2:13-22).

            Mientras estaba en Jerusalén para la fiesta de la Pascua, muchas personas, al presenciar las señales (milagros) que realizaba, creyeron en él. Pero el propio Jesús no confió en ellos, porque conocía a las personas sin que nadie le hablara a respecto de ellas. Él conocía muy bien el íntimo de cada uno (Jn. 2:23-25).

 

Jesús con Nicodemo

 

            Nicodemo era líder entre los judíos, del partido de los fariseos. Una noche él fue a visitar a Jesús y le dijo: “Nosotros sabemos que eres un maestro enviado por Dios, pues nadie puede hacer esos milagros si Dios no está con él”.

Jesús respondió: “Yo te afirmo que nadie puede ver el Reino de Dios si no nace de nuevo”.

Nicodemo no entendió y preguntó: “¿Cómo puede un hombre viejo nacer de nuevo? ¿Será que puede volver al vientre de su madre y nacer otra vez?”

Jesús respondió: “Yo te afirmo que nadie puede entrar en el Reino de Dios si no nace del agua y del Espíritu. La persona nace físicamente de padres humanos, pero nace espiritualmente del Espíritu de Dios. El viento sopla donde quiere, y se oye el sonido que hace, pero no se sabe de dónde viene ni para donde va. Lo mismo sucede con todos los que nacen del Espíritu”.

Jesús criticó a Nicodemo: “Tú eres profesor del pueblo de Israel ¿y no entiendes eso? Sin embargo, yo declaro lo siguiente: Estoy plenamente consciente de aquello que estoy hablando y estoy dando mi testimonio de aquello que he visto. Pero, aun así, muchos de ustedes no están aceptando mi testimonio. Si no creen cuando hablo de las cosas que suceden aquí en la Tierra, ¿cómo van a creer cuando yo hable de las cosas que suceden en el cielo?”

Jesús concluyó: “Como Moisés levantó a la serpiente de bronce en el desierto, así el Hijo del Hombre tiene que ser levantado, para que todo el que en él cree tenga la vida eterna. Porque Dios amó al mundo de tal manera que dio a su único Hijo, para que todo aquel que en él cree no perezca, sino que tenga la vida eterna” (Jn. 3:1-16).

 

Jesús es Más Importante que Juan el Bautista

 

            Algunos de los seguidores de Juan el Bautista, reclamaron porque muchos estaban siguiendo a Jesús. Dijeron a Juan: “Maestro, el hombre que fue a tu encuentro al otro lado del Jordán, y a respecto del cual te hablaste, todos van a su encuentro”.

Juan el Bautista dijo: “Yo no soy el Cristo, pero fui enviado delante de él. Así como la novia pertenece al novio y el amigo del novio se alegra con los homenajes que son prestados al novio, ¡esa es mi alegría y es completa! ¡Es necesario que Él crezca y que yo disminuya! Cristo vino del alto y es superior a todos” (Jn. 3:25-30).

 

Jesús con la Samaritana

 

            Jesús supo que los fariseos oyeron hablar de que Él tenía más discípulos que Juan el Bautista. Él salió de Judea y volvió a Galilea. En el camino, pasó por la región de Samaria. Los samaritanos eran descendientes de extranjeros que habían vivido muchos años antes en Israel, después que fue conquistada. Allí se mezclaban, casándose con judíos, en parte adoptando su religión, y en parte adorando a sus propios ídolos. En el tiempo de Jesús, los judíos consideraban a los samaritanos un pueblo enemigo (Jn. 4:1-4) y, cuando era posible, evitaban pasar por la provincia de Samaria. La rivalidad entre los judíos y los samaritanos impedía que ellos ni siquiera se hablaran.

            Jesús llegó a una ciudad de Samaria cerca del mediodía. Cansado del viaje, se sentó cerca de un pozo y los discípulos fueron hasta la ciudad a comprar comida. Una samaritana vino a sacar agua, y Jesús le dijo: “¡Dame un poco de agua para que yo beba!”

La samaritana respondió: “Tú eres judío y yo soy samaritana. Entonces ¿cómo es que me pides agua?” 

Jesús le respondió: “Si supieras la gracia que Dios te puede dar y si conocieras quién es que te pide de beber, ciertamente serías tú quien pediría y él te daría agua viva”

Ella respondió: “¿Agua viva? ¿Qué agua viva es esa? Tú no tienes con qué sacar el agua, y el pozo es hondo. ¿Cómo es que vas a conseguir esa agua que da vida?”

Jesús dijo: “Quien beber de esta agua volverá a tener sed, pero el que beber del agua que yo le doy nunca más tendrá sed. Porque el agua que yo le doy será en él como una fuente que dará vida eterna”.

La mujer samaritana pidió: “Señor, dame de esa agua, para que yo no tenga más sed y no necesite más venir al pozo a buscarla”.

Jesús mandó: “Ve, llama a tu marido, y ven acá”.

Ella respondió: “Yo no tengo marido”.

Jesús continuó: “Estás cierta, diciendo que no tienes marido, pues ya tuviste cinco y ese que tienes ahora no es de hecho tu marido”.

La samaritana reconoció que Jesús era profeta e hizo una pregunta: “Nuestros padres adoraron en este monte, pero ustedes, los judíos, dicen que es en Jerusalén que se debe adorar a Dios”.

Jesús respondió: “Llegará el tiempo en que nadie va a adorar a Dios ni en este monte ni en Jerusalén. Los verdaderos adoradores van a adorar al Padre en espíritu y en verdad. Porque son esos los que el Padre quiere que lo adoren. Dios es Espíritu, y por eso los que lo adoran deben adorarlo en espíritu y en verdad”.

La samaritana replicó: “Sé que está para llegar el Salvador que todos esperan”.

Jesús le afirmó: “Yo, que estoy hablando contigo, soy el Cristo” (Jn. 4:5-26).

            Llegaron los discípulos de Jesús y se quedaron admirados, pues Él estaba conversando con una mujer, pero no preguntaron ni a Jesús ni a la mujer por qué motivo estaba hablando con ella (Jn. 4:27).

            La mujer dejó el pozo, volvió a la ciudad, y dijo a los habitantes: “Vengan a ver al hombre que me dijo todo lo que yo he hecho. ¿Será que él es el Mesías?” Muchos salieron de la ciudad y vinieron a verlo (Jn. 4:28-30).

            Viendo la multitud aproximarse, Jesús dijo: “Dicen que en cuatro meses más tendremos la cosecha. Pero miren y vean bien los campos: lo que fue plantado ya está maduro y listo para la cosecha” (Jn. 4:34-38).

            Muchos samaritanos de aquella ciudad creyeron en Jesús y dijeron a la mujer: “No es sólo lo que nos contaste que nos hizo creer en él. Nosotros mismos oímos lo que Él dijo, y sabemos que es de hecho el Salvador del Mundo (Jn. 4:39-41).

 

La Curación del Hijo de un Oficial

 

            Jesús volvió a Canaán de Galilea, donde había transformado el agua en vino. Un alto funcionario público, que vivía en Capernaum, fue a pedir a Jesús que fuera allá para curar a su hijo, que se estaba muriendo. Él insistió con Jesús: “¡Señor, ven deprisa, antes que se muera mi hijo!”

Jesús le dijo al funcionario: “¡Vuelve a tu casa! Tu hijo va a vivir”.

El hombre creyó e inició su viaje de regreso a su casa. En el camino, encontró a unos empleados suyos, que le dieron la buena noticia, eufóricos: “¡Tu hijo quedó sano!”

El hombre preguntó: “¿Cuándo sucedió eso?

Respondieron: “Ayer, a la una de la tarde.”

Era exactamente la hora en que Jesús le había dicho: “¡Vuelve a tu casa! Tu hijo va a vivir”. El hombre y toda su familia pasaron a adorarlo (Jn. 4:43-54).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         Juan el Bautista presentó a Jesús como el Cordero de Dios (Jn. 1:29, 35-36). Las narrativas del Antiguo Testamento revelan lo que el Cordero de Dios significaba para Juan:

-- el Cordero providenciado por Dios para Abraham (Gn. 22:8). Así como Dios proveyó el carnero para librar a Isaac de la muerte, también envió a Jesús para tomar el lugar de todos los que confían en él;

-- el Cordero Pascal. Antes que el ángel de la muerte pasara por Egipto, Dios ordenó que cada familia matara un cordero y pusiera su sangre en los umbrales de la puerta de sus casas. El cordero murió en lugar del primogénito (Ex. 12);

-- aquel que carga el pecado de los hombres y se ofrece como Cordero de la Expiación (Lv. 14);

-- el Siervo Sufridor que es llevado al matadero (Is. 53:7, 8, 12).

La sangre de animales no es capaz de pagar el pecado, por eso Dios envió a Jesús al mundo para pagar por completo el pecado del hombre y librar todos cuantos confían en él.

2.         El que descubre a Jesús debe hacerse un testigo. Ejemplos: Juan, el autor del evangelio (Jn. 1:14), Juan el Bautista (Jn. 1:35-36), Andrés (Jn. 1:40-41), Felipe (Jn. 1:43-45) y la samaritana (Jn. 4:28-29).

3.         El nuevo creyente en Jesús necesita testificar a respecto de él. Juan el Bautista, Andrés y Felipe son algunos ejemplos de cómo dar testimonio (Jn. 1:35-51).

3.1       Dar importancia a la persona de Cristo (Jn. 1:36, 41, 45).

3.2       Llamar a los parientes y amigos bien cercanos (Jn. 1:41, 45).

3.3       Invitar a otros después de sentir la emoción del descubrimiento personal (Jn. 1:41, 45).

3.4       No discutir apenas con argumentos, sino que desafiando a la investigación (Jn. 1:46).

4.         Jesús, el verdadero hombre, fue un hombre social. El Jesús social estaba en la fiesta de las bodas (Jn. 2:1-12). Él quiere participar de la vida del pueblo.

5.         Hay transformación cuando Jesús manda. Él no actúa cuando es mandado (Jn. 2:3-4). Solamente actúa cuando puede mandar (Jn. 2:5). Cuando recibió la autoridad para mandar, transformó el agua en vino (Jn. 2:1-11).

6.         Jesús sólo soluciona problemas en el hogar cuando es Él quien manda. Jesús fue invitado apenas para estar presente en el casamiento. Hasta que Jesús recibiera el derecho de mandar, no solucionó el problema que hubo (Jn. 2:1-11).

7.         La purificación del Templo revela que Jesús se enoja con la religión (Jn. 2:13-22):

— secularizada. Cuando los practicantes de la religión verdadera se portan igual como los incrédulos, Jesús queda enojado. Los religiosos estaban explotando al pueblo en el propio Templo, tal como el incrédulo hace en su comercio.

— comercializada. Cuando hay religiosos que quieren sacar ventajas financieras con la verdadera religión, Jesús queda enojado.

— sin reverencia. La bulla de los animales y comerciantes acabaron con la reverencia en el Templo.

— que crea barreras para quien quiere conocer a Dios. El comercio estaba siendo realizado en la parte del Templo reservada a los no judíos.

8.         Jesús es omnisciente. Tiene conocimiento sobrenatural de los hombres y acontecimientos, sin ser informado (Jn. 1:48; 2:25). Nicodemo (Jn. 3:1-15) y la samaritana (Jn. 4:17-19) son dos ejemplos de eso. Otros ejemplos: Jn. 6:61, 64; 13;1, 11, 18-28; 16:19, 30; 18:4; 21:17.

9.         El hombre necesita de una experiencia con Dios, cuando todo empieza de nuevo. Nicodemo quiso conversar con Jesús a respecto de hechos religiosos, aunque Jesús supiera que él necesitaba del nuevo nacimiento (Jn. 3:1-15).

10.       Para entrar en el Reino de Dios, la persona tiene que tener un comienzo totalmente nuevo, que venga de Dios. El tema de la conversación entre Jesús y Nicodemo fue: Cómo entrar en el Reino de Dios (Jn. 3:3, 5). Jesús dijo que Nicodemo necesitaba nacer de nuevo. Él usó dos símbolos para aclarar el significado del nuevo nacimiento:

-- agua. Nacer del agua (Jn. 3:5) significaba el arrepentimiento. En el contexto histórico, Juan el Bautista bautizaba con agua (Jn. 1:31) y su bautismo quedó conocido como “bautismo de arrepentimiento” (Mr. 1:3-4).

-- viento. El viento simboliza el Espíritu Santo (Jn. 3:8). Jesús bautizaba con el Espíritu (Jn. 1:33; Mr. 1:8). El Espíritu Santo convence al mundo del pecado, de la justicia y del juicio (Jn. 16:8-11).

El nuevo nacimiento y la actuación del Espíritu son difíciles de ser explicados, así como el viento, pues se puede ver su actuación sin ser explicado.

11.       Una persona puede ser religiosa sin tener conocimiento espiritual, sin tener la vida que viene de Dios. Nicodemo no pasaba de un materialista religioso (Jn. 3:9-11).

12.       Jesús es el Maestro Divino. Nicodemo llamó a Jesús de “el maestro venido de Dios” (Jn. 3:2). Él estaba considerando a Jesús en el mismo nivel elevado de Moisés o Elías, del Antiguo Testamento. Sin embargo, Jesús es Dios (Jn. 1:1). Él es el Hijo de Dios (Mt. 3:17; 17:4-5).

13.       Jesucristo necesitaba ser levantado en la cruz para que el hombre pecador fuera salvo. Él recordó a Nicodemo lo que sucedió a los antepasados judíos en el desierto (Jn. 3:14-15). Pecaron contra Dios, entonces Él envió serpientes para picarlos, y empezaron a morir. Cuando se arrepintieron, Dios dijo a Moisés para hacer una serpiente de bronce y ponerla en una asta. Aquellos que fueron picados y miraron a la serpiente de bronce fueron curados (Nm. 21:8-9). Jesús explicó a Nicodemo que, cuando muriera en la cruz, sería como la serpiente que Moisés colgó en la asta. La culebra de bronce se transformó en una ilustración de Jesús (Jn. 3:14-15):

— La serpiente ilustra el pecado, que requiere el juicio de Dios.

— La asta ilustra la cruz de Cristo, donde Él fue ofrecido como substituto para salvar a todos los que miraren para Él con fe.

— Mirar y vivir ilustran la fe sencilla. El hombre pecador es salvo por la fe, al mirar al Señor Jesús, que tomó la responsabilidad por nuestro pecado, cuando fue colgado en la cruz.

14.       Jesús es la suprema atracción (Jn. 3:26). La atracción de Jesús era mayor que la de Juan el Bautista. Es necesario que Jesús crezca en importancia y las personas, programas, instituciones y tradiciones disminuyan (Jn. 3:30).

15.       Jesús se preocupa con las personas individualmente. Ejemplos: Simón Pedro (Jn. 1:42), Felipe (Jn. 1:43), Natanael (Jn. 1:47-51), Nicodemo (3:1-15) y la samaritana (4:1-18).

16.       El seguidor de Jesús toma la iniciativa, cruzando barreras de odio y prejuicios para tener contactos sociales y llevar el mensaje a otros, tal como Jesús hizo con la samaritana (Jn. 4).

17.       Jesús es fuente de agua viva (Jn. 4:10-14). Hay una sed, una profunda necesidad humana, que sólo Jesús puede satisfacer. El agua viva es la vida eterna, que consiste en el propio Cristo viviendo en el alma del hombre mediante el Espíritu Santo (Jn. 7:37-39).

18.       Hay un resultado doble al tener el agua viva, el Espíritu Santo en el corazón: uno es el resultado interior y el otro el exterior.

— Resultado interior: el Espíritu Santo continuará refrescando y renovando la vida espiritual del creyente, como una fuente a filtrar dentro de su corazón, para que nunca vuelva a tener sed (Jn. 4:10).

— Resultado exterior: el Espíritu Santo en la vida del creyente, también, continuará a filtrar de él como ríos de bendiciones, a todos los que lo rodean, para satisfacer la sed de muchos (Jn. 7:38).

19.       Dios es adorado en espíritu y en verdad (Jn. 4:23-24). Quien está siendo honesto consigo mismo y con Dios y tiene el deseo de tener un encuentro con el Dios revelado por Jesús, va a participar del verdadero culto donde esté.

20.       Dios es omnipresente. Dios no está limitado a ningún lugar en particular (Jn. 4:21).

21.       Es esencial explicar enseñanzas para alguien que tenga dificultades en entender el sentido espiritual. Nicodemo no entendió lo que Jesús habló a respecto del nuevo nacimiento; la mujer samaritana tampoco entendió lo que Jesús quería decir al respecto del agua viva. Jesús, entonces, tuvo que explicarles sus enseñanzas para ellos.

22.       Jesús está preocupado con la plantación humana (Jn. 4:31-42).

23.       Jesús domina a la distancia. Una señal de eso es la curación del hijo de un funcionario a la distancia, sin que haya sido necesario ir hasta donde estaba (Jn. 4:43-54).

 

PREGUNTAS

 

1.         ¿Quiénes fueron los primeros seguidores de Jesús?

2.         ¿Qué hicieron Juan el Bautista, Andrés, Felipe y la samaritana, cuando descubrieron a Jesús?

3.         ¿Qué revela a respecto de Jesús el milagro de transformar agua en vino?

4.         ¿Por qué Jesús reaccionó de una manera violenta en el Templo?

5.         ¿Cómo es que Jesús conocía a las personas sin que alguien le diera informaciones?

6.         ¿Cómo fue el diálogo de Jesús con Nicodemo?

7.         ¿Qué quiso decir Jesús con el símbolo del “nuevo nacimiento”?

8.         ¿Cómo fue el diálogo de Jesús con la samaritana?

9.         ¿Qué quiso decir Jesús con el símbolo del “agua viva”?

10.       ¿En qué Nicodemo y la samaritana son diferentes y en qué son semejantes?

11.       ¿Por qué Jesús pudo curar al hijo del funcionario público a la distancia?


AÑO DE LA POPULARIDAD

ACONTECIMIENTOS

MATEO

MARCOS

LUCAS

Juan el Bautista preso

4:12; 14:3-4

1:14; 6:16-20

3:19-20

Jesús expulso de Nazaret, fija residencia en Capernaum

4:13-17

 

4:16-31

Cuatro pescadores llamados

4:18-22

1:16-20

5:1-11

Admirado en Capernaum

 

1:21-28

4:31-37

La suegra de Pedro es curada

8:14-15

1:29-33

4:38-41

El primer viaje evangelístico por Galilea

4:23-25

1:35-39

4:42-44

La cura de un leproso

8:1-4

1:40-45

5:12-16

La cura de un paralítico bajado por el tejado

9:1-8

2:1-12

5:17-26

El llamamiento de Leví

9:9-13

2:13-17

5:27-32

La defensa de los discípulos que no ayunaron

9:14-17

2:18-22

5:33-39

La curación de un paralítico en el Sábado

Juan 5:1-47

Los discípulos cogen espigas en un Sábado

12:1-8

2:23-28

6:1-5

En un Sábado, la curación de un hombre con la mano seca

12:9-14

3:1-6

6:6-11

La multitud a la orilla del mar

12:15-21

3:7-12

 

Los 12 apóstoles escogidos

 

3:13-19

6:12-16

El Sermón del Monte

5, 6, 7

 

6:17-49

La curación del siervo del centurión

8:5-13

 

7:1-10

La resurrección del hijo de una viuda

 

 

7:11-17

Juan el Bautista pregunta, Jesús responde

11:2-19

 

7:18-35

Las tres ciudades impenitentes

11:20-24

 

10:13-15

El alivio a los afligidos

11:25-30

 

10:21-22

En la casa de Simón, el fariseo

 

 

7:36-50

La blasfemia de los fariseos

12:22-37

3:20-30

 

El pedido de una señal

12:38-45

 

 

La madre y los hermanos de Jesús

12:46-50

3:21, 31-35

8:19-21

Las parábolas a respecto de la naturaleza del Reino

13:1-53

4:1-34

8:4-18

La tempestad calmada

8:23-27

4:35-41

8:22-25

La curación de 2 endemoniados

8:28-34

5:1-20

8:26-39

La hija de Jairo y la mujer con hemorragia

9:18-26

5:21-43

8:40-56

Los 2 ciegos y el mudo

9:27-34

 

 

La última visita a Nazaret

13:54-58

6:1-6

 

El viaje por Galilea

9:35-38

6:6

 

Los doce, instruidos y enviados

10:1-11:1

6:7-13

9:1-6

La muerte de Juan el Bautista

 

6:14-29

9:7-9

 

LA POPULARIDAD CRECIENDO
Y LA OPOSICIÓN INICIÁNDOSE

 

TEXTO:     Mateo 4:12-25; 9:1-13; 12:1-14; Marcos 1:15 - 2:12; Lucas 4:14 - 5:32; Juan 5:1-18

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            Hay cinco épocas en la vida de Jesús: 1) Niñez y juventud; 2) Año de la preparación; 3) Año de la popularidad; 4) Año de la pasión U oposición; 5) Vida resurrecta.

            Cuando Jesús empezó el año de la preparación, Él era desconocido fuera de la ciudad de Nazaret. Juan el Bautista, AL contrario, era muy conocido y las personas estaban yendo a oírlo y a ser bautizadas por él. Juan era el gran mensajero que estaba preparando al pueblo para recibir a Jesús. Durante ese año, Jesús estaba saliendo de la oscuridad y empezaba a ser conocido. Al final del año, Él tenía algunos discípulos y su fama estaba creciendo.

 

Personaje-clave: Jesús

 

Lugar-clave: Capernaum

 

Repeticiones-clave:

- Pecador: Pedro confesó ser pecador (Lc. 5:8), Jesús perdonó los pecados del paralítico (Lc. 5:20-24), los líderes critican a Jesús por comer con pecadores y éste dice que vino a llamar a los pecadores (Lc. 5:32).

- Invitación para seguir a Jesús: pescadores (Lc. 5; Mt. 4:18-20) y Mateo (Mt. 9:9-13; Lc. 5:27-32).

- Conflicto entre Jesús y judíos religiosos: ellos expulsaron a Jesús de Nazaret (Lc. 4:16-30), acusaron a Jesús de blasfemias (Lc. 5:21), criticaron a Jesús por juntarse con pecadores (Lc. 5:27-32), y hubo varios choques a respecto del sábado (Jn. 5:1-18; Mt. 12:1-8; 12:9-14).

- Grandes grupos estaban cerca de Jesús: los habitantes de Nazaret (Lc. 4:16-31), la multitud apretaba a Jesús a la orilla del lago de Galilea (Lc. 5:1), muchas personas estaban fuera de la casa en Capernaum cuando los hombres trajeron al paralítico (Lc. 5:19) y muchas personas de mala fama estaban en la casa de Mateo (Lc. 5:29).

 

Sentimientos-clave:

- El odio de Herodías para con Juan el Bautista. El odio y el miedo de Herodes para con Juan.

- El preconcepto de los moradores de Nazaret contra las personas no judías.

- La vacilación de los pescadores en lanzar las redes. El asombro y la admiración que sintieron después de la gran pesca. La disposición para seguir a Jesús.

- La decisión que los amigos tuvieron de llevar al paralítico hasta Jesús. El espanto de los profesores de la Ley cuando pensaron que Jesús estuviera blasfemando contra Dios.

- La firmeza de Mateo en seguir a Jesús.

- La indignación de los líderes religiosos contra Jesús, por juntarse con personas marginadas.

- La discordia entre Jesús y los fariseos a respecto del sábado.

 

Problema- inicial: Juan el Bautista condenó el pecado del rey Herodes por quedarse con la esposa de su hermano; entonces Herodes hizo una cosa aún peor: mandó que pusieran a Juan en la cárcel (Lc. 3:18-20; Mc. 6:16-20).

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:  

Juan el Bautista es preso

— Juan el Bautista condenó el pecado del rey Herodes por quedarse con la esposa de su hermano (Lc. 3:18-19; Mc. 6:16-20).

— Herodes mandó que pusieran a Juan en la cárcel (Lc. 3:20; Mc. 1:14; 6:16-20; Mt. 4:12; 14:3-4).

 

Jesús es expulsado de Nazaret y fija residencia en Capernaum

— Jesús fue a Galilea (Mt. 4:12).

— Jesús fue expulsado de Nazaret cuando dijo que el profeta Isaías estaba hablando a su respecto, y dio varios ejemplos de judíos despreciando las obras de Dios, mientras los no judíos las aprovechaban (Lc. 4:16-31).

— Jesús fijó residencia en Capernaum (Mt. 4:13-16).

 

Cuatro Pescadores Llamados

— Jesús vio a los hermanos Simón y Andrés pescando con redes y a los hermanos Santiago y Juan arreglando las redes (Mt. 4:18, 21; Mc. 1:16-19).

— La multitud apretaba a Jesús, que entró en un barco para enseñarles (Lc. 5:1-3).

— Jesús mandó que Pedro lanzara las redes e hizo el milagro de la pesca maravillosa (Lc. 5:4-10)

— Jesús llamó a los cuatro pescadores, que lo siguieron (Mt. 4:18-22; Lc. 5:11).

 

La Curación de la Suegra de Pedro y de un Paralítico Bajado por el Tejado

— La suegra de Pedro fue curada (Mc. 1:29-33).

— El paralítico bajado por el tejado tuvo sus pecados perdonados por Jesús. Los profesores de la Ley pensaron: Eso es blasfemia, nadie puede perdonar pecados, sólo Dios (Mt. 9:1-3; Mc. 2:1-6; Lc. 5:17-21).

— Jesús probó que podía perdonar, curando al paralítico (Mt. 9:4-8; Mc. 2:6-12, Lc. 5:21-26).

 

El Llamamiento de Leví

— Jesús llamó a Leví, también conocido como Mateo, para seguirlo (Mt. 9:9; Lc. 5:27).

— Mateo dejó todo y se fue con Jesús (Lc. 5:28).

— Mateo hizo una fiesta en su casa. Personas de mala fama estaban presentes (Mt. 9:10; Lc. 5:29).

— Los líderes religiosos criticaron a los discípulos, porque comían y bebían con pecadores (Mt. 9:11-13; Lc. 5:30).

— Jesús respondió: “Los que tienen salud no necesitan de médico, pero sí los enfermos. Yo vine a llamar a los pecadores, para que cambien de vida, y no para llamar a los buenos” (Mt. 9:12-13; Lc. 5:31-32).

 

Choques entre Jesús y los Fariseos con Respecto al Sábado

— Hubo un choque entre Jesús y los fariseos con respecto al Sábado:

La curación de un paralítico en el Sábado, en Jerusalén (Jn. 5:1-47).

Jesús defendió a los discípulos que cogieron espigas en un sábado (Mt. 12:1-8).

Jesús curó, en el Sábado, al hombre con la mano seca (Mt. 12:9-14; Mc. 3:1-6; Lc. 6:6-11).

— Los líderes hicieron planes para matarlo (Mt. 12:14). Sin embargo, el pueblo iba a su encuentro (Mc. 3:6-10).

 

Situación-final: Después que Jesús no respetó la tradición con respecto al sábado, los líderes religiosos hicieron planes para matarlo. El pueblo, sin embargo, iba a su encuentro, porque oía hablar de lo que Él hacía (Mc. 3:6-10).

 

NARRATIVA:

 

Juan el Bautista es Preso

 

            El rey Herodes y su esposa visitaron a su hermano Felipe. A Herodes le gustó Herodías, la esposa de Felipe. Entonces, trajo a Herodías a su casa y mandó a su esposa de vuelta para su padre. Juan el Bautista dijo a Herodes: “¡La Ley prohíbe que te cases con la esposa de tu hermano!” (Mc. 6:18). Herodes mandó que prendieran a Juan, amarraran sus manos y que lo pusieran en la prisión (Mc. 6:14-20). Él también tuvo miedo de los judíos porque ellos pensaban que Juan era un profeta (Mt. 14:5).

 

Jesús es Expulsado de Nazaret y Fija Residencia en Capernaum

 

            Jesús volvió a Nazaret, donde había sido criado. Los habitantes estaban esperando que Él hiciera en su ciudad los mismos milagros que hacía en los otros lugares. En el Sábado, según su costumbre, fue a la sinagoga, la casa de oración de los judíos. Jesús leyó las Escrituras Sagradas en el libro del profeta Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ungió para evangelizar a los pobres; me envió para proclamar la remisión a los presos y a los ciegos la recuperación de la visión, para restituir la libertad a los oprimidos, y para proclamar un año de gracia del Señor”.

Jesús declaró que el profeta estaba hablando a su respecto: “Se cumple hoy el texto de la Biblia que acabaron de oír”.

Todos allí hablaban bien de Jesús y estaban impresionados con sus palabras de sabiduría. Algunos, sin embargo, comentaban: “¿No es este el hijo de José? ¿Cómo es posible que hable con sabiduría? Los milagros que oímos decir que hace en la ciudad de Capernaum, que los haga aquí también en su tierra”.

Jesús respondió que ningún profeta es bien recibido en su tierra y mencionó ejemplos de los judíos despreciando las obras de Dios, mientras los no judíos las aprovechaban. En el tiempo del profeta Elías, por tres años y medio no cayó lluvia. El profeta Elías no ayudó a ninguna de las viudas de Israel en la época de la seca prolongada, pero ayudó a una viuda judía en otro país. De manera semejante, en el tiempo del profeta Eliseo, había muchos leprosos en Israel. Eliseo no curó a ningún leproso en Israel, pero curó a Naamán, el sirio. Los habitantes de Nazaret quedaron con mucha rabia por la comparación de ellos con aquellos judíos, menos dignos de favor divino que los propios gentiles. Ellos arrastraron a Jesús para fuera de la ciudad y lo llevaron hasta el alto del monte donde la ciudad estaba construida, para lanzarlo de allí abajo. Pero Él pasó por el medio de la multitud y se fue (Lc. 4:16-31).

            Dejando Nazaret, Jesús fijó residencia en Capernaum, cerca del lago de Galilea (Mt. 4:13-17). Capernaum estaba situada en el Mar de Galilea, donde millares de barcos de pesca, trasporte y recreo cercaban sus aguas, de tal manera que toda la región era un vasto centro de tránsito y turismo. Allá también eran desarrolladas grandes actividades comerciales productivas, que estaban contribuyendo para el progreso de la región.

 

Los Cuatro Pescadores Llamados

 

            Un día, Jesús andaba por la orilla del lago de Galilea, cuando vio a los hermanos Simón Pedro y Andrés pescando con redes. Un poco más adelante, Él vio a otros dos hermanos, Santiago y Juan. Ellos estaban en el barco con su padre, Zebedeo, arreglando las redes (Mt. 4:18, 21).

            Los pescadores salieron de los barcos y estaban lavando las redes. La multitud apretaba a Jesús porque quería oír su mensaje. Él entró en uno de los barcos, que era de Pedro, y pidió que él lo alejara un poco de la playa. Entonces se sentó y, desde el interior de la embarcación, enseñaba a la multitud. Cuando terminó de hablar, ordenó a Pedro: “Ahora anda para donde sea más hondo y lanza las redes”.

Pedro respondió: “Maestro, nosotros trabajamos toda la noche y no pescamos nada. Pero ya que estás mandando lanzar las redes, voy a obedecer”.

Cuando lanzaron las redes en el agua, pescaron tanto pescado que las redes estaban casi rompiéndose. Hicieron señal para que los compañeros vinieran a ayudarles. Ellos llenaron dos barcos con tanto pescado que casi se hundían.

Los pescadores quedaron admirados con la cantidad de peces que habían pescado. Pedro, asombrado, se lanzó a los pies de Jesús y le dijo: “¡Señor, aléjate de mí, pues soy pecador!”

Jesús habló con Pedro: “No tengas miedo. De ahora en adelante vas a ser pescador de gente” (Lc. 5:1-10).

            Jesús invitó a los pescadores: “Vengan conmigo, que yo les enseñaré a pescar gente”.

            Entonces Andrés y Pedro dejaron luego las redes y fueron con Jesús (Mt. 4:18-20). Juan y Santiago inmediatamente dejaron al padre, el barco, los empleados y lo siguieron (Mt. 4:21-22; Mc. 1:20).

            Jesús anduvo por toda Galilea, enseñando en las sinagogas, predicando y curando las enfermedades (Mt. 4:23-25).

 

La Curación de la Suegra de Pedro

 

            Una vez, Jesús y algunos discípulos fueron hasta la casa de Pedro. Así que Jesús llegó, le contaron que la suegra de Pedro estaba en cama, con violenta fiebre. Jesús fue hasta donde ella estaba, sujetó sus manos y la ayudó a levantarse. La fiebre desapareció y ella empezó a atenderlos (Mc. 1:29-33).

 

La Curación de un Paralítico Bajado por el Tejado

 

            En otra ocasión, Jesús estaba en una casa en Capernaum, predicando. Se juntó tanta gente que muchos quedaron fuera de la casa. Mientras Jesús hablaba, cuatro hombres trajeron a un paralítico en un catre. Por causa de la multitud, no consiguieron entrar en la casa. Los judíos construían sus casas con tejados planos, que eran hechos de maderas clavadas transversalmente de pared a pared y cubiertas con una rejilla de junco o con espineras. Una gruesa capa de barro o tierra era colocada sobre esas rejillas. Los hombres que trajeron a su amigo paralítico a Jesús lo llevaron para arriba del tejado de la casa. Hicieron un hoyo en el techo, sobre el lugar donde Jesús estaba, y, por la abertura, bajaron el paralítico con catre y todo.

Cuando vio que él tenía fe, Jesús dijo al paralítico: “Tus pecados están perdonados”.

Los profesores de la Ley presentes pensaron: “¡Eso es blasfemia contra Dios! Nadie puede perdonar pecados; ¡sólo Dios tiene ese poder!”

Jesús, sabiendo lo que ellos estaban pensando, dijo: “¿Qué es más fácil decir al paralítico: 'Tus pecados están perdonados' o 'levántate, toma a tu cama y anda'? Voy a probar que yo tengo poder para perdonar pecados”. Entonces dijo al paralítico: “Levántate, toma tu cama y ándate a tu casa”.

En el mismo instante, el paralítico se levantó, tomó la cama y salió. El pueblo presente quedó con miedo, alabó a Dios y dijo: “¡Nunca vimos una cosa así, que cosa maravillosa!” (Mt. 9:1-8; Mc. 2:1-12, Lc. 5:17-26).

 

El llamamiento de Leví

 

            Jesús salió de allí y vio a un tal Leví, también llamado Mateo, que era cobrador de impuestos. Los cobradores de impuestos trabajaban para los romanos, cobrando impuestos de su propio pueblo, los judíos. Ellos eran considerados traidores y eran despreciados por los judíos. Tenían la fama de avarientos y de quedarse ricos cobrando más de lo que la ley exigía. Jesús vio a Mateo sentado en el lugar donde eran pagados los impuestos y le dijo: “Ven conmigo”.

Mateo no vaciló: se levantó, dejó todo y se fue con Jesús. Él hizo para Jesús una gran fiesta en su casa. Había allí muchos cobradores de impuestos y otras personas marginadas por la sociedad.

Los líderes religiosos, los fariseos y los profesores de la Ley quedaron enojados con los discípulos de Jesús y preguntaron: “¿Por qué ustedes comen y beben con los cobradores de impuestos y con otras personas de mala fama?”

Jesús respondió: “Los que tienen salud no necesitan de médico, más sí los enfermos. Yo vine para llamar a los pecadores, para que cambien de vida, y no para llamar a los buenos”(Mt. 9:9-13; Lc. 5:27-32).

 

Los Choques Entre Jesús y los Fariseos con Respecto al Sábado

 

            Uno de los choques más agudos entre Jesús y los fariseos fue a respecto del Sábado, el día de reposo. El conflicto se originó porque los fariseos habían agregado tantas restricciones absurdas a la ley de Moisés que habían invalidado el propósito original de Dios. Por esta razón, delante de la ira de los opositores, Jesús, deliberadamente, no guardaba esas tradiciones que degeneraban el propósito real de la Ley. Esos religiosos profesionales tenían las mentes tan deformadas que un hecho de bondad común, que se hiciera en el día de Sábado, era considerado un crimen terrible.

Jesús fue a Jerusalén para una fiesta de los judíos. En un sábado, Él vio a un paralítico que estaba enfermo hacía treinta y ocho años y le ordenó: “Levántate, toma tu cama y anda.”

El hombre quedó curado, tomó su cama y empezó a andar. Los líderes judíos le dijeron: “Hoy es sábado, nuestra Ley prohíbe que lleves tu cama en este día”.

Él respondió: “El hombre que me curó dijo: 'Toma tu cama y anda'“.

Los líderes judíos empezaron a perseguir a Jesús porque había hecho esa curación el sábado. Jesús les respondió: “Mi Padre trabaja hasta ahora, y yo también trabajo”.

Entonces los líderes se quedaban airados, con deseos de matarlo pues, además de no obedecer a la ley del sábado de la manera que ellos enseñaban, Jesús afirmaba que Dios era su propio Padre, haciéndose así igual a Dios (Jn. 5:1-18).

En otro sábado, Jesús estaba cruzando una plantación de trigo. Los discípulos estaban con hambre y por eso empezaron a coger espigas y a comer los granos de trigo. Los fariseos interpretaron el coger algunas espigas como cosechar, un tipo de trabajo prohibido en el sábado (Lc. 6:1). Entonces ellos dijeron a Jesús: “Tus discípulos están haciendo una cosa que nuestra Ley prohíbe hacer en el sábado!”.

            Jesús defendió a los discípulos y declaró Su igualdad a Dios cuando reivindicó tener autoridad también sobre el sábado, diciendo que era el Señor del sábado (Mt. 12:1-8).

El mismo sábado, Jesús continuó andando hasta llegar a una casa de oración. Estaba allí un hombre que tenía una mano seca y, también, algunas personas que querían acusar a Jesús de desobedecer a la Ley y le preguntaron si era contra la Ley curar en el sábado

Jesús respondió: “Si uno de ustedes tiene una oveja, y el sábado ella se cae en un hoyo, ¿no hará todo para sacarla de allí? ¡Un hombre vale mucho más que una oveja! Por lo tanto, la Ley permite ayudar a los otros en el sábado.”

Jesús llamó al hombre de la mano seca: “Ven acá”. Y a los que se encontraban en la sala, les preguntó: “¿Qué es permitido hacer en el sábado: ¿El bien o el mal? ¿Salvar una vida o dejar que ella se pierda?”

Ellos se quedaron en silencio. Jesús, entonces, fijó en ellos una mirada severa y quedó profundamente entristecido con la indiferencia de aquellos corazones.

Enseguida dijo al hombre: “¡Extiende tu mano!” Él la extendió, y ella se sanó, quedando igual a la otra.

Los fariseos, inmediatamente, salieron de allí y se reunieron con los hombres del partido del rey Herodes, para conspirar a respecto del modo de destruir a Jesús (Mt. 12:9-14; Mc. 3:1-6).

Después que Jesús desobedeció a la tradición del sábado, los líderes religiosos quedaron furiosos y empezaron a discutir a respecto de los que podrían hacer contra Jesús. Hasta hicieron planes para matarlo (Mt. 12:14). Sin embargo, el pueblo iba a su encuentro porque oía hablar a respecto de lo que hacía (Mc. 3:6-10).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         La multitud puede cometer inexplicables rebeldías con relación a Jesús. En Nazaret, la multitud pasa de la admiración (Lc. 4:22) a la animosidad (Lc. 4:22, 28).

2.         Hay el peligro de despreciar privilegios espirituales. En su sermón en Nazaret (Lc. 4:23-27), Jesús revela dos ejemplos de los judíos en Israel que tuvieron privilegios y los despreciaron, mientras los gentiles apreciaban sus bendiciones. El pecado de los vecinos de Nazaret fue despreciar el privilegio de haber conocido a Jesús por casi treinta años.

3.         Los judíos son herederos naturales de las promesas de Dios. Pero aquellos de entre ellos que no creyeren en Jesucristo verán a los gentiles tomar sus lugares (Lc. 4:23-27).

4.         La persona que sirve como portavoz de Dios puede sufrir persecución por el pecador no arrepentido, que quiere enmudecer la crítica de sus pecados. El encarcelamiento de Juan el Bautista fue determinado por Herodes para enmudecer la crítica contra su persona (Mc. 6:17).

5.         El ministro cristiano puede ser casado. El hecho de Pedro tener suegra muestra que era casado (Mc. 1:29-33). Hay ventajas tanto para el ministro soltero como para el casado. Por eso, no conviene prohibir que se casen, ni obligar a hacerlo. Simplemente, se debe decir que es lícito casarse.

6.         Quien es beneficiado por Jesús debe servirlo prontamente. Cuando la suegra de Pedro fue curada, luego se levantó y pasó a servirlo (Mc. 1:29-33).

7.         Jesús tiene el poder divino para perdonar pecados. Él perdonó los pecados del hombre paralítico (Mc. 2:5-7). Solamente Dios tiene el poder para perdonar pecados. Jesús ejerció ese poder a lo largo de su ministerio. Es ese el sentido de su nombre (Mt. 1:21-22). Él mismo relacionó ese poder con su muerte (Mt. 20:28) y con la sangre derramada, que sella la nueva alianza de Dios con las personas (Mt. 26:28). Los apóstoles atribuyeron esa obra divina al Cristo muerto y resucitado (Hch. 2:38; 10:37-43; 13:38-39; Ro. 3:21-26; 5:6-9; Ef. 1:7; He. 9:26).

8.         Fe y acción andan tomadas de la mano (Lc. 5:18-26). Los amigos del paralítico tuvieron fe en Jesús. La prueba de eso fue el esfuerzo de cargar al amigo hasta donde Él estaba. La fe y el esfuerzo son eficaces. (Vea Stg. 2:14-17).

9.         Quien busca servir a Jesús necesita usar su mente. Cuando el paralítico y sus amigos llegaron a la casa donde Jesús estaba, la puerta de entrada se encontraba obstruida por mucha gente. Tuvieron que buscar otra manera de llegar a la presencia de Jesús (Mt. 9:1-8).

10.       Jesús es omnipotente. Él tiene poder sobre las enfermedades para curarlas.

11.       Jesús es omnisciente. Él sabe lo que las personas están pensando (Jn 2:25; Lc.5:22; He.4:13).

12.       La prueba de alguien ser discípulo de Cristo es el hecho de seguirlo, buscando hacer su voluntad. Jesús invitó a los pescadores a seguirlo (Mt. 4:18-22).

13.       Seguir a Jesús implica en renuncia. Los pescadores llamados abandonaron la profesión y la familia (Mt. 4:18-22). Mateo tuvo que abandonar su trabajo (Lc. 5:28).

14.       El seguidor de Jesús obedece a sus órdenes, hasta cuando no concuerda con ellas. Cuando Jesús mandó que Pedro lanzara la red para pescar, aquello para Pedro era contra todas las indicaciones. Jesús era carpintero y Pedro era pescador. No era aquella la hora en que solían pescar peces y el pasar una noche sin obtener éxito no le daba ánimo. Sin embargo, Pedro obedeció a su Maestro, considerando que Jesús tenía el derecho de mandar, confiando en la orden recibida (Lc. 5:4-5).

15.       Sólo cuando una persona reconoce que es un pecador, no merecedor de favores divinos, es que se vuelve en alguien útil para el Reino de Dios. Cuando Pedro confesó que era un pecador, Jesús lo invitó a ser su discípulo (Lc. 5:8-10).

16.       La experiencia propia de Jesús, actuando a favor de alguien, debe dejarlo admirado y comprometido a seguirlo como nunca. Los pescadores fueron testigos al ver a Jesús actuar en favor de otros. Sin embargo, la primera vez que quedaron realmente admirados fue cuando ellos mismos experimentaron la pesca maravillosa (Lc. 5:8-9).

17.       Jesús busca hombres ocupados para seguirlo. Él llamó a los pescadores en plena actividad (Mt. 4:18-22) y Mateo estaba en la mesa de trabajo (Lc. 5: 27-32). Se debe buscar personas ocupadas para la obra del Señor.

18.       Jesús transforma la vida y las prioridades de sus seguidores. Los pescadores de pescados fueron transformados en pescadores de hombres (Mt. 4:19).

19.       El nuevo seguidor de Jesús debe presentarlo a los amigos y compañeros de trabajo, tal como hizo Mateo (Lc. 5:29).

20.       Jesús vino a llamar a los pecadores. Tal como el enfermo necesita de un médico, el pecador necesita de Jesús. Jesús no vino a ayudar a las personas que piensan estar sin pecado (Mt. 9:10-12; Lc. 5:32).

21.       Las personas que piensan ser justas, se alejan de la gracia salvadora de Jesús (Lc. 5:31). Los fariseos se consideraban espiritualmente sanos y no podían aprovechar el perdón ofrecido por Jesús

22.       Hay pecados de ejecución y de omisión. Jesús llama la atención al hecho de que hay muy poca diferencia entre hacer el mal y dejar de hacer el bien (Mc. 3:4; cf. Stg. 4:17).

23.       Jesús es el Señor del sábado (Mt. 12:8; Mc. 2:28; Lc. 6:5). El señorío de Jesús a respecto del sábado abrió camino a la Iglesia primitiva para que abandonara la obligación de guardar el sétimo día y celebrar la resurrección de Cristo en el primero.  (Vea Ro. 14:4-6; Gá. 4:10). La ley del sábado no tenía restricción sobre Cristo, el Señor del Tiempo, y no tiene aplicación en el caso del siervo del Señor del Tiempo.

24.       La religión, a veces, cambia lo que es cierto por el mal y viceversa (Lc. 6:6-11; Mc. 3:6). Los religiosos llamaron los hechos de Jesús en un sábado, en beneficio de los enfermos, de trasgresión. Ellos conspiraban en cómo le quitarían la vida y consideraban sus planes un hecho lícito.

25.       Cuando los líderes religiosos están preocupados en conseguir poder y privilegios por medio de la religión, van a juntar un montón de tradiciones e interpretaciones humanas que invalidarán el propósito original de Dios. Eso fue lo que los fariseos hicieron con la Ley a respecto del sábado.

 

PREGUNTAS

 

1.         ¿Por qué Juan el Bautista fue preso?

2.         ¿Qué lecciones se pueden aprender con el problema entre Juan el Bautista y Herodes?

3.         ¿Por qué los habitantes de Nazaret rechazaron a Jesús?

4.         ¿Cómo fue que Jesús llamó a los cuatro pescadores?

5.         ¿Cómo fue la curación del paralítico bajado por el tejado?

6.         ¿Por qué Jesús pudo perdonar los pecados del hombre paralítico?

7.         ¿Por qué Jesús llamó a Mateo, un cobrador de impuestos marginado por la sociedad?

8.         Cuando Jesús comió en la casa de Mateo, ¿cuál fue la acusación de los fariseos y cómo fue la respuesta de Jesús?

9.         ¿Cuál fue el precio que los pescadores y Mateo pagaron para seguir a Jesús?

10.       ¿Cuál fue el primer problema que los fariseos tuvieron con Jesús envolviendo el Sábado?

11.       ¿Por qué Jesús no respetó las tradiciones de los fariseos a respecto del sábado?


JESÚS ESCOGE A LOS DOCE Y PREDICA
EL SERMÓN DEL MONTE

 

TEXTO: Mateo 5, 6, 7

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            En el año de la preparación, Jesús inició su ministerio a las orillas del Río Jordán, cuando fue bautizado por Juan el Bautista. Él salió de la oscuridad, empezó a ser conocido y algunos hombres, tales como Andrés, Pedro, Felipe, Natanael, Santiago y Juan hicieron algunos viajes con Él. La prisión de Juan el Bautista y la expulsión de Jesús de la ciudad de Nazaret fueron los hechos que indicaron el término del año de la preparación y el inicio del año de la popularidad. Jesús fijó residencia en Capernaum y aparecieron muchos queriendo oírlo. Andrés, Pedro, Santiago, Juan y Mateo fueron llamados para ser sus primeros discípulos.

 

Personaje-clave: Jesús

 

Lugar-clave: El monte

 

Repeticiones-clave:

- No sean como los otros: no desobedezcan al menor mandamiento y enseñen a los otros a hacer lo mismo (5:19), no amen solamente a aquellos que los aman (5:46), no hablen solamente con sus amigos (5:47, no practiquen la caridad en público para ser vistos por los otros (6:1), no oren como los hipócritas (6:5), en las oraciones, no se queden repitiendo como hacen los paganos (6:7), no ayunen como los hipócritas (6:16), no sean como aquellos que juntan riquezas en este mundo (6:19), no sean como los paganos, que están siempre preocupados con la comida, la bebida y la ropa (6:25-34), no sean como los falsos profetas que vienen disfrazados de ovejas (7:15) y no sean como el hombre sin inteligencia, que construyó su casa en la arena (7:24-27).

 

Sentimientos-clave:

- El cuidado de Jesús en pasar la noche en oración antes de escoger a los doce.

- El desafío del Sermón del Monte en vivenciar las enseñanzas de Jesús.

- La admiración de los oyentes cuando escucharon a Jesús enseñar con autoridad.

 

Problema-inicial: Jesús escogió a doce hombres para andar con Él y ser enviados para anunciar el mensaje de salvación (Mc. 3:14).

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:

Los Doce Apóstoles Escogidos

— Después de pasar una noche en oración (Lc. 6:12), Jesús escogió a doce hombres para quedarse con Él y ser enviados para anunciar el mensaje de salvación (Mc. 3:13-19; Lc. 6:12-16).

 

El Sermón del Monte

— Jesús subió al monte, se acercaron sus discípulos y Él les enseñó a través de un sermón (Mt. 5, 6, 7):

- las bienaventuranzas (5:1-12).

- la responsabilidad de ser la sal de la Tierra y la luz del mundo (5:13-16).

- seis ejemplos de cómo cumplir el verdadero significado de la Ley de Moisés (5:17-48).

- tres ejemplos de cómo eliminar la hipocresía y tener sinceridad (6:1-18).

- cómo tener seguridad (6:19-24).

- cómo vencer preocupaciones (6:25-34).

- a respecto del juicio que critica a todos menos a si mismo (7:1-6)

- a respecto de la oración (7:7-12).

- cómo distinguir entre la doctrina verdadera y la falsa (7:13-27).

— Los oyentes del sermón quedaron admirados con su manera de enseñar con autoridad propia (7:28-29).

 

Situación-final: Los discípulos y los otros que oyeron el Sermón del Monte, quedaron admirados con su manera de enseñar con autoridad propia.

 

NARRATIVA:

 

Los Doce Apóstoles Escogidos

 

            En el año de la preparación, Jesús inició su ministerio a las orillas del Río Jordán, cuando fue bautizado por Juan el Bautista. Él salió de la oscuridad y Andrés, Pedro, Felipe, Natanael, Santiago y Juan hicieron algunos viajes con Él. Después de la prisión de Juan el Bautista y de su expulsión de Nazaret, Jesús se fijó en Capernaum. Andrés, Pedro, Santiago, Juan y Mateo fueron llamados para ser los primeros discípulos.

            Después de pasar una noche en oración, Jesús escogió a doce hombres para ser sus discípulos de tiempo completo. Ellos fueron escogidos para quedarse con Él y ser enviados a anunciar el mensaje de salvación (Mc. 3:13-19; Lc. 6:12-16).  Fueron escogidos:

— los hermanos y pescadores Andrés y Simón Pedro.

— los hermanos y pescadores Santiago y Juan. Jesús los llamó “Hijos del Trueno”.

— Mateo, el cobrador de impuestos.

— Felipe y su amigo Natanael.

— Tomás, que hoy es conocido como “el apóstol de la duda”.

— Santiago, hijo de Alfeo.

— Tadeo, también llamado Judas (no el traidor).

— Simón, el zelote, que era un revolucionario nacionalista.

— Judas Iscariote, aquél que traicionó a Jesús.

 

El Sermón del Monte

 

            Jesús subió al monte, se acercaron sus discípulos y Él les enseñó por medio de un sermón, mientras la multitud también lo oía (Mt. 5, 6, 7). En su sermón, Jesús estableció el código del Reino de los Cielos.

            En las bienaventuranzas, Jesús describió las ocho cualidades o actitudes que hacen de los discípulos personas felices (5:1-12). Son ellas:

— ser humilde de espíritu;

— llorar;

— ser manso;

— tener hambre y sed de justicia;

— ser misericordioso;

— ser limpio de corazón;

— ser pacificador;

— ser perseguido por causa de la justicia.

 

            El discípulo tiene la responsabilidad de ser la sal de la Tierra y la luz del Mundo (5:13-16).

            Jesús explicó que Él no viniera para anular la Ley de Moisés y las enseñanzas de los profetas, más para darles el verdadero sentido (5:17-20). Él dio seis ejemplos de cómo cumplir el verdadero significado de la Ley, lo que prueba que su intención no es anularla (5:21-48).

— La Ley mandaba no matar, Jesús exigió que no se airase o insultase a su hermano (5:21-26).

— La Ley mandaba no cometer adulterio, Jesús exigió que no mirasen para una mujer con el propósito de tener pensamientos impuros (5:27-30).

— La Ley permitía el divorcio por cualquier razón, Jesús lo permitió apenas en caso de adulterio (5:31-32).

— Los profesores de la Ley interpretaron que un juramento sólo tenía que ser cumplido si incluyese el nombre de Dios. Jesús exigió que se cumpliesen todas las promesas (5:33-37).

— La Ley limitó la venganza a ojo por ojo, diente por diente. Con pequeñas ilustraciones, Jesús enseñó que el hombre debe alejarse tan completamente de la venganza, que hasta permitió a la persona perversa doblar la injuria (5:38-42). Él enseñó que si alguien le pega en la mejilla, su discípulo debe volver el otro lado para que él le pegue también. Si uno de los soldados extranjeros lo obliga a cargar una carga por una milla, cargarla por dos.

— La Ley manda amar al prójimo. En la tradición popular de los judíos, se amaba al prójimo y se odiaba al enemigo. Jesús enseñó que se debe amar a los enemigos y orar a favor de ellos (5:43-48).

            Jesús dio tres ejemplos de cómo eliminar la hipocresía y actuar con sinceridad (6:1-18). La advertencia fundamental de Jesús fue contra la práctica de actividades religiosas en público con el fin de recibir el aplauso de los hombres. Él enseñó:

— dar limosna sin la mano izquierda saber lo que hace la derecha (6:1-4);

— orar solo en el cuarto, con la puerta cerrada (6:5-6);

— cuando ayunar, ungir la cabeza y lavar el rostro para que nadie note (6:16-18).

            Jesús enseñó un modelo de oración (6:9-14): “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, más líbranos del mal.”

            Jesús enseñó a respecto de la verdadera seguridad (6:19-24):

— juntar tesoros en el cielo, pues ellos tienen durabilidad (6:19-21).

— como el ojo que ve da la luz al cuerpo, una ambición noble y sincera lanza luz sobre todo lo que se hace (6:22-23).

— escoger servir a Dios como Señor y no a las riquezas (6:24).

            Jesús enseñó a vencer las preocupaciones, pues el alimento y el vestuario son providenciados por Dios a quien lo busca como prioridad de la vida (6:25-34).

            Jesús desaprobó el juicio que critica a todos, menos a sí mismo, viendo la paja que está en el ojo de un hermano, sin ver el pedazo de madera que está en el suyo propio (7:1-5). Sin embargo, Él enseñó que no se debe ser ingenuo e ignorar las faltas de los otros, con la ilustración de que no se debe lanzar perlas a los cerdos, pues ellos van a pisarlas (7:6).

            A respecto de la oración, Jesús enseñó a pedir, buscar y golpear, porque Dios el Padre dará buenas cosas a los que le piden (7:7-12).

            Jesús usó ilustraciones para enseñar algunas maneras de distinguir entre la doctrina verdadera y la falsa (7:13-27):

— Hay una puerta estrecha para el camino difícil que conduce a la vida, mientras hay una puerta ancha para el camino fácil que lleva a la perdición (7:13-14).

— Hay falsos profetas, lobos disfrazados de ovejas, que pueden ser identificados por los frutos, pues un árbol malo produce frutos malos (7:15-20).

— Hay falsos discípulos, que confiesan a Jesús como Señor, más manifiestan una desarmonía entre el decir y el hacer. Ellos serán rechazados por Jesús (7:21-23).

— Hay el peligro de haber desarmonía entre el oír y el hacer. Quien oye las palabras de Jesús y las practica es como un hombre sabio que construyó su casa sobre la roca. Cayó la lluvia, vinieron las inundaciones, y el viento sopló con fuerza. Sin embargo ella no se cayó, porque había sido construida sobre la roca. Quien oye las palabras de Jesús y no las practica es como un hombre sin inteligencia, que construyó su casa en la arena. La tempestad vino contra aquella casa, y ella cayó y su destrucción fue completa (7:21-27).

            Los oyentes quedaron admirados con su manera de enseñar. Él no era como los profesores de la Ley, cuya interpretación se basaba en las enseñanzas de los profesores de destaque; Jesús, en cambio, enseñaba con autoridad propia (7:28-29).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         Decisiones importantes deben ser tomadas después de mucha oración.  Jesús pasó la noche orando a Dios antes de escoger a los doce discípulos (Lc. 6:12-13).

2.         La oración es esencial para que se conozca la voluntad de Dios. Jesús, el Hijo perfecto de Dios, pasó la noche orando, en preparación para escoger a los discípulos. Aún más imperativa es la oración para los imperfectos hijos de Dios que buscan su rostro para conocer y hacer la voluntad divina.

3.         Dentro del reino de Dios, los que antes eran enemigos pueden vivir unidos y en paz. Mateo, el cobrador de impuestos, colaboró con el gobierno romano; Simón, el Zelote, era miembro del partido político revolucionario de los zelotes, que no reconocía la autoridad romana y esperaba destruir a Roma. Jesús los llamó para ser sus discípulos.

4.         Jesús, siendo Dios, tiene tanto el derecho de hacer planes para el ser humano como de darle órdenes. Jesús escogió a doce hombres para dejar sus actividades y quedarse con Él (Mc. 3:13-19; Lc. 6:12-16).

5.         Jesús enseña a sus seguidores cómo vivir. El Sermón del Monte es la receta de Jesús para saber cómo debemos vivir una vida orientada por Él

6.         El valor que Dios da a la enseñanza es manifestado por el hecho de Jesús haberse dedicado a esta actividad.

7.         Jesús, el predicador del Sermón del Monte, es un Dios que exige. Él exige el control absoluto de todas las áreas de la vida de sus discípulos.

8.         Jesús es omnipotente. Él tiene autoridad para establecer un código, para orientar a sus seguidores sobre cómo se deben portar. El Sermón del Monte es el Código del Reino, al cual el ciudadano del Reino debe obedecer.

9.         El seguidor de Jesús debe ser completamente diferente de aquellos que no lo siguen. El tema principal del Sermón del Monte es que el ciudadano del Reino de los Cielos debe ser completamente diferente de aquellos que a Él no pertenecen (Mt. 6:8).

10.       Para aprovechar las bendiciones del Reino de los Cielos, el seguidor de Jesús tiene que asumir sus responsabilidades. Las ocho bienaventuranzas describen las ocho cualidades o actividades que deben hacer parte del carácter de cada ciudadano del Reino de Dios, y cada responsabilidad es acompañada por una bendición o privilegio (Mt. 5:1-12).

11.       El mundo perseguirá a los discípulos de Jesús (5:10-12).

12.       A pesar de ser perseguidos, los discípulos son la esperanza de este mundo. Ellos son la sal de la Tierra y la luz del mundo (Mt. 5:13-16).

13.       Jesús cumplió el verdadero significado de la Ley de Moisés. El Antiguo Testamento contiene preceptos éticos, o la ley moral de Dios. Jesús no quiso cambiar o anular la ley, sino revelar la profundidad del significado que pretendía contener. Es eso lo que Él destaca en Mt. 5:21-48. Los diez mandamientos exigen que el comportamiento sea colocado bajo el control de Dios. Jesús aumenta las exigencias, diciendo que los pensamientos y los deseos deben ser también colocados bajo su control.

14.       El religioso que practica las actividades religiosas para recibir aplauso de los hombres, sólo tiene como recompensa ese aplauso. Aquél que las practica con la intención única de servir a Dios alcanza la recompensa que viene de Dios (Mt. 6:1-6, 16-18).

15.       Actividades religiosas tales como oración, caridad y ayuno son buenas, pero no deben ser practicadas como demostraciones públicas, pues la humildad, y no el orgullo, es la base de la comunión con Dios (Mt. 6:2-4, 5-8, 16-18).

16.       No hay razón para el discípulo de Jesús sufrir preocupaciones, pues el alimento y el vestuario son providenciados por Dios para quien lo busca como prioridad de vida (Mt. 6:25-34).

17.       El discípulo de Jesús es un alumno aprendiendo a orar, por eso Él dio un modelo de oración (Mt. 6:9-13), además de dar orientación de cómo orar (Mt. 6:5-8, 14-15, 7:7-12).

18.       Para juzgar al prójimo, se debe usar criterios saludables y evitar el espíritu de crítica (Mt. 7:1-6). Jesús es contra el juicio que critica a todos menos a sí mismo, pero también no desea que sea ingenuo e ignore las faltas de los otros.

19.       Dios responde las oraciones (Mt. 7:7-12).

20.       Se debe tomar cuidado con los falsos profetas (Mt. 7:15-23). No se debe quedar impresionado con sus prácticas religiosas (7:15), ni con aquello que hacen (7:22). Ellos deben ser juzgados por el criterio de Jesús: por los frutos espirituales que producen (7:17-18).

21.       Jesús espera que las personas edifiquen sus casas (sus vidas) sobre Su Palabra. Sólo aquellos que hacen eso son sabios y estarán seguros (7:24-27).

22.       Jesús, siendo Dios, tiene autoridad propia. En el Sermón del Monte, Él hablaba en su propio nombre, con autoridad propia, la cual sabía ser idéntica a la del Padre (Mt. 7:28-29).

 

PREGUNTAS

 

1.         ¿Cómo Jesús pasó la noche antes de escoger a los discípulos?

2.         ¿Por qué Jesús separó a doce discípulos para quedarse con Él?

3.         ¿Qué nos enseña el Sermón del Monte a respecto de la persona de Jesús?

4.         ¿Con qué autoridad Jesús enseñó?

5.         ¿Qué exige del discípulo de Jesús el Sermón del Monte?

6.         ¿Cómo es que el discípulo de Jesús debe ser diferente de las otras personas?

7.         ¿Cómo Jesús interpretó el verdadero sentido de la Ley de Moisés?

8.         ¿Por qué el seguidor de Jesús no debe realizar sus actividades religiosas para recibir elogios?

9.         ¿Por qué el seguidor de Jesús no debe vivir preocupado?

10.       En el Sermón del Monte, ¿qué Jesús nos enseñó a respecto de la oración?

11.       ¿Cuál es la diferencia entre la vida construida sobre la arena y aquella construida sobre la roca?


JESÚS DA CLASES PRÁCTICAS
EN MEDIO DEL PUEBLO

 

Él Cura, Resucita, Responde a Preguntas y es Criticado

 

TEXTO: Mateo. 8:5-13; 11:2-30; 12:22-45; Lucas. 7:1-50; 11:14-23

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            En el segundo año del ministerio de Jesús su popularidad junto al pueblo estaba creciendo y empezó la resistencia de los líderes religiosos. Él seleccionó a doce discípulos, para entrenarlos para que llevaran el mensaje del Reino de los Cielos. En el Sermón del Monte, Jesús estableció el código para que sus discípulos siguieran. Después, bajaron del monte para continuar su ministerio público y fue a la ciudad de Capernaum.

 

Personaje-clave: Jesús

 

Lugar-clave: Región de Capernaum

 

Repeticiones-clave:

-- Fe: del Centurión (Lc. 7:9), de Juan, a quien Jesús iba a responder una pregunta (Lc. 7:18-20), de la mujer de mala fama (Lc. 7:50).

-- Milagros: el empleado del centurión (Lc. 7:10), la resurrección del hijo de la viuda de Naín (Lc. 7:11-15) y muchas curaciones (Lc. 7:21-23).

 

Sentimientos-clave:

- El respeto de los judíos por el centurión.

- La humildad y la fe del centurión. La admiración de Jesús por la fe del oficial.

- La pena que Jesús sintió de la viuda de Naín cuyo hijo falleció. El susto sentido por los testigos de la resurrección

- Las dudas que Juan el Bautista sintió a respecto de quien era Jesús. La admiración que Jesús sintió por Juan.

- El egoísmo de Simón y su falta de respeto para con Jesús. El amor de la mujer de mala fama para con Jesús.

- La incredulidad de los presentes de la capacidad de Jesús en perdonar los pecados de la mujer de mala fama.

 

Problema-inicial: El centurión de Capernaum mandó líderes judíos para pedir que Jesús viniera a curar a su empleado.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:  

La Curación del Empleado del Centurión

— El centurión de Capernaum mandó líderes judíos a pedir a Jesús que viniera a curar a su empleado (Lc. 7:1-3).

— Los líderes insistieron: “Él es digno de que le concedas esto” (Lc. 7:4-5).

— El centurión mandó un mensaje a Jesús: “No soy digno de que entres en mi casa. Da apenas una orden. Yo también estoy bajo tu autoridad” (Mt. 8:8-9; Lc. 7:6-8).

— Jesús admiró la fe del oficial (Mt. 8:10-12; Lc. 7:9).

— El empleado fue curado (Mt. 8:13; Lc. 7:10).

 

La Resurrección del Hijo de la Viuda de Naín

— Jesús estaba llegando a la entrada de la ciudad de Naín, cuando iba saliendo el entierro del hijo único de una viuda (Lc. 7:11-12).

— Jesús quedó conmovido y dijo a la madre: “No llores” (Lc. 7:13).

— Jesús tocó en el cajón y dijo: “Joven, yo te ordeno: ¡Levántate!” El joven se sentó y empezó a hablar (Lc. 7:14-15).

— Todos quedaron con mucho miedo y alabaron a Dios. Las noticias al respecto de Jesús se difundieron (Lc. 7:16-17).

 

Juan el Bautista Pregunta, Jesús Responde

— Juan el Bautista envió a dos de sus seguidores para preguntar a Jesús si Él era aquél que debía llegar (Mt. 11:2-3; Lc. 7:18-20).

— Jesús curó a muchas personas y después respondió: “Vuelvan y cuenten a Juan eso que ustedes vieron y oyeron. Feliz aquel que no quede escandalizado por causa de mí” (Mt. 11:4-6; Lc. 7:21-23).

— Jesús aprovechó la ocasión para hablar al pueblo a respecto de Juan. Dijo que Juan era el mensajero mandado adelante para preparar el camino para Dios. Dijo que Juan era el mayor de entre todos los hombres del pasado (Mt. 11:7-15; Lc. 7:24-27).

— Jesús dijo, entretanto, que quien es el menor en el Reino de Dios es mayor que Juan (Lc. 7:28).

 

En la Casa de Simón, el Fariseo

— Simón, un fariseo, invitó a Jesús para cenar. Una mujer de mala fama apareció, mojó sus pies con sus lágrimas y después se los secó con sus propios cabellos (Lc. 7:36-38).

— Simón consideró que Jesús no podía ser un profeta, pues permitía que aquella mujer lo tocara (Lc. 7:39).

— Jesús contó una parábola de dos deudores, uno con una gran deuda, otro con una deuda pequeña. Ambos recibieron perdón. Aquel a quien fue perdonado la mayor deuda fue quien amó más. (Lc. 7:40-47).

— Jesús dijo a la mujer: “Tus pecados están perdonados” (7:48).

— Los presentes preguntaron: “¿Quién es ese que hasta perdona pecados? (7:49).

— Jesús dijo a la mujer: “Tu fe te ha salvado. Anda en paz” (7:50).

 

Situación-final: Jesús perdonó los pecados de la mujer de mala fama y dijo: “Tu fe te ha salvado. Anda en paz” (Lc. 7:47-50).

 

NARRATIVA:

 

La Curación del Empleado del Centurión

 

            En Capernaum, había un centurión. Él era un oficial romano, que trabajaba en el ejército y tenía soldados bajo su comando. Había un empleado, al cual estimaba, que estaba enfermo, casi muerto. El oficial mandó a algunos líderes judíos para pedir que Jesús viniera a curarlo. Éstos, llegando a Jesús, le rogaban con insistencia: “Él es digno de que le concedas esto, pues ama a nuestra nación, y hasta nos construyó la sinagoga”.

Jesús fue con ellos. Mas, cuando estaban cerca de la casa, el centurión mandó un mensaje para Jesús: “Señor, no te incomodes, porque no soy digno de que entres en mi casa; ni siquiera me sentí digno de venir a tu encuentro. Da apenas una orden, y mi empleado quedará bueno. Yo también estoy bajo autoridad de oficiales superiores y tengo soldados que obedecen a mis órdenes. Cuando digo a uno que vaya, él va. Y si digo a otro que venga, él viene. Pues, si yo, que soy un subordinado, tengo ese poder, tú puedes curar a mi siervo aún a la distancia”.

Jesús quedó muy admirado cuando oyó eso. Habló a la multitud: “¡Yo afirmo que ni aun en Israel vi tanta fe!” Y mandó a decirle al oficial: “Será hecho como tú crees”.

Los enviados del oficial volvieron a la casa y encontraron el empleado curado (Mt. 8:5-13; Lc. 7:1-10).

 

La Resurrección del Hijo de la Viuda de Naín

 

            Poco tiempo después, Jesús y sus discípulos, acompañados por una multitud, fueron a una ciudad llamada Naín. Jesús estaba entrando en la ciudad cuando iba saliendo un entierro. El muerto era el hijo único de una viuda, y una multitud de la ciudad iba con ella. Cuando Jesús vio a aquella madre en llantos, quedó conmovido y dijo: “No llores.”

Ahí, Él llegó más cerca, tocó en el cajón y dijo: “Joven, yo te ordeno: ¡Levántate!” El joven se sentó y empezó a hablar. Todos quedaron con mucho miedo y alabaron a Dios, diciendo: “¡Un gran profeta apareció entre nosotros!”

Esas noticias al respecto de Jesús se divulgaron por todo el país (Lc. 7:11-17).

 

Juan el Bautista Pregunta, Jesús Responde

 

            Juan el Bautista, en la prisión, oyó hablar de lo que Jesús hacía. Envió, entonces, a dos de sus discípulos para preguntar a Jesús si Él era aquel que iba a llegar. Ellos fueron hasta el lugar donde Jesús estaba y dijeron: “Juan el Bautista nos mandó preguntar lo siguiente: ¿Tú eres realmente el que iba a llegar, o debemos esperar a otro?”

En aquel momento, Jesús curó a muchas personas enfermas, sufridoras dominadas por espíritus malignos y ciegos. Después respondió a los seguidores de Juan: “Vuelvan y cuenten a Juan eso que ustedes vieron y oyeron, es decir, los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son curados, los sordos oyen, los muertos resucitan y la Buena Nueva del Evangelio es anunciada a los pobres. ¡Feliz aquel que no quede escandalizado por causa de mí!”

Cuando los seguidores de Juan se fueron, Jesús aprovechó la ocasión para hablar al pueblo a respecto de Juan. Él preguntó a la multitud: “Cuando ustedes fueron al desierto, ¿qué imaginaban encontrar? ¿Un hombre sin convicciones, inconstante como una caña sacudida por el viento? ¿Qué fueron a ver? ¿Un hombre vestido de ropas finas? Pero los que visten ropas finas viven en los palacios de los reyes y no en un desierto. Entonces, ¿qué fueron a ver? ¿Un profeta?”

 Jesús habló que Juan era mucho más que un profeta. Él era aquel de quien las Escrituras Sagradas decían ser el mensajero mandado adelante para preparar el camino para Dios. Jesús dijo que los que oían a Juan el Bautista eran hombres del pueblo y varios publicanos, que se habían sometido a Dios, al recibir el bautismo de Juan. Los fariseos y los escribas, al rechazarlo, frustraron los planes de Dios con relación a ellos (Mt. 11:2-19; Lc. 7:18-28).

 

En la Casa de Simón, el Fariseo

 

            Un fariseo, Simón, invitó a Jesús para cenar en su casa. Jesús fue y se reclinó sobre la mesa. Era costumbre, reclinarse sobre divanes a la mesa, con los pies para atrás. Una mujer de mala fama apareció con un frasco lleno de perfume y se colocó por detrás de Jesús, bien cerca, llorando. Con lágrimas empezó a bañarle los pies y después los secó con sus propios cabellos. Ella besaba sus pies y en ellos derramaba el perfume (Lc. 7:36-38).

            Simón, viendo eso, consideró que Jesús no podía ser un profeta, pues permitía a una mujer pecadora tocarlo (Lc. 7:39).

            Jesús, sin embargo, tomando la palabra, contó una parábola a Simón: “Dos hombres debían dinero a un hombre que solía hacer préstamos. Uno de ellos debía quinientas monedas de plata, y el otro cincuenta, pero ninguno de los dos podía pagar al que les había prestado. Entonces él perdonó las deudas de los dos”. Jesús preguntó a Simón: “¿Cuál de ellos va a estimarlo más?”

Simón respondió: “Yo creo que es aquél que debía más”.

Jesús dijo que Simón estaba correcto e hizo una comparación entre el comportamiento de Simón y la mujer. Simón no le había ofrecido agua para lavar los pies; ella, al contrario, los lavara con sus lágrimas y los enjugara con sus cabellos. Simón no lo besó cuando llegó; ella, sin embargo, no paró de besarle los pies. Simón no trajo aceite de oliva (que era una costumbre muy común) para su cabeza; ella, entretanto, derramó perfume en sus pies (un frasco de ungüento valía hasta trescientos denarios, siendo que cada denario representaba el sueldo de un día de trabajo de un labrador). Jesús afirmó que el gran amor que ella demostró, probaba que sus muchos pecados ya habían sido perdonados. Jesús concluyó que la persona a quien se perdona poco demuestra poco amor.

Jesús dijo a la mujer: “Tus pecados están perdonados. Tu fe te ha salvado. Anda en paz”.

Los que estaban sentados a la mesa preguntaron: “¿Quién es ése que hasta perdona pecados?”  (Lc. 7:40-50).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         La fe de alguien que confía en la autoridad de Jesús es honrada. Jesús quedó admirado con la fe del centurión y curó a su siervo (Mt. 8:5-13, Lc. 7:2-10). Los elementos que caracterizaban la fe del centurión eran:

— profunda humildad.

— confianza en el poder de Cristo sobre las fuerzas invisibles que castigan a la humanidad. El centurión se comparó a Cristo cuanto a dar órdenes. Él mandaba en los soldados. Quería que Jesús dijera una palabra de orden para que la enfermedad del siervo desapareciera.

— absoluta confianza en el poder de Cristo, aunque a la distancia. Como la presencia del oficial no es necesaria para ejecutar una orden, Cristo, que es superior a todas las autoridades, podría ordenar y realizar milagros a distancia.

2.         Jesús es soberano. Él manifestó que tiene poder sobre las enfermedades, al curar a los enfermos. Probó que tiene poder sobre la muerte, resucitando el hijo de la viuda de la ciudad de Naín (Lc. 7:11-17).

3.         Jesús es el Señor que tiene el poder de expulsar a la muerte y la tristeza. Él resucitó al hijo de la viuda de la ciudad de Naín (Lc. 7:11-17). Vea I Co. 15:55-57.

4.         El ser humano recibe muchos beneficios inmerecidos, debidos apenas al amor de Dios. El motivo para resucitar al hijo único de la viuda fue el amor compasivo de Jesús (Lc. 7:13).

5.         Jesús se compadece de las personas desprotegidas. La viuda de Naín era completamente desprotegida, estando sin marido e hijos. El motivo para resucitar al hijo único de la viuda fue el propio amor compasivo de Cristo por una persona sin protección humana (Lc. 7:11-17).

6.         Jesús tiene compasión de los que están sufriendo fuertes dudas y debilitados en la fe. Él manifestó esta paciencia con las dudas de Juan el Bautista (Mt. 11:2-19). Algunos piensan que no es espiritual tener intranquilidad y dudas en la vida y por eso esconden y niegan su existencia. Jesús animaba a sus discípulos a no esconder sus ansiedades, más a contarlas para Él, para que fueran solucionadas a la luz de la voluntad de Dios.

7.         Problemas sin solución a la vista, por largo período de tiempo, tienden a provocar dudas. Juan estaba en la prisión hacía casi un año, porque habló la verdad y no vio a Jesús librando a los fieles de las injusticias romanas. Él empezó a tener dudas al respecto de Jesús (Mt. 11:3).

8.         El creyente con dudas debe buscar las respuestas en Jesús y en la Biblia. Jesús envió una respuesta que permitiría a Juan percibir que Él cumpliera las profecías del Antiguo Testamento (Lc. 7:21-23). La confirmación de que Jesús era el Mesías se hizo evidente en el cumplimiento de las profecías del Antiguo Testamento. (Vea: Is. 35:5-6; 61:1).

9.         El seguidor de Jesús tiene privilegios mayores que cualquier héroe de la fe del Antiguo Testamento. Jesús afirmó que nadie era mayor que Juan el Bautista, más que el menor en el reino de Dios es mayor que él (Lc. 7:28). Entre los profetas del Antiguo Testamento, nadie es mayor que Juan, que fue escogido como precursor inmediato de Cristo. Además de hablar a respecto de él, lo reveló al mundo. El seguidor de Jesús, con todos los privilegios de un hijo de Dios, es mayor que cualquier miembro de la Antigua Alianza.

10.       Jesús tiene compasión de los que son repelidos o repudiados por la sociedad. Él aceptó y salvó a la mujer de mala fama, que era una prostituta (Lc. 7:36-50).

11.       El religioso que da prioridad a la tradición y a las ceremonias se vuelve alguien duro y sin compasión de las personas. El fariseo Simón era religioso, pero no tuvo ninguna tolerancia para con la prostituta (Lc. 7:39).

12.       El amor es manifestado por la acción. La mujer de mala fama manifestó su amor a Jesús sin decir ninguna palabra (Lc. 7:36-38). Ella probó su amor con una ofrenda preciosa, como sacrificio de acción de gracia, y la emoción de las lágrimas.

13.        El perdón de Jesús hace surgir la manifestación de amor en el corazón de aquel a quien el pecado es perdonado. La verdad principal de la parábola de los dos deudores es que reconocer el perdón produce el amor. Mayor perdón trae amor mayor (Lc. 7:41-47)

14.       Reconocer el perdón produce la manifestación de amor a Jesús. La parábola del acreedor que perdonó a los dos deudores enseña que reconocer el perdón de Dios es que produce acciones que manifiestan ese amor (Lc. 7:40-48).

15.        La fe en Jesús tiene como resultado la salvación y el perdón de los pecados. La fe de la mujer en Jesús (Lc. 7:50) la salvó y trajo el perdón para sus pecados.

 

PREGUNTAS

 

1.         ¿Cómo fue que Jesús curó al siervo de un centurión?

2.         ¿Por qué Jesús quedó admirado con el centurión?

3.         ¿Qué nos enseña a respecto de Jesús la resurrección del hijo de la viuda de Naín?

4.         ¿Cuál era la duda de Juan el Bautista y cómo fue que Jesús le respondió?

5.         ¿Qué podemos aprender con Juan el Bautista a respecto de la manera correcta de solucionar nuestras dudas?

6.         ¿Cómo es que alguien puede ser mayor que Juan el Bautista?

7.         ¿Por qué Simón pensó que Jesús no podría ser profeta de Dios?

8.         ¿Qué nos enseña la parábola del acreedor que perdonó a los dos deudores?

9.         ¿Cómo los pecados de la mujer de mala fama fueron perdonados?

 


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EL MAESTRO ENSEÑA
Y DA TAREA A SUS DISCÍPULOS

 

Jesús Enseña por Parábolas y Envía a Sus Discípulos

 

TEXTO: Mateo. 10, 13 - 14;

  Lucas. 9

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            En el segundo año del ministerio público de Jesús, su popularidad creció, pero empezó, también, la resistencia de los líderes religiosos. El segundo año empezó con la prisión de Juan el Bautista y con la expulsión de Jesús de Nazaret. Jesús fijó residencia en Capernaum. Él llamó a algunos seguidores, sin embargo, empezó la resistencia de los líderes religiosos, porque Jesús no respetaba sus tradiciones del sábado. El maestro escogió a doce discípulos para quedarse con Él y ser enviados por él. En el Sermón del Monte, Jesús dio su código del Reino. Después de eso, los discípulos se quedaron con Jesús, observándolo realizar varios milagros y siendo instruidos por Él.

 

Personaje-clave: Jesús

 

Lugar-clave: Capernaum

 

Repeticiones-clave:

- Enseñando: Jesús enseñó por medio de parábolas (Mt. 13:3-53), e instruyó a los doce antes de enviarlos (Mt. 10:5-33).

- Persecución: Jesús habló de las persecuciones que los discípulos deberían soportar (Mt. 10:16-31) y Juan el Bautista la experimentó (Mt. 14:5-7).

- Miedo: Los discípulos estaban con miedo en la tempestad (Mt. 8:25), Herodes tuvo miedo de Juan el Bautista (Mc. 6:20)

 

Sentimientos-clave:

- La seriedad y el encanto de las enseñanzas de Jesús por medio de las parábolas.

- El miedo de los discípulos de la tempestad. La admiración que sintieron después que Jesús calmó la tempestad.

- La seriedad de Jesús en sus enseñanzas antes de enviar a los discípulos.

- El odio de Herodías por Juan el Bautista y el miedo de Herodes de él.

- La maldad de Herodes, Herodías y la hija.

 

Problema-inicial: Los discípulos necesitaban entender la naturaleza del Reino de los Cielos y asumir responsabilidades para la expansión del mismo.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:  

Las Parábolas a Respecto de la Naturaleza del Reino

— Jesús enseñó por medio de parábolas a respecto de la naturaleza y el crecimiento del Reino (Mt. 13:3-53):

— El sembrador (Mt. 13:3-23).

— La cizaña (Mt. 13:24-30).

— El grano de mostaza (Mt. 13:31-32).

— El tesoro escondido y la perla de gran valor (Mt. 13:44-46).

 

La Tempestad Calmada

— Jesús y los discípulos estaban cruzando el lago de Galilea (Mt. 8:23; Mc. 4:36; Lc. 8:22).

— Jesús durmió (Mt. 8:24-25; Mc. 4:38).

— De repente, una gran tempestad agitó las aguas (Mt. 2:24; Mc. 4:37).

— Los discípulos, con miedo, despertaron a Jesús (Mt. 8:25; Mc. 4:38).

— Jesús los criticó por tener poca fe (Mt. 8:26; Mc. 4:40).

— Jesús se levantó, dio una orden y todo quedó calmo (Mt. 8:26; Mc. 4:39; Lc. 8:24).

— Los discípulos quedaron admirados (Mt. 8:27; Mc. 4:41; Lc. 8:25).

 

Los Doce, Instruidos y Enviados

— Los doce fueron instruidos y enviados por Jesús para anunciar a su mensaje, curar a los enfermos, expulsar los demonios y resucitar a los muertos (Mt. 10:5-15).

— Jesús habló de las persecuciones que los discípulos deberían soportar (Mt. 10:16-31).

— La persona debe confesar a Cristo delante de los hombres, para que Cristo confirme delante de Dios que tal persona es de Él (Mt. 10:32-33).

— El informe de los discípulos (Lc. 9:10).

 

La Muerte de Juan el Bautista

— Juan el Bautista dijo a Herodes: “¡La Ley prohíbe que te cases con la mujer de tu hermano!” (Mc. 6:18).

— Herodes mandó colocar a Juan en la prisión. Herodías quería matarlo, sin embargo, el rey tuvo miedo de los judíos, que pensaban que Juan era profeta (Mt. 14:5); y tuvo miedo de él, pues sabía que era un hombre santo (Mc. 6:14-20).

— En el día del cumpleaños de Herodes, la hija de Herodías entró en el salón y bailó. Herodes prometió a la joven: “¡Yo juro que te daré todo lo que me pidas!” (Mt. 14:6-7; Mc. 6:21-23).

— Siguiendo el consejo de la madre, ella pidió la cabeza de Juan el Bautista (Mt. 14:8).

— Herodes mandó a un soldado cortar la cabeza de Juan el Bautista (Mt. 14:9-11).

— Los seguidores de Juan vinieron, se llevaron su cuerpo y lo enterraron (Mt. 14:12).

 

Situación-final: Después de la muerte de Juan el Bautista, Jesús empezó a alejarse de las multitudes, para estar a solas con los discípulos (Mt. 14:13).

 

NARRATIVA:

 

Las Parábolas a Respecto de la Naturaleza del Reino

 

            Jesús enseñó por medio de parábolas (Mt. 13:3). Una parábola es la comparación de una cosa o evento normal del día común, para enseñar las verdades espirituales. Él usó parábolas para enseñar los secretos del Reino de los Cielos a sus discípulos y, al mismo tiempo, esconder sus enseñanzas de sus enemigos (Mt. 13:10-15). Él explicó las parábolas a los discípulos en particular (Mc. 4:33-34). Era común Jesús terminar las parábolas con la frase: “Si ustedes tienen oídos para oír, entonces oigan”.

            Un día, Jesús enseñaba cerca del lago de Galilea. La multitud a su alrededor era tan grande que Él entró y se sentó en un barco cerca de la playa, donde estaba el pueblo. Él usó parábolas para enseñar muchas cosas (Mc. 4:1-2).

            Jesús contó la parábola del sembrador (Mt. 13:3-9; Mc. 4:1-9): “Cierto hombre salió para sembrar. Cuando esparcía las semillas algunas cayeron a la orilla del camino, y los pajaritos se las comieron todas. Otras semillas cayeron en un lugar de muchas piedras y poca tierra. Las semillas brotaron luego, porque la tierra no tenía profundidad. Cuando apareció el sol, quemó las plantas, y ellas se secaron, porque no tenían raíces. Otras semillas cayeron en medio de los espinos, que crecieron y sofocaron las plantas, por eso nada produjeron. Las semillas que cayeron en tierra buena brotaron, crecieron y produjeron en la base de treinta, sesenta y hasta cien granos por uno”.

            Cuando la multitud se fue, Jesús explicó la parábola a sus seguidores (Mt. 13:18-23; Mc. 4:10-20). El sembrador siembra la palabra de Dios. Algunos de los que escuchan son como la semilla que cayó a la orilla del camino. Oyen el mensaje del Reino, pero no entienden. Satanás viene y saca el mensaje que fue sembrado en ellos. Algunos son como la semilla que cayó donde había muchas piedras. Cuando oyen el mensaje, aceptan luego, con alegría; más eso dura poco, porque no tiene raíces. Cuando, por causa del mensaje, llegan los sufrimientos y las persecuciones, ellos luego desisten. Otros se parecen con la semilla que cayó en medio de los espinos. Ellos oyen el mensaje, pero cuando aparecen las preocupaciones de este mundo, la ilusión de las riquezas y otras ambiciones, ellas sofocan el mensaje, que se vuelve infructífero. Y hay aquellos que son como la semilla lanzada en tierra buena. Oyen y aceptan el mensaje y producen frutos. Unos treinta, otros sesenta, y aún otros cien veces más.

            Jesús contó otra parábola sobre la cizaña y el trigo (Mt. 13:24-30): “El Reino de los Cielos es como un hombre que sembró buena semilla en sus tierras. Cierta noche, cuando todos estaban durmiendo, vino un enemigo, sembró en el medio del trigo una mala hierba, llamada cizaña. Después se fue. Cuando las plantas crecieron, y se formaron las espigas, la cizaña también apareció. Ahí los empleados del dueño de las tierras llegaron y le dijeron: “Patrón, sembraste buena semilla en tus tierras; ¿de dónde será que vino esta cizaña?”

            Respondió el patrón: “Fue algún enemigo que hizo eso”.

            Los empleados preguntaron: “¿Quieres que nosotros saquemos la cizaña?

            Él respondió: “No, porque cuando ustedes saquen la cizaña, podrán sacar también el trigo. Dejen que el trigo y la cizaña crezcan juntos hasta el tiempo de la cosecha. Entonces diré a los trabajadores que van a hacer la cosecha: 'Saquen primero la cizaña, amarren en atados y échenlos al fuego. Después cojan el trigo y pónganlo en mi depósito.'“

            Cuando Jesús estaba solo con sus discípulos, explicó la parábola de la cizaña (Mt. 13:36-43). Quien siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El terreno es el mundo. La buena semilla son las personas que pertenecen al Reino; la cizaña, las que pertenecen a Satanás. El enemigo que siembra la cizaña es el propio Diablo. La cosecha es el fin de los tiempos, y los que hacen la cosecha son los ángeles. Así como la cizaña es sacada y lanzada al fuego, también será de esta forma al final de los tiempos. El Hijo del Hombre mandará a sus ángeles, y ellos sacarán de su Reino todos los que practican el mal. Y después los ángeles los lanzarán en el horno de fuego donde van a llorar y crujir los dientes. Entonces el pueblo de Dios brillará como el sol en el Reino del Padre.

            Jesús contó otra parábola a respecto del grano de mostaza (Mt. 13:31-32; Mc. 4:30-32): El Reino de los Cielos es como la semilla de mostaza, que es la menor de todas las semillas. Mas, después de sembrada, crece mucho hasta transformarse en la mayor de todas las verduras y sus ramas son tan grandes, que los pajaritos hacen nidos entre sus hojas.

            Jesús comparó el Reino de los cielos a un tesoro escondido y a una perla de gran valor (Mt. 13:44-46). Jesús dijo que el Reino de los cielos es como un tesoro escondido en un campo, el cual el hombre encuentra y esconde de nuevo. Él se queda tan contento, que vende todo lo que tiene y después vuelve y compra el campo. El Reino de los cielos es también como un comprador de perlas de valor. Cuando encuentra una que es de gran valor, va, vende todo lo que tiene y se compra la perla.

 

La Tempestad Calmada

 

            Jesús contó estas parábolas dentro de un barco cerca de la playa, donde estaba el pueblo (Mc. 4:1). Los discípulos entraron en el barco con Jesús. Mientras cruzaban el lago de Galilea, Jesús durmió. De repente, una gran tempestad agitó el lago, las olas se lanzaron para dentro del barco y éste quedó lleno de agua. Los discípulos llegaron cerca de él y lo despertaron, diciendo: “¡Señor, sálvanos! ¡Nos vamos a morir! ¿Tú no te importas?”

Jesús respondió: “¿Por qué ustedes están así con tanto miedo? ¡Cómo es pequeña la fe que ustedes tienen!”

Él se levantó, dio una orden al viento y a las olas, y todo se calmó.

Entonces todos quedaron admirados y dijeron: “¿Qué hombre es este que manda hasta en el viento y en las olas y ellos le obedecen?”(Mt. 8:23-27; Mc. 4:35-41; Lc. 8:22-25).

 

Los Doce, Instruidos y Enviados

 

            Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio autoridad para expulsar espíritus malos y curar todas las enfermedades (Mt. 10:1). Él los envió a los judíos para anunciar que el Reino de Dios estaba próximo. Les mandó que hicieran ese viaje sin llevar comida, oro, plata o ropa, extra. Les dijo que el trabajador es digno de recibir lo que necesita para vivir. Jesús los orientó: “Si en una casa o ciudad no los reciben bien o no quieren oírlos, salgan de ese lugar y, a la salida, sacudan el polvo de las sandalias como señal de protesta contra esa gente” (Mt. 10:5-15).

            Jesús avisó a los discípulos con relación a los peligros, sufrimientos y persecuciones durante la misión para la cual los estaba enviando. Les dijo que los estaba mandando como ovejas para el medio de los lobos. Ellos debían ser astutos como las serpientes y sin maldad como las palomas. Jesús les habló sobre los tipos de persecuciones que los discípulos deberían esperar. Ellos serían presos y llevados delante del tribunal para ser juzgados, serían azotados en las casas de oración, y hasta muchos entregarían a sus propios hermanos para que los mataran, y todos los odiarían por causa de Cristo. Jesús les avisó que cuando fueran llevados a juicio, no se preocuparan con lo que deberían decir o de como hablar. Cuando llegara el momento, Dios les daría lo que deberían decir y ellos hablarían por intermedio del Espíritu de Dios (Mt. 10:16-25).

            Jesús les dijo que no tuvieran miedo de nadie. “No tengan miedo de los hombres, que matan el cuerpo y no pueden matar el alma”. Pero les dijo que deberían tener miedo de Dios que puede destruir en el infierno tanto el alma como el cuerpo (Mt. 10:26-30).

            Jesús prometió que todos los que declararan públicamente que eran sus seguidores, Él confesaría delante de Dios Padre que esas personas le pertenecían. Sin embargo, los que públicamente negaran que eran de Jesús, Él también los negaría delante de Dios Padre en el cielo (Mt. 10:32-33).

            Jesús prometió recompensas para quien ayudara a sus discípulos. Quien recibía a sus discípulos, a Él lo recibía. Prometió que quien diera aunque fuera un vaso de agua fría al menor de sus seguidores, por ser éste su seguidor, con toda seguridad recibiría su recompensa (Mt. 10:40-42).

            Los discípulos entonces salieron de viaje y pasaron por todos los pueblos, anunciando el Evangelio, y sanando a los enfermos por todo lugar (Lc. 9:6). Jesús también salió de ese lugar y se fue a enseñar a las ciudades que quedaban cerca de allí (Mt. 11:1).

            Los discípulos volvieron y contaron a Jesús todo lo que habían hecho (Lc. 9:10).

 

La Muerte de Juan el Bautista

 

            El rey Herodes se había separado de su esposa para quedarse con Herodías, esposa de su hermano Felipe. Juan el Bautista le dijo a Herodes: “¡La Ley te prohíbe de casarte con la mujer de tu hermano!” (Mc. 6:18). Herodes mandó aprisionar a Juan y ponerlo en la cárcel. Su esposa Herodías odiaba a Juan y quería matarlo, sin embargo, Herodes tuvo miedo de Juan pues sabía que era un hombre bueno y santo (Mc. 6:14-20), y tuvo miedo de los judíos, porque pensaban que Juan era profeta (Mt. 14:5).  Juan estuvo casi un año en la cárcel.

            En el día del cumpleaños de Herodes, Herodías aprovechó la oportunidad. Herodes hizo un banquete para las personas importantes de su gobierno y la hija de Herodías entró en el salón y danzó. A Herodes y a sus invitados les gustó mucho la danza. A él le gustó tanto que le prometió a la joven:   “¡Te juro que te daré todo lo que me pidas!” (Mt. 14:6-7; Mc. 6:21-23).

            Siguiendo el consejo de su madre, ella le pidió: “¡Quiero la cabeza de Juan el Bautista en un plato, ahora mismo!”

            Herodes quedó triste, pero, por causa del juramento que había hecho delante de todos los invitados, atendió al pedido de la joven, y mandó a un soldado cortar la cabeza de Juan el Bautista. Entonces, trajeron la cabeza en un plato, se la dieron a la joven, y ella se la llevó a su madre (Mt. 14:9-11).

            Los seguidores de Juan vinieron, se llevaron su cuerpo y lo enterraron (Mt. 14:12).

            Cuando Herodes oyó de la fama de Jesús y de sus milagros, quedó muy perturbado y pensó que Jesús era Juan el Bautista resucitado (Mt. 14:2).

            Después de la muerte de Juan el Bautista, Jesús empezó a alejarse de las multitudes, para estar a solas con sus discípulos (Mt. 14:13).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         Jesús sólo enseña a quien realmente quiere conocer la verdad. Cuando el pueblo seguía a Jesús solamente para obtener cosas materiales y ayuda física, pero rechazaba creer en sus enseñanzas, Él paraba de enseñarles la Palabra de Dios. Jesús les permitió que continuaran en la ignorancia que escogieron y empezó a enseñar por medio de parábolas (Mc. 4:11-12).

2.         La palabra es tan poderosa que puede reproducirse en cualquier tipo de “tierra”. La parábola del Sembrador (Mc. 4:1-20) enseña que solamente el hombre tiene el poder de impedir ese crecimiento, o sea, solamente el hombre impide el crecimiento del Reino de Dios, al no dejar que la Palabra de Dios opere espontáneamente en su vida.

3.         Los corazones de algunos hombres son duros para aceptar la Palabra de Dios, mientras otros son accesibles. La parábola del Sembrador (Mc. 4:1-20) enseña que las tierras son diferentes entre sí. En la tierra dura, la Iglesia ni la buena semilla, deben perder mucho tiempo. ¡Deben buscar la tierra que responde a la Palabra! Deben sembrar donde hay buena tierra, para producir mucho.   

4.         La parábola del Trigo y de la Cizaña (Mt. 13:24-30) enseña que en el día del juicio final, Dios separará a su verdadero pueblo de aquellos que fingen ser sus siervos, engañando a muchos, y los destruirá, mientras dará su aprobación a sus verdaderos hijos.

5.         Satanás causa problemas entre los hijos del Reino, influenciándolos negativamente y perjudicando la vida de la Iglesia. La parábola del Trigo y de la Cizaña enseña que Satanás coloca su mala semiente en medio del trigo (Mt. 13:25). Donde los hijos del reino se juntan, allí, “en medio del trigo” (Mt. 13:25, 38-39), Satanás siembra “los hijos del maligno”, que profesan ser hijos del Reino. Los incrédulos existen en la iglesia entre los creyentes, como Judas entre los discípulos.

6.         Los hijos del maligno pueden disfrazarse, imitando y simulando ser hijos de Dios y, de esta manera, engañan a muchos. La parábola de la Cizaña y del Trigo nos enseña que éstos, en determinado momento, son parecidos con los hijos de Dios, sin embargo, cuando crecen, y en la hora de la siega, son diferenciados (Mt. 13:29).

7.         Grande es el poder de Satanás en engañar. Los hijos del maligno que profesan ser hijos del Reino en la apariencia, son iguales a los verdaderos hijos del Reino, de tal modo que apenas los ángeles pueden, al fin, recibir la incumbencia de separarlos (Mt. 13:40-43). Tan grande es el poder de Satanás en engañar, que la cizaña puede creer ser realmente hija del Reino (Mt. 7:21-23).

8.         La iglesia debe tomar cuidado en establecer reglas y tradiciones para determinar quién es cizaña. Se debe tomar cuidado en no buscar sacar la parte infiel, para no causar confusión y abalar a muchas personas; es recomendable el mayor cuidado posible en la disciplina. Existe el peligro de sacar al trigo junto con la cizaña (Mt. 13:29-30).

9.         La obra de Dios empieza pequeña, pero tiene gran capacidad de crecimiento. La parábola de la semilla de mostaza (Mt. 13:31-32) revela que el Reino de Dios tiene un comienzo bastante pequeño y humilde, pero crece rápido.

10.       El Reino de Dios es de valor incomparable. Las parábolas del tesoro oculto y de la gran perla enseñan eso (Mt. 13:44-46). El Reino de Dios vale más que todas las cosas que el hombre puede poseer. Es necesario que el hombre esté dispuesto a dejar todo por amor a ese tesoro.

11.       Para entrar en el Reino de Dios, el hombre tiene que estar dispuesto a perder todo lo que tiene para alcanzar todo lo que Dios ofrece. Es eso lo que las parábolas del tesoro escondido y de la perla de gran valor nos enseñan (Mt. 13:44-46). Fue necesario vender todo lo que tenían para comprar tanto el campo cuanto la perla de gran valor.

12.       El seguidor de Jesús puede pasar por tempestades. Aun estando Cristo presente en el barco, los discípulos tuvieron que enfrentar una tempestad (Mc. 4:35-37).

 13.       Jesús se importa con los suyos; el miedo, por lo tanto, es una manifestación de falta de fe. Cuando Jesús estaba durmiendo, en medio a la tempestad, los discípulos lo despertaron y le preguntaron si Él no se importaba que ellos perecieran (Mc. 4:38). Ellos no deberían haber preguntado a Jesús si no se importaba con lo que les estaba sucediendo. Él los acusó de no tener fe. (Mt. 4:40).

14.       Personas que están siendo entrenadas para el liderazgo espiritual deben empezar partiendo de lo más fácil y conocido, para después alcanzar lo difícil. Los apóstoles eran judíos, por eso Jesús los envió primero a los judíos (Mt. 10:5-6) y, mucho después, cuando ya tenían experiencia, los envió también a los gentiles (Mt. 28:19).

15.       Puede costar servir a Jesús. Siendo así, la persona debe estar dispuesta a servirlo, cueste lo que cueste. Jesús destacó en Mateo 10 cuatro tipos de persecuciones que un creyente debe soportar:

— persecución religiosa (Mt. 10:17): serían torturados en las casas de oración.

— persecución política (Mt. 10:17-18): serían presos y juzgados.

— persecución familiar (Mt. 10:21): alguien entregaría a su propio hermano para ser muerto.

— persecución social (Mt. 10:22): serían odiados por causa de Jesús.

16.       El seguidor de Jesús sigue dando testimonio, aún bajo las peores persecuciones. Quien no confiesa a Jesús delante de los hombres, no tendrá reconocimiento delante de Dios (Mt. 10:32-33).

17.       Toda persona llega a tomar una actitud de confesar o negar a Jesús. El resultado de la actitud tomada es eterno en sus resultados (Mt. 10:32). Quien confiesa que es de Jesús tendrá a Jesús afirmando que esa persona es de él; quien niega que es de Jesús tendrá a Jesús negando que la persona le pertenece.

18.       Opresión política es un peligro cuando los gobernantes no aman a su pueblo y no buscan su bien. Ellos son capaces de usar la violencia para mantener el poder. Herodes usó la violencia y causó la muerte de Juan el Bautista (Mt. 14:1-12). Los creyentes deben estar prevenidos contra un posible golpe de persecución política en su país.

19.       En el mundo lleno de injusticia, puede costar caro decir la verdad y luchar contra la injusticia. Juan el Bautista pagó caro por decir la verdad. Le costó su cabeza (Mc. 6:14-29).

20.       El líder político que lucha contra Dios y cree que está por sobre Su ley es capaz de perseguir al siervo de Dios que habla la verdad a respecto de su maldad. Juan el Bautista fue preso y muerto porque criticó la persona del rey Herodes (Mc. 6:14-29).

21.       Quien oye la palabra de Dios y no la obedece corre el riesgo de volverse contra ella y hasta atacar el mensajero de la Palabra. Fue eso lo que Herodes hizo con Juan el Bautista. Herodes dio oídos al mensaje de Juan el Bautista pero no se arrepintió. Mandó aprisionar a Juan para callar a aquél que hizo crítica contra su persona (Mc. 6:20).

22.       Una mujer que usa un cuerpo privilegiado para adquirir los que quiere, es una maldición que trae perjuicios. Es el ejemplo de la hija de Herodías (Mc. 6:14-29). En el Antiguo Testamento hay el ejemplo de Betsabé (2 S. 11).

23.       El hombre que da atención a una joven maliciosa con un cuerpo privilegiado puede ser manipulado para hacer maldades. Fue eso lo que sucedió con Herodes, cuando quedó impresionado con la danza de la hija de Herodías. Él fue manipulado para matar a Juan el Bautista (Mc. 6:14-29).

24.       Una mujer maliciosa y egoísta es capaz de influenciar a sus propios hijos a cometer hechos horribles para alcanzar sus deseos malignos. Es el ejemplo de Herodías, que manipuló a su propia hija para conseguir la muerte de Juan el Bautista (Mc. 6:19-25).

 

PREGUNTAS

 

1.         ¿Por qué Jesús enseñó por medio de parábolas?

2.         ¿Cuál es la lección principal de la parábola del sembrador?

3.         ¿Cuál es la lección principal de la parábola del grano de mostaza?

4.         ¿Cuál es la lección principal de la parábola del trigo y de la cizaña?

5.         ¿Cuál es la lección principal de las parábolas del tesoro escondido y de la perla de gran valor?

6.         ¿Cómo se manifiestan hoy en día las persecuciones mencionadas por Jesús?

7.         Cuando Jesús estaba instruyendo y enviando a los doce, habló de persecuciones que los discípulos deberían esperar (Mt. 10:16-30).  ¿Qué tipo de persecuciones amenazan a los seguidores de Jesús?

8.         ¿Qué sucede con quien confiesa a Jesús en público, y con quien no lo confiesa?

9.         ¿Por qué Juan el Bautista fue preso y muerto?

10.       ¿Qué lecciones podemos aprender del problema entre Herodes y Juan el Bautista?


AÑO DE LA PASIÓN

SEMESTRE DE LAS RETIRADAS: un período de instrucción a los doce

Reti­rada

Lugares Relacionados

Motivo

Principales Acontecimientos

A la orilla del mar, Capernaum, Betsaida, Desierto, Galilea

Oposición política: Muerte de Juan el Bautista

- Alimentación de los 5000

- Jesús anda sobre el mar

- Discusión a respecto del Pan de la Vida

— Para el noroeste: Tiro y Sidón Fenicia

— Para el sudeste: Decápolis, Lago de Galilea

Oposición religiosa: Escribas y fariseos discuten las tradiciones humanas

- Curación de la niña endemoniada

- Curaciones

- Alimentación de los 4000

Para el nordeste: Cesarea de Felipe, Monte Hermón

Oposición religiosa: Choque con los escribas y fariseos a respecto de las señales

- Confesión de Pedro

- Transfiguración

-Curación del Endemoniado

 

SEMESTRE DE LAS RETIRADAS

Un Período de Instrucción Especial a los Doce

ACONTECIMIENTOS

MATEO

MARCOS

LUCAS

JUAN

1ª Retirada

5000 alimentados

14:13-21

6:34-44

9:11-17

6:1-14

Oración solitaria

14:22-23

6:45-46

 

6:15

Jesús anda sobre el mar

14:24-33

6:47-52

 

6:16-21

Curación en Genesaret

14:34-36

6:53-56

 

 

Enseñó en la sinagoga en Capernaum

 

 

 

6:22-59

Abandonado por muchos discípulos

 

 

 

6:60-71

2ª Retirada

Disputa a respecto de las tradiciones

15:1-20

7:1-23

 

 

Niña endemoniada curada

15:21-28

7:24-30

 

 

Muchas curaciones

15:29-31

7:31-37

 

 

4000 alimentados

15:32-39

8:1-10

 

 

3ª Retirada

Disputa con los fariseos y saduceos

15:39 - 16:4

8:11-13

 

 

Discusión con los discípulos

16:5-12

8:14-21

 

 

Curación del ciego

 

8:22-26

 

 

Confesión de Pedro

16:13-20

8:27-30

9:18-21

 

Jesús predice su muerte y resurrección

16:21-28

8:31 - 9:1

9:22-27

 

Transfiguración de Jesús

17:1-13

9:2-13

9:28-36

 

Curación de un joven endemoniado

17:14-21

9:14-29

9:37-43

 

Profecía de la muerte y resurrección

17:22-23

9:30-32

9:43-45

 

El impuesto del Templo

17:24-27

 

 

 

La grandeza en el Reino

18:1-35

9:33-50

9:46-50

 

 

LOS SEGUIDORES INTERESADOS
ABANDONAN A JESÚS

 

TEXTO: Mateo. 14:13-36; Marcos. 6:34-56; Lucas. 9:11-17; Juan. 6:1-71

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            El segundo año del ministerio de Jesús es llamado el año de la popularidad. Durante ese año, Juan el Bautista estuvo en la prisión y las multitudes iban al encuentro de Jesús, porque oían hablar a respecto de lo que hacía. Sin embargo, los líderes religiosos quedaron furiosos porque Jesús no respetó las tradiciones de ellos, especialmente la guarda del sábado. Su popularidad con el pueblo creció al mismo tiempo en que la oposición de los líderes religiosos tuvo inicio. El año de la popularidad terminó con la muerte de Juan el Bautista y empezó, entonces, el tercer año del ministerio de Jesús, el año de la pasión. Pasión quiere decir sufrimiento u oposición.

 

Personajes-clave: Jesús, los discípulos y las multitudes

 

Lugares-clave: Varios lugares a la orilla del lago de Galilea

 

Repeticiones-clave:

- Multitud (muchas): Una multitud seguía a Jesús porque había visto los milagros (Jn. 6:2), Jesús vio que una multitud lo seguía (Jn. 6:2), Jesús preguntó a Felipe dónde iba a comprar comida para tanta gente (Jn. 6:5), las personas querían llevar Jesús a la fuerza para hacerlo rey (Jn. 6:14-15), la multitud fue a Capernaum buscando a Jesús (Jn. 6:22-25), muchos oyeron las palabras de Jesús, reclamaron y lo abandonaron (Jn. 6:60-66).

- Pan: Los discípulos no tenían dinero suficiente para comprar pan para la multitud (Mc. 6:37). Los discípulos sólo tenían 5 panes y 2 pescados (Mt. 14:16-17). Jesús multiplicó los panes, después que todos comieron sobraron 12 canastos llenos de pedazos de pan (Mt. 1419-20). La multitud dijo que sus antepasados comieron el pan del cielo. Jesús habló a respecto del Pan del Cielo y del Pan de la Vida (Jn. 6:31, 32,33,34, 34, 41, 48, 50, 51, 58).

 

Sentimientos-clave:

- La perplejidad de Herodes, queriendo saber quién era Jesús.

- La compasión que Jesús sintió por la multitud.

- La animación y la gran esperanza de la multitud para seguir a Jesús. La esperanza aumentó con la multiplicación de los panes y pescados.

- El miedo de los discípulos durante la tempestad.

- La hostilidad dominaba el diálogo de Jesús con la multitud a respecto del Pan de la Vida.

- La decepción que la multitud sintió al fin del diálogo, en contraste con la confianza sentida por los discípulos.

 

Problema-inicial: Después de la muerte de Juan el Bautista, Jesús desea estar solo con los discípulos y deja Capernaum en un barco para un lugar desierto, sin embargo, las multitudes lo siguen por tierra.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:  

Herodes Quedó Perplejo

— Herodes pensó que Jesús fuese Juan el Bautista resucitado (Mt. 14:1-2; Lc. 9:7-9).

 

Cinco Mil Son Alimentados

— La multitud no daba a Jesús ni siquiera tiempo para comer (Mc. 6:31).

— Jesús dejó Capernaum en un barco, fue para un lugar desierto, sin embargo, las multitudes lo seguían por tierra (Mt. 14:13; Mc. 6:32-33).

— Viendo la multitud, Jesús tuvo pena de ella, enseñó (Mc. 6:34) y curó a los enfermos (Mt. 14:14 Lc. 9:11).

— Los discípulos querían mandar que la multitud se fuera para que encontrara comida (Mc. 6:35-36; Lc. 9:12).

— Jesús alimentó a una multitud de cinco mil hombres con cinco panes y dos pescados (Mt. 14:17-21; Jn. 6:1-13).

— La multitud quería llevar a Jesús a la fuerza para hacerlo rey (Jn. 6:14-15).

 

Jesús Anda Sobre el Mar

— Jesús mandó a los discípulos cruzar el lago en un barco (Mt. 14:22).

— Jesús subió a un monte para orar solo (Mt. 14:23).

— Surgió una tempestad cuando los discípulos estaban en el barco (Mt. 14:24).

— Jesús anduvo sobre el mar y los discípulos pensaron que Él fuese un fantasma (Mt. 14:25; Mc. 6:49).

— Pedro empezó a andar por encima del agua, en dirección a Jesús, pero quedó con miedo y empezó a hundirse (Mt. 14:29-30).

— Jesús salvó a Pedro y el viento se calmó (Mt. 14:31-32).

— Los discípulos adoraron a Jesús (Mt. 14:33).

 

La Discusión a Respecto del “Pan de la Vida” en la Sinagoga en Capernaum

— La multitud buscó a Jesús (Jn. 6:22-24) y discutió con Él en la sinagoga, en Capernaum (Jn. 6:59).

— Jesús acusó a la multitud de buscarlo sólo porque Él la había alimentado (Jn. 6:26-27).

— Jesús dijo ser el pan de la vida que Dios el Padre da (Jn. 6:30-40).

— Los judíos empezaron a criticar a Jesús (Jn. 6:41-42).

— Jesús hizo una comparación entre el maná que los israelitas comieron en el desierto y Él, el Pan del Cielo (Jn. 6:47-58).

 

Jesús es Abandonado por Muchos Discípulos

— Jesús fue abandonado por muchos seguidores (Jn. 6:60-66).

— Los doce discípulos permanecieron con Jesús (Jn. 67-71).

 

Situación-final: Muchos de los seguidores encontraron las enseñanzas de Jesús difíciles de aceptar y lo abandonaron. Jesús preguntó a los doce: “¿Ustedes también quieren irse?”

Pedro respondió: “¿A quién vamos a seguir? ¡Tú tienes las palabras que dan la vida eterna!” (Jn. 6:60-69).

 

NARRATIVA:

 

Herodes Quedó Perplejo

 

            Después que Herodes mandó a matar a Juan el Bautista, él oyó a respecto de la fama de Jesús, y supo que muchos decían: “Es Juan, que fue resucitado de los muertos”.

Herodes oyó todo, quedó muy perplejo, quiso saber quién era Jesús, pensó que fuera Juan el Bautista resucitado y trataba de verlo (Mt. 14:1-2; Lc. 9:7-9).

 

Cinco Mil Son Alimentados

            Había en Capernaum tanta gente buscando a Jesús que Él y sus discípulos no tenían tiempo ni para comer (Mc. 6:31). Cuando Jesús recibió la noticia de la muerte de Juan el Bautista, dijo: “Vamos solos a un lugar desierto para descansar un poco” (Mt. 14:13; Mc. 6:31).

            Jesús dejó Capernaum en un barco, con sus discípulos, y fue a un lugar desierto. Sin embargo, muchas personas los vieron salir, corrieron por la orilla del lago y llegaron allá antes que ellos (Mt. 14:13; Mc. 6:32-33).

            Cuando Jesús salió del barco y vio a aquella multitud, fue tomado de compasión, porque parecían ovejas sin pastor. Jesús empezó a enseñar (Mc. 6:34) y curó a los enfermos (Mt. 14:14).

            Cuando era tarde, los discípulos quisieron que Jesús mandase que la multitud de cinco mil hombres se fuera, para que fueran a los poblados y lugares que quedaban cerca, para comprar alguna cosa para comer (Lc. 9:12).

            Pero Jesús respondió: “Den ustedes mismos comida para ellos”.

El discípulo Felipe respondió: “Para cada uno recibir un poco de pan, nosotros necesitaríamos gastar más que el valor del sueldo de doscientos días de trabajo” (Jn. 6:7).

            Entonces Andrés, el hermano de Pedro, dijo: “Está aquí un niño que tiene cinco panes y dos pescaditos. Pero, ¿qué es eso para tanta gente?” (Jn. 6:8-9).

            Jesús mandó que el pueblo se sentara en el pasto, en grupos de más o menos cincuenta personas (Mc. 6:39; Lc. 9:14). Él tomó los cinco panes y los dos pescados, oró a Dios, partió los panes y los pescados, y los entregó a los discípulos para que distribuyeran al pueblo. Todos comieron y quedaron satisfechos y los discípulos recogieron todavía doce canastos llenos de pedazos de pan y de pescado (Mt. 14:13-21; Mc. 6:30-44; Jn. 6:1-14).

            Los que vieron el milagro de la multiplicación de los panes y pescados dijeron: “¡De hecho, este es el Profeta que debía venir al mundo!” (Jn. 6:14).

 

Jesús Anda Sobre el Mar

 

            Jesús supo que querían llevarlo a la fuerza para hacerlo rey (Jn. 6:15). En esa época, la situación política se había puesto muy tensa. El pueblo estaba furioso con Herodes Antipas por haber asesinado a su profeta amado, Juan el Bautista. Herodes era odiado aún más por su manera suntuosa de vivir, disfrutando de dos lujosas residencias. El pueblo quería destituir a Herodes y coronar a Jesús.

            Jesús ordenó a los discípulos que entraran en el barco y fueran adelante, para el otro lado del lago. Mandó que el pueblo se fuera y subió a un monte para orar solo. Vino la noche y Jesús seguía allá, solo (Mt. 14:22-23).

            Mientras tanto, el barco ya estaba en medio del lago, el tiempo se cerró y el mar estaba revuelto. De repente, soplaba un fuerte viento, que agitaba las olas. El viento soplaba contra ellos y las olas azotaban con fuerza el barco. El barco era violentamente agitado por las olas. Los discípulos remaban hacía más de nueve horas y no conseguían vencer el viento, el mar y la tempestad. Ya de madrugada, entre las tres y las seis horas, Jesús fue hasta ellos, andando sobre el agua.

            Cuando los discípulos percibieron que alguien andaba sobre el agua, tuvieron miedo y gritaron de pavor: “¡Es un fantasma!”

            En ese instante, Jesús dijo: “¡Cálmense, coraje, soy yo! ¡No tengan miedo!”

            Entonces Pedro, de dentro del barco, pidió: “Maestro, si eres tú mismo, permite que yo vaya, andando sobre el agua, hasta donde te encuentras”.

            Respondió Jesús: “¡Ven!”

            Pedro salió del barco y empezó a andar sobre el agua en dirección a Jesús. Mas, cuando se dio cuenta de la violencia del viento, tuvo miedo, empezó a hundirse y, con la desesperación de un hombre casi ahogándose, gritó: “¡Señor, sálvame!”

            Inmediatamente Jesús extendió la mano, sujetó a Pedro y dijo: “¡Cómo es pequeña tu fe! ¿Por qué dudaste?”

            Los dos entraron en el barco, el viento se calmó y los discípulos que estaban dentro se postraron delante de Jesús, diciendo: “¡De hecho, tú eres el Hijo de Dios!” (Mt. 14:23-33; Mc. 6:47-52). Luego ellos llegaron al lugar para donde iban (Jn. 6:21).

 

La Discusión a Respecto del “Pan de la Vida” en la Sinagoga en Capernaum

 

            Al día siguiente, la multitud que había permanecido al otro lado del mar percibió que Jesús y los discípulos no estaban allí. Las personas tomaron barcos y fueron a Capernaum, buscándolo (Jn. 6:22-24). La multitud lo encontró y discutió con Él en la sinagoga, en Capernaum (Jn. 6:25, 59).

            Jesús acusó a la multitud de buscarlo sólo porque habían comido los panes y les dijo: “No trabajen por la comida que se hacha a perder, más por la comida que dura para la vida eterna” (Jn. 6:26-27).

            Ellos querían que Jesús hiciera un milagro y dijeron: “¿Qué milagro vas a hacer para que veamos y creamos? Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto” (Jn. 6:30-31).

            Jesús dijo ser el Pan del Cielo, que Dios el Padre da. Él dijo: “Yo soy el Pan de la Vida. Quien viene a mí nunca más tendrá hambre. La voluntad de mi Padre es que todos los que ven al Hijo y creen en Él tengan la vida eterna; y en el último día yo los resucitaré” (Jn. 6:32-40).

            Los judíos empezaron a criticar a Jesús, diciendo: “¿Este no es Jesús, el hijo de José? Nosotros conocemos a su padre y a su madre. Entonces ¿cómo es que él dice que bajó del cielo?” (Jn. 6:41-42).

            Jesús hizo una comparación entre el maná que los israelitas comieron en el desierto y Él, el Pan del Cielo. Los antepasados que comieron el maná en el desierto murieron, más Jesús es El Pan de la Vida y quien cree en él tendrá la Vida Eterna. Jesús dijo: “Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguien come de ese pan, vivirá para siempre. Mi cuerpo es el pan que yo daré para que el mundo tenga vida. Quien se alimenta de mí vivirá por causa de mí” (Jn. 6:47-58).

 

Jesús es Abandonado por Muchos Discípulos

 

            Jesús fue abandonado por muchos seguidores. Ellos empezaron a murmurar y a criticarlo (Jn. 6:41, 52). Discutieron entre sí (Jn. 6:52) y reclamaron: “¡Lo que él enseña es muy difícil! ¿Quién puede aceptar eso?” (Jn. 6:60). Muchos seguidores de Jesús lo abandonaron y no andaban más con Él (Jn. 6:60-67).

            Jesús preguntó a los doce discípulos: “¿Ustedes también quieren irse?”

            Pedro respondió: “¿A quién vamos a seguir? ¡Tú tienes las palabras que dan la vida eterna! Creemos y sabemos que eres el Santo que Dios envió”(Jo. 6:67-71).

Jesús dijo: “¿No los escogí a ustedes, a los doce? Sin embargo, ¡uno de ustedes es un diablo!” Él estaba hablando de Judas, que lo traicionaría (Jn. 6:70-71).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         Jesús es omnipotente. Él manifestó su poder sobre:

— la materia: multiplicó los panes (Jn. 6:11).

— la gravedad: anduvo sobre el agua (Jn. 6:19).

— el cosmos: paró la tempestad (Mt. 14:32).

— el espacio: luego el barco llegó (Jn. 6:21).

— la emoción: quitó el miedo de los discípulos (Jn. 6:19-21).

2.         Orar solo es el secreto de cómo se puede ser guiado por Dios y no por los pensamientos de los hombres. Después de multiplicar los panes, Jesús oró solo (Mt. 14:23), y eso le dio fuerza para resistir al clamor del pueblo para ser el rey (Jn. 6:15).

3.         Jesús hace lo que sus discípulos no pueden hacer, y espera que ellos se esfuercen para ejecutar lo que está a su alcance. Jesús multiplicó los panes, sin embargo, dependió de la cooperación de los discípulos para distribuirlo a la multitud (Mt. 14:19) y recoger lo que sobró (Mt. 14:20-21).

4.         Jesús da bendiciones en abundancia. En la multiplicación de los panes, sobraron doce canastos (Mt. 14:20-21).

5.         El siervo de Jesús no debe dejar de hacer buen uso de todo lo que Dios le da. Jesús es contra el desperdicio. Después que la multitud comió, los discípulos recogieron lo que sobró (Mt. 14:20; Jn. 6:13).

6.         La fe en Jesucristo y la certeza de su presencia son razones para alguien librarse del miedo. Cuando los discípulos enfrentaron una tempestad, estando en un barco que estaba casi hundiéndose, al mismo tiempo en que vieron a Jesús andando sobre el agua, pensaron que Él fuese un fantasma y gritaron de miedo. Jesús les dijo: “¡Coraje, soy yo! ¡No tengan miedo!”(Mt. 14:24-27).

7.         La desesperación de la tempestad de la vida puede dar un impulso de fe en dirección a Jesús. Los discípulos ya remaban hacía más de nueve horas, no podían vencer el viento, el mar y la tempestad. Sabían de los peligros del mar, de la incapacidad del hombre en vencer al mar. Ellos conocían las viudas de pescadores que había perdido la lucha contra el mar. Los discípulos vieron a Jesús andando sobre el mar y supieron que solo Él podría librarlos de la tempestad (Mt 14:24-25).

8.         En la desesperación de la tempestad, poca fe ya es bastante para dar al creyente en Jesús coraje para hacer lo imposible. El coraje de Pedro en salir del barco no fue porque él creía que podía andar sobre el agua, en dirección a Jesús. El barco estaba hundiéndose, la tempestad acabaría con él, que no podría hacer nada para salvarse. El miedo del barco hundirse en el mar bravo le dio coraje para hacer lo imposible. Él miró para Jesús como la única esperanza y pisó en el mar (Mt. 14:28).

9.         El discípulo que retira sus ojos de Jesús, concentrándose en los problemas, va a debilitarse. Pedro estaba andando por sobre el agua agitada como si fuera tierra firme, pero cuando volvió la atención para la tempestad, desviando los ojos de Jesús, sintió el viento, el miedo reapareció y empezó a hundirse. Y fue el miedo que acabó con la fe e hizo con que él empezara a hundirse (Mt. 14:30).

10.       El auxilio viene de Jesús cuando Él es buscado como la única esperanza. Pedro gritó de nuevo: “¡Señor, sálvame!” Inmediatamente Jesús extendió la mano y sujetó a Pedro (Mt. 14:31).

11.       La experiencia personal de ser auxiliado por Jesús debe llevar a alguien a darle culto más que nunca. Cuando Jesús y Pedro entraron en el barco, el viento se calmó, la tempestad cesó y los discípulos adoraron a Jesús. Esta fue la primera vez que los discípulos adoraron a Jesús. Ellos no adoraron a Jesús cuando Él benefició a otros con sus milagros; sin embargo, cuando ellos mismos fueron auxiliados en una calamidad, lo adoraron (Mt. 14:33).

12.       Jesús, El Verdadero Pan de la Vida, había cumplido el significado del milagro del maná en el Antiguo Testamento (Ex. 16:1-3, 13-16, 31). Jesús es el verdadero Pan del Cielo y el Pan que Dios el Padre da (Jn. 6:32). Él es el Pan de la Vida (Jn. 6:35, 48). Él es el Pan que es superior al maná (Jn. 6:50, 58). El maná es incapaz de alejar la muerte, mientras quien se alimenta de Jesús no muere.

13.       Jesús es el alimento espiritual completo para el hombre. El creyente depende de Jesús para tener vida y sustentarla. Él depende de Jesús para existir y tener fuerza, así como depende del alimento (pan) (Jn. 6:32, 35, 48).

14.       Seguir a Jesús puede ser un suicidio político, económico o profesional. Después de la multiplicación de los panes y de los peces, el pueblo quiso derrocar a Herodes y coronar a Jesús (Jn. 6:15). Para Jesús, rechazar el llamado del pueblo para liderar el movimiento popular, era un acto de suicidio político. Este fue el punto decisivo que terminó con la popularidad de Jesús. A partir de ese momento, muchas personas quedaron decepcionadas y desilusionadas con Él (Jn. 6:60-66).

15.       Quien sigue a Jesús esperando recibir beneficios materiales de su parte, sin entender que es pecador y que necesita de un Salvador, quedará decepcionado y desilusionado con Él. Los judíos no veían la necesidad de Jesús ser su Salvador del poder de Satanás, del pecado y de la muerte. Apenas querían que Jesús fuera su rey, para que pudiera sanar sus enfermedades, darles alimento y librarlos del control de los romanos (Jn. 6:14-15, 34). Ellos quedaron decepcionados y desilusionados con Cristo (Jn. 6:60-66).

16.       Hay un peligro para el que es escogido para participar del Pan de la Vida y hasta llega a ver y oler el Pan pero abre su corazón para el Diablo. Judas es un ejemplo de eso (Jn. 6:70-71).

 

17.       Alguien puede esconder de los otros sus verdaderos sentimientos, pero no puede esconderlos de Dios. Los otros once discípulos no sabían que Judas no era un verdadero creyente, pero Jesús sabía lo que él realmente era y que iría finalmente a traicionarlo con sus enemigos (Jn. 6:64, 70).

 

18.       Es muy peligroso para las personas endurecer sus mentes contra Dios y contra su mensaje. Eso fue lo que hizo el pueblo antes del diluvio, cuando Noé predicaba.  Eso fue lo que hizo el Faraón de Egipto, cuando Dios envió a Moisés para decirle que dejara que los israelitas salieran de Egipto. Eso fue lo que hicieron Israel y Judá con los mensajes de los profetas. Eso fue lo que hicieron también los líderes judíos (Mc. 3:3-5) y el pueblo con el mensaje de Jesús (Jn. 6:60-63).

 

19.       Los que encuentran en Jesús la única esperanza y las palabras de vida, van a permanecer como sus seguidores (Jn. 6:68-69).

 

20.       Los seguidores de Jesús, que lo siguen por interés propio, llaman “obra de Dios” a lo que ellos mismos determinan serlo, la cual es siempre en favor de su propio beneficio (Jn. 6:28-29).

 

PREGUNTAS

 

1.         ¿Por qué Jesús quiso retirarse para un lugar desierto y quedarse solo con los discípulos?

 

2.         ¿Cómo fue que Jesús alimentó a la multitud de cinco mil?

 

3.         ¿Por qué Jesús subió a un monte para orar solo después de alimentar a la multitud?

 

4.         ¿Cuál fue la reacción de los discípulos cuando vieron a Jesús andando sobre el lago?

 

5.         ¿Por qué Pedro no consiguió andar sobre el agua?

 

6.         Después de la multiplicación de los panes, ¿qué quería de Jesús la multitud?

 

7.         ¿Por qué Jesús no permitió que el pueblo lo hiciera rey?

 

8.         ¿Qué estaban recordando los judíos, cuando celebraban la fiesta de la Pascua?

 

9.         ¿Qué estaba diciendo Jesús al afirmar que Él es el Pan de Vida que dios da al mundo?

 

10.       En estas narrativas, ¿con quién usted se identifica más?::

-- ¿con la multitud que era como oveja sin pastor?

-- ¿con los discípulos, en medio de una tempestad, en un barco hundiéndose?

-- ¿con Pedro, que empezó teniendo fe para andar en dirección a Jesús, pero que tuvo su confianza disminuida por el viento de la tempestad?

-- ¿con el niño que ofreció los cinco panes y los dos peces a Jesús? ¿Usted tiene tan poco y la necesidad es tan grande, sin embargo, usted está dispuesto a dar lo que tiene a Jesús?

-- ¿con la multitud, después de ser alimentada? ¿Usted está buscando a Jesús apenas para su propio beneficio?

-- ¿con los discípulos, que supieron que Jesús es la única esperanza para tener la vida eterna?


OPOSICIÓN RELIGIOSA Y PROFUNDAS
EXPERIENCIAS CON LOS DISCÍPULOS

 

Las Discusiones con los Escribas y Fariseos, la Confesión de Pedro, Jesús Anuncia su Muerte, la Transfiguración y la Curación de un Joven Endemoniado

 

TEXTO: Mateo 15-18; Marcos 8-9; Lucas 9:18-48

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            Jesús tuvo tres años de ministerio. El primero es llamado el año de la preparación. Cuando las multitudes estaban yendo para oír a Juan el Bautista y ser bautizadas por él, Jesús empezó a salir de la oscuridad. El segundo año es llamado el año de la popularidad. Juan el Bautista estaba preso y la popularidad de Jesús crecía mientras empezaba el conflicto con las autoridades religiosas. El tercer año es llamado el año de la pasión. Ese año empezó con la muerte de Juan el Bautista. El año de la pasión tiene dos divisiones:  el semestre de retiradas, cuando Jesús hizo tres retiradas para estar con los discípulos en un período de instrucción especial para los doce; la segunda es llamada de semestre de la entrega, cuando Jesús hizo tres viajes a Jerusalén. Esta última terminó con su muerte.

 

            La primera retirada empezó cuando Jesús estaba visitando Nazaret. Al recibir la triste noticia de la muerte de Juan el Bautista, salió de Nazaret y fue para la ciudad de Capernaum, donde tomó un barco para un lugar desierto junto con sus discípulos. Allí hizo el milagro de alimentar a cinco mil personas. Después del milagro, el pueblo quería derrocar a Herodes y hacer de Jesús su rey. En el viaje de vuelta a Capernaum, por el mar de Galilea, hizo el milagro de caminar sobre las aguas. En Capernaum, discutió con los que lo seguían sólo por interés, rechazó liderar el movimiento popular para derrocar a Herodes y fue abandonado por muchos.

 

            La negativa de Jesús de liderar la violenta revolución contra Herodes fue el punto decisivo para que su ministerio de POPULARIDAD se transformase en un ministerio de PASIÓN. Lo que había sido un éxito en continuo crecimiento, a partir de esa pascua se transformó en una sucesión de viajes tristes de retiradas, que terminaría, un año más tarde con Jesús muriendo en la cruz.

 

Personaje-clave: Jesús

 

Lugares-clave:

-- En la segunda retirada, Jesús fue para el noroeste, para Tiro, Sidón, Fenicia y de allí volvió para el suroeste, para Decápolis y el lago de Galilea.

-- En la tercera retirada, fue para el nordeste, para Cesarea de Felipe y Monte Hermón

 

Repeticiones-clave:

- Discusiones entre Jesús y los que eran sus enemigos: la discusión sobre las tradiciones con los escribas y fariseos (Mt. 15:1-20), la discusión con los fariseos y saduceos sobre las señales (Mt. 15:39 - 16:4; Mc. 8:10-12).

- Los discípulos fueron censurados: Jesús los censuró cuando ellos no entendieron lo que Él dijo cuando habló de la levadura de los fariseos y saduceos (Mt. 16:5-12), Pedro quiso reprender a Jesús, y fue censurado (Mt. 16:22-23), en la transfiguración Pedro sugirió construir tiendas en el monte y la voz de Dios lo censuró: “Este es mi Hijo... Escuchen lo que Él dice”! (Mt. 17:1-13), los discípulos que no sanaron al joven endemoniado fueron censurados (Mt. 17: 17), y cuando los discípulos discutieron sobre cuál de ellos era el más importante, fueron censurados por Jesús (Mt. 18:1-5).

- Milagros: cura de la hija endemoniada (Mt. 15:21-28), muchos enfermos (Mt. 15:29-31), alimentación de los cuatro mil (Mt. 15:32-39), la transfiguración de Jesús (Mt. 17:1-13) y la cura del joven endemoniado (Mt. 17:14-21).

 

Sentimientos-clave:

- La hostilidad dominó la discusión entre Jesús y los escribas y fariseos sobre las tradiciones; y entre Jesús y los fariseos y saduceos sobre las señales.

- Varias veces: la censura dura de Jesús dada a los discípulos.

- El egoísmo de las personas que buscaban curas, queriendo apenas obtener beneficios propios de Jesús.

- La alegría de la aprobación de Pedro cuando afirmó que Jesús era el Mesías, sin embargo, la tristeza de la reprobación cuando él quiso reprender a Jesús. 

- El pavor de los discípulos cuando vieron la transfiguración de Jesús.

- La frustración, tanto de los discípulos como del padre del joven, cuando los discípulos no podían sanar al joven endemoniado.

- La envidia y el orgullo de los discípulos cuando discutieron sobre quién era el más importante de ellos.

 

Problema-inicial: Algunos fariseos, profesores de la Ley y saduceos, vinieron de Jerusalén para hablar con Jesús y hacerle preguntas.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:

La Discusión sobre las Tradiciones

-- La discusión sobre las tradiciones con los escribas y fariseos (Mt. 15:1-20).

 

Los Milagros de Sanidad y los Cuatro Mil Alimentados

-- Jesús fue cerca de las ciudades de Tiro y Sidón (Mt. 15:21).

-- Jesús curó a la hija endemoniada de una mujer cananea (Mt. 15:21-28).

-- Jesús fue para el sureste, donde curó a muchos (Mt. 15:29-31).

-- Jesús alimentó a cuatro mil hombres con siete panes y algunos peces (Mt. 15:32-39; Mc. 8:1-10).

 

La Discusión sobre las Señales

-- La discusión con los fariseos y los saduceos sobre las señales (Mt. 15:39 - 16:4; Mc. 8:10-12).

-- Jesús avisó a los discípulos sobre la levadura de los fariseos y de los saduceos (Mt. 16:5-12).

 

Pedro Recibió una Revelación de Dios, Pero fue Censurado

-- La confesión de Pedro (Mt. 16:13-20; Mc. 8:27-30; Lc. 9:18-21)

-- Jesús anuncia su muerte y resurrección (Mt. 16:21; Mc. 8:31; Lc. 9:22-27).

-- Pedro reprendió a Jesús y fue censurado (Mt. 16:22-28, Mc. 8:32 - 9:1).

 

La Transfiguración de Jesús

-- La transfiguración de Jesús (Mt. 17:1-13; Mc. 9:2-13; Lc. 9:28-36).

 

La Curación de un Joven Endemoniado

-- La curación de un joven endemoniado (Mt. 17:14-21; Mc. 9:14-29; Lc. 9:37-43).

 

La Grandeza en el Reino no es Entendida

-- Jesús habló nuevamente sobre su muerte y resurrección (Mt. 17:22-23, Mc. 9:30-32; Lc. 9:43-45).

-- Los discípulos discutieron sobre cuál de ellos sería el más importante (Mt. 18:1; Mc. 9:33-34; Lc. 9:46).

-- Jesús usó a un niño para enseñar sobre la grandeza en su reino (Mt. 18:2-5; Mc. 9:35-37; Lc. 9:47-48).

 

Situación-final: Mientras Jesús estaba preparando a los discípulos para su muerte y resurrección, ellos estaban pensando en un reino en la Tierra y deseando posiciones de destaque.

 

NARRATIVA:

 

La Discusión sobre las Tradiciones

 

            Jesús estaba en la tierra de Genesaret (Mt. 14:34). Algunos fariseos y profesores de la Ley vinieron de Jerusalén para hablar con Jesús y discutieron con Él sobre las tradiciones.

            Ellos le preguntaron: ¿Por qué tus discípulos no obedecen a las antiguas enseñanzas? Ellos no se lavan las manos antes de comer y así desobedecen a nuestra tradición” (Mt. 15:1-2).

            Jesús les respondió: “¿Por qué ustedes desobedecen al mandamiento de Dios y siguen sus propias enseñanzas? “(Mt. 15:3-9).

            Jesús llamó a la multitud y le dijo: “No es lo que entra por la boca que hace que alguien quede impuro. Al contrario, es lo que sale de su boca que puede hacerlo impuro. Lo que entra por la boca va para el estómago y después sale del cuerpo. Pero lo que sale de la boca viene del corazón. Y es eso lo que hace que alguien quede impuro. Porque es del corazón que proceden las malas intenciones, asesinatos, adulterios, prostituciones, robos, falsos testimonios y difamaciones. Son esas cosas que hacen a alguien quedar impuro, pero comer sin lavar las manos no transforma a nadie en impuro “ (Mt. 15:10-20).

 

Los Milagros de Sanidad y los Cuatro Mil Alimentados

 

            Jesús salió de allí y fue para el noroeste, cerca de las ciudades de Tiro y Sidón (Mt. 15:21). Allí sanó a la hija endemoniada de una mujer cananea, una no-judía. La cananea vino gritando: “Señor, hijo de David, ten compasión de mí, mi hija está endemoniada.”

            Sin embargo, Jesús no le respondió nada. Los discípulos se acercaron a Él y le pidieron: “Despídela, porque viene gritando detrás de nosotros “.

            Jesús les contestó: “Yo no fui enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. No conviene lanzar a los perrillos el pan destinado a los hijos”.

            Ella insistió: “Sí, Señor, pero también los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus dueños”

            Frente a eso, Jesús le dijo: “¡Mujer, grande es tu fe! ¡Que sea hecho como quieres!”  Y desde momento su hija quedó curada (Mt. 15:21-28).

            Él salió de allí y fue para el sureste, hasta el lago de Galilea. Grandes multitudes llegaron hasta donde estaba Jesús, que curó a cojos, paralíticos, ciegos y muchos otros enfermos (Mt. 15:29-31).

            Jesús dijo a los discípulos: “Tengo pena de esta gente. Hace tres días ellos están aquí conmigo y no tienen más qué comer. No quiero mandarlos para casa sin comer, pues podrían caer de debilidad en el camino”. Jesús alimentó a cuatro mil hombres con siete panes y algunos peces. De los panes que sobraron, recogieron siete canastos llenos (Mt. 15:32-39; Mc. 8:1-10).

 

La discusión Sobre las Señales

 

            Algunos fariseos y saduceos fueron a hablar con Jesús, para ponerlo a prueba. Le pidieron que hiciera un milagro para demostrar que realmente su poder venía de Dios.

Jesús les respondió: “¡Cómo el pueblo de hoy es malo y sin fe! Ustedes me piden un milagro, pero el milagro de Jonás es la única señal que les será dada”. Y dejándolos, se fue (Mt. 16:1-4).

            Jesús y los discípulos atravesaron para el otro lado del lago. Los discípulos percibieron que se habían olvidado de llevar pan. En esa ocasión Jesús les dijo: “Tomen cuidado con la levadura de los fariseos y saduceos”.

            Los discípulos comentaban entre ellos: “Jesús está diciendo eso porque no trajimos pan”.

            Jesús les dijo: “¿Por qué ustedes se preocupan por el hecho de no haber traído pan? ¡Cómo es pequeña la fe que ustedes tienen! ¿Ustedes no entenderán nunca?  ¿No se acuerdan de que yo repartí cinco panes para cinco mil hombres y de los canastos que llenaron con los panes que sobraron? ¿No se acuerdan de los siete panes que repartí entre cuatro mil hombres y de los canastos de panes que ustedes recogieron?  ¿No son capaces de comprender que yo no les hablo de pan cuando les digo: Tengan cuidado con la levadura de los fariseos y de los saduceos?”

            Entonces los discípulos entendieron que él no estaba hablando para tener cuidado con la levadura usada en el pan, sino con las enseñanzas de los fariseos y de los saduceos (Mt. 16:5-12).

 

Pedro Recibió una Revelación de Dios, pero después él Fue Censurado

 

            Jesús fue para el nordeste, para la región que queda cerca de la ciudad de Cesarea de Felipe (Mt. 16:13).

            Allí Jesús les preguntó a los discípulos: “¿Quién dice el pueblo que es el Hijo del Hombre?         Ellos respondieron: “Algunos dicen que eres Juan el Bautista. Otros aseguran que eres Elías. Y otros dicen que eres Jeremías o algunos de los profetas”.

            Preguntó Jesús: “¿Y ustedes? ¿Quién dicen que yo soy?”?

            Simón Pedro respondió: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”.

            Jesús le dijo: “¡Tú eres feliz, Simón! Porque esta verdad no te fue revelada por ningún ser humano, sino que vino directamente de mi Padre que está en el cielo. Por lo tanto, yo te afirmo, que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y ni las puertas del infierno prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del Reino del cielo, y lo que tú prohíbas en la Tierra será prohibido en el cielo, y lo que permitas en la Tierra será permitido en el cielo” (Mt. 16:13-20).

            Desde la confesión de Pedro, Jesús no enseñó más a las multitudes, sino solamente a los discípulos. Desde entonces, Jesús empezó a anunciar su muerte y resurrección a los discípulos. Él dijo: “El Hijo del Hombre tendrá que sufrir mucho. Será rechazado por los líderes judíos, por los jefes de los sacerdotes y por los profesores de la Ley. Será muerto y tres días después resucitará” (Mt. 16:21).

            Entonces Pedro lo llevó para un lado y empezó a reprenderlo, diciendo: “¡Que Dios no permita eso! ¡Eso no puede suceder contigo, de ninguna manera!”

            Jesús se volvió y le dijo a Pedro: “¡Sale de cerca de mí, Satanás! ¡Tú eres una piedra de tropiezo en mi camino, porque estás pensando como un ser humano piensa, y no como Dios piensa!” (Mt. 16:22-23; Mc. 8:32-33).

            Jesús entonces llamó a la multitud y a los discípulos y dijo: “Si alguien quiere seguirme, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Porque quien quiere salvar su vida la perderá; pero quien quiere perder su vida por causa de mí, a encontrarla. ¿Qué ventaja tendrá alguien si gana el mundo entero y pierde su vida? “ (Mt. 16:24-28, Mc. 8:34-9:1).

 

La Transfiguración de Jesús

 

            Seis días después, Jesús llevó a Pedro y a los hermanos Santiago y Juan a la cumbre del Monte Hermón. Mientras Jesús oraba, su apariencia cambió delante de ellos: su rostro quedó brillante como el sol, y sus ropas se pusieron blancas como la luz. En ese momento, Moisés y Elías aparecieron, rodeados de un brillo celestial, y empezaron a hablar con Jesús.

            Pedro, Juan y Santiago estaban durmiendo profundamente, pero despertaron y vieron la gloria de Jesús y los dos hombres con Él. Pedro dijo: ¡Cómo es bueno que estemos aquí! Si quieres, armaré tres tiendas en este lugar, una para Tí, una para Moisés y otra para Elías”. Los discípulos estaban con mucho miedo y Pedro no sabía qué decir.

            Mientras Pedro estaba hablando, una nube brillante descendió sobre ellos y de ella salió una voz que dijo: “Este es mi hijo amado, que me da mucha alegría. ¡Escuchen lo que Él dice!”

            Cuando los discípulos oyeron la voz, quedaron con tanto miedo que cayeron con el rostro en tierra. Jesús vino y tocó en ellos diciendo: “¡Levántense, y no tengan miedo!”.

            Entonces miraron alrededor y vieron solamente a Jesús con ellos (Mt. 17:1-13; Mc. 9:2-13; Lc. 9:28-36).

 

La Curación de un Joven Endemoniado

 

            Jesús, Pedro, Santiago y Juan bajaron del monte y cuando llegaron cerca de los otros discípulos, vieron una multitud alrededor de ellos. Un hombre se acercó a Jesús, se arrodilló delante de Él y le dijo: “Señor, yo traje a mi hijo para que lo vieras, porque está dominado por un espíritu maligno y no puede hablar. El espíritu lo machuca y no lo suelta de ninguna forma. Siempre que el espíritu lo ataca, él tiene ataques tan fuertes que muchas veces empieza a soltar espuma, a crujir los dientes y cae en el fuego o en el agua. Yo lo traje a tus discípulos, pero ellos no consiguieron sanarlo.”

            Jesús respondió: “¡Gente sin fe y perversa! ¿Hasta cuándo los soportaré? ¡Traigan aquí al niño!”

            Cuando lo trajeron, el espíritu vio a Jesús y sacudió con violencia al niño. Él cayó y se revolvía en el suelo, saliendo espuma de su boca.

            Dijo el padre: “¡Si tú puedes, entonces ayúdanos! ¡Ten piedad de nosotros!”

            Respondió Jesús: “¿Si yo puedo? Todo es posible para quien tiene fe “.

            El padre gritó: “¡Yo creo! ¡Ayuda a mi incredulidad!” Jesús dio una orden, el demonio salió, y en el mismo instante el niño quedó curado.

            Después los discípulos llegaron cerca de Jesús, en particular, y le preguntaron: “¿Por qué nosotros no pudimos expulsar ese demonio?”

            Jesús respondió: “Fue porque ustedes no tienen fe suficiente. Este tipo de espíritu solo se puede expulsar con oración “ (Mt. 17:14-21; Mc. 9:14-29; Lc. 9:37-43).

 

La Grandeza en el Reino no Es Entendida

 

            Jesús habló otra vez de su muerte, pero los discípulos no entendieron (Mt. 17:22-23, Mc. 9:30-32; Lc. 9:43-45).

            Jesús volvió para Capernaum con sus discípulos y en el camino ellos empezaron a discutir sobre cuál de ellos era el más importante.

            Cuando llegaron a la casa en Capernaum, Jesús tomó a un niño, lo puso a su lado y dijo: “Si ustedes no cambian de vida y no se vuelven como niños, nunca entrarán en el Reino del cielo. Quien recibe y este niño en mi nombre, me está recibiendo a mí; y quien me recibe, recibe a quien me envió. Porque quien es el más humilde entre ustedes, ese es el más importante” (Mt. 18:1-5; Mc. 9:33-37; Lc. 9:46-48).

            Mientras Jesús estaba preparando a los discípulos para su muerte y resurrección, ellos estaban pensando en un reino terrenal y deseando ser los más importantes en ese reino.

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         La Biblia es más importante que la tradición. Los fariseos se disgustaron con Jesús porque Él no siguió las tradiciones humanas (Mt. 15:1-20).  La tradición religiosa se refería a lo que pensaban, decían, escribían y hacían los hombres religiosos del pasado, lo que todavía puede influenciar nuestra conducta y creencia. La tradición viene de los hombres, pero la Biblia viene de Dios. Entonces, si la Biblia contradice la tradición humana, debemos seguir la Biblia. Sin embargo, si la Biblia no contradice la tradición humana, podemos utilizar las tradiciones.

2.         La hipocresía surge cuando las actitudes y la vida íntima no corresponden a las palabras y actos religiosos. En la época de Jesús, un hipócrita era un actor haciendo un papel. Cuando los fariseos y profesores de la Ley declararon una lealtad a Dios que no fue manifestada por las actitudes y acciones, estaban siendo hipócritas (Mc. 7:5-6).

3.         Existe el peligro de invalidar la Palabra de Dios al interpretarla. Los hombres, teniendo sus mentes corrompidas por el pecado, cometen errores muy fácilmente al interpretar la Biblia. Los fariseos y los escribas invalidaron la Palabra, interpretándola y racionalizándola (Mt. 15:6, Mc. 7:13) para hacerla estar de acuerdo con sus tradiciones. Hay varias maneras de invalidar la Biblia: 1) olvido; 2) reinterpretación; 3) racionalización; 4) ignorancia; 5) simple desobediencia.

4.         La fuente del pecado humano es el corazón (Mc. 7:20). El corazón representa el centro de la personalidad, incluyendo en sí, el intelecto, la voluntad, la conciencia y la fuente de las emociones humanas.

5.         Pensamientos malos son como semillas que crecen hasta ser pecados consumados por acciones (Mc. 7:21-23). Dios considera como pecados iguales tanto las maldades concebidas en la mente como la realización de las mismas.

6.         Como Jesús tiene poder sobre los demonios, el creyente en Jesús no debe tener miedo de ellos

-- Jesús manifestó su poder sobre los demonios, expulsándolos de las personas endemoniadas.   Ejemplos: Mt. 15:21-28 e 17:10-21.

-- El seguidor de Jesús, si tiene fe, puede expulsar los demonios (Mt. 17:20).

-- El creyente puede resistir a Satanás (Stg. 4:7).

-- Satanás está limitado por Dios (Job 1:8-12; 2:4-7).

-- Los discípulos tienen poder sobre los demonios (Mt. 10:1).

-- Satanás fue derrotado por Cristo (Col. 2:15).

7.         La importancia de la oración es manifestada por la práctica de Jesús en orar. Lucas destaca la oración de Jesús antes del bautismo (Lc. 3:21), antes de escoger a los doce (Lc. 6:12), antes de la confesión de Pedro (Lc. 9:18), antes de la transfiguración (Lc. 9:28) y antes de la traición (Lc. 22:39-41).

8.         Es importante saber lo que otros piensan sobre Jesús, pero la pregunta más importante es: ¿Quién es Jesús para usted mismo? (Mt. 16:15).

9.         La Iglesia está fundada en la confesión de que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios Vivo (Mt. 16:18-20). Jesús usa un juego de palabras, pero no es la persona de Pedro que es la piedra fundamental de la Iglesia. Es Jesucristo la piedra fundamental de la Iglesia (1 Pd. 2:4-8; Mt. 21:42-44). Pedro, como apóstol, se transformó en una piedra fundamental de la Iglesia, pero sólo por el hecho de ser el portavoz de Dios, de la verdad de que Jesús es el Hijo del Dios Vivo.

10.       La llave que abre la puerta del Reino de los Cielos es la confesión de que Jesús es el Mesías, el Hijo del Dios Vivo (Mt. 16:15-19).

11.       Cuando Jesús Dijo que estaba dando a Pedro las llaves del reino de los cielos, estaba usando un lenguaje simbólico, el cual significaba que Pedro podría abrir la puerta del Reino de los Cielos para que muchos pudieran entrar (Mt. 16:17-19). Fue concedido a Pedro el derecho de abrir la puerta de la salvación para los judíos (Hch. 2) y gentiles (Hch. 10). Todo creyente que ayuda por lo menos a una persona a confesar que Jesús es el Hijo del Dios Vivo, usa el poder de las llaves (1 Co. 16:9).

12.       La muerte o las puertas del infierno no prevalecerán contra la Iglesia (Mt. 16:18). La Iglesia es construida no apenas sobre la persona de Cristo, sino también sobre su obra que lo obligó a morir y conquistar la muerte a través de la resurrección (1 P. 3:18).

13.       La Iglesia tiene poder sobre las dos puertas de los reinos en conflicto: el Infierno, o la Ciudad de la Muerte y el Reino de los Cielos, o la Ciudad de Dios.  Las puertas del Infierno o la Ciudad de la Muerte, no prevalecerán contra la Iglesia (Mt. 16:18). La Iglesia tiene las llaves que abren la puerta para el Reino de los Cielos, la Ciudad de Dios. La Ciudad de la Muerte tiene puertas para encerrar a los seguidores de Satanás, mientras la Ciudad de Dios tiene puertas para dejar entrar solamente a los que son salvos por Jesús. Cuan alguien confiesa que Jesús es el Mesías, el Hijo del Dios Vivo, en el mismo instante las puertas del Infierno son derribadas para rescatar a la persona de la Ciudad de la Muerte y la puerta de la Ciudad de Dios es abierta para que la persona rescatada entre (Mt. 16:15-19).

14.       El hombre puede tener razón en una ocasión y no tener razón en otra. Pedro recibió la profunda revelación de Dios de que Jesús era el Mesías, el Hijo del Dios Vivo (Mt. 16:13-20), sin embargo, se engañó a respecto de la muerte de Jesús y quedó sujeto a la influencia maligna del Diablo (Mt. 16:21-23).

15.       El seguidor de Jesús que entiende las palabras de Dios pero las rechaza, queda sometido a la influencia del Diablo y perjudica la obra de Jesús. Cuando Pedro entendió las palabras de Jesús sobre su sufrimiento y su muerte pero no aceptó esa posibilidad, quedó bajo la influencia del Diablo y se transformó en una piedra de tropiezo para Jesús (Mt. 16:21-28).

16.       La inspiración satánica siempre trata de conseguir la salvación sin la cruz. Cuando Pedro quiso impedir a Jesús de ir hasta la cruz, él estaba siendo inspirado por Satanás.

17.       La transfiguración fue la única vez, mientras Jesús estaba en la Tierra, que su parte divina se evidenció a través de su cuerpo humano. Su cuerpo humano ocultaba su parte divina para que, cuando las personas mirasen para Él, se pareciera apenas con un hombre común.

18.       La transfiguración confirma el testimonio de la Ley (Moisés) y de los profetas (Elías) de que Jesús era el Mesías esperado, el Hijo del Dios Vivo. Sin embargo, Jesús es mayor que ellos, por ser el Hijo de Dios (Lc. 9:28-35).

19.       Jesús es el Hijo de Dios y es superior a todos los hombres. En la transfiguración, cuando Pedro dijo: “Hagamos tres tiendas, una será tuya, otra para Moisés y otra para Elías”, Pedro estaba sugiriendo la equivalencia entre Cristo, Moisés y Elías. No obstante, la voz de Dios gritó:  “¡Este es mi Hijo!” (Mc. 9:2-8).

20.       Se debe escuchar a Jesús y obedecerlo. Pedro había tratado de orientar a Jesús sobre lo que debía hacer (Mc. 8:31-32; 9:5). Dios le llamó la atención a Pedro: “Este es mi Hijo amado, escúchenlo” (Mc. 9:7). Dios nos exhorta a oír a Cristo. Él es el único Maestro de su Iglesia. En Jesús reside toda la autoridad.

21.       La secuencia de la transfiguración (Mt. 17:1-8) y después la curación del joven (Mt. 17:14-21) enseñan sobre la necesidad del servicio suceder a las experiencias gloriosas con Jesús. La permanencia en el monte del éxtasis sin intentar mejorar la vida de los necesitados en el valle, o viceversa, resultaría en la falta de poder.

22.       El creyente fracasa cuando la fe es pequeña, pues ella es por el poder de Satanás. La razón del fracaso de los discípulos, de la actitud de los escribas, de la enfermedad del niño y de la desesperación del padre, era la incredulidad (Mt. 17:14-20; Mc. 9:18, 29). Para vencer a Satanás, el discípulo necesita de la fe manifestada en oración.  El creyente necesita de un profundo contacto con Dios, por medio de la oración constante.

23.       El discípulo de Jesús que tiene poca fe va a deshonrarlo públicamente, cuando esté en presencia de alguien dominado por Satanás. La falta de fe de los discípulos, cuando estuvieron en presencia del joven endemoniado, deshonró públicamente a Cristo (Mc. 9:14-19).

24.       Jesús respeta la confesión honesta del hombre. Cuando el padre quiso que Jesús curase a su hijo, Jesús le dijo: “Todo es posible al que cree”. El padre respondió: “Yo creo, pero ayúdame en mi falta de fe “ (Mc. 9:23-24).

25.       La falta de poder domina al seguidor de Jesús cuando:

-- solicita la ayuda de los hombres en lugar de buscar a Cristo. El padre buscó a los discípulos en vez de Jesús (Lc. 9:40).

-- actúa sin fe (Mt. 17:17; Lc. 9:41).

-- existe perversidad en el corazón (Lc. 9:41).

-- hay falta de oración (Mc. 9:29).

26.       El creyente preocupado con poder y posición, va a crear disputas, en lugar de percibir verdades espirituales. Mientras los discípulos estaban discutiendo sobre quién sería el más importante, Jesús estaba explicando sobre su muerte y resurrección (Mc. 9:30-37; Lc. 9:43-48).

27.       En el Reino de Dios, Jesús condena la ambición personal, que busca crecer perjudicando a otras personas (Mc. 9:33-37; Lc. 9:46-48).

28.       La grandeza en el reino de Dios es el servicio humilde (Lc. 9:46-47). El servicio, como el de cuidar a un niño (Mc. 9:37), revela el verdadero espíritu de Cristo que todo líder espiritual debe manifestar. El amor es probado por el servicio en favor de los que parecen más insignificantes.

 

PREGUNTAS

 

1.         ¿Por qué los escribas y los fariseos tuvieron choques con Jesús?

2.         ¿Por qué Jesús dijo que el corazón es la fuente del pecado humano?

3.         ¿Quién el pueblo pensaba que era Jesús?

4.         ¿Quién dijo Pedro que era Jesús?

5.         ¿Cuál fue la respuesta de Jesús a la confesión de Pedro?

6.         ¿Cómo fue que Jesús preparó a los discípulos para su muerte y resurrección?

7.         Cuando Pedro reprendió a Jesús, queriendo impedir su muerte, ¿quién lo estaba inspirando?

8.         ¿Qué podemos aprender del hecho de que Pedro confesó que Jesús era el Hijo del Dios Vivo, inspirado por Dios-Padre, y luego después estaba reprendiendo a Jesús, inspirado por Satanás?

9.         ¿Cómo aconteció la transfiguración de Jesús?

10.       En la transfiguración, ¿por qué Moisés y Elías estaban presentes?

11.       ¿Cómo aconteció la curación del joven endemoniado luego después de la transfiguración de Jesús?

12.       ¿Cuál fue la respuesta de Jesús cuando los discípulos desearon saber quién de entre ellos era el más importante?


SEMESTRE DE LA ENTREGA: tres viajes a Jerusalén

EL VIAJE

MINISTERIO EN:

EN JERUSALÉN:

tres Fiestas

 

PERÉA

Relatado por Lucas.

JUDÉA

Relatado por Juan.

 

(Lc. 9:51)

 De Galilea a Jerusalén

Rechazado en Samaria, fue obligado a ir por Perea (Lc. 9:51-62)

 

Fiesta de los Tabernáculos

Después de la fiesta

Lc. 10:1 - 13:21

Jn. 9:1 - 10:20

Jn. 9:1 - 10:20

(Lc. 13:22 - 17:10)

Él enseña caminando para Jerusalén

Lc. 13:22 - 17:10

 

Fiesta de la Dedicación (Jn. 10:22-39)

Después de la fiesta

Nuevamente al otro lado del Jordán (Jn. 10:40)

El viaje imprevisto a Betania (Jn. 11:1-44)

De Betania a Efraín (Jn. 11:54)

 

(Lc. 17:11)

De Efraín a Betania. Él empezó el viaje pasando por Samaria y Galilea (Lc.17:11), con el fin de encontrarse con las mujeres de Galilea (Mc. 15:40-41), que iban con Él a Jerusalén

Lc. 17:11 - 19:10

 

Mt. 19:13 - 20:34

En Betania

Jn. 11:55 - 12:7

Pascua

Mt. 21-27

Mc. 11-15

Lc. 19:19 - 23:54

Jn. 12:12 - 19:42

 

AÑO DE LA PASIÓN SEMESTRE DE LA ENTREGA

Tres viajes a Jerusalén

ACONTECIMIENTOS

MATEO

MARCOS

LUCAS

JUAN

1ª Viaje (Lc. 9:51) De Galilea a Jerusalén

Despedida de Galilea

 

 

 

7:2-13

Rechazado en Samaria

 

 

9:51-62

 

1ª vez en Jerusalén: Fiesta de los Tabernáculos

En medio de la fiesta

 

 

 

7:14-36

Último día de la fiesta

 

 

 

7:37 - 8:59

Después de la fiesta: Curación del ciego y la parábola del Buen Pastor

 

 

 

9:1 - 10:21

Después de la fiesta, ministerio en Perea y Judea (Lc. 10:1 - 13:21

La misión de los 70

 

 

10:1-24

 

Parábola del Buen Samaritano

 

 

10:25-37

 

Marta y María son visitadas

 

 

10:38-41

 

Enseñanza a respecto de la oración

 

 

11:1-13

 

Curación y acusación de blasfemia

12:22-25

 

11:14-26

 

Respuestas al pueblo

 

 

11:27-35

 

Contra los fariseos y legalistas

 

 

11:37-53

 

Enseñanzas y parábolas

 

 

12:1 - 13:11

 

Curación de la mujer encorvada

 

 

13:10-17

 

Parábolas

 

 

13:18-21

 

2ª Viaje (Lc. 13:22-17:10) Jesús enseña caminando a Jerusalén

Enseñanza a los fariseos

 

 

13:23 - 14:24

 

Enseñanza a las multitudes:

— Condiciones para ser discípulo

— Parábolas: perdidos y encontrados

— Parábolas y afirmaciones

 

 

 

 

 

 

14:25-35

15:1-31

16:1-31

 

Enseñanza a sus discípulos

 

 

17:1-10

 

2ª vez en Jerusalén: Fiesta de la Dedicación

En la fiesta de la Dedicación

 

 

 

10:22-39

Después de la Fiesta

Nuevamente al otro lado del Jordán (Perea)

 

 

 

10:40

Interrupción: El viaje imprevisto a Betania y la resurrección de Lázaro

 

 

 

11:1-44

De Betania, fue a Efraín (de la frontera de Judea a Samaria)

 

 

 

11:54

3ª Viaje: De Efraín a Betania. Él empezó su viaje pasando por las provincias de Samaria y Galilea (Lc. 17:11), con el fin de encontrarse con las mujeres de Galilea (Mc. 15:40-41) que subieron con Él a Jerusalén.

Curación de 10 leprosos

 

 

17:11-19

 

Enseñanzas y parábolas

 

 

17:20 - 18:14

 

Jesús bendice a los niños

19:13-15

10:13-16

18:15-17

 

El joven rico

19:16-30

10:17-31

18:18-29

 

Parábola: Los trabajadores de la Viña

20:1-16

 

 

 

Tercer anuncio de su muerte

20:17-19

10:32-34

18:31-34

 

Petición de Juan y Santiago

20:20-28

10:35-45

 

 

Los ciegos de Jericó

20:29-34

10:46-52

18:35-43

 

Jesús y Zaqueo

 

 

19:1-10

 

Parábola: 10 monedas

 

 

19:11-27

 

3ª vez en Jerusalén:  Fiesta de la Pascua (Semana Santa)

 

AGUA VIVA, LA LUZ Y EL BUEN PASTOR

 

TEXTO: Lucas. 9:51-62;

  Juan. 7:14 - 10:42

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            En el año de la popularidad, las multitudes seguían a Jesús, pero empezó un odio creciente de los líderes de los judíos contra Él, por no seguir las tradiciones valorizadas por ellos y por causa de sus afirmaciones de ser el Mesías y tener filiación divina. Mientras los líderes religiosos deseaban su muerte, Él disfrutaba de popularidad entre pueblo.

Cuando el rey Herodes asesinó al profeta amado, Juan el Bautista, el pueblo quedó furioso con él. Después de la multiplicación de los panes y pescados, el pueblo quiso derrocar a Herodes y coronar a Jesús (Juan. 6:15), que rechazó el llamado del pueblo para liderar el movimiento popular, y este fue el punto decisivo para terminar con su popularidad. A partir de aquel momento, muchas personas quedaron decepcionadas y desilusionadas con Él (Jn. 6:60-66).

 

Personas-clave: Jesús, el ciego curado y los fariseos.

 

Lugar-clave: Jerusalén

 

Repeticiones-clave:

- Jesús es rechazado: por los líderes judíos que querían matarlo (Jn. 7:1), por los hermanos (Jn. 7:3-5), por los samaritanos (Lc. 9:51-54), por los fariseos y sacerdotes que mandaron guardas para prender a  Jesús (Jn. 7:32), por los fariseos después de curar al ciego (Jn. 9:16), por los judíos que decían que Jesús estaba dominado por un demonio (Jn. 10:19-20) y por los judíos que querían apedrear a Jesús (Jn. 10:31-39).

- Personas confundidas a respecto de quién era Jesús: durante la Fiesta de los Tabernáculos (Jn. 7:12, 25, 30-31, 40-44; 8:21-30), después de curar al ciego (Jn. 9:16-17; 10:19-21).

- Ciego, ciegos: Jn. 9:1, 2, 6, 13, 17, 18, 19, 20, 24, 25, 32, 39, 40, 41; 10:21.

- Pastor, Buen Pastor: Jn. 10:2, 11, 12, 14, 16.

 

Sentimientos-clave:

- La incredulidad de los hermanos de Jesús para con Él.

- La firmeza y la confianza de Jesús en sus palabras.

- La compasión de Jesús con la mujer sorprendida en adulterio en contraste con la antipatía de Jesús con sus acusadores.

- La firmeza del ciego curado en hablar bien de Jesús.

- La hostilidad y el rechazo de los líderes para con Jesús y el ciego curado; la confusión de los demás al no saber si Jesús era de Dios o del Diablo.

 

Problema- inicial: Los líderes judíos en Judea querían matar a Jesús.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:

Jesús es Rechazado por los Hermanos y por los Samaritanos

— Jesús andaba por Galilea, porque los judíos de Judea querían matarlo (Jn. 7:1).

— Los hermanos de Jesús no creyeron en Él (Jn. 7:2-10).

— De Galilea a Jerusalén; Jesús fue rechazado en Samaria (Lc.9:51-62).

 

Jesús en la Fiesta de los Tabernáculos

— En medio de la Fiesta de los Tabernáculos, hubo discusión a respecto de Jesús (Jn. 7:14-36).

— Jesús dijo que era la fuente del agua de la vida (Jn. 7:37-39).

— El pueblo se dividió a respecto de Jesús. Los guardas enviados para tomarlo preso no lo llevaron (Jn. 7:40-52).

— Jesús y la mujer sorprendida en adulterio (Jn. 8:1-11).

— Jesús dijo ser la luz del mundo (Jn. 8:12).

— Jesús enseñó a respecto de los libres y los esclavos y a respecto de Él y Abraham (Jn. 8:31-59).

 

La Curación del Ciego de Nacimiento

— La curación del ciego (Jn. 9:1-12)

— Los fariseos interrogaron al ciego sanado (Jn. 9:13-34).

— Jesús se reveló al ciego sanado (Jn. 9:35-38).

— Jesús habló de la ceguera espiritual (Jn. 9:39-41).

 

Parábola del Buen Pastor

— Jesús se identificó como el Buen Pastor (Jn. 10:1-21).

— Jesús fue rechazado en Jerusalén (Jn. 10:22-42).

 

Situación- final: Los líderes de los judíos acusaron a Jesús de estar loco y dominado por un demonio, mientras otros decían que un endemoniado no podía abrir los ojos de los ciegos. Sin embargo, mucha gente creyó en Jesús (Jn. 10:19-21, 41-42).

 

NARRATIVA:

 

Jesús es Rechazado por los Hermanos y por los Samaritanos

 

            Jesús estaba en la provincia de Galilea, pues los líderes judíos en Judea, donde queda Jerusalén, querían matarlo (Jn. 7:1).

            Se acercaba la fiesta de los judíos, llamada de los Tabernáculos. Ni siquiera los hermanos de Jesús creyeron en él, sino que los insultaron diciendo: “Sale de aquí y anda a Judea, para que tus discípulos vean tus obras. Nadie actúa a escondidas, cuando quiere ser públicamente conocido. Ya que haces esas cosas, ¡muestra esos prodigios al mundo!”

            Jesús respondió: “El mundo no los odia a ustedes, más a mí, porque doy testimonio que sus obras son malas. Yo no subo para esa fiesta, porque mi tiempo aún no se completó”.

            Habiendo dicho eso, permaneció en Galilea. Cuando sus hermanos subieron para la fiesta también él subió, no en caravana pública, sino escondido (Jn. 7:2-10).

            Jesús resolvió ir a Jerusalén, pasando por Samaria. En una aldea de Samaria, quiso un lugar para hospedarse. Los samaritanos, siempre mal dispuestos para con los judíos, se mostraban particularmente hostiles con los peregrinos que se dirigían a Jerusalén. Los habitantes de allí no quisieron recibir a Jesús, porque vieron que Él estaba yendo a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron eso, dijeron: “¿Quieres que mandemos caer fuego del cielo para acabar con esta gente?”

Jesús los reprendió y, entonces, fueron para otra aldea. Hablando justamente de los samaritanos, Jesús dijo que su misión no era destruir, más salvar las vidas de los hombres. Y de ahí siguieron para otra aldea (Lc.9:51-62).

 

Jesús en la Fiesta de los Tabernáculos

 

            Jesús llegó a Jerusalén para la Fiesta de los Tabernáculos. La fiesta conmemoraba los cuarenta años que los israelitas anduvieron por el desierto y vivieron en tiendas, después de la salida de Egipto hasta la entrada en la tierra prometida (Lv. 23:33-36; Dt. 16:13-15). La fiesta era celebrada juntamente con la cosecha anual. (En nuestro calendario sería octubre.) Para recordase de aquellos cuarenta años sin habitar en casas, los judíos pasaban los ocho días de la Fiesta en tabernáculos hechos con ramas cortadas de los árboles, que eran abundantes en el monte de los Olivos.

Los líderes judíos buscaban a Jesús en la fiesta. En la multitud, había mucha gente hablando a respecto de Jesús. Algunos decían que él era bueno, otros que él engañaba al pueblo, pero nadie hablaba abiertamente, porque todos tenían miedo de los líderes (Jn. 7:10-13).

            Cuando la fiesta ya estaba en la mitad, Jesús fue al Templo y empezó a enseñar. Los judíos quedaron muy admirados y preguntaron cómo es que Jesús sabía tanto sin haber estudiado (Jn. 7:14-15). Otros dijeron que Jesús estaba dominado por un demonio (Jn. 7:20).  Algunos preguntaron: “¿No es este el hombre que están queriendo matar? ¡Él está hablando para todos, y nadie dice nada contra él!” (Jn. 7:25-26).

            Jesús dijo: “Por poco tiempo estoy con ustedes. Después parto para aquél que me envió. Y, entonces, ustedes me buscarán y no me encontrarán porque, para donde voy, ustedes no podrán ir” (Jn. 7:33-34).

            Durante todos los días de la fiesta de los Tabernáculos, un jarro de oro con agua era derramado sobre el altar del sacrificio matinal, como recordación del agua que fluyó de la roca en el desierto. En el último día de la fiesta, Jesús se paró y dijo bien alto: “Si alguien tiene sed, venga a mí y beba. Como dicen las Escrituras Sagradas: 'Ríos de agua de la vida van a salir del corazón de quien cree en mí”. Jesús estaba hablando a respecto del Espíritu Santo, que los que creían en él iban a recibir (Jn 7:37-39).

            El pueblo se dividió por causa de Jesús. Algunos quedaron a favor de él, otros contra (Jn. 7:40-43). Los fariseos y los jefes de los sacerdotes oyeron los comentarios que circulaban entre el pueblo a favor de Jesús, por eso mandaron guardas para tomarlo preso (Jn. 7:32). Los guardas volvieron al lugar donde estaban los jefes de los sacerdotes y los fariseos, sin Jesús. Los líderes preguntaron: “¿Por qué ustedes no lo trajeron?”

            Respondieron los guardas: “¡Nunca nadie nos habló como aquél hombre!”

Los fariseos reprendieron a los guardas: “¿Será que ustedes también fueron engañados? Esta gente no conoce la Ley y está maldita por Dios”.

Nicodemo, aquel que una noche había hablado con Jesús, hizo una defensa muy tímida: “De acuerdo con nuestra Ley, no podemos condenar a un hombre sin oírlo primero y sin saber lo que él hizo”.

Los otros fariseos se enojaron con Nicodemo (Jn. 7:45-52).

            Al día siguiente, Jesús estaba sentado en el patio del Templo, enseñando. Los profesores de la Ley y los fariseos llevaron a Jesús una mujer sorprendida en adulterio y la obligaron a quedarse en pie en medio de todos.

            Ellos dijeron: “Maestro, esta mujer fue sorprendida en flagrante delito de adulterio. De acuerdo con la Ley que Moisés nos dio, esas mujeres deben ser muertas a pedradas. Ahora, ¿qué dices a respecto de eso?”

            Ellos hicieron esa pregunta para sorprender a Jesús en contradicción, pues querían acusarlo. Pero él se curvó y empezó a escribir en el suelo con el dedo. Como ellos continuaron a preguntar, Jesús enderezó el cuerpo y dijo: “¡El que esté sin pecado, que lance la primera piedra en esta mujer!”

            Después se curvó otra vez y continuó a escribir en el suelo. Cuando oyeron lo que él dijo, todos se fueron, uno por uno, empezando por los más ancianos. Quedaron sólo Jesús y la mujer, y ella continuó allí, en pie. Entonces Jesús enderezó el cuerpo y dijo: “Mujer, ¿dónde están ellos? ¿Nadie quedó aquí para condenarte?

            Respondió ella: “Nadie, señor”.

            Le dijo Jesús: “Yo tampoco te condeno. Anda y no peques más” (Jn. 8:1-11).

            En la Fiesta de los Tabernáculos, además de derramar el agua en el altar, encendían enormes lámparas de oro en el Templo, para recordar la columna de fuego en el desierto. Jesús estaba en el Templo cuando dijo: “Yo soy la Luz del Mundo, quien me sigue tendrá la luz de la vida y nunca andará en la oscuridad” (Jn. 8:12).

            Jesús enseñó a los judíos que creen en él: “Si ustedes permanecen en mis palabras, serán de hecho mis seguidores y conocerán la verdad, y la verdad los libertará”.

Ellos respondieron: “Nosotros somos descendientes de Abraham y nunca fuimos esclavos de nadie”.

Jesús respondió: “Quien peca es esclavo del pecado. Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham, sin embargo, no aceptan mis enseñanzas. Ustedes hacen lo que aprendieron con el padre de ustedes”.

“Nuestro padre es Abraham”, respondieron ellos.

Jesús dijo: “Si ustedes fueran de hecho hijos de Abraham, harían lo que él hizo. Ustedes son hijos del Diablo y quieren hacer la voluntad de él. Desde la creación del mundo él fue asesino y nunca estuvo al lado de la verdad porque no hay verdad en él. Cuando el Diablo miente, está apenas haciendo lo que es su costumbre, pues es mentiroso y padre de todas las mentiras” (Jn. 8:31-47).

 

Curación del Ciego de Nacimiento

 

            En un sábado, cuando Jesús iba pasando, vio a un hombre que había nacido ciego. Los discípulos preguntaron a Jesús: “Maestro, ¿por qué este hombre nació ciego? ¿Fue porque él pecó o porque sus padres pecaron?”

            Jesús respondió: “Él no es ciego por causa de sus pecados ni por causa de los pecados de sus padres. Es ciego para que en él se manifiesten las obras de Dios”.

            Después de decir eso, Jesús escupió en el suelo, hizo un poco de barro con la saliva, pasó en los ojos del ciego y dijo: “Anda a lavarte en el tanque de Siloé”.

            El ciego fue, lavó el rostro y volvió viendo. Ora, era sábado el día en que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. Sus vecinos y los que acostumbraban a verlo pedir limosna preguntaban: “¿No es este el ciego que quedaba sentado pidiendo limosna?”

            Él respondió: “Soy yo mismo”.

            Preguntaron: “¿Cómo es que ahora puedes ver?”

            Él respondió: “El hombre llamado Jesús hizo un poco de barro, pasó en mis ojos y dijo: 'Anda al tanque de Siloé y lávate el rostro'. Entonces yo fui, me lavé y estoy viendo”.

            Llevaron a los fariseos el hombre que había sido ciego. Los fariseos le preguntaron cómo él había sido curado, y el ex-ciego contó como sucedió.

            Los fariseos respondieron: “Quien hizo esto no es de Dios, porque no guarda la ley del sábado”.

            Otros preguntaron: “¿Cómo puede un hombre pecador hacer milagros tan grandes?” El pueblo se dividió por causa de eso.

            Los fariseos llamaron a los padres del ciego sanado para verificar si realmente fuera ciego. Los padres confirmaron que él había nacido ciego.

            Los fariseos llamaron al ciego de nuevo y acusaron a Jesús de ser pecador porque había curado en el sábado.

            El ciego respondió: “Si es pecador, no lo sé. Una cosa sé: ¡yo era ciego y ahora veo! Sabemos que Dios no atiende a pecadores. Desde que el mundo existe, nunca se oyó decir que alguien tuviera curado a un ciego de nacimiento. Si ese hombre no fuera enviado por Dios, no podría hacer nada”.

            Los fariseos entonces dijeron: “¿Naciste lleno de pecado y quieres enseñarnos?” Ellos entonces lo expulsaron de la casa de oración (Jn. 9:1-34).

            Jesús supo que habían expulsado al hombre de la casa de oración, lo encontró y le preguntó: “¿Crees en el Hijo del Hombre?”

El hombre preguntó: “¿Quién es él, señor, para que yo pueda creer en él?”

Jesús le respondió: “Estás enfrente a él”.

El hombre exclamó: “¡Creo, señor!” y se postró delante de él (Jn. 9:35).

 

La Parábola del Buen Pastor

 

            Jesús dijo ser el Buen Pastor. En aquel tiempo, muchas de las tierras de Israel eran secas y áridas, y a veces era difícil encontrar pasto para las ovejas. Los pastores tenían que dejar sus hogares y guiar a sus ovejas a lugares distantes, buscando alimento para ellas. A veces los pastores estaban lejos de sus hogares y, cuando caía la noche, tenían que dormir afuera, en los campos o en las montañas, con sus ovejas. Era peligroso, porque había ladrones que intentaban robar a las ovejas, y animales salvajes que las mataban. Entonces, antes de oscurecer, los pastores buscaban una caverna donde las ovejas estuvieran seguras, o preparaban un lugar donde pudieran poner las ovejas en la noche. Los lugares que los pastores construían eran cercados con muros de espinos y piedras. Cuando anochecía, ellos colocaban sus ovejas en el área protegido y se acostaban en la entrada. Cualquiera persona o animal que entrara en el aprisco tendría que pasar por el pastor. Él era como la puerta del aprisco. Había solamente una puerta para el aprisco, y esta era donde el pastor se acostaba.

            Jesús afirmó: “Yo soy la puerta por donde pasan las ovejas. Todos los que vinieron antes de mí son ladrones y asaltantes. Yo soy la Puerta. Las ovejas oyen la voz del pastor y él llama a cada una de sus ovejas por el propio nombre y las conduce para fuera. Habiendo hecho salir todas las que son suyas, camina enfrente a ellas y estas lo siguen, porque conocen su voz. A un extraño, sin embargo, no seguirán, más huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños”.

            Les dijo nuevamente Jesús: “Yo soy la puerta de las ovejas. Quien entrar por mí será salvo. El ladrón solo viene para robar, matar y destruir; más yo vine para que las ovejas tengan vida, y vida completa” (Jn. 10:1-10).

            “Yo soy el Buen Pastor; el buen pastor da la vida por las ovejas. El mercenario, que trabaja solamente por dinero, no es pastor, y las ovejas no son de él. Por eso él abandona a las ovejas. Yo soy el Buen Pastor, conozco a mis ovejas, y ellas me conocen. Yo doy mi vida por mis ovejas” (10:11-19).

            Los líderes judíos acusaron a Jesús de estar loco y dominado por un demonio. Otros decían: “No son de un endemoniado estas palabras; ¿por acaso un demonio puede abrir los ojos a los ciegos?” (Jn. 10:19-21).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         Jesús es tolerante. Él no manifestó ningún deseo de contender con los samaritanos que lo rechazaron (Lc.9:51-55).

2.         El seguidor de Jesús debe tratar bien a aquellos que lo maltratan. Jesús reprendió a los discípulos que deseaban venganza contra los samaritanos que los rechazaron (Lc. 9:51-55). Jesús demostró el amor que predicó (Mt. 5:44).

3.         El creyente no encuentra en Jesús apoyo para el prejuicio racial. Jesús no apoyaba el prejuicio de Juan y Santiago contra los samaritanos (Lc.9:51-55).

4.         Es peligroso tener un tipo de celo por Cristo que se manifiesta contrariamente a la actitud y voluntad de él. El celo que Juan y Santiago sintieron por Cristo se manifestó en el deseo de venganza que fue reprendido por Jesús (Lc.9:55).

5.         Cuando hay falta de investigaciones serias a respecto de las enseñanzas bíblicas, hay controversias y muchas opiniones. Hubo falta de investigación seria por parte de los judíos a respecto de las reivindicaciones mesiánicas de Jesús. El pueblo quedó dividido (Jn. 7:43) y hubo muchas opiniones: hombre bueno (Jn. 7:12), engañador (Jn. 7:12), profeta (Jn. 7:40), endemoniado (Jn. 7:20), hombre valiente (Jn. 7:26), el Cristo (Jn. 7:26), incomparable en la enseñanza (Jn. 7:46).

6.         Jesús debe ser buscado mientras se le puede encontrar. Jesús dijo que los judíos iban a buscarlo y no lo encontrarían (Jn. 7:33-34). En realidad, los judíos dejaron pasar la oportunidad y los no-judíos recibieron la salvación en su lugar (vea Juan 12:20-21, 35-36). Hay el peligro del hombre pecador dejar pasar la oportunidad de recibir la salvación.

7.         Jesús cumplió el significado del milagro en el desierto, cuando Moisés hizo salir agua de la roca. En todos los días de la fiesta de los Tabernáculos, un jarro de oro con agua era derramado sobre el altar del sacrificio matinal, como recuerdo del agua que fluyó de la roca en el desierto. Vea Nm. 20:2-13, Ne. 9:15; Sal. 78:20. Jesús se presentó como la Roca de la cual el agua salvadora fluye (Jn. 7:37-42).

8.         Jesucristo es la fuente del Espíritu Santo y el creyente en Jesús es el canal por el cual escurre el Espíritu. De quien crea en Jesús irán a correr ríos de “Agua Viva”, que quiere decir, el Espíritu Santo (Jn. 7:38-42).

9.         Hay una condición para recibir el Espíritu Santo: tener sed de Jesús (Jn. 7:37).  Mientras los hombres imponen muchas condiciones para que se reciba el Espíritu Santo, Jesús sólo impone una.

10.       Jesús cumplió el significado de la columna de fuego que Dios usó para orientar a los israelitas en el desierto, cuando estaban saliendo de Egipto para la tierra prometida. Jesús se presentó como la Luz del Mundo (Jn. 8:12). En la fiesta de los Tabernáculos, además de derramar agua sobre el altar, de noche se encendían enormes lámparas de oro en el Templo, para recordar la columna de fuego en el desierto.

11.       Los líderes religiosos, envidiosos de los privilegios, de la posición y del poder, son capaces de:

-- unirse a enemigos. Los fariseos y los saduceos que generalmente eran enemigos, se unieron para tomar preso a Jesús (Jn. 7:32);

-- desobedecer la propia Biblia que pretenden exaltar. Los fariseos y sacerdotes pretendían exaltar las Escrituras, sin embargo, desobedecieron a la propia Ley cuando juzgaron a Jesús sin oírlo (Dt. 1:16ss; Juan. 7:50-52).

12.       Jesús ofrece perdón al pecador y no la condenación. Jesús, que nunca pecó (Jn. 8:46), perdonó a la mujer adúltera (Jn. 8:10-11). En la cruz, Jesús tomó los pecados de los pecadores sobre sí mismo (Ro. 8:1, 3).

13.       El perdón de los pecados no es una autorización para pecar. Jesús mandó que la mujer adúltera no pecase más (Jn. 8:11). Vea Ro. 6:1ss.

14.       El ser humano es un pecador: Jesús enseñó sobre el hombre pecador:

-- quien comete pecado es esclavo del pecado (Jn. 8:34);

-- el pecador no reconoce su esclavitud (Jn. 8:33; 9:41);

-- el pecador quiere eliminar a quien habla la verdad a respecto de sus pecados (Jn. 8:40);

-- el pecador se vuelve incapaz de comprender la palabra de Dios (Jn. 8:43);

-- la fuente de satisfacción y de valores del pecador es el Diablo, que introduce los propios deseos: la mentira (Jn. 8:44), el homicidio (Jn. 8:40) y la propia gloria (Jn. 8:50; 5:44);

-- la consecuencia del pecado es la muerte (Jn. 8:51; Ro. 5:12; 6:23).

15.       Jesús es la solución de los problemas de nacimiento. La curación del ciego solucionó un problema que venía desde el nacimiento (Jn. 9:1-7). El pecado también es un problema de nacimiento.

16.       Algunas enfermedades son resultado del pecado, pero no toda enfermedad lo es. El ciego desde su nacimiento, no estaba ciego como resultado de pecado (Jn. 9:3).

17.       Todas las personas tienen que responder a la pregunta: “ ¿Qué piensa usted de Jesús?” La pregunta que fue hecha al ex -ciego (Jn. 9:17) es una pregunta que todos tendrán que responder.

18.       En el encuentro de los fariseos con el hombre que había sido ciego, se puede ver el proceso del endurecimiento del corazón:

-- empieza con el prejuicio de Jesús (Jn. 9:16);

-- continúa con la incredulidad frente a los hechos (Jn. 9:18);

-- atribuyen pecado a Jesús (Jn. 9:24);

-- cierran los oídos, se niegan a escuchar a Jesús (Jn. 9:27);

-- hacen injurias contra quien confiesa a Jesús (Jn. 9:28);

-- se niegan a aprender de quien dice la verdad (Jn. 9:34);

-- expulsan a los que no están de acuerdo con ellos (Jn. 9:34).

19.       Había un contraste entre los líderes religiosos, que eran falsos profetas, y Jesús. Los falsos profetas expulsaron al creyente en Jesús (Jn. 9:34). Sin embargo, Jesús lo aceptó, acogiéndolo en su rebaño (Jn. 10:16) y transformándolo en una de sus ovejas (Jn. 10:3-4, 14).

20.       Jesucristo es el único Salvador. Jesús es la Única Puerta (Jn. 10:7-9). Él es el único medio de acceso a Dios (Mt. 7:13, 14; Jn. 14:6).  Tal como los pastores de las ovejas hacían solamente una puerta para el corral, Jesús es la única puerta para el refugio de Dios, donde hay vida eterna. En el Antiguo Testamento, en la época del diluvio, Noé construyó solamente un arca y puso solamente una puerta en ella.

21.       Religiones que no presentan a Jesús como único Salvador, son religiones falsas (Jn. 10:8). Satanás usa muchos trucos para que otras religiones parezcan buenas, pero el fin de todas ellas es la muerte, la separación eterna de Dios, en el fuego, donde Satanás será lanzado.

22.       Jesús es el Buen Pastor (Jn. 10:10-11) que cumple las promesas divinas encontradas en Sal. 23; 78:70-72; Ez. 34:23; Zac. 11:4-14.

23.       Jesús es el Buen Pastor (Jn. 10:10-11). Él era como un pastor que amaba tanto a sus ovejas que moriría por ellas, para salvarlas de los ladrones o de los animales salvajes que intentaban matarlas.

24.       Como pastor, la obra de Jesús tiene muchos aspectos:

1º         Él es el “ Buen Pastor” que da su vida por las ovejas (Jn. 10:11).

2º         Él es “la Puerta” por la cual si alguien entrar, será salvo (Jn. 10:9).

3º         Él es el Pastor que conoce bien a cada oveja, hasta las conoce a cada una por su propio nombre (Jn. 10:3, 14-15).

4º         Él es el Pastor que guía, yendo adelante para mostrar el camino que las ovejas deben seguir (Jn. 10:4).

5º         Él es el Pastor que guarda y protege a sus ovejas. Nadie las arrebatará de su mano (Jn. 10:27-28).

6º         Él es el “Gran Pastor del rebaño”. Él se transformó en el verdadero Pastor del rebaño por causa de su muerte. El objetivo del Gran Pastor es perfeccionarnos en todo, para que cumplamos la voluntad de Dios (He. 13:20-21).

7º         Él es el “Sumo Pastor”, que vendrá en gloria para distribuir las coronas de la recompensa a los pastores fieles (1 P. 5:4).          

25.       Hay tres tipos de líderes espirituales:

-- el pastor (Jn. 10:10-11). Él ama a sus ovejas y está dispuesto a dar su vida para protegerlas.

-- el mercenario (Jn. 10:12). El mercenario trabaja solamente por dinero. Él hace algún bien a las ovejas, llevándolas donde hay agua y comida. Él mismo no las maltrata, pero no arriesga su vida para salvarlas. Cuando viene un lobo, él puede quedarse de lejos lanzando piedras, pero no va a ponerse entre las ovejas y el lobo, arriesgando su vida. Aunque el mercenario no maltrate a las ovejas, él deja que el lobo o el ladrón las ataque.

-- el lobo o el ladrón (Jn. 10:8, 12). El lobo o ladrón es un falso profeta que va a atacar y maltratar a las ovejas para obtener ventajas para sí mismo.

 

PREGUNTAS

 

1.         ¿Qué podemos aprender del acontecimiento cuando los samaritanos rechazaron a Jesús, cuando Santiago y Juan quisieron pedir fuego del cielo para consumir a los samaritanos, en lo que se refiere al peligro de velar por Él de una forma vengativa?

2.         En la Fiesta de los Tabernáculos, Jesús hizo dos afirmaciones, diciendo ser: el “Agua de la Vida y la “Luz del Mundo”. ¿Cuál sería el significado de estas afirmaciones en la celebración, cuando los judíos recordaban los cuarenta años que pasaron en el desierto, saliendo de Egipto y yendo para la tierra prometida?

3.         En la Fiesta de los Tabernáculos, los fariseos mandaron a los guardas que tomaran preso a Jesús. ¿Por qué no lo llevaron preso?

4.         ¿Cuál fue la reacción de Jesús cuando los líderes religiosos le llevaron a la mujer sorprendida en adulterio?

5.         ¿Cómo fue que el pueblo se dividió a respecto de Jesús?

6.         ¿Cuáles fueron algunas afirmaciones duras que Jesús hizo contra los líderes religiosos en la Fiesta de los Tabernáculos?

7.         ¿Cómo se realizó la curación del hombre que había nacido ciego?

8.         ¿Cuál fue el problema que los fariseos tuvieron con la curación del hombre que había nacido ciego?

9.         ¿Cómo fue que Jesús usó la comparación de la relación de las ovejas con su pastor, para enseñar sobre su relación con sus seguidores?

10.       Cuando Jesús dijo que Él es el Buen Pastor, hizo una comparación con los ladrones, asaltantes, lobos y mercenarios. ¿A quiénes ellos representan?


JESÚS ENSEÑA EN EL CAMINO PARA JERUSALÉN,
MIENTRAS LAS ACUSACIONES SE AGRAVAN

 

TEXTO: Mateo. 12:22-32;

  Lucas. 10:1-37; 11:14-23; 15:1-31

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            El segundo año del ministerio de Jesús terminó con la muerte de Juan el Bautista, que fue asesinado por el Rey Herodes. El pueblo quedó furioso con él. Después de la multiplicación de los panes y de los peces, el pueblo quiso derrocar a Herodes y coronar a Jesús (Jn. 6:15). Jesús se negó a escuchar al pueblo para encabezar el movimiento popular y este fue el punto decisivo que terminó con su popularidad. Desde ese momento, muchas personas quedaron decepcionadas y desilusionadas con Él (Jn. 6:60-66).

            El tercer año del ministerio de Jesús es llamado año de la pasión. Ese año es dividido en dos semestres. Está el semestre de las retiradas, cuando Jesús se retiró tres veces, buscando estar a solas con los discípulos, para un período de instrucción especial a los doce. El segundo semestre es llamado semestre de la entrega. En ese período Él hizo tres viajes a Jerusalén para participar de tres fiestas religiosas. En el primer viaje, Él fue a la Fiesta de los Tabernáculos, en la cual declaró ser el Agua de la Vida y la Luz del Mundo. Después de la fiesta, estando todavía en Jerusalén, Él curó a un hombre ciego desde su nacimiento, en un sábado y eso creó un gran conflicto con los fariseos. El ex -ciego testificó de Jesús y lo expulsaron de la casa de oración. Jesús declaró ser el Buen Pastor.

 

Personajes-clave: Jesús y los fariseos

 

Lugares-clave: Perea, Judea y el camino para Jerusalén.

 

Repeticiones-clave

- Jesús contó parábolas para responder a las personas que hicieron acusaciones contra Él: el Buen Samaritano (Lc. 10:25-37), y tres parábolas de cosas perdidas y encontradas (Lc. 15:1-31).

- Jesús es acusado de expulsar demonios con el poder de Belcebú (Mt. 12:23-25; Lc. 11:14-15) y de juntarse con gente de mala fama (Lc. 15:1-2).

- Demonios:  los setenta dijeron que hasta los demonios les obedecían (Lc. 10:17) y Jesús les respondió que eso no era motivo para alegrarse (Lc. 10:18-20); Jesús curó a un ciego y mudo endemoniado (Mt. 12:22), los fariseos dijeron que Jesús expulsaba demonios con el poder de Belcebú (Mt. 12:23-25; Lc. 11: 14-15), Jesús desmintió las acusaciones, pues si Satanás expulsaba a Satanás, estaba dividido contra sí mismo y Él afirmó que fue el Espíritu de Dios quien le dio poder para expulsar demonios (Mt. 12:25-29; Lc. 11:18-22).

 

Sentimientos-clave

- La seriedad de Jesús cuando orientó a los setenta antes de enviarlos. La alegría de los setenta cuando volvieron.

- La hipocresía del profesor cuando preguntó qué se debe hacer para conseguir la vida eterna. Después, cuando respondió a su propia pregunta quiso justificarse preguntando quién era su prójimo. Jesús contó una parábola, bien serio, pero de una forma agradable.

- El odio de los fariseos contra Jesús cuando dijeron que Él expulsaba demonios con el poder de Belcebú. La firmeza de Jesús cuando respondió, desmintiendo las acusaciones.

- La hostilidad de los líderes cuando acusaron a Jesús de juntarse con pecadores.

- La serenidad y encanto de Jesús cuando contestó contando tres parábolas.

- La alegría de Dios al ver un pecador arrepentido.

 

Problema-inicial: Jesús escogió a setenta de sus seguidores y los mandó de dos en dos, antes de Él, a todos los lugares por donde Él pretendía pasar.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:  

La Misión de los Setenta

-- Jesús escogió a setenta de sus seguidores, los orientó y los envió de dos en dos (Lc. 10:1-12).

-- Los setenta volvieron y dijeron: “¡Hasta los demonios nos obedecen cuando hablamos en tu nombre!” (Lc. 10:17).

-- Jesús les contestó: “No se alegren porque los espíritus malignos les obedecen, y sí, porque los nombres de ustedes están escritos en el cielo” (Lc. 10:18-20).

-- Jesús dio gracias a Dios (Lc. 10:21-24).

 

La Parábola del Buen Samaritano

-- La parábola del Buen Samaritano (Lc. 10:25-37).

 

Curación y Acusación de Blasfemia

-- Jesús curó a un ciego y mudo endemoniado (Mt. 12:22).

-- La multitud quedó admirada con la curación del ciego, pero los fariseos dijeron que Jesús expulsaba demonios con el poder de Belcebú (Mt. 12:23-25; Lc. 11:14-15).

-- Jesús desmintió las acusaciones de los fariseos (Mt. 12:25-29; Lc. 11:17-23).

-- Jesús dijo que quien no está a favor de Él, está contra Él (Mt. 12:30).

-- Jesús los acusó de blasfemar contra el Espíritu Santo (Mt. 12:30-32; Mc. 3:28-30).

-- Jesús dijo que le sería dada al pueblo la señal de Jonás (Lc. 11:29).

 

Parábolas: Perdidos y Encontrados

-- Jesús, acusado de juntarse con gente de mala fama, respondió con tres parábolas de cosas perdidas y encontradas: la oveja (Lc. 15:1-7), la moneda (Lc. 15:8-10) y el hijo (Lc. 15:11-31).

 

Situación-final: Jesús fue acusado de juntarse con gente de mala fama y respondió con tres parábolas de cosas perdidas y encontradas, para explicar la alegría que Dios siente al ver un pecador arrepentido (Lc. 15:1-31).

 

NARRATIVA:

 

            Después de la Fiesta de los Tabernáculos, Jesús salió de Jerusalén para ir a realizar la obra en Perea y Judea.

 

La Misión de los Setenta

 

            Jesús escogió a otros setenta de sus seguidores y los envió, dos a dos, para que fueran delante de Él a cada ciudad y lugar por donde Él pretendía pasar.

            Antes de enviarlos, Jesús los orientó: “Hay una gran cosecha para ser hecha, pero los trabajadores son pocos. Pidan al Señor de la cosecha que mande trabajadores para hacer la cosecha. Yo los estoy mandando a ustedes como a ovejas para el medio de los lobos. Cualquier casa en que entren, digan primero: “Paz a esta casa!” Y si allá hay un hombre de paz, su paz irá a descansar sobre él; si no, volverá para ustedes. Quédense en esa casa, coman y beban de lo que tengan, pues el trabajador es digno de su sueldo. Cuando entren en una ciudad y sean bien recibidos, coman de lo que ellos les den. Sanan a los enfermos de esa ciudad y digan al pueblo del lugar: ´El Reino de Dios llegó hasta ustedes. Pero cuando entren en una ciudad y no sean bien recibidos, sacudan el polvo de los pies a la salida de la ciudad. Yo afirmo que, en el Día del Juicio, ¡Dios juzgará con más rigor a esta ciudad que a la ciudad de Sodoma!” (Lc. 10:1-12).

            Los setenta volvieron alegres y dijeron a Jesús: “¡Hasta los demonios nos obedecían cuando, en nombre del Señor, mandábamos que salieran de las personas!”

            Jesús contestó: “Sí, pues vi a Satanás caer del cielo como un rayo. Les di a ustedes el poder de dominar a serpientes y escorpiones y para vencer todas las fuerzas del enemigo. Sin embargo, no se alegren porque los espíritus malignos les obedecen. Alégrense, eso sí, porque los nombres de ustedes están escritos en el cielo” Jesús le dio gracias a Dios porque había mostrado a los que no son instruidos lo que había escondido de los sabios y de los instruidos (Lc. 10:17-24).

 

Parábola del Buen Samaritano

 

            Un profesor de la Ley, queriendo sorprender a Jesús en alguna contradicción, le preguntó: “Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?”

            Jesús le respondió con una pregunta: ¿Qué dicen las Escrituras Sagradas a ese respecto?”

            El hombre contestó: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas las fuerzas y con toda la inteligencia. Y ama a tu prójimo como a ti mismo”.

            Le dijo Jesús: “Tu respuesta está correcta. Haz esto y tendrás la vida eterna”.

            El profesor, queriendo justificarse por haber hecho la pregunta cuando ya sabía la respuesta, dijo: “Pero, ¿quién es mi prójimo?” (Lc. 10:25-29).

            Jesús le respondió al profesor con una parábola: “Un hombre estaba bajando de Jerusalén para la ciudad de Jericó. En el camino, fue atacado por ladrones que le sacaron la ropa, le pegaron y lo dejaron casi muerto. Por casualidad, un sacerdote estaba descendiendo por el mismo camino. Cuando vio al hombre, pasó por el otro lado de la carretera. También un levita, auxiliar del Templo, pasó por allí. Vio al hombre caído y pasó por el otro lado del camino. Pero, un samaritano, que consideraba a los judíos como sus enemigos tradicionales y también era despreciado por ellos, estaba viajando por ese camino y llegó hasta allí. Cuando vio al hombre caído en el suelo, tuvo mucha pena de él. Se acercó a la víctima y le hizo algunas curaciones, poniéndole aceite de oliva y vino en las heridas. Después de eso, colocó al hombre en su propio animal y lo llevó para una pensión, donde lo cuidó. Al día siguiente, entregó dos monedas de plata al dueño de la pensión, diciendo: “Cuídalo. A la vuelta, cuando yo pase por aquí, te pagaré lo que hayas gastado a más con él”.

            Entonces Jesús le preguntó al profesor de la Ley: “En tu opinión, ¿cuál de esos tres fue el prójimo del hombre asaltado?

            El profesor contestó: “El que usó de misericordia para con él”.

            Dijo Jesús: “Pues anda y haz tú lo mismo” (Lc. 10:30-37).

 

Curación y Acusación de Blasfemia

 

            Jesús expulsó de un hombre a un espíritu maligno, que no lo dejaba hablar. Cuando el demonio salió, el hombre empezó a hablar. La multitud quedó admirada, pero los fariseos dijeron que Jesús expulsaba a los demonios con el poder de Belcebú, el jefe de los demonios (Mt. 12:22-24; Mc. 3:22; Lc. 11:14-15).

            Jesús desmintió las acusaciones de hacer milagros con el poder de Satanás citando varias parábolas. El país que se divide en grupos que luchan unos contra otros, con seguridad será destruido. La ciudad o familia que se divide en grupos que luchan unos contra otros, también serán destruidas. Pues si Satanás expulsa a Satanás, está dividido contra sí mismo. Si el reino de Satanás tiene grupos que luchan entre sí mismos, no continuará a existir. Jesús afirmó que fue el Espíritu de Dios quien le dio poder para expulsar a los demonios, y eso prueba que el Reino de Dios ya llegó. Jesús dijo que cuando un hombre valiente y bien armado guarda su propia casa, todo lo que tiene está seguro. Un hombre con más fuerza tiene que atacarlo, vencerlo y amarrarlo. Solamente así podrá llevarse lo que él tiene en casa. (Mt. 12:25-29; Mc. 3: 23-27; Lc. 11:18-22).

            Jesús acusó a los fariseos de blasfemar contra el Espíritu Santo, cuando dijeron que Él había expulsado los demonios con el poder de Belcebú. Él afirmó que los pecados que las personas cometen o las blasfemias contra dios podrán ser perdonados, pero las blasfemias contra el Espíritu Santo nunca serán perdonadas, porque la culpa de ese pecado dura para siempre (Mt. 12:31-32; Mc. 3:28-30).

            Jesús dijo que quien no está a favor de Él está contra Él; y que quien no lo ayuda a juntar, desparrama (Mt. 12:30).

            Algunos profesores de la Ley y fariseos le pidieron a Jesús una señal o una prueba de su divinidad. Jesús les respondió: “Esta generación es una generación perversa; busca una señal, pero ninguna señal le será dada, excepto la señal de Jonás. Así como Jonás fue una señal para los ninivitas, también el Hijo del Hombre será una señal para esta generación. De la misma manera que Jonás estuvo tres días y tres noches dentro de un pez, así también yo estaré tres días y tres noches en el corazón de la tierra” (Mt. 12:38-41; Lc. 11:29-30).

 

Parábolas: Perdidos y Encontrados

 

            Una vez, muchos cobradores de impuestos y otras personas despreciadas por la sociedad se acercaron a Jesús para escucharlo. Los fariseos y los profesores de la Ley acusaron a Jesús de juntarse con gente de mala fama, de recibir a los pecadores y comer con ellos (Lc. 15:1-2). Jesús les respondió con tres parábolas de cosas perdidas y encontradas (Lc. 15:1-31).

            Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿por acaso no va a buscarla? Seguramente deja las otras noventa y nueve en un campo y sale a buscar la que se perdió hasta encontrarla. Cuando la encuentra, queda muy contento e invita a los amigos y vecinos para celebrar con él. De la misma manera, va a haber más alegría en el cielo por un solo pecador que se arrepiente que por noventa y nueve de buena fama que no necesitan arrepentirse (Lc. 15:1-7).

            Si una mujer que tiene diez monedas de plata pierde una, ¿va a buscarla, no es verdad? Va a barrer la casa y a buscar con mucho cuidado hasta encontrarla. Cuando la encuentra, invita a las amigas y vecinas para alegrarse con ella porque encontró la moneda perdida. De la misma manera, los ángeles de Dios se alegrarán por causa de un solo pecador que se arrepiente (Lc. 15:8-10).

            Un hombre tenía dos hijos. El más joven insistió con su padre: “Padre, quiero ahora mi parte de la herencia”.

            El padre repartió los bienes entre los dos. Algunos días después, el hijo más joven juntó todo lo que era de él y se fue a un país distante. Allí vivió una vida llena de pecado y desperdició toda la herencia que había recibido.

            Después de gastar todo, hubo una gran hambre en ese país, y el joven empezó a pasar necesidad. Entonces buscó a uno de los habitantes de esa tierra y le pidió ayuda. Este lo mandó para su hacienda, para cuidar de los puercos. El hambre del joven era tanta que le daban deseos de comer de la comida que los puercos comían, pero ni siquiera eso le daban.

            Volviendo en sí, pensó: “¡Cuántos trabajadores de mi padre tienen comida en abundancia y yo estoy aquí muriéndome de hambre! Voy a volver para la casa de mi padre y voy a decirle: Padre, pequé contra Dios y contra ti. No merezco más ser llamado tu hijo. Acéptame como uno de tus empleados”.

            Entonces, salió de allí y volvió para la casa de su padre. Cuando todavía estaba lejos de la casa, el padre lo vio, se llenó de compasión, corrió y lo abrazó, cubriéndolo de besos. El hijo entonces dijo: “Padre, pequé contra Dios y contra ti y no merezco más ser llamado tu hijo”.

            El padre, sin embargo, dirigiéndose a sus empleados, les ordenó: “¡Rápido! Traigan la mejor ropa y póngansela. Pónganle un anillo y sandalias. También traigan y maten un becerro gordo. ¡Comamos y festejemos, porque este hijo mío estaba muerto y revivió, estaba perdido y fue encontrado!”

            Empezaron la fiesta. Cuando el hijo mayor volvió del campo para la casa y oyó la música y el ruido de la danza quedó con mucha rabia y no quiso entrar en casa. El padre salió afuera e insistió para que entrara. Pero él le contestó: “Padre, hace tantos años trabajo como un esclavo para ti y nuca desobedecí a ninguna orden tuya. Aun así, nunca me diste ni siquiera un cabrito para festejar con mis amigos. Pero ese tu hijo, desperdició todo lo que era tuyo, gastándolo con rameras. ¡Él ahora vuelve, y mandas matar un becerro gordo!”

            El padre respondió: “Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo que es mío es tuyo. Era necesario que festejásemos y nos alegrásemos pues este tu hermano estaba muerto y volvió a vivir; estaba perdido y fue reencontrado” (Lc. 15:11-31).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         El enviado por Jesús depende de la protección del Omnipotente Pastor, en una misión en territorio enemigo. El enviado es como un cordero en el medio de lobos (Lc. 10:3). El cordero, en medio de los lobos, sólo tiene protección si el pastor es muy bueno.

2.         El predicador del Evangelio merece recibir de sus oyentes un salario digno (Lc. 10:7; 1 Ti 5:18).

3.         El verdadero motivo de alegría es tener certeza de la Vida Eterna, que el seguidor de Jesús tiene por Dios haber anotado su nombre en los cielos (Lc. 10:17).

4.         El religioso que practica la auto-justificación se encierra para aprender de Jesús. El fariseo que quiso justificarse no estaba dispuesto a aprender de Jesús (Lc. 10:29). La auto-justificación practicada por el fariseo que fue al Templo a orar fue rechazada (Lc. 18:9-14). En la parábola del Buen Samaritano, los que practicaban la auto-justificación no practicaban el amor de Dios (Lc. 10:25-37). La justicia del sacerdote, que representa la suprema autoridad religiosa, y la del levita, relacionado con el servicio de Dios, omitieron el amor de Dios y pasaron de largo del prójimo con necesidades.

5.         La parábola del Buen Samaritano muestra tres actitudes a respecto de los bienes (Lc. 10:25-37):

— el ladrón: lo que es tuyo es mío y lo voy a tomar;

— el sacerdote y el levita: lo que es mío es mío y lo voy a guardar;

— el samaritano: lo que es mío es tuyo y lo voy a compartir.

6.         La actividad religiosa no puede ser igualada a servir a Dios. La religiosidad que no practica la bondad es reprobada por Jesús. En la parábola del buena samaritano, la religión del sacerdote y la del levita, que eran bien activos en la religión judía, son ejemplos negativos (Lc. 10:25-37).

7.         Nuestro prójimo es cualquier persona que tiene necesidades, cuando tenemos condiciones de ayudar. En la parábola del buen samaritano (Lc. 10:25-37), Jesús nos enseña que nuestro prójimo es quien tiene necesidad y puede ser alguien fuera de nuestro grupo, raza o religión.

8.         La persona con prejuicios raciales puede no percibir virtudes en el pueblo odiado o defectos en su propio grupo. En la parábola del buen samaritano (Lc. 10:29-37), del lado de los judíos estaban el sacerdote y el levita, personas obligadas a observar la ley de la caridad; y del otro, el samaritano, extranjero y hereje, del cual, normalmente, no se esperaba una actitud bondadosa, sino odio.

9.         El líder religioso que se niega a seguir a Jesús, porque desea proteger los privilegios de ser líder, va a luchar contra el propio Jesús. Los fariseos, frustrados por el hecho del pueblo estar dejando de oírlos para seguir a Jesús, lo acusaron de estar endemoniado (Mt. 12:22).

10.       Los espíritus no tienen el derecho de controlar a una persona. Sólo Dios debe reinar sobre todos. Jesús tiene el poder de expulsar a los demonios y tomar su lugar (Mt. 12:29; Lc. 11:21-22).

11.       Jesús, el Todopoderoso: tiene todo el poder sobre Satanás y sus demonios. Mientras Satanás es fuerte, Jesús es todavía más fuerte y puede expulsar demonios, porque tuvo fuerza para dominar a Satanás y quitarle de su poder las personas endemoniadas (Mt. 12:29; Lc. 11:21-22). El Diablo es valiente y guarda muy bien lo que él domina, hasta la llegada del Señor, que tiene poder para destruirlo y rescatar a la humanidad. (Vea Col. 1:13; 2:15; He. 2:14.)

12.       El pecador que blasfema contra el Espíritu Santo no tiene más capacidad de reconocer o distinguir entre lo divino y lo diabólico. El pecado de blasfemar contra el Espíritu Santo consistía en atribuir a Satanás obras que eran de Jesús y del Espíritu (Mt. 12:22-32; Lc. 11:14-23). Los fariseos rechazaran las pruebas más claras de que los milagros de Jesús fueron hechos por el poder del Espíritu Santo y representaban el poder de Dios, de manera que el mensaje de Jesús era confirmado por el cielo. Cuando ellos alegaron que Jesús y sus milagros pertenecían al Diablo, cometieron la locura de apostatar deliberadamente. Esta negación de la verdad obvia fue una señal del endurecimiento completo, a punto de no existir ninguna esperanza de arrepentimiento y conversión.

13.       Quien no sirve a Cristo está sirviendo al Diablo (Mt. 12:30). Hay una guerra de Jesucristo contra Satanás, en la cual la neutralidad es imposible. Alguien está al lado de Jesús o está luchando contra Él.

14.       Aquellos que dependen de milagros para creer en Jesús son llamados de malos por Él. “Esta generación es una generación mala; busca una señal” (Mt. 12:38-41; Lc. 11:29-30).

15.       A semejanza de Jonás, que fue una señal para los ninivitas, la resurrección de Jesús, también, se tornó una señal. Del mismo modo que Jonás estuvo tres días y tres noches dentro de un pescado, Jesús se quedó tres días y tres noches en el corazón de la tierra (Mt. 12:38-41; Lc. 11:29-30). Dios dio a varios líderes de Israel señales que probaron ser su misión de parte de Dios: para Moisés, Dios envió el maná; para Josué, Dios hizo parar el Sol y la Luna; para Samuel, envió truenos de un cielo limpio y sin tempestades; para Elías, mandó fuego del cielo; para Isaías hizo retroceder la sombra del reloj de Sol. Para confirmar la obra de Jesús, Dios lo resucitó después de pasar tres días dentro de la tierra.

16.       El religioso que usa su religión como motivo de evitar contacto con personas que practican maldad no sigue el ejemplo de Jesús. Jesús no sólo recibió a pecadores, más los buscaba diligentemente, no para participar de su pecado, más para ofrecer liberación (Lc. 15:1-2).

17.       Las tres parábolas de Lc. 15:1-31 enseñan sobre la urgencia de buscar al pecador perdido y que el regreso de los perdidos para Dios trae alegría a Su corazón.

18.       Volver para Dios Padre consiste en:

1º         arrepentimiento; sentir vergüenza del pecado del pasado (Lc. 15:18);

2º         confesión del pecado (Lc. 15:18, 21);

3º         una entrega total a Dios, para depender sólo de Su misericordia y no del merecimiento propio (Lc. 15:19, 21);

4º         cambio de actitudes y acción: quien dejó a su Padre volvió para él (Lc. 15:13, 20);

5º         fe manifestada en la confianza que el hijo tuvo en el padre (Lc. 15:20).

19.       Dios está con prisa de recibir al pecador arrepentido. El padre, en la parábola del hijo pródigo, representa a Dios Padre (Lc. 15:11-32). La única vez que la Biblia muestra a Dios con prisa es cuando el padre del hijo pródigo corre para encontrar al hijo arrepentido (Lc. 15:20).

20.       El religioso que no recibe con alegría al pecador arrepentido, está lejos de dios. El hijo mayor representa a los judíos, que eran religiosos pero no comprendían la gracia divina y el amor por el pecador (Lc. 15:25-32). El hijo mayor se indignó, en contraste con la alegría del padre.

21.       La evangelización exige salir en busca de los perdidos, así como el pastor buscó a la oveja que se perdió (Lc. 15:4) y la mujer que buscó con todo cuidado la moneda perdida (Lc. 15:8).

22.       Los padres que tienen un hijo rebelde pueden aprender del padre del Hijo Pródigo lecciones de cómo enfrentar el problema:

1º         El padre de un hijo rebelde no debe protegerlo de las consecuencias de sus pecados. El padre dejó al hijo llegar al punto de tener que cuidar de puercos (15:15).

2º         El padre no debe financiar los vicios del hijo. El padre no quedó mandando dinero para que el hijo gastara.

3º         El padre debe dejar la puerta abierta para recibir al hijo de vuelta cuando él se arrepienta.

 

PREGUNTAS

 

1.         ¿Cuál fue la misión que Jesús dio a sus setenta seguidores?

2.         ¿Qué llevó a Jesús a contar la parábola del Buen Samaritano?

3.         ¿Cuál es la principal lección de la parábola del Buen Samaritano?

4.         ¿Cómo fue que los fariseos blasfemaron contra el Espíritu Santo?

5.         ¿Cómo Jesús respondió a los acusadores que dijeron que Él estaba endemoniado?

6.         ¿Por qué en la guerra entre Jesús y el Diablo la neutralidad es imposible?

7.         Cuando Jesús fue acusado de juntarse con gente de mala fama, ¿cuál fue su respuesta?

8.         ¿Qué tienen en común las tres parábolas de cosas perdidas y encontradas?

9.         ¿Qué nos enseña sobre Dios Padre la parábola del Hijo Pródigo?

10.       ¿Qué podemos aprender con los dos hermanos de la parábola del Hijo Pródigo?


JESÚS CON MARTA, MARÍA Y LÁZARO

 

 

TEXTO: Lucas. 10:38-42; Juan. 11:1-12:7;

  Mateo. 26:6-13; Marcos. 14:3-9

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            El tercer año del ministerio de Jesús es llamado año de la pasión. Ese año es dividido en dos semestres. El primero es el semestre de las retiradas, cuando Jesús hizo tres retiradas, buscando estar a solas con los discípulos, para un período de instrucción especial a los doce. Y el segundo, el semestre de la entrega. En ese semestre, Él hizo tres viajes a Jerusalén para participar de tres fiestas religiosas. También hizo tres visitas a una familia muy querida: Marta. María y Lázaro

 

Personajes-clave: Jesús, Marta, María y Lázaro

 

Lugar-clave: Betania

 

Repeticiones-clave

- Los nombres de Marta, María y Lázaro son repetidos.

- Marta quedaba preocupada con el trabajo práctico. Cuando Jesús visitó la casa de Marta, ella estaba ocupada con todo el trabajo de la casa (Lc. 10:40), Jesús fue al sepulcro donde estaba Lázaro y ordenó:   “!Retiren la Piedra!” Marta respondió: “!Señor, él está oliendo mal!”(Jn. 11:38-39). Fue preparada una cena en la casa de Lázaro y Marta  ayudó a servir (Jn. 12:1-2).

- María no se interesaba por el trabajo práctico o bienes materiales. Cuando Jesús visitó la casa de Marta, María se sentó a los pies de Jesús para escuchar lo que Él enseñaba (Lc. 10:39); en la cena en la casa de Lázaro, María derramó en los pies de Jesús un frasco lleno de perfume, y le secó los pies con sus propios cabellos (Mt. 26:6-7; Mc. 14:3; Jo. 12:3).

- María fue criticada: por Marta (Lc. 10:40), por los discípulos (Jn. 12:4-6).

- Los judíos querían matar a Jesús (Jn. 10:40; 11:49-55; 12:9).

- Resucitar, resurrección (muchas veces en Jn. 11 y 12).

 

Sentimientos-clave:

- La ansiedad de Marta con el trabajo práctico en contraste con el interés de María en escuchar a Jesús.

- La tristeza de María y Marta cuando Lázaro murió y la decepción de ellas por Jesús no haber evitado la muerte de su hermano.

- La tristeza de Jesús con la muerte de Lázaro.

- El miedo y la desesperación de los líderes de los judíos cuando supieron de la resurrección de Lázaro.

- La alegría de Marta y María cuando ofrecieron una cena para Jesús. El escándalo mostrado por los discípulos por causa de lo que consideraron un desperdicio de María al ungir a Jesús con perfume.

 

Problema-inicial: Jesús entró en la aldea de Betania donde una mujer llamada Marta lo hospedó en su casa. Su hermana, llamada María, se sentó a los pies de Jesús y escuchaba sus enseñanzas.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:  

Marta y María Visitadas

— Marta y María fueron visitadas (Lc. 10:38).

— María se sentó a los pies de Jesús para oír lo que Él enseñaba (Lc. 10:39).

— Marta estaba ocupada con todo el trabajo de la  casa (Lc. 10:40).

— Marta se quejó porque María la dejó con todo el trabajo de la casa (Lc. 10:40).

— Jesús respondió: “Marta, Marta, estás ocupada y ajetreada con tantas cosas, pero apenas una es necesaria. María escogió la mejor” (Lc. 10:41-42).

— Jesús fue a Jerusalén para participar de la Fiesta de la Dedicación (Jn. 10:22-30).

— En la Fiesta, los judíos querían matar a Jesús (Jn. 10:31-39 ).

— Después de la fiesta, Jesús fue de nuevo para el otro lado del río Jordán (Jn. 10:40).

 

Resurrección  de Lázaro

— María y Marta mandaron a avisar a Jesús que Lázaro estaba enfermo (Jn. 11:1-3).

— Jesús se demoró dos días para llegar donde estaba Lázaro (Jn. 11:4-6).

— Los discípulos discutieron la decisión de volver a Judea (Jn. 11:7-10).

— Jesús explicó que Lázaro estaba muerto  y que Él iría a despertarlo (Jn. 11:11-15).

— Jesús llegó a Betania cuando hacía cuatro días que Lázaro había sido enterrado (Jn. 11:17).

— Marta fue a encontrarse con Jesús y le dijo: “!Si estuvieses aquí, mi hermano no habría muerto!” (Jn. 11:20-22).

— Jesús le respondió: “Tu hermano resucitará” (Jn. 11:23).

— Dijo Marta: “Yo sé que él va a resucitar en el último día” (Jn. 11:24).

— Jesús afirmó: “Yo soy la resurrección y la vida” (Jn. 11:25-26).

— Marta dijo creer que Jesús era el Mesías, Hijo de Dios, que vino al mundo (Jn. 11:27).

— María llegó al lugar donde Jesús estaba y le dijo: “!Si estuvieses aquí, mi hermano no habría muerto!” (Jn. 11:28-32).

— Jesús quedó muy conmovido y lloró (Jn. 11:33-35).

— Jesús fue al sepulcro y mandó: “!Retiren la piedra!” (Jn, 11:38-39).

— Marta respondió: “!Señor, él ya está oliendo mal!” (Jn. 11:39).

— Jesús miró hacia el cielo y oró. Después gritó: “!Lázaro, ven para afuera!”  (Jn. 11:41-43).

— Lázaro salió (Jn. 11:44).

— Muchos de los judíos que vieron la resurrección de Lázaro, creyeron en Jesús (Jn. 11:45).

— Algunos contaron a los fariseos lo que Jesús había hecho (Jn. 11:46).

— Los líderes judíos estaban con miedo de que el pueblo pudiera hacer a Jesús su rey (Jn. 11:47-48).

— Caifás, el Sumo sacerdote, dijo: “Es mejor que muera solamente un hombre por el pueblo que dejar que el país entero sea destruido” (Jn. 11:49-52).

— Los líderes judíos hicieron planes para matar  a  Jesús (Jn. 11:53).

— Jesús no andaba más entre el pueblo de Judea (Jn. 11:54-55).

 

En Betania: Ungido por María

— Los judíos que fueron a Jerusalén antes de la Fiesta de la Pascua buscaban a Jesús (Jn. 11:55-57).

— Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió a Betania. El miércoles de la semana de la Pascua, fue preparada una cena para Él (Jn. 12:1-2).

— Marta ayudó a servir (Jn. 12:2).

— María derramó en los pies de Jesús un frasco lleno de perfume, y los secó con sus cabellos (Mt. 26:6-7; Mc. 14:3; Jo. 12:3).

— Judas Iscariote criticó a María y los otros estuvieron de acuerdo con él (Jn. 12:4-6; Mt. 26:8-9; Mc:14:4-5).

— Jesús contestó: “María me hizo una cosa muy buena; ella perfumó mi cuerpo para mi entierro” (Mt. 26:10-13; Mc. 14:6-9; Jn. 12:7).

— Los líderes de los judíos planearon matar a Lázaro (Jn. 12:9-11).

 

Situación-final: Por causa de la resurrección de Lázaro, muchos judíos estaban abandonando a los líderes y creyendo en Jesús. Entonces los líderes de los sacerdotes resolvieron matar a Jesús y también a Lázaro (Jn. 11:53; 12:9-11).

 

NARRATIVA:

 

Marta y María Visitadas

 

            Jesús y sus discípulos estaban viajando, cuando llegaron a una aldea llamada Betania, que queda a casi tres kilómetros de Jerusalén. Allí, una cierta mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Su hermana, llamada María, se quedó sentada a los pies de Jesús, escuchando lo que él enseñaba. Marta estaba muy ocupada con todo el trabajo de la casa. Parando, finalmente, se acercó a Jesús y reclamó: “?Será que no te importas que mi hermana me deje sola con todo este trabajo de la casa? Manda que ella venga a ayudarme”.

            Jesús respondió: “Marta, Marta, estás ocupada y atareada con tantas cosas, pero apenas una es necesaria. María escogió la mejor parte, y ésta nadie se la va a quitar”“ (Lc. 10:38-41).

            Jesús volvió a Jerusalén en el invierno, cuando se celebraba la Fiesta de la Dedicación (por nuestro calendario era el mes de diciembre). La Fiesta de la Dedicación conmemoraba la purificación del Templo por los macabeos, después de la contaminación por Antioco Epifanio, cuando un puerco fue sacrificado en el altar (164 a.C.). Jesús dijo que Dios era su padre y los judíos volvieron a tomar piedras para lanzarlas sobre Él. Ellos quisieron aprisionarlo, pero se escapó (Jn. 10:22-42).

            Jesús volvió nuevamente para el otro lado del río Jordán, donde Juan el Bautista había anteriormente bautizado. Mucha gente iba a buscarlo y creía en Él  (Jn. 10:40-42).

 

Resurrección de Lázaro

 

            Marta y María tenían un hermano llamado Lázaro. Jesús estimaba mucho a Marta, a María y a su hermano, Lázaro (Jn. 11:5). Las hermanas mandaron a avisar a Jesús: “!Señor, tu querido amigo Lázaro está enfermo!” (Jn. 11:1-4).

            Jesús dijo a sus discípulos: “El resultado de esa enfermedad será para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado”. Cuando supo que Lázaro estaba enfermo, se demoró todavía dos días donde estaba, a pesar de estimar mucho a Marta, María y Lázaro. Sólo después de los dos días, dijo  a sus discípulos: “Vamos a volver para Judea”.

            Los discípulos dijeron: “Maestro, ¿ahora mismo los judíos de allá querían apedrearte, y quieres volver?”

            Jesús respondió: “El día tiene doce horas, ¿verdad? Si alguien camina durante el día no tropieza, porque ve la luz de este mundo; pero si alguien camina de noche, tropieza, porque no hay luz en él” (Jn. 11:6-10).

            Después Jesús agregó: “Nuestro amigo Lázaro duerme, pero voy a despertarlo “.

            Sus discípulos dijeron: “Señor, si él está durmiendo, significa que él se va a mejorar”.

            Entonces Jesús dijo claramente: “Lázaro murió. Vamos a verlo”.

            Tomás dijo a sus compañeros: “!Vamos nosotros también para que muramos con el Maestro!” (Jn. 11:6-16).

            Cuando Jesús llegó a Betania, ya hacía cuatro días que Lázaro había sido enterrado. Muchos judíos de Jerusalén vinieron a visitar a Marta y a María para consolarlas. Cuando Marta supo que Jesús estaba llegando, fue e encontrarse con Él, mientras María se quedó en casa.

            Marta dijo a Jesús: “!Si estuvieras aquí, mi hermano no habría muerto!”

            Respondió Jesús: “Tu hermano va a resucitar”.

            Dijo Marta: “Yo sé que él va a resucitar en el último día”.

            Jesús afirmó: “Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque muera, vivirá; y quien vive y cree en mí nunca morirá. ¿Crees en esto?

            Respondió Marta: “!Sí, Señor! Yo creo que tú eres el Mesías, el Hijo de Dios, que debía venir al mundo” (Jn. 11:17-27).

            Marta fue a llamar a María, que se levantó rápidamente y salió a encontrar a Jesús. Los judíos que estaban allí para consolarla fueron también..

            Cuando María llegó al lugar donde estaba Jesús, se arrojó a sus pies y le dijo: “!Si estuvieras aquí, mi hermano no habría muerto!”

            Jesús vio a María y a los judíos que estaban con ella llorando. Entonces quedó muy triste y conmovido y lloró.

            Los judíos dijeron: “!Vean cómo él amaba a Lázaro!”

            Otros dijeron: “Él curó al ciego. ¿Será que no podría haber hecho alguna cosa para que Lázaro no muriera?” (Jn. 11:28-37).

            Jesús fue al sepulcro, que era una gruta con una piedra colocada en la entrada y ordenó: “!Retiren la piedra!”

            Marta respondió: “!Señor, ya huele mal, pues hace cuatro días que fue sepultado!”

            Dijo Jesús: “¿No te dije que si crees, verás la gloria de Dios?”

            Retiraron, entonces, la piedra Jesús miró para el cielo y oró. Después gritó: “!Lázaro, ven para afuera!”

            Y Lázaro salió. Sus pies y sus manos estaban envueltos con tiras de paños, y él tenía una venda en su rostro. Jesús mandó: “Desenrollen las vendas y déjenlo  que  se vaya” (Jn. 11:38-44).

            Muchos judíos que testimoniaron la resurrección de Lázaro creyeron en Jesús. Otros fueron donde los fariseos  y les contaron lo que Jesús había hecho. Los líderes judíos estaban con miedo que el pueblo pudiera hacer a Jesús su rey. Sabían que los romanos nunca estarían de acuerdo con eso. Ellos quedarían furiosos y culparían a los líderes judíos por permitir al pueblo hacer a Jesús su rey, y substituirían a los líderes judíos por líderes romanos.

            Los fariseos y los jefes de los sacerdotes se reunieron con el Consejo Superior y dijeron: “¿Qué vamos a hacer? Este hombre hace muchos milagros. Si dejamos que él continúe a realizar estos milagros, todos van a creer en él. Entonces las autoridades romanas van a usar esto como pretexto para reaccionar contra nosotros. !Van a destruir el Santo Templo y a nuestra nación!”

            Caifás, el Sumo Sacerdote, dijo a los demás sacerdotes y a los fariseos: “Ustedes no comprenden nada. Es mejor que muera apenas un hombre por el pueblo que dejar que todo el país sea destruido”.

            Desde ese día, los jefes de los sacerdotes y fariseos resolvieron matar a Jesús  (Jn. 11:45-53).

            Debido a los planes para matarlo, Jesús no andaba en medio del pueblo en Judea. De Betania fue a Efraín. Faltaba poco tiempo para la Fiesta de la Pascua. Muchos subieron de los campos de Jerusalén, antes de la Pascua, para purificarse. Ellos buscaban a Jesús. Los jefes de los sacerdotes y los fariseos, sin embargo, habían ordenado que quien supiera donde estaba Jesús lo mostrase, para que fuera preso (Jn. 11:54-57).

 

En Betania: Ungido por María

 

            Seis días antes de la Pascua, Jesús volvió para Betania, donde vivía Lázaro. El día miércoles de la semana de la Pascua,  prepararon allí una cena para Jesús. Marta servía y Lázaro estaba con Jesús en la mesa. Cuando Jesús estaba comiendo, María tomó un frasco lleno de un perfume muy caro, hecho de nardo puro. Ella derramó el perfume en los pies de Jesús y se los secó con sus cabellos. Toda la casa quedó perfumada.

            Judas Iscariote, el discípulo que iba a traicionar a Jesús, dijo: “Este perfume vale más de trescientas monedas de plata (una moneda sería el sueldo de un día normal de trabajo de un operario). ¿Por qué no fue vendido, y el dinero dado a los pobres?” El hecho es que Judas no quería ayudar a los pobres. Él era ladrón, era el encargado de la caja común y acostumbraba robar.

            Otros que estaban allí estuvieron de acuerdo con Judas, quedaron enfadados y preguntaron: “¿Por qué todo este desperdicio? El perfume podría haber sido vendido por una fortuna”. Ellos criticaban duramente a María.

            Jesús defendió a María: “¿Por qué ustedes están irritando a esta mujer? !Dejen en paz a María! Ella me hizo una cosa muy buena; perfumó mi cuerpo para mi entierro. Los pobres estarán siempre con ustedes, pero yo no siempre estaré. Recuerden esto: en cualquier lugar del mundo entero donde este Evangelio sea anunciado, será contado lo que ella hizo, y será recordada.” (Mt. 26:6-13; Mc. 14:3-9; Jn. 11:55 - 12:7).

            Judas se sintió ofendido con la reprensión y esa misma noche se encontró con los líderes religiosos para negociar la traición de Jesús (Mt. 26:14-56; Mc. 14:10-11; Lc. 22:3-6).

            Una multitud de judíos fue a Betania para ver a Jesús y a Lázaro, el hombre que Jesús había resucitado. Entonces los jefes de los sacerdotes resolvieron matar a Lázaro también, pues, por su culpa, muchos judíos estaban abandonando a sus líderes y creyendo en Jesús.

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         Amistad y vida social son valorizadas por Jesús. Jesús consideraba sus amigos íntimos a Lázaro, Marta y María, y su hogar era a menudo un lugar de parada de Cristo (Mt. 21:17; Lc. 10:36-42; Jn. 11:3, 12:1-3). En ningún otro lugar el Cristo humano se relacionaba tan tiernamente.

2.         Adultos no-casados (solteros, divorciados y viudos) tienen mucho para dar a Jesús. En la casa de María y Marta, María era una joven adulta que tuvo la agilidad suficiente para quedarse sentada a los pies de Jesús (Lc. 10:39). Después que Jesús resucitó a su hermano Lázaro, María demostró su amor a Jesús de una manera considerada exagerada (Jn. 12:1-3). Marta era soltera o viuda y se preocupó en servir a Jesús por medio de actividades prácticas (Lc. 10:39; Jn. 12:2). En 1 Co. 7:32 Pablo habla de la posibilidad de quien no es casado estar libre de las preocupaciones familiares y poder cuidar solamente de las cosas de Dios.

3.         Aprender de Jesús es mucho más importante que muchas actividades. Marta tenía la nerviosa preocupación de servir un banquete digno de Jesús, mientras María disfrutaba del banquete espiritual (Lc. 10:36-42).

4.         Hay choque de temperamentos en medio de los seguidores de Jesús. Marta era una persona activa, preocupada con muchas actividades, y a María le gustaba quedarse sentada para pensar, contemplar y meditar (Lc. 10:36-42). Después de la resurrección de Lázaro, Marta demostró su amor sirviendo un banquete para Jesús y María, derramando perfume sobre Él (Jn. 12:2-3). Es difícil para la persona activa entender a la persona contemplativa y viceversa. Ambas son importantes para el Reino de Dios.

5.         La caridad puede ser manifestada de manera equivocada. Jesús estaba yendo hacia la cruz y necesitaba de soledad y silencio. María entendió y dio a Jesús lo que Él necesitaba. Marta, con su nerviosa preocupación de servir un banquete digno de Jesús, estaba demostrando la  caridad de una forma que no alcanzó la necesidad de Jesús  (Lc. 10:36-42).

6.         Para el seguidor de Jesús, problemas y enfermedades pueden ser oportunidades para que Él sea glorificado. La enfermedad y la muerte de Lázaro fueron una oportunidad para eso (Jn. 11:4).

7.         Dios es omnipresente y omnisciente. Aún estando lejos de donde estaba Lázaro, Jesús ya sabía lo que iba a sucederle (Jn. 11:1-6). Jesús es Dios y no hay nada que Él no sepa.

8.         Las demoras de Jesús tienen un objetivo. Jesús se demoró para ir a visitar al enfermo Lázaro, para resucitarlo después (Jn. 11:6, 21, 39-44).

9.         Cuando el seguidor de Jesús está amenazado de persecución, la solución no está en la fuga, sino en quedarse al lado de Cristo y continuar fiel a Él. Cuando Jesús quiso ir donde Lázaro, que vivía cerca de Jerusalén, los discípulos estaban preocupados porque los judíos en Jerusalén estaban queriendo matarlo. Sin embargo, ellos acompañaron a Jesús  (Jn. 11:7, 16).

10        Tener dudas sobre Jesús no es igual a ser desleal. Tomás era leal a Jesús (Jn. 11:16), aunque dudoso (Jn. 20:24-29).

11.       Recriminar Jesús en la hora de la crisis no es prueba de falta de fe. Ambas, Marta (Jn. 11:21) y María (Jn. 11:32), recriminaron a Jesús por no haber evitado la muerte de Lázaro. Jesús, sin embargo, entendió y fue muy gentil con sus respuestas.

12.       Jesús siente y entiende la tristeza de sus seguidores. Jesús lloró cuando vio la angustia de los seres queridos llorando la muerte de Lázaro (Jn. 11:35).

13.       Jesús transforma la realidad de la muerte, razón de la desesperación, en esperanza:

-- Los creyentes en Jesús, muertos en todas las épocas, serán resucitados (Jn. 11:25).

-- Los creyentes en Jesús son transformados por la muerte y la resurrección de Cristo para disfrutar la vida eterna ahora (Jn. 11:26; 3:36; 5:24; 17:3).

-- La muerte física no es sino un intervalo pasajero  para dormir hasta la resurrección (Jn. 11:11-13; 1 Ts. 4:13-17; 1 Co. 15:55).

14.       Jesús es la Resurrección y la Vida (Jn. 11:25). Jesús dio vida a todas las personas y tiene el poder de dar vida a los que ya murieron. Dios da vida a todas las personas, aún antes que cada uno nazca, y también dará vida a todos los muertos cuando llegue el tiempo de presentarse delante de Él y ser juzgados. Todas las personas van a morir, es decir, será separada de su cuerpo, pero en el día del juicio Dios hará que todos vuelvan nuevamente a la vida. En el día del juicio los creyentes en Jesús van a vivir en el lugar preparado por Dios y vivirán en Su presencia durante toda la eternidad.

15.       Jesús es omnipotente. Él ordenó que Lázaro volviera a la vida, y lo que Él dice siempre sucede (Jn. 11:39-44).

16.       Buenas obras hechas en la carne por quien no es fiel a Jesús no tienen resultado permanente. Judas es el ejemplo de quien, en la carne, quiere hacer buenas obras (Jn. 12:5), diferente de María, que ofreció culto a Jesús con gratitud.

17.       Expresiones de amor traen al mundo un valor que dura para siempre. María demostró su amor derramando perfume sobre Jesús, toda la casa quedó perfumada y la historia sobre la demostración de amor de María es contada donde el Evangelio es predicado (Mt. 26:6-13; Mc. 3:3-9; Jn. 12:1-8).

18.       Jesús comprende las alegrías y tristezas de la vida. Cristo participó de la vida de Marta, María y Lázaro, tanto en las fiestas como en los sufrimientos. Estaba presente para celebrar en una cena y, también, para llorar junto al sepulcro fúnebre.

19.       El líder que quiere preservar los privilegios personales, ve las manifestaciones de Dios como amenazas a su poder. Los líderes vieron en la resurrección de Lázaro su poder amenazado (Jn. 11:46-56), así como vieron  en la curación del hombre que nació ciego una amenaza también (Jn. 9:41).

20.       Hay un gran riesgo en considerar la carrera profesional como una prioridad, superior a la voluntad de Dios. Los fariseos y los jefes de los sacerdotes consideraban de suprema importancia proteger sus carreras y, para conseguir eso, estaban dispuestos a luchar contra Jesús (Jn. 11:46-56).

21.       La actitud de la persona determina su reacción a la manifestación de Dios. Después de la resurrección de Lázaro:

-- la reacción de los simpatizantes fue la fe, muchos creyeron (Jn. 11:45);

-- los no-comprometidos informaron a los fariseos sobre las cosas que Jesús había hecho (Jn. 11:46);

-- la reacción de los líderes fue planear la muerte de Jesús (Jn. 11:51).

22.       Los líderes, al planear la maldad, van a disfrazar sus acciones, como siendo preocupación con el pueblo. Planeando la muerte de Jesús, disfrazaron sus motivos como:

-- proteger al pueblo de seguir un engañador (Jn. 11:48);

-- proteger el Templo y la ciudad de Jerusalén de la destrucción por los romanos (Jn. 11:47-57);

-- buscar lo que era mejor para la mayoría (Jn. 11:50-51).

 

PREGUNTAS

 

1.         Cuando Jesús visitó el hogar de Lázaro, Marta y María, ¿por qué María aprovechó la visita más que Marta?

2.         ¿Cómo Jesús sabía, antes de haber llegado a Betania, que Lázaro había muerto?

3.         ¿Qué quiso decir Jesús cuando dijo que Él era la Resurrección y la Vida?

4.         ¿Por qué Jesús lloró?

5.         ¿Cómo fue la resurrección de Lázaro?

6.         ¿Cuál fue la reacción de los sacerdotes y de los fariseos en el milagro de la resurrección de Lázaro?

7.         En el banquete en Betania, después de la resurrección de Lázaro, ¿cómo fue que Marta y María demostraron su gratitud a Jesús?

8.         ¿Cuál fue la reacción de los discípulos frente a la demostración de María?

9.         ¿Por qué Judas estaba preocupado con el valor del perfume?

10.       ¿Cómo fue que Jesús defendió a María de las críticas de los discípulos?


LA GRANDEZA EN EL REINO NO ES ENTENDIDA

 

Los Diez Leprosos, los Niños, el Joven Rico,

el Pedido de Juan y Santiago, y Zaqueo

 

TEXTO: Mateo. 19:13 - 20:28; Marcos. 10:13-45;

  Lucas. 11:11-19; 18:15 - 19:10

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            El tercer año del ministerio de Jesús es llamado año de la pasión. Ese año es dividido en dos semestres. El primero es el semestre de las retiradas, cuando Jesús se retiró tres veces, queriendo estar solo con sus discípulos, para un período de instrucción especial a los doce. Y el segundo, el semestre de la entrega, cuando Él hizo tres viajes a Jerusalén para participar de tres fiestas religiosas importantes para el judío. En el primer viaje, Él fue a la Fiesta de los tabernáculos, donde dijo que Él era el Agua de la Vida y la Luz del Mundo (Jn. 7-8). Después de las fiestas, estando aún en Jerusalén, curó a un hombre que había nacido ciego en un sábado y eso creó un gran conflicto con los fariseos (Jn. 9-10), siendo que después de este episodio de la curación del ciego, él salió de la ciudad. Retornó nuevamente a Jerusalén cuando fue la Fiesta de la Dedicación y, posteriormente, fue para el otro lado del río Jordán e hizo un viaje imprevisto a Betania cuando Lázaro fue resucitado (Jn. 11). Salió de Betania y fue para Efraín (Jn. 11:54). De Efraín, volvió a Betania, pasando por Samaria y por Galilea (Lc. 17:11), para encontrarse con las mujeres de Galilea (Mc. 15:40-41). Ellas fueron con Él a Jerusalén para participar de la Fiesta de la Pascua.

 

Personajes-clave: Jesús, el leproso agradecido, el joven rico, Juan, Santiago y Zaqueo.

 

Lugares-clave: El camino de Efraín a Betania, pasando por Samaria y Galilea (Lc. 17:11; Mc. 15:40-41), yendo para Jerusalén.

 

Repeticiones-clave:

- Críticas, reprensión: Jesús criticó a los leprosos que fueron curados y no demostraron gratitud (Lc. 17:17); Jesús se indignó con los discípulos que rechazaron a los niños (Mc. 10:14); cuando Jesús dijo que es difícil un rico entrar en el Reino de Dios, los discípulos quedaron admirados y preguntaban, entonces, quién podía salvarse (Mt. 19:25); después que Santiago y Juan pidieron lugares de privilegio en el reino de Jesús, los otros discípulos quedaron airados con ellos (Mt. 20:24); la multitud reprendió a los dos ciegos que gritaron pidiendo socorro a Jesús (Mt. 20:31); y la multitud criticó a Jesús cuando se hospedó en la casa de Zaqueo (Lc. 19:7).

 

Sentimientos-clave

- La gratitud del samaritano sanado de lepra. La extrañeza de Jesús por los otros nueve que no demostraron gratitud.

- La indignación de Jesús con sus discípulos que rechazaron a los niños.

- El disgusto del joven rico cuando Jesús lo orientó para que vendiera todo y se lo diera a los pobres.

- El miedo de los discípulos cuando acompañaron a Jesús a Jerusalén.

- El egoísmo de Santiago y Juan cuando pidieron lugares de privilegio en el reino de Jesús.

- La esperanza de los dos ciegos cuando supieron que Jesús estaba pasando.

- La alegría de Zaqueo cuando Jesús fue a hospedarse en su casa, y el espanto de todos los que vieron eso.

 

Problema-inicial: Jesús está yendo para Jerusalén para enfrentar su muerte y resurrección. Él se aproxima de la provincia de Samaria, entra en una aldea y diez leprosos vienen a encontrarlo.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:  

Los Diez Leprosos, los Niños, el Joven Rico

— La curación de los diez leprosos (Lc. 17:11-19).

— Jesús bendice a los niños (Mt. 19:13-15; Mc. 10:13-16; Lc. 18:15-17).

— Jesús y el joven rico (Mt. 19:16-22; Mc. 10:17-22; Lc. 18:18-23).

— Jesús habló de la dificultad de un rico entrar en el Reino de Dios (Mt. 19:23-30; Mc. 10:23-31; Lc. 18:24-29).

 

El Pedido de Juan y Santiago

— Por tercera vez, Jesús anunció su muerte (Mt. 20:17-19; Mc. 10:32-34; Lc. 18:31-34).

— El pedido de Juan y Santiago (Mt. 20:20-24; Mc. 10:35-40).

— Los otros discípulos quedaron irritados con Santiago y Juan (Mt. 20:24; Mc. 10:41).

— Jesús enseñó que, en su gobierno, quien quiera ser importante deberá servir a los otros (Mt. 20:25-28; Mc. 10:42-45).

 

Dos Ciegos Curados

— Jesús curó a dos ciegos de Jericó (Mt. 20:29-34; Mc. 10:46-52; Lc. 18:35-43).

 

Zaqueo

— Jesús y Zaqueo (Lc. 19:1-10).

 

Situación-final: Todos criticaron a Jesús por hospedarse en la casa de Zaqueo, un pecador. Pero, Jesús respondió que el Hijo del Hombre vino a buscar y salvar a quien estaba perdido.

 

NARRATIVA:

 

Los Diez Leprosos

 

            Jesús empezó el viaje a Efraín a Betania, pasando por Samaria y Galilea (Lc. 17:11), a fin de encontrarse con las mujeres de Galilea (Mc. 15:40-41) que iban con él para Jerusalén.

            En las regiones entre Samaria y Galilea, cuando estaba entrando en un poblado, diez leprosos fueron al encuentro de Jesús. Pasaron de lejos y gritaron: “ ¡Jesús, Maestro! ¡Ten pena de nosotros!”

De ahí mismo Jesús los atendió y dijo: “Vayan y pidan a los sacerdotes que los examinen”. Se exigía entre los judíos que quien fuera curado de la lepra debería recibir de un sacerdote un certificado de salud, como condición para reintegrarlo a la comunidad.

Cuando los leprosos iban por el camino, se vieron libres de la enfermedad. Entonces uno de ellos, percibiendo que estaba curado, volvió alabando a Dios en voz alta. Se arrodilló a los pies de Jesús y le agradeció. Era un samaritano.

Jesús dijo: “Los hombres que fueron curados eran diez. ¿Dónde están los otros nueve? ¿Fue justamente un extranjero despreciado como enemigo el único que volvió para agradecer a Dios?”

Jesús dijo al samaritano: “Levántate y ándate. Estás curado porque tuviste fe” (Lc. 17:11-19).

 

Los Niños

 

            Llevaron algunos niños a Jesús para que él pusiera las manos sobre ellos, orara y los bendijera, pero los reprendieron. Cuando Jesús vio eso, se indignó con los discípulos, llamó a los niños para cerca del él y dijo: “Dejen que los niños vengan hasta mí y no los prohíban, porque el Reino de Dios es de los que son como estos niños. Recuérdense de esto: quien no recibe el Reino de Dios como un niño nunca entrará en él.” Entonces Jesús abrazó a los niños y se fue (Mt. 19:13-15; Mc. 10:13-16; Lc. 18:15-17).

El Joven Rico

 

            Jesús estaba empezando de nuevo su viaje y un hombre vino corriendo, se arrodilló enfrente a él y le preguntó: “Buen Maestro, ¿qué debo hacer de bueno para conseguir la vida eterna?”

Jesús respondió: “¿Por qué me llamas bueno? Sólo Dios es bueno, y nadie más. Si quieres entrar en la vida eterna, guarda los mandamientos”.

Preguntó el hombre: “¿Qué mandamientos?”

Jesús respondió: “No mates, no cometas adulterio, no robes, no acuses a los otros con falsedad, no engañes a los otros, respeta a tu padre y a tu madre y ama a los otros como a ti mismo”.

Respondió el joven: “Maestro, desde pequeño he obedecido a todos esos mandamientos”.

Jesús lo miró con amor y dijo: “Necesitas solamente de una cosa: anda, vende todo lo que tienes y da el dinero a los pobres y así tendrás riquezas en el cielo. Después, ven y sígueme.”

Cuando el hombre oyó eso, quedó entristecido; y, porque era muy rico, se fue triste (Mt. 19:16-22; Mc. 10:17-22; Lc. 18:18-23).

            Jesús entonces miró a los discípulos que estaban en torno a él y dijo: “Cómo es difícil que los ricos entren en el Reino de Dios!”

Los discípulos extrañaron eso, más Jesús continuó: “Hijos míos, ¡cómo es difícil que entren en el Reino de Dios los que confían en las riquezas! Es más difícil el rico entrar en el Reino de Dios que un camello pasar por el hoyo de una aguja.”

Cuando oyeron eso, los discípulos quedaron muy admirados y preguntaban unos a los otros: “Entonces ¿quién puede salvarse?”

Jesús respondió: “Para los seres humanos, eso no es posible; más, para Dios, todo es posible. Lo que es imposible para los seres humanos es posible para Dios” (Mt. 19:23-30; Mc. 10:23-31; Lc. 18:24-29).

 

La Petición de Juan y Santiago

 

            Por tercera vez Jesús anunció de su muerte. Cuando estaba subiendo para Jerusalén, Jesús caminaba en el frente y los discípulos lo seguían. Estos estaban admirados con Él, y los otros que los acompañaban sentían miedo. Entonces, Jesús llevó a los discípulos para un lado y les dijo en particular, mientras caminaban. Él dijo: “Miren, nosotros estamos yendo para Jerusalén, donde va a suceder todo lo que los profetas escribieron a respecto del Hijo del Hombre. Yo seré entregado a los jefes de los sacerdotes y a los profesores de la Ley. Ellos me condenarán a la muerte. Yo seré entregado a los no-judíos. Estos van a insultarme, escupirme y castigarme. Seré azotado y crucificado. Pero, al tercer día, resucitaré”.

Los discípulos no entendieron nada de lo que Jesús dijera. El sentido de esas palabras estaba escondido de ellos, y no sabían lo que Jesús quería decir (Mt. 20:17-19; Mc. 10:32-34; Lc. 18:31-34).

            Mientras tanto, llegó la madre de Santiago y Juan, con sus dos hijos, se arrodilló cerca de Jesús y le pidió un favor: “Promete que estos mis dos hijos se sentarán a tu derecha y a tu izquierda, cuando seas rey y te sientes en el trono de tu Reino glorioso”.

Jesús dijo a Santiago y Juan: “Ustedes no saben lo que están pidiendo. ¿Acaso pueden beber el cáliz que yo voy a beber?”

Respondieron ellos: “Sí, podemos”.

Entonces Jesús dijo: “De hecho, ustedes van a beber mi cáliz, pero yo no tengo el derecho de escoger quien se va a sentar a mi derecha y a mi izquierda. Pues fue mi Padre quien preparó esos lugares y él los dará a quien quiera” (Mt. 20:20-23; Mc. 10:35-40).

            Cuando los otros diez discípulos oyeron eso, se indignaron con la actitud de Santiago y Juan y quedaron enojados con ellos (Mt. 20:24; Mc. 10:41).

            Entonces Jesús llamó a todos para que se acercaran y les dijo: “Ustedes saben que los gobernantes mandan en el pueblo y que son los líderes que dominan. Pero entre ustedes no puede ser así. Al contrario, quien quiere ser importante, debe colocarse al servicio de todos, y quien quiere ser el primero, debe estar al servicio de todos. Porque hasta el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida para salvar a mucha gente” (Mt. 20:24-28; Mc. 10:42-45).

 

Dos Ciegos Curados

 

            Jesús y la gran multitud que lo seguía estaban cerca de la ciudad de Jericó. Había allí dos ciegos (uno era llamado Bartimeo) que estaban sentados a la orilla del camino pidiendo limosnas. Al oír el tropel de aquella gente toda, Bartimeo preguntó qué estaba sucediendo. Le informaron que Jesús estaba pasando. Los dos ciegos empezaron a gritar: “¡Señor, Hijo de David, ten pena de nosotros!”

Personas de la multitud los reprendían a los dos y les ordenaban que se callaran. Pero los ciegos gritaban aún más fuerte: “¡Jesús, Hijo de David, ten pena de nosotros!”

Jesús paró, mandó que trajeran a los ciegos y les preguntó: “¿Qué quieren que yo haga?”

Respondieron: “¡Queremos que nos abras los ojos!”

Jesús tuvo pena de los ciegos. Tocó en los ojos de ellos y dijo que estaban curados porque tuvieron fe. En el mismo instante ellos pudieron ver. Acompañaron a Jesús por el camino, alabando a Dios. Todos los que presenciaron este milagro también alabaron a Dios (Mt. 20:29-34; Mc. 10:46-52; Lc. 18:35-43).

 

Zaqueo

 

            Jesús entró en Jericó y estaba cruzando la ciudad. Había allí un hombre  rico, llamado Zaqueo, que era jefe de los cobradores de impuestos. Él era muy bajo y cuando intentaba ver a Jesús no podía, por causa de la multitud. Entonces corrió delante de todos y subió en una higuera brava, para verlo cuando pasara por allí. Al llegar a aquel lugar, Jesús miró hacia arriba y dijo a Zaqueo: “Zaqueo, baja deprisa, pues hoy deseo hospedarme en tu casa”.

Zaqueo bajó deprisa y lo recibió en su casa con mucha alegría. Todos los que vieron eso manifestaban su espanto y murmuraban: “¡Este hombre se va a hospedar en la casa de un pecador!”

Después Zaqueo se levantó y dijo a Jesús: “Escucha, yo voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres. Y si, por acaso, yo verifico que he robado a alguien, voy a devolver cuatro veces más que el valor del perjuicio causado”.

Jesús dijo: “Hoy la salvación entró en esta casa, pues este hombre, que es un despreciado por la sociedad también es descendiente de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y salvar a quien está perdido” (Lc. 19:1-10).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         Cada persona es importante para Jesús. No hace ninguna diferencia para Él que sea rica o pobre

— Jesús amaba al joven rico (Mc. 10:21).

— Cuando el ciego Bartimeo clamó a Jesús, muchas personas dijeron para que él se callara, pensando que Jesús no estuviera interesado en un hombre pobre y ciego, sin embargo, Jesús lo curó (Mc. 10:47-52).

— Los discípulos pensaban que Jesús no fuera a importarse con los niños, sin embargo, Jesús abrazó a los niños y los bendijo (Mc. 10:13-16).

— Todos los que vieron a Jesús ir a la casa de Zaqueo, un hombre rico y corrupto, manifestaban su espanto y murmuraban: “¡Este hombre se va a hospedar en la casa de un pecador!”

2.         Gratitud a Dios es más rara que la fe. Los nueve leprosos ingratos mostraban que tuvieron fe en la palabra de Jesús yendo a mostrarse a los sacerdotes (Lc 17:14). El samaritano fue el único que mostró gratitud por la curación (Lc. 17:15-17).

3.         Siempre que la necesidad es reconocida, Jesús está listo para atenderla. Considerando que la necesidad de la sanidad física es profundamente sentida, a veces los hombres quedan inclinados a colocarla en primer lugar y a olvidar la necesidad espiritual. Los nueve leprosos ingratos sólo sintieron necesidad de la sanidad física y no recibieron salvación espiritual. Sólo el samaritano sintió la necesidad de alabar a Dios y fue bendecido con sanidad física y salvación espiritual (Lc. 17:11-19).

4.         Los niños son importantes para Jesús (Lc. 18:15-17).

5.         Los padres deben llevar a sus hijos a Jesús. Deben imitar a aquellos padres que trajeron a Jesús sus niños (Mt. 19:13-15; Mc. 10:13-16; Lc. 18:15-17).

6.         Recibir el reino como niños, requiere (Lc. 18:17):

— humildad;

— confianza;

— una relación personal como la del niño, que revela receptividad delante del amor de Cristo

7.         Impedir que los niños vengan a Jesús lo deja triste. Jesús se indignó con los discípulos que querían impedir a los niños de ir a Él (Mc. 10:14).

8.         Sólo Dios es bueno, en el sentido total. Jesús estaba queriendo saber si el joven lo consideraba bueno porque lo reconocía como Dios (Mc. 10:17-18).

9.         El joven rico cometió cuatro engaños, y cada uno de esos errores recibió la corrección de Jesús (Mt. 19:16-21):

— Se engañó cuanto a la persona de Jesús, pensando que Él fuera un buen maestro y Jesús lo corrigió (Mc. 10:17). Él es Dios, o si no es Dios, no es un buen hombre (Mc. 10:18).

— Se engañó cuanto al camino de la vida eterna, suponiendo que pudiera ser alcanzada por las obras (Mt. 19:16). Fue corregido cuando confrontado con las altas exigencias de la Divina Ley (Mt. 19:17).

— Se engañó a respecto de sí mismo, pensando que hubiera guardado la ley (Mt. 19:20). Jesús lo corrigió, probándolo cuanto al amor al prójimo (Mt. 19:19) y cuanto a las obras de justicia (Mt. 19:21), abriendo así sus ojos para su fracaso (Mt. 19:22).

— Su engaño más grande fue quedarse con la riqueza y dejar de atender al llamado de Jesús: “Ven, y sígueme” (Mt. 19:21-22). Nadie puede servir a dos señores: riquezas y Dios (Mt. 6:24).

10.       Jesús ama al hombre pecador. Él miró al joven rico con amor (Mc. 10:21). Aunque el joven fuera orgulloso y no viera a sí propio como un pecador, aun así Jesús lo amaba.

11.       Con muchas personas hay solamente una cosa que las impide de seguir a Jesús. A semejanza de lo que sucedió con el joven rico: Jesús exige el amor a Dios sobre todas las cosas, que es el primer mandamiento (Mc. 10:21).

12.       La renuncia a todo lo que el hombre pecador posee es la condición primaria para el discipulado. Esta fue la condición dada al joven rico (Mt. 19:16-22; Mc. 10:17-22; Lc. 18:18-22) y en las parábolas del tesoro escondido y de la perla de gran valor (Mt. 13:44-45).

13.       Hay varios peligros que la riqueza provoca (Mt. 19:23-26; Mc. 10:23-31; Lc. 18:24-30):

— espíritu de auto suficiencia firmado en las riquezas a veces domina a la persona rica de tal modo que el llamado de Dios poco la atrae;

— soberbia que rechaza la humilde fe en Dios;

— produce una falsa seguridad;

— prende el hombre a este mundo, por valorizar la riqueza temporaria del mundo sobre la riqueza celestial, que dura para siempre;

— tiende a crear un espíritu egoísta (1 Ti. 6:9-10).

14.       Las riquezas dificultan pero no tornan imposible la entrada en el Reino de los Cielos. El gran tropiezo es colocar las riquezas sobre la responsabilidad que se tiene delante de Dios (Lc. 18:26,27; Mt. 6:33). Zaqueo, un hombre muy rico (Lc. 19:1-10), es un tipo de persona considerada como “imposible, a los hombres” (Lc. 18:24-27).

15.       Solamente por la omnipotencia de Dios es que el pecador se salva. Entonces, para los hombres, la salvación es imposible porque nunca es obtenida por los méritos humanos. Sin embargo, para Dios es posible (Mc. 10:27), pues la salvación siempre fue por la gracia de Dios, para el pecador. Si la salvación no fuera de gracia, nadie sería capaz de alcanzarla (Jn. 3:3-6; Ro. 3:24; Ef. 2:8-10).

16.       Hay el peligro de que convicciones aceptadas por la cultura dificulten el entendimiento de las enseñanzas bíblicas. Cuando Jesús dijo que era difícil entrar en el reino de Dios los que tienen riquezas (Mc. 10:23-24), los discípulos quedaron admirados pues la cultura judía creía que la prosperidad era una señal del favor divino.

 

17.       La renuncia a todo por amor a Cristo es igualmente difícil, tanto para pobres como para ricos (Lc. 18:22, 24-27). No todos son ricos, mas todos aman al mundo (1 Jn. 2:15). Toda la salvación depende, en último análisis, de Dios (Lc. 18:27; Jn.  6:37).

18.       Muchas veces las personas no entienden el significado del pedido que hacen a Jesús. Santiago y Juan no entendieron el significado del pedido de quedarse uno a la derecha y el otro a la izquierda de Jesús (Mc. 10:37-38). Quien terminó ocupando esas posiciones, en la hora de la crucifixión, fueron los dos ladrones (Mc. 15:27).

19.       El discípulo de Jesús debe hacer el bien y ser útil a los que están próximos. El seguidor de Jesús, que no vive para servir, no sirve para vivir. Jesús enseñó que quien quiere ser importante debe colocarse a servicio de los otros, y quien quiere ser el primero, debe estar al servicio de todos (Mt. 20:24-28; Mc. 10:42-45).

20.       La persona que está preocupada con su propia grandeza tiene dificultades en percibir verdades espirituales. Cuando, por tercera vez, Jesús avisó a los discípulos de su muerte, ellos no entendieron y estaban deseando el lugar de destaque en un reino terrenal (Lc. 18:31).

21.       El espíritu ambicioso lleva a un concepto político del Reino de Dios. Juan y Santiago, con sus ambiciones, pensaban que en el Reino de los Cielos tendrían que hacer política, tal como hacen los gobernantes de este mundo (Mt. 20:20-21; 25-26).

22.       La ambición carnal es el deseo de ser servido por las personas que prestan servicio obligatorio, mientras la ambición espiritual es servir, haciendo servicio voluntario con interés dirigido a los otros (Mt. 20:25-28 Mc. 10:43-44).

23.       En medio a los seguidores de Jesús, la ambición carnal de ser grande produce conflictos, mientras la ambición espiritual de servir produce el bienestar. La ambición carnal de Santiago y Juan dejó a los otros diez discípulos indignados (Mt. 20:24), mientras la ambición espiritual de Jesús en servir (Mt. 20:25-28) produjo bienestar.

24.       Jesús exige que se especifiquen los pedidos hechos a Él. Jesús preguntó a los ciegos: “¿Qué quieren que yo les haga?” (Mt. 20:32).

25.       Los ciegos de Jericó curados por Jesús muestran los pasos para el hombre transformarse en Su seguidor (Mt. 20:29-34; Mc. 10:10-52; Lc. 18:35-43):

— oír a respecto de él (Mt. 20:30; Mc. 10:47);

— clamarle, lo que muestra su fe (Mt. 20:30);

— percibir su propia miseria, apelando a su compasión (Mt. 20:30; Lc. 18:9-14);

— creer en él;

— perseverar, a pesar de la oposición de otros (Mt. 20:31; Lc. 18:39);

— ir tener con él (Mc. 10:50; Lc. 18:41);

— seguirlo (Mc. 10:52);

— alabarlo (Lc. 18:43).

26.       El pueblo valoriza más un milagro físico que un milagro espiritual. El pueblo murmuró cuando Jesús fue a la casa de Zaqueo (Lc. 19:7). Para el pueblo, era más fácil alabar a Dios por el milagro de la curación del ciego (Lc. 18:43) que por el milagro mayor de la conversión de un gran pecador. Vea el ejemplo de la reacción del pueblo a la salvación de Zaqueo (Lc. 19:7-10) y del hermano mayor en la parábola del Hijo Pródigo (Lc. 15:28-30).

 

PREGUNTAS

 

1.         ¿En qué el leproso samaritano era diferente de los otros nueve leprosos?

2.         Cuando los padres trajeron a los niños para ser bendecidos por Jesús, ¿por qué la reacción de los discípulos fue reprendida por Él?

3.         ¿Cómo fue el encuentro del joven rico con Jesús?

4.         ¿Por qué la riqueza es una barrera para impedir la entrada del hombre en el reino de Dios?

5.         ¿Cuál fue la petición de Santiago y Juan, y cuál fue la respuesta de Jesús?

6.         ¿Cuál fue la comparación que Jesús hizo de la grandeza de los gobernantes con la del Reino de los Cielos?

7.         ¿Cómo fue la curación de los ciegos de Jericó?

8.         ¿Cómo fue el encuentro de Jesús con Zaqueo?

9.         ¿Cuál fue la reacción del pueblo cuando Jesús fue a la casa de Zaqueo?


SEMANA DE LA PASIÓN

(SEMANA SANTA)

 

 

MATEO

MARCOS

LUCAS

JUAN

            DOMINGO

Entrada Triunfal en Jerusalén

21:1-11

11:1-11

19:28-44

12:12-19

Duerme en Betania

 

11:11

 

 

            Lunes

Segunda purificación del Templo

21:12-17

11:15-19

19:45-48

 

Entrevista de los griegos con Jesús

 

 

 

12:20-36

La higuera infructífera

21:18-19

11:12-14

 

 

            Martes Controversias en el Templo

Desafiada la autoridad de Cristo

21:23-27

11:27-33

20:1-8

 

Tres Parábolas de Advertencia:

 

— Los dos hijos

21:28-32

 

 

 

— Los labradores malos

21:33-46

12:1-12

20:9-19

 

— La fiesta de las bodas

22:1-14

 

14:15-24

 

Tres Preguntas Astuciosas:

 

 

 

 

— Del tributo

22:15-22

12:13-17

20:20-26

 

— La resurrección

22:23-33

12:18-27

20:27-39

 

— El Gran Mandamiento

22:34-40

12:28-34

 

 

Jesús desafía a los Líderes:

 

— El Cristo, Hijo o Señor de David

22:41-46

12:35-37

20:41-44

 

— Denuncia de los escribas y fariseos

23:1-12

12:38-40

20:45-47

 

— Ejemplos de hipocresía

23:13-36

 

 

 

Otros discursos de Jesús

23:37-39

12:41-44

21:1-4

12:20-50

El Sermón Profético (de los Olivos)

24-25

13

21:5-36

 

            Miércoles   Jesús descansó en Betania

Los principales sacerdotes planearon aprisionarlo

26:1-5

14:1-2

22:1-2

 

Jesús ungido por María en Betania

26:6-13

14:3-9

 

12:2-8

Judas traicionó a Jesús

26:14-16

14:10-11

22:3-6

 

            Jueves Día de la Pascua

Preparación para la Cena de la Pascua 

26:17-19

14:12-16

22:7-13

 

Jesús celebra la Pascua con los doce

26:20

14:17

22:14-16

 

Jesús lava los pies de los discípulos

 

 

 

13:1-20

Jesús predice la traición de Judas

26:21-25

14:18-21

22:21-23

13:21-30

Cena del Señor

26:26-29

14:22-25

22:14-25

13:18

Contienda ambiciosa entre los doce

 

 

22:24-30

 

Jesús predice que Pedro lo negará

26:31-35

14:26-31

22:31-38

13:36-38

Jesús hace un discurso de despedida

 

 

 

14-16

Oración Sacerdotal

 

 

 

17

            Viernes

(Medianoche a las 2) Getsemaní: oración, traición, prisión y abandono

26:36-56

14:32-52

22:39-54

18:1-12

Juicio Religioso:

 

— Anás (Sumo sacerdote emérito))

 

 

 

18:13-23

— Caifás (Sumo sacerdote en acción)

26:57-68

14:53-65

22:54, 63-65

18:24

— Negativas de Pedro

26:58, 69-75

14:54, 66-72

22:55-62

18:15-18, 25-27

— En el Sanedrín: oficialmente condenado

27:1

15:1

22:66-71

 

Suicidio de Judas

27:3-10

 

 

 

Juicio Político

 

— Pilatos

27:2, 11-14

15:1-5

23:1-6

18:28-39

— Herodes

 

 

23:7-17

 

— Pilatos

27:15-26

15:6-15

23:13-15

18:39 - 19:16

— Insulto de los soldados

27:27-31

15:16-20

 

 

Del Tribunal hasta el Calvario

27:31-34

15:20-23

22:26-33

19:17

Crucifixión

27:35-49

15:24-36

23:33-45

19:18-29

Muerte

27:50-56

15:37-41

23:46-49

19:30-37

Entierro

27:57-66

15:42-47

23:50-56

19:38-42

                  SÁBADO:  Muerto

La guarda del sepulcro

27:62-66

 

 

 

                  DOMINGO

Resurrección

28:1-2

16:1-4

24:1-3

20:1-4

SEMANA SANTA: DOMINGO A MARTES

 

Entrada Triunfal, Templo Purificado,

Higuera Infructífera y Controversias en el Templo

 

TEXTO: Mateo. 21 - 24; Marcos. 11 - 12;

  Lucas. 19 - 20; Juan. 12:12-36

 

ESTRCUTURA:

 

Contexto:

 

            El tercer año del ministerio de Jesús, el año de la pasión, es dividido en dos semestres: el semestre de las retiradas y el semestre de la entrega. En el semestre de la entrega, él hizo tres viajes a Jerusalén, para participar de tres fiestas religiosas. En el primer viaje, él fue a la Fiesta de los Tabernáculos, donde dijo ser el Agua de la Vida y la Luz del Mundo (Jn. 7-8). Después de la fiesta, aún en Jerusalén, él curó a un ciego de nacimiento en un sábado y eso creó un gran conflicto con los fariseos (Jn. 9-10). Jesús volvió nuevamente a Jerusalén por ocasión de la Fiesta de la Dedicación. Después de la fiesta, él fue para el otro lado del Jordán e hizo el viaje imprevisto a Betania, cuando Lázaro fue resucitado (Jn. 11). Dejó Betania y se fue a Efraín (Jn. 11:54). Él empezó el tercer viaje, yendo a la Fiesta de la Pascua; partiendo de Efraín, hizo un desvío y pasó por Samaria y Galilea, para volver a Betania (Lc. 17:11; Mc. 15:40-41). Sábado en la noche Jesús llegó a la aldea de Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado. Betania queda cerca de Jerusalén.

 

Personaje-clave: Jesús

 

Lugar-clave: Jerusalén

 

Repeticiones-clave:

- Conflictos entre Jesús y los líderes religiosos: durante la Entrada Triunfal de Jesús en Jerusalén, los fariseos quisieron que Jesús mandara que sus seguidores se callaran y pararan de alabarlo. Jesús respondió que si ellos se callaran las piedras gritarían (Lc. 19:39-40); en el Templo, los líderes judíos desafiaron la autoridad de Cristo y éste respondió con una pregunta a respecto de Juan el Bautista (Mt. 21:23-27; Mc. 11:27-33; Lc. 20:1-8); los fariseos y sus enemigos del partido de Herodes se juntaron para hacer una pregunta astuciosa a respecto del tributo (Mt. 22:15-22; Mc. 12:13-17; Lc. 20:20-26); Jesús denunció a los escribas y fariseos, condenando el fingimiento de ellos (Mt. 23:1-39; Mc. 12:38-40; Lc. 20:45-47).

- Templo: después de la Entrada Triunfal en Jerusalén, Jesús entró en el Templo y miró todo               alrededor (Mc. 11:11); al día siguiente, él entró en el patio del Templo, expulsó a todos aquellos que hacían comercio y los acusó de transformar su casa en un escondite de ladrones (Mt. 21:12-17; Mc. 11:15-19; Lc. 19:45-48); ciegos y cojos fueron curados en el Templo (Mt. 21:14); el martes hubo controversias en el Templo entre los líderes y Jesús (Mt. 21: 23-32; 22:14-22; 23: 1-39); Jesús habló de la destrucción del Templo (Mt. 24:1-2).

- Parábolas: los dos hijos (Mt. 21:28-32); los labradores malos (Mt. 21:33-45); las bodas del hijo del rey (Mt. 22:1-14); el siervo fiel y el infiel (Mt. 24:45-51); las diez vírgenes (Mt. 25:1-13); los talentos (Mt. 25:14-30); el juicio final (Mt. 25:31-46).

- En el Sermón Profético (Mt. 24 - 25) hay varias profecías (24:4, 9, 15, 29, 30, 40; 25:1, 14, 31).

 

Sentimientos-clave:

- Durante la Entrada Triunfal: el júbilo de la multitud, la preocupación de los fariseos y la pena que Jesús sintió de Jerusalén.

- La ira de Jesús cuando purificó el Templo y cuando maldijo la higuera infructífera.

- La hostilidad entre Jesús y los líderes durante las controversias en el Templo.

- La seriedad de Jesús durante su predicación del Sermón Profético.

 

Problema- inicial: Jesús estaba llegando a Jerusalén yendo a la Fiesta de la Pascua cuando mandó que dos discípulos buscaran una asna.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:  

Domingo: Entrada Triunfal en Jerusalén

— Jesús mandó que dos discípulos buscaran una asna (Mt. 21:1-5; Mc. 11:1-6).

— Jesús subió en la asna y fue recibido por una multitud que extendía sus capas, esparcía ramas en el suelo y gritaba: “¡Gloria a Dios! ¡Bendito sea el que viene en el nombre del Señor!” (Mt. 21:6-9; Mc. 11:4-10; Lc. 19:29-38; Jn. 12:12-15).

— Los fariseos quedaron preocupados: “Todos estaban yéndose con él” (Lc. 19:39-40; Jn. 12:17-19).

— Jesús lloró con pena de la ciudad de Jerusalén (Lc. 19:41-44).

— Jesús durmió en Betania (Mc. 11:11).

 

Lunes: Segunda Purificación del Templo

— Jesús maldijo la higuera infructífera (Mc. 11:12-14).

— Jesús entró en el patio del Templo, expulsó a todos aquellos que hacían comercio y los acusó de transformar su casa en un escondite de ladrones (Mt. 21:12-17; Mc. 11:15-19; Lc. 19:45-48).

— Ciegos y cojos fueron curados en el Templo (Mt. 21:14).

— La entrevista de los griegos con Jesús (Jn. 12:20-36).

 

Martes: Controversias en el Templo

— Cuando pasaban cerca de la higuera infructífera, los discípulos vieron que ella estaba seca. Jesús respondió con una lección a respecto de la oración (Mt. 21:18-19; Mc. 11:20-26; Lc. 19:45-48).

— En el Templo, los líderes judíos desafiaron la autoridad de Cristo y éste respondió con una pregunta a respecto de Juan el Bautista (Mt. 21:23-27; Mc. 11:27-33; Lc. 20:1-8).

— Jesús contó una parábola de advertencia: los dos hijos (Mt. 21:28-32).

— Los fariseos y sus enemigos del partido de Herodes se juntaron para hacer una pregunta astuciosa a respecto del tributo (Mt. 22:15-22; Mc. 12:13-17; Lc. 20:20-26).

— Jesús denunció a los escribas y fariseos, condenando su fingimiento (Mt. 23:1-39; Mc. 12:38-40; Lc. 20:45-47).

— Jesús fue al Monte de los Olivos y pronunció el Sermón Profético (Mt. 24-25).

 

Situación-final: Jesús pronunció el Sermón Profético en el Monte de los Olivos a sus discípulos y les avisó que estuvieran preparados para su vuelta.

 

NARRATIVA:

 

Domingo: Entrada Triunfal en Jerusalén

 

            Domingo, Jesús y los discípulos fueron al Monte de los Olivos. De allí Jesús mandó dos discípulos adelante, con la siguiente orden: “Diríjanse hasta la aldea ahí adelante. Allí ustedes encontrarán una asna amarrada y un pollino con ella. El pollino aún no fue montado. Desamárrenlos y tráiganlos para acá. Si alguien pregunta por qué están haciendo eso, digan que el Maestro necesita de ellos y que luego los devolverá” (Mt. 21:1-6; Mc. 11:1-6).

            Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús había mandado. Trajeron la asna y el pollino, lanzaron sus capas sobre él y, enseguida, Jesús montó en el pollino. La multitud que había ido a la Fiesta de la Pascua oyó decir que Jesús estaba llegando, tomó ramas de palmeras y salió para encontrarlo. Mientras Jesús iba pasando, muchos extendían sus capas en el suelo, otros cortaban ramas de árboles y las esparcían por el camino. Cuando Jesús llegó cerca de Jerusalén, en la bajada del Monte de los Olivos, una multitud exultaba de alegría. Muchos agradecían a Dios, en alta voz, los milagros que habían presenciado. Tanto los que iban adelante como los que venían atrás empezaron a gritar: “¡Hosanna a Dios! ¡Bendito sea el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito sea el Rey de Israel! ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Paz en el cielo y gloria a Dios!” (Mt. 21:6-9; Mc. 11:7-10; Lc. 19:29-38; Jn. 12:12-15).

            Este acontecimiento era el cumplimiento de una profecía de Zacarías, que hacía siglos profetizara: “No tengas miedo, Jerusalén, hija de Sion. Ahí viene tu rey, montado sobre un pollino” (Jn. 12:15; Zac. 9:9).

            Los que estaban con Jesús cuando él resucitó a Lázaro anunciaron la noticia del milagro. Fue esta la razón de la multitud salir a su encuentro. Ellos habían oído hablar del milagro que Jesús realizara a favor de Lázaro. Los fariseos dijeron unos a los otros: “¡Vean, no estamos consiguiendo nada! ¡Todos se están yendo con Él!” (Jn. 12:17-19).

            Algunos fariseos llegaron a llamar la atención de Jesús: “¡Señor, reprende a tus discípulos, manda que ellos se callen, que no griten esas cosas!”

Pero Jesús respondió: “Si ellos se callaren, las piedras del camino es que gritarán” (Lc. 19:39-40).

            Cuando Jesús llegó cerca de Jerusalén y contempló el panorama de la ciudad, lloró, con pena de ella, y dijo: “¡Ah, Jerusalén! ¡Si hoy mismo supieras lo que es necesario para conseguir la paz! ¡Pero tus ojos no ven! Llegarán los días en que los enemigos van a destruirte completamente y a todos tus habitantes. No quedará una piedra sobre otra, porque tú, Jerusalén, no reconociste el tiempo en que Dios vino para salvarte” (Lc. 19:41-44).

            Cuando Jesús llegó cerca de Jerusalén, la ciudad entera se agitó y preguntó: “¿Quién es este hombre?”

El pueblo respondía: “Es Jesús, el profeta de la ciudad de Nazaret de Galilea” (Mt. 21:10-11).

            Jesús entró en Jerusalén, fue al Templo, miró todo alrededor y fue a la aldea de Betania, donde durmió (Mc. 11:11).

 

Lunes: Segunda Purificación del Templo

 

            El lunes por la mañana, cuando salieron de Betania, Jesús tuvo hambre. Vio de lejos una higuera llena de hojas y fue hasta ella para ver si había higos, sin embargo, encontró solamente hojas. El fruto de la higuera aparece antes de la formación de las hojas. Así, la presencia de las hojas debía indicar que había también fruto. Jesús dijo a la higuera: “¡Nunca más des higos!” Y ella se secó inmediatamente (Mt. 21:18-19; Mc. 11:12-14). Habiendo Jesús maldecido a la higuera infructífera, siguió para Jerusalén (Mc. 11:15).

            Llegando a la ciudad, Jesús entró en el patio del Templo y expulsó a todos los que allí compraban y vendían. Derribó las mesas de los que cambiaban dinero y las sillas de los que vendían palomas. No dejaba a nadie cruzar el patio del Templo transportando cargas. Jesús profirió las palabras de las Escrituras Sagradas: “¡Mi casa será llamada casa de oración para todos los pueblos, pero ustedes la trasformaron en un escondite de ladrones!” (Mt. 21:12-17; Mc. 11:15-19; Lc. 19:45-48).

            Ciegos y cojos se acercaron a Jesús en el patio del Templo, y él los curó. Jesús enseñó en el patio del Templo. Los niños gritaron: “¡Gloria al Hijo de David!”

Los jefes de los sacerdotes y los profesores de la Ley quedaron indignados, y preguntaron a Jesús: “¿Estás oyendo lo que estos niños están diciendo?”.

Jesús confirmó: “Perfectamente. ¿Ustedes nunca leyeron en las Escrituras Sagradas el texto que dice: De la boca de los niños y de los que maman sale un canto de alabanza?” (Mt. 21:14-16).

            Entre las personas que habían ido a Jerusalén para participar de la fiesta había algunos griegos. Ellos fueron a hablar con Felipe y le pidieron: “Señor, queremos ver a Jesús”.

            Felipe dijo eso a Andrés, y los dos fueron a hablar con el Maestro.

            Jesús respondió: “Llegó la hora del Hijo del Hombre recibir una gran gloria. Si el grano de trigo no es lanzado en la tierra y no muere, él continuará apenas a ser un grano. Pero, si muere, dará mucho trigo. Quien ama su vida, la perderá; pero quien no se apega a la vida en este mundo, va a conservarla para la vida eterna” (Jn. 12:20-26).

            Jesús habló nuevamente de su muerte: “Ahora mi alma está profundamente angustiada. ¿Qué voy a decir? ¿Padre, líbrame de esta hora de sufrimiento? ¡No! Pues fue para eso mismo que vine. ¡Padre, glorifica tu nombre!”

            Y del cielo se escuchó una voz: “Ya glorifiqué mi nombre y seguiré glorificándolo”.

            Algunos de la multitud dijeron que habían escuchado truenos. Otros dijeron: “Fue un ángel que habló con Él”.

            Jesús dijo: “Esa voz no vino por causa mía. Vino para ustedes. Llegó la hora de expulsar al príncipe de este mundo. Y cuando levanten de la tierra al Hijo del Hombre, todos serán atraídos por Él” (Jn. 12:27-32).

            Al anochecer, Jesús y los discípulos salieron de la ciudad y fueron para la aldea de Betania (Mt. 21:17; Mc. 11:19).

            Jesús había hecho tantos milagros en presencia de todos, y aun así no creían en él. A pesar de eso, muchos líderes judíos creyeron en Jesús. Pero no se manifestaron, por causa de los fariseos, para no ser expulsados de la casa de oración. Querían la gloria de los hombres en vez de la gloria de Dios (Jn. 12:37-43).

 

Martes: Discusiones en el Templo

Al día siguiente, martes de mañana, cuando Jesús y los discípulos pasaron cerca de la higuera infructífera, vieron que ella estaba seca desde la raíz. Pedro dijo: “Mira, Maestro, la higuera que maldijiste está seca. ¡Cómo se secó rápido!”

            Jesús respondió con una rápida palabra sobre la oración. Si los discípulos tuviesen fe, podrían hacer la misma cosa. Él dijo también: “Cuando oren y pidan alguna cosa, crean que ya la recibieron, y así todo les será dado. Y cuando estén orando, perdonen a los que los ofendieron, para que el Padre que está en el cielo les perdone los pecados a ustedes” (Mc. 11:20-26).

            En el Templo, los líderes judíos desafiaron la autoridad de Cristo, queriendo saber con qué derecho Él expulsaba personas del Templo y anunciaba allí sus mensajes. Le preguntaron: “¿Con qué autoridad haces estas cosas?”

            Jesús les contestó: “Yo también les voy a hacer una pregunta. Si me dan la respuesta, yo les diré con qué autoridad hago estas cosas. Les preguntó: ¿Quién le dio autoridad a Juan para bautizar?  ¿Fue Dios o fueron los seres humanos?

            Se dijeron los unos a los otros: “Si decimos que fue Dios, él va a preguntar: ´Entonces, ¿por qué ustedes no creyeron en Juan? ´ Pero si decimos que fueron seres humanos, tenemos miedo de lo que el pueblo pueda hacer. El pueblo nos matará a piedrazos, porque todos piensan que Juan era profeta”.

            Por eso, le respondieron a Jesús: “No sabemos”.

            Jesús les dijo: “Entonces, yo tampoco les digo con qué autoridad hago estas cosas” (Mt. 21:23-27; Mc. 11:27-33; Lc. 20:1-8).

            Jesús contó tres parábolas de advertencia a los líderes religiosos (Mt. 21:28 - 22:14). Una era la de los dos hijos: Había un hombre que tenía dos hijos. Él le dijo al mayor: “Hijo, hoy tú vas a trabajar en mi plantación de uvas”.

            El hijo respondió: “Yo no quiero ir”. Pero después cambió de idea y fue.

            Entonces el padre ordenó la misma cosa al otro hijo. Y éste dijo: “Sí, señor”. Pero después no fue.

            Les preguntó Jesús: “¿Cuál de ellos hizo lo que el padre quería?”

            Ellos respondieron: “El hijo mayor”.

            Entonces Jesús dijo: “Los cobradores de impuestos y las prostitutas están entrando en el Reino de Dios antes de ustedes. Porque Juan el Bautista vino para mostrar el camino verdadero, y ustedes no creyeron en él; pero los cobradores de impuestos y las prostitutas creyeron. Sin embargo, aun habiendo visto eso, ustedes no se arrepintieron para creer en él” (Mt. 21:28-32).

            Los fariseos hicieron un plan para hacer preguntas que serían trampas para Jesús. Una de esas preguntas era sobre los impuestos. Los fariseos y los miembros del partido de Herodes eran enemigos políticos, sin embargo ellos se juntaron para preguntar a Jesús: “Maestro, sabemos que eres honesto, enseñas la verdad sobre la voluntad de Dios y no te importas con la opinión de los demás. Entonces qué piensas: ¿es o no es contra nuestra Ley pagar impuestos al Emperador Romano?”

            Jesús percibió la malicia de ellos y respondió: “Hipócritas! ¿Por qué quieren que yo caiga en contradicción? ¡Traigan la moneda del impuesto!”

Trajeron la moneda, y él preguntó: “¿De quién son el nombre y el rostro grabados en esta moneda?”

Ellos respondieron: “De César”.

Entonces Jesús dijo: “Den a César los que pertenece a César y a Dios lo que pertenece a Dios.”

Ellos quedaron admirados cuando oyeron eso. Entonces dejaron a Jesús en paz y se fueron (Mt. 22:15-22; Mc. 12:13-17; Lc. 20:19-26).

            Jesús desafió a los líderes, denunciando a los escribas y los fariseos y condenando el fingimiento de ellos. Él dijo a los discípulos que los profesores de la Ley y los fariseos tenían autoridad para explicar la Ley de Moisés. Por eso, debían obedecer lo que ellos decían, sin embargo, no debían imitar sus acciones, pues ellos no hacían lo que enseñaban (Mt. 23:1-12; Mc. 12:38-40; Lc. 20:45-47).

            Jesús habló a los líderes religiosos: “¡Ay de ustedes, profesores de la Ley y fariseos, hipócritas! Pues cierran la puerta del Reino de los Cielos a los otros, más ustedes mismos no entran ni dejan entrar los que están queriendo. ¡Ay de ustedes, guías ciegos! ¡Ay de ustedes, profesores de la Ley y fariseos, hipócritas! Pues son como túmulos pintados de blanco, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre. Por fuera ustedes parecen buenas personas, más por dentro están llenos de mentiras y pecados” (Mt. 23:13-28).

            Después de las controversias en el Templo con los líderes de los judíos, Jesús salió del patio del Templo, fue hasta el Monte de los Olivos y pronunció el Sermón Profético (Mt. 24:1-3). En ese sermón él profetizó la destrucción de Jerusalén y su propia vuelta, con varios pronunciamientos y parábolas (Mt. 24-25). Habló de su vuelta: “Cuanto al día y hora, nadie sabe, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino solamente el Padre. La venida del Hijo del Hombre será como aquello que sucedió en el tiempo de Noé. Pues, antes del diluvio, el pueblo comía y bebía, los hombres y las mujeres se casaban, hasta el día en que Noé entró en el arca. Sin embargo, no sabían lo que estaba sucediendo, hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos. Así también será la venida del Hijo del Hombre. En aquel día, dos hombres estarán trabajando en la hacienda: uno será llevado y el otro dejado. Dos mujeres estarán en el molino moliendo trigo: una será llevada y la otra dejada. Quédense vigilando, pues ustedes no saben en qué día va a llegar su Señor” (Mt. 24:36-44; Mc. 13:32-37).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         El pollino nunca había sido montado por nadie (Mc. 11:2), para que se cumpliera Zac. 9:9 y porque el uso real o sagrado exigía que el artículo no fuera usado (Nm. 19:2; Dt. 21:3). Jesús, montado en el jumento, se presenta como el Mesías que viene ofreciéndose en paz: sin armas y sin ejército (Zac. 9:9; Lc. 19:38).

2.         En la Entrada Triunfal en Jerusalén, Jesús su manifestó como el Mesías muy esperado, predicho en Zac. 9:9.

3.         Hay varias reacciones al Rey Jesús. En la Entrada Triunfal, varias actitudes y acciones son manifestadas:

— El júbilo de los discípulos. Ellos estaban jubilosos alabando a Dios por todos los milagros que habían visto (Lc. 19:37). Ellos aún no entendían todo a respecto de Jesús (Jn. 12:16), sin embargo, lo querían seguir y servir (Jn. 12:26).

— La preocupación del discípulo secreto. El discípulo secreto guarda como secreto el hecho de creer en Jesús, porque está preocupado con lo que los otros piensan a respecto de él (Jn. 12:42-43).

— La traición de Judas. Judas, el traidor, estaba entre los discípulos como si fuera un discípulo leal y sus malas intenciones fueron escondidas.

— La conspiración de los fariseos. El grupo enemigo es representado por los fariseos, que rechazaron a Jesús (Lc. 19:39) y estaban comprometidos con una conspiración para acabar con Él (Jn. 11:53). Quisieron eliminar a quien estimulaba la fe en Jesús, tal como quisieron matar a Lázaro (Jn. 12:10-11), y quedaron decepcionados cuando vieron interés en Jesús (Jn. 12:19).

— El ánimo titubeante de la masa. La multitud se quedó titubeando entre estar a favor de Jesús o contra Él. La multitud que saludó a Jesús con “Hosanna” y “Rey”, en seis días estaba gritando “Crucifícalo” (Jn. 12:12-18 con 19:15). Junto a los discípulos, en una escena la multitud estaba alabando a Jesús (Lc. 19:37-38), en otra estaba al lado de los líderes, juzgando o pidiendo su crucifixión (Lc. 23:21). Luego después estaba lamentando la condenación de Jesús (Lc. 23:27) y después de su muerte estaba inconsolable (Lc. 23:48).

— El interés de los griegos que querían ver a Jesús (Jn. 12:20-26).

4.         Jesús no tiene placer en ver al pecador sufrir las consecuencias de su pecado y de las cosas equivocadas que escoge. Jesús lloró, previendo la destrucción de Jerusalén en consecuencia de los pecados de los judíos (Lc. 19:41-44).

5.         Jesús está preocupado con la moralización de la religión verdadera. En la segunda purificación del Templo (Mt. 21:12-17; Mc. 11:15-19; Lc. 19:45-48), Jesús continuó la obra de moralización del Templo, que había dado inicio a su ministerio en Jerusalén, tres años antes (Jn. 2:13-25). Era un beneficio para el pueblo hacer ciertas transacciones financieras para poder vender sacrificios y cambiar monedas en el Templo con los que venían de lejos. Pero no era correcto el recinto entero ser ocupado por explotadores que robaban el dinero de los peregrinos, haciendo del Templo apenas una excusa para el comercio fraudulento.

6.         Jesús se irrita con la religión:

— secularizada. Cuando los practicantes de la religión verdadera se portan tal como los incrédulos, Jesús se irrita. Los religiosos estaban explotando el pueblo en el propio Templo, tal como el incrédulo hace en su comercio.

— comercializada. Cuando hay religiosos que quieren tener ventajas financieras con la verdadera religión, Jesús se irrita. El culto se estaba transformando en una excusa para el comercio fraudulento

— sin reverencia. La bulla de los animales y comerciantes acabaron con la reverencia en el Templo.

— que crea barreras para quien quiere conocer a Dios. La comercialización estaba siendo realizada en la parte del Templo reservada para los no-judíos.

7.         Jesús condena la religión teórica, que negligencia la práctica. El milagro de la higuera maldecida y la purificación del Templo se explican mutuamente (Mc. 11:12-19). El milagro sirvió como un dramático recurso didáctico para explicar el incidente de la purificación del Templo. Jesús condena a aquel que tiene apenas la apariencia de fruto, pero no da fruto.

8.         La muerte de Jesús produjo la transformación de muchas vidas. La semilla que se reproduce, hasta millares de veces, tiene que ser plantada, germinar y crecer. Así Cristo, por la muerte y resurrección, transforma muchas vidas (Jn. 12:23-24).

9.         Cada discípulo de Jesús debe ser un “grano de trigo” listo para morir para expandir el Evangelio. Tal como Jesús era el grano de trigo que murió para dar más frutos, Él convidó a los discípulos para que lo siguieran (Jn. 12:26).

10.       La maldición de la higuera es como una parábola en acción. Tal como secó el árbol, purificó el Templo (Mt. 21:18-19; Mc. 11:12-14; Lc. 19:45-48). La higuera tiene un sólo propósito, que es dar fruto y, si no cumple este propósito, está inutilizando la tierra y no vale nada: sólo merece ser cortada, o quedar bajo castigo.

11.       La higuera es un símbolo de la nación judía. El fruto de la higuera aparece antes de la formación de las hojas. Así, la presencia de las hojas debía indicar que había también fruto. Esa higuera, por sus hojas, daba la apariencia de tener algo que en realidad no tenía. La nación judía tenía mucha actividad religiosa que se veía por fuera, sin embargo, sólo tenía la apariencia de la religión verdadera, porque no tenía el fruto de una vida transformada por Dios. Ejemplos de la actividad religiosa:

— personas que oraban en público (Mt. 6:5);

— personas que ayunaban (Mt. 6:16);

— mucho esfuerzo para hacer seguidores (Mt. 23:15);

— instrucción en la Ley de Dios (Ro. 2:18);

— fariseos y escribas que enseñaban la Ley (Mt. 23:2);

— edificios de sinagogas y del Templo en que adoraban a Dios;

— sacerdotes que ministraban en el Templo.

12.       El incidente de la higuera infructífera (Mt. 21:18-22; Mc. 11:12-14, 20-26) es una ilustración dramática:

— de la maldición que cae sobre la hipocresía. Hipocresía es la apariencia sin resultado (las hojas sin los frutos que, en el caso de la higuera, vendrían antes). La higuera, aquí, simboliza a Israel, que tiene el conocimiento de Dios, la apariencia y la tradición religiosa, sin embargo, al rechazar el Mesías, fue maldecido.

— del poder de la oración de fe. El objeto de fe es la persona de Dios. La fe en Jesús es fe en Dios. En el pensamiento judío de la época, remover montes significa resolver problemas. Quien ora con verdadera fe no enfrenta dificultades insuperables (vea Stg. 1:6).

13.       Quien aprovecha lucros fraudulentos queda indignado con la pérdida de ellos. Después de la purificación del Templo, la indignación de los sacerdotes es comprensible, una vez que eran ellos y sus jefes que embolsaban el lucro del comercio en el Templo (Mc. 11:18).

14.       Preguntas honestas a respecto de la fe merecen una respuesta; preguntas hechas como un desafío a la fe, no. Jesús evitó responder a la pregunta de los sacerdotes a respecto de Su autoridad. La pregunta no fue hecha con humildad y fe, más como un desafío (Mt. 21:23-27; Mc. 11:27-33; Lc. 20:1-8).

15.       Jesús esconde la verdad de aquellos que no se someten honestamente a Él. Él no respondió a las preguntas de los sacerdotes a respecto de Su autoridad (Mt. 21:23-27; Mc. 11:27-33).

16.       En la parábola de los dos hijos (Mt. 21:28-32), Jesús enseña que es siervo fiel a Dios aquel que realmente busca y practica la voluntad de Dios, por más ignorante y pecaminoso que haya sido en el pasado. No es un siervo fiel el que sigue las tradiciones religiosas, y hasta ha sido establecido como autoridad eclesiástica, sin embargo, rechaza el mensaje del Evangelio del Reino y no obedece a Jesús.

17.       Los malos se juntan para colaborar contra el verdadero Dios. En la cuestión de los impuestos, los fariseos y los Herodianos, enemigos mutuos, vienen juntos para sorprender a Jesús en una trampa (Mt. 22:15-22; Mc. 12:13-17; Lc. 20:19-26). Si Jesús dijera: “No es permitido”, esto sería suficiente para que los Herodianos entregaran a Jesús a los romanos con la acusación de ser un revolucionario.

18.       El reino de los cielos no entra en conflicto con los poderes terrestres en aquello que tiene de legítimo (Mt. 22:15-22; Mc. 12:13-17; Lc. 20:19-26). El Emperador Romano tenía derecho a los impuestos porque el propio Dios lo dio (Ro. 13:1-7). Los gobiernos de este mundo se sostienen con dinero de impuestos.

19.       Hay principios que el seguidor de Jesús necesita entender a respecto del Estado:

— El Estado existe dentro de la voluntad de Dios (Ro. 13:1-7).

— Quien recibe beneficios del Estado queda obligado a cumplir las responsabilidades por él exigidas (Ro. 13:7).

— El límite de esa responsabilidad no ultrapasa la voluntad de Dios, claramente grabada en la conciencia y expresada en la Biblia (Hch. 4:19).

20.       El seguidor de Jesús debe cumplir sus deberes para con los hombres, para con el gobierno y, también, para con Dios. Debe dar a César lo que pertenece a César y a Dios lo que pertenece a Dios (Mt. 22:21).

21.       El seguidor de Jesús no debe imitar a los fariseos, porque éstos (Mt. 23:1-12):

— no practican lo que predican (Mt. 23:3);

— dificultan la práctica de la Palabra de Dios (Mt. 23:4);

— son hipócritas, hacen de todo para producir falsas apariencias (Mt. 23:5);

— buscan la honra y la gloria de estar en primer lugar, en destaque (Mt. 23:6, 8, 10);

— manifiestan vanidad espiritual (Mt. 23:7; Mc. 12:38; Jn. 5:44);

— fingen amar a Dios y a Su Palabra, más explotan a sus semejantes (Lc. 20:46-47).

— quieren siempre ser lisonjeados (Mt. 23:7).

22.       La Palabra de Dios siempre debe ser honrada, mas no sus maestros hipócritas (Mt. 23:1-3).

23.       Las verdades reveladas a respecto de las señales del fin no nos fueron dadas para responder a todas las preguntas acerca del futuro, sino para estimular a los creyentes a resistir al mal, a permanecer firmes en la persecución y a estar siempre en Cristo (Mt. 24-25).

24.       Las señales del fin fueron dadas para entender los acontecimientos profetizados y no para hacer especulaciones a respecto de cuando sucederán. Así como el nacimiento de Jesús cumplió las profecías, sin embargo no sucedió como era esperado, así será con Su segunda venida. Los creyentes van a entender las señales claramente cuando estén dentro de los acontecimientos. El deber del discípulo no es especular cuando, y sí estar preparado (Mt. 24:45-51). La preocupación de Jesús no es que los discípulos sepan cuándo, sino que sepan lo que deben hacer mientras esperan (Hch. 1:7-8).

25.       Lo fundamental es que el creyente sepa a respecto de la vuelta de Jesucristo lo siguiente:

— Cristo volverá;

— El creyente debe prepararse;

— Habrá juicio;

— Habrá recompensa y castigo.

26.       Las señales del fin del mundo crean el ambiente para la predicación del Evangelio hasta los confines del mundo (Mt. 24:14; Mc. 13:10). En el sermón profético en el Monte de los Olivos (Mt. 24-25), Jesús habló a respecto de la destrucción de Jerusalén, su segunda venida y el fin del mundo. Los tres asuntos pertenecen uno al otro. El juicio de Jerusalén era apenas un paso en la dirección final. Jesús dio consejos a respecto de la actitud de los creyentes a ser tomada en la invasión de Jerusalén, que sucedió en 70 d.C. (Mt. 24:15-20). La vuelta de Jesús marcará el fin del orden actual. Antes de eso, aún, aparecerán engañadores, falsos cristos, guerras, hambre, terremotos, tribulaciones, falsos profetas, multiplicación de la iniquidad y enfriamiento del amor a Dios. Entonces vendrá el fin. Jesús está interesado en no dejar que las dificultades, principalmente las políticas, económicas y naturales impidan la obra de evangelización (Mc. 13:7-10). La preocupación del creyente no debe ser apenas de entender las señales, más que las señales creen el ambiente para la predicación del Evangelio.

 

PREGUNTAS

 

1.         ¿Cómo fue que Jesús consiguió un pollino (asno) para la Entrada Triunfal en Jerusalén?

2.         ¿Cómo Jesús fue recibido en su Entrada Triunfal?:

— ¿por sus discípulos?

— ¿por las personas que asistieron a la resurrección de Lázaro?

— ¿por la multitud?

— ¿por los fariseos?

3.         ¿Cómo fue que Jesús purificó el Templo?

4.         ¿Cuáles son las lecciones que ustedes aprendieron del milagro de la maldición de la higuera infructífera?

5.         Cuando los líderes religiosos quisieron saber con qué autoridad Jesús actuaba, ¿cuál fue su respuesta?

6.         ¿Cuál es la lección principal de la parábola de los dos hijos?

7.         Cuando los fariseos preguntaron a Jesús si era permitido pagar impuestos al Emperador Romano, ¿cuál fue la respuesta de Él?

8.         ¿Por qué Jesús condenó a los fariseos y profesores de la Ley?

9.         En el Sermón Profético en el Monte de los Olivos, ¿por qué Jesús enfatizó la necesidad de que sus seguidores siempre estén preparados para su vuelta?


SEMANA SANTA: MIÉRCOLES Y JUEVES

 

La Traición de Judas y la Noche de la Cena del Señor

 

TEXTO: Mateo. 26; Marcos. 14;

  Lucas. 22; Juan. 13-17

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            El tercer año del ministerio de Jesús es llamado año de la pasión. El segundo semestre del tercer año, Jesús hizo tres viajes a Jerusalén para participar de tres fiestas religiosas. En el tercer y último viaje Él fue a la Fiesta de la Pascua. La semana que Él pasó en Jerusalén, en la Fiesta de la Pascua, es llamada “Semana Santa”.

            El domingo de la Semana Santa, aconteció la Entrada Triunfal en Jerusalén. El día lunes, Jesús purificó el Templo, expulsando a los vendedores y cambistas. El día martes, hubo discusiones entre Jesús y los líderes de los judíos en el Templo. Saliendo del Templo, Jesús predicó el Sermón Profético en el Monte de los Olivos a sus discípulos.

 

Personajes-clave: Jesús y Judas

 

Lugar-clave: Jerusalén

 

Repeticiones-clave:

- Judas: Judas criticó a María por derramar un perfume caro sobre Jesús (Jn. 12:4-5); Judas era ladrón (Jn. 12:5); Judas traicionó a Jesús (Mt. 26:14-16; Mc. 14:10-11; Lc. 22:3-6); el Diablo puso en el corazón de Judas la idea de traicionar a Jesús (Jn. 13:2); en la Cena de la Pascua, Jesús anunció la traición de Judas (Mt. 26:20-25; Mc. 14:18-21; Lc. 22:21-23; Jn. 13:18-26); Satanás entró en Judas (Jn. 13:27); Judas salió dejando a Jesús y a los discípulos (Jn. 13:30); Judas fue al jardín con un grupo de soldados para llevar preso a Jesús (Jn. 18:2).

- Previsiones de Jesús sobre sus discípulos:  su traición por Judas (Mt. 26:20-25; Mc. 14:18-21; Lc. 22:21-23; Jn. 13:18-30); Pedro lo negaría (Mt. 26:31-35; Mc. 14:27-31; Lc. 22:31-38; Jn. 13:36-38); todos los discípulos lo abandonarían (Mt. 26:31; Jn 16:32).

- El gráfico a seguir muestra algunos de los asuntos que fueron mencionados varias veces por Jesús en el Discurso de Despedida y en la Oración Sacerdotal, la noche anterior a su crucifixión (Jn. 13 - 17).

 

ASUNTOS REPETIDOS

Jn. 13

Jn. 14

Jn. 15

Jn. 16

Jn. 17

Amor

1, 34‑35

15, 21‑23

9-12, 13-17

27

21, 23, 26

Obedecer los mandamientos

 

15, 21‑23

10, 12, 14, 17, 20

 

 

Oración

 

12, 13

7, 16

23, 24  

1-26

Unidad entre el Padre y el Hijo

 

7-12, 20, 31

10

15

7, 10‑12, 21-22

Partida de Jesús

3, 33, 36

2-5, 19, 28

 

4‑6, 16-22

11, 13

Espíritu Santo

 

16‑26

26‑27

7‑14

 

 

Sentimientos-clave:

- En la cena en la casa de Lázaro: la alegría de María y Marta, la ira de Judas que se sintió ofendido por la reprensión, y el amparo de Jesús a María.

- Durante la Cena de la Pascua y la Cena del Señor: la preocupación de Jesús con sus discípulos; pero, la autoconfianza y la ambición de los discípulos.

- Durante el Discurso de Despedida y la Oración Sacerdotal: la seriedad de Jesús y la confusión de los discípulos al no entender la gravedad del momento.

 

Problema-inicial: Cada vez más los líderes de los judíos sienten que Jesús es una amenaza a su poder y tradición religiosa; los principales sacerdotes planean llevarlo preso.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:

Miércoles: Jesús Descansa, Mientras los Líderes Planean su Muerte

— Los principales sacerdotes planearon aprisionar a Jesús (Mt. 26:3-5; Mc. 14:1-2; Lc. 22:1-2).

— En Betania, en una cena preparada para Jesús, María derramó en los pies y en Su cabeza un frasco lleno de perfume y le secó los pies con sus cabellos (Mt. 26:6-7; Mc. 14:3; Jn. 12:1-3).

— La traición de Judas (Mt. 26:14-16; Mc. 14:10-11; Lc. 22:3-6).

 

Jueves: La Cena de la Pascua y la Cena del Señor

— Preparación para la Cena de la Pascua (Mt. 26:17-19; Mc. 14:12-16; Lc. 22:7-13).

— Jesús lavó los pies de los discípulos (Jn. 13:1-17).

— En la Cena de la Pascua, Jesús anuncia la traición de Judas (Mt. 26:20-25; Mc. 14:18-21; Lc. 22:21-23; Jn. 13:18-30).

— La Cena del Señor (Mt. 26:26-30; Mc. 14:22-26; Lc. 22:19-20).

— La contienda ambiciosa entre los doce (Lc. 22:24-30)

— Jesús predijo que Pedro lo negaría (Mt. 26:31-35; Mc. 14:27-31; Lc. 22:31-38; Jn. 13:36-38).

 

El Discurso de Despedida y la Oración Sacerdotal

— Jesús hizo un discurso de despedida (Jn. 14-16).

— La Oración Sacerdotal de Jesús (Jn. 17).

 

Situación-final: Jesús, habiendo instituido la cena memorial, hizo un discurso de despedida, empezando aún antes de salir del cenáculo (Jn. 14:31) y continuándolo en el camino para el Monte de los Olivos (Jn.14-16). Mientras Jesús estaba caminando para el Jardín del Getsemaní, levantó sus ojos para el cielo y oró al Padre a favor de sus actuales y futuros seguidores (Jn. 17).

 

NARRATIVA:

 

Miércoles: Jesús Descansa, Mientras los Líderes Planean su Muerte

 

            El miércoles de la Semana Santa, Jesús descansó en la aldea de Betania. Mientras descansaba, los jefes de los sacerdotes y los líderes judíos se reunieron en el palacio de Caifás, el Sumo Sacerdote, e hicieron un plan para aprisionarlo secretamente y matarlo. Ellos no quisieron hacer eso durante la Fiesta de la Pascua, porque tenían miedo de que el pueblo se sublevase (Mt. 26:3-5; Lc. 22:1-2).

            Lázaro, a quien Jesús había resucitado, vivía en Betania. Prepararon allí una cena para Jesús. Cuando Jesús estaba comiendo, María, hermana de Lázaro, tomó un frasco lleno de un perfume muy caro, hecho de nardo puro, derramó el perfume en la cabeza y en los pies de Jesús y los secó con sus cabellos.

            Judas Iscariote dijo: “Este perfume vale más de trescientas monedas de plata. (Una moneda sería el sueldo de un día normal de trabajo de un operario). ¿Por qué no fue vendido y el dinero dado a los pobres?” El hecho es que Judas no quería ayudar a los pobres. Él era ladrón, cuidaba de la caja común y acostumbraba a robar de ella.

            Jesús defendió a María: ¿”Por qué están molestando a esta mujer? ¡Dejen a María en paz! Ella me hizo una cosa muy buena; ella perfumó mi cuerpo para mi entierro. Los pobres siempre estarán con ustedes, pero yo no siempre estaré” (Mt. 26:6-13; Mc. 14:3-9; Jn. 12:1-8).

            Judas se sintió ofendido por la reprensión. Satanás entró en Judas Iscariote. Él fue a hablar con los jefes de los sacerdotes y con los oficiales de la guarda del Templo y les preguntó: “¿Cuánto ustedes me pagarán para que yo les entregue a Jesús?”

            Ellos quedaron muy contentos, contaron treinta monedas de plata y se las dieron. Judas aceptó y desde entonces esperaba una oportunidad para traicionar a Jesús, sin que el pueblo supiera (Mt. 26:14-16; Mc. 14:10-11; Lc. 22:3-6).

 

Jueves: La Cena de la Pascua y la Cena del Señor

 

            El jueves de la Semana Santa, Jesús conmemoró la Pascua con los discípulos. El jueves era el primer día de la Fiesta de los Panes sin Levadura, cuando los judíos mataban a los corderos para celebrar la Pascua.

            Los discípulos se acercaron a Jesús y le preguntaron: “¿Dónde quieres que preparemos la cena de la Pascua?” La preparación de la Pascua incluía matar y asar el cordero y buscar pan sin levadura, hierbas amargas y vino.

            Jesús los mandó ir a la ciudad a buscar a un hombre llevando un cántaro con agua. Normalmente, sólo las mujeres cargaban cántaros con agua. Los discípulos deberían seguir a ese hombre y decir al dueño de la casa donde él entrara que el Maestro y sus discípulos irían a celebrar la Pascua en su casa. Los discípulos hicieron como Jesús les mandó, encontraron todo como Jesús les había dicho y prepararon la cena de la Pascua (Mt. 26:17-19; Mc. 14:12-16; Lc. 22:7-13).

            Cuando anocheció, Jesús llegó con los doce discípulos (Mc. 14:17), se sentó a la mesa con ellos y les dijo: “¡Cómo he deseado comer esta cena de Pascua con ustedes, antes de mi sufrimiento! Nunca más comeré esta cena hasta que yo coma la verdadera cena que habrá en el Reino de Dios” (Lc. 22:15-16).

            Jesús y sus discípulos estaban a la mesa cenando. Entonces Jesús se levantó, se sacó su capa, tomó una toalla y se la amarró en la cintura. Después, puso agua en una vasija y empezó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla.

            Cuando llegó cerca de Simón Pedro, éste le dijo: “Nunca me lavarás los pies”.

            Jesús respondió: “Si yo no te los lavo, no serás más mi discípulo”.

            Pedro exclamó: “Entonces, Señor, !no me laves solamente los pies; lávame también mis manos y mi cabeza!”.

            Jesús respondió: “Quien ya se bañó está completamente limpio y solamente necesita lavarse los pies”.

            Después de lavar los pies de sus discípulos, Jesús volvió a vestir la capa, se sentó otra vez a la mesa y preguntó: “¿Ustedes entendieron lo que yo hice? Ustedes me llaman de 'Maestro' y de 'Señor'. Soy el Señor y Maestro y les lavé los pies a ustedes. Por eso ustedes deben lavar los pies los unos de los otros, porque les di el ejemplo para que hagan lo que yo hice. Yo afirmo que el empleado no es mayor que su patrón, ni el mensajero es más importante que el que lo envió” (Jn. 13:1-17).

            Cuando los judíos comían juntos, partían los panes en pedazos y los mojaban en una salsa que estaba en una gran vasija colocada en el medio de la mesa. Esta salsa era generalmente hecha con frutas molidas. En la cena de la Pascua, Jesús fue tomado por una gran perturbación de espíritu y declaró: “Porque tiene que suceder lo que las Escrituras Sagradas dicen: El que come conmigo se volvió contra mí” (Jn. 13:18).

            “Yo afirmo que uno de ustedes me va a traicionar”.

            Ellos quedaron muy tristes y uno por uno, empezaron a preguntar: “¿No piensas que sea yo, verdad?”

            Jesús contestó: “Quien me va a traicionar es el que moja el pan en el plato conmigo. El Hijo del hombre va a morir, como dicen las Escrituras Sagradas, pero, ¡ay de quien está traicionando al Hijo del Hombre! “¡Sería mejor que nunca hubiera nacido!

            Entonces Judas, el traidor, le preguntó: “Maestro, ¿no piensas que sea yo, verdad?” (Mt. 26:20-25; Mc. 14:17-21).

            Bien cerca de Jesús estaba sentado el discípulo Juan. Pedro hizo una señal para Juan y le dijo: “Pregunta de quién el Maestro está hablando”.

            Juan se acercó aún más a Jesús y le preguntó: “Señor, ¿quién es?”

            “Es aquel a quien yo le daré un pedazo de pan con salsa”, respondió Jesús. A seguir, tomó un pedazo de pan, lo pasó en la salsa y se lo dio a Judas. Luego que Judas recibió el pan, Satanás entró en él.

            Jesús le dijo a Judas: “Lo que vas a hacer, ¡hazlo luego!”

            Judas recibió el pan y salió luego. Era noche (Jn. 13:18-30).

            Mientras estaban comiendo, Jesús tomó el pan y dio gracias a Dios. Después, partió el pan y lo dio a los discípulos, diciendo: “Tomen y coman; esto es mi cuerpo. Hagan eso en memoria de mí”.

            Después, de la misma manera, tomó el cáliz y agradeció a Dios. A seguir, pasó el cáliz a los discípulos, diciendo: “Beban todos ustedes porque esto es mi sangre, que es derramada a favor de muchos para el perdón de los pecados. Es la sangre que sella la alianza hecha por Dios con su pueblo. Cada vez que ustedes comen este pan y beben este cáliz, anuncian la muerte del Señor, hasta que él venga”.

            Entonces cantaron salmos de alabanzas y fueron para el Monte de los Olivos (Mt. 26:26-30; Mc. 14:22-26; Lc. 22:19-20; 1 Co. 11:23-26).

            Los discípulos tuvieron una grave discusión para saber cuál de ellos era el más importante. Jesús les dijo: “Los reyes de este mundo tienen poder sobre el pueblo, pero entre ustedes no puede ser así. Al contrario, el más importante debe ser como el menos importante. ¿Quién es el más importante? ¿El que está sentado a la mesa para comer o el que está sirviendo? Claro que es el que está sentado a la mesa. Pero, entre ustedes, yo soy como el que sirve” (Lc. 22:24-30).

            Jesús avisó: “Esta noche todos ustedes van a huir y van a abandonarme. Pero, después que yo resucite, iré adelante de ustedes para Galilea”.

            Entonces Pedro dijo a Jesús: “Yo nunca te abandonaré, aunque los otros hagan eso”.

            Jesús le dijo: “Simón, Simón, escucha bien: Satanás ya consiguió permiso para ponerte a prueba. Él va a zarandearlos, como el labrador separa el trigo de la paja. Pero yo he orado por ti, Simón, para que no te falte fe. Y cuando vuelvas para mí, anima a tus hermanos. Recuerda esto: hoy de noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces, diciendo que no me conoces”.

            Pedro respondió: “Yo nunca voy a decir que no te conozco, aunque sea necesario morir contigo”.

            Y todos los discípulos dijeron lo mismo (Mt. 26:31-35; Lc. 22:31-38; Jn. 13:36-38).

 

El Discurso de Despedida y la Oración Sacerdotal

 

            Jesús, habiendo instituido la cena memorial, hizo un discurso de despedida, empezando aún antes de salir del cenáculo (Jn. 14:31) y continuándolo en el camino para el Monte de los Olivos (Jn. 14-16). Jesús dijo: “No queden tristes y preocupados. Confíen en Dios y confíen también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas moradas, y yo voy a preparar un lugar para ustedes. Y, después que yo vaya y prepare un lugar para ustedes, volveré y los llevaré conmigo para que ustedes conozcan el camino que lleva al lugar para donde yo voy” (Jn. 14:1-4).

            “Si ustedes me aman, obedezcan a mis mandamientos. Yo pediré al Padre, y él les dará otro Auxiliador, el Espíritu de la Verdad, para quedarse siempre con ustedes” (Jn. 14:15-17).

            “Si ustedes me aman, obedezcan a mis mandamientos. Quien acepta mis mandamientos y los obedece, prueba que me ama” (Jn. 14:21).

            “Yo soy la Vid Verdadera, y mi Padre es el labrador. Continúen unidos conmigo, y yo continuaré unido con ustedes; pues sólo pueden dar fruto si permanecen unidos conmigo, así como el ramo da uvas sólo cuando está unido con la planta” (Jo. 15:1-10).

            “Pues llegó la hora de todos ustedes ser esparcidos, cada uno para su casa; y de esta forma, me van a dejar solo. Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Yo digo eso para que, por estar unidos conmigo, ustedes tengan paz. En el mundo ustedes van a sufrir, pero ¡tengan coraje!  ¡Yo vencí al mundo! (Jn. 16:25-33).

            Mientras Jesús estaba caminando yendo para el Jardín del Getsemaní, sin ninguna formalidad, levantó los ojos para el cielo y oró al Padre la Oración Sacerdotal. En esa oración Jesús pidió a favor de sus actuales discípulos y de los futuros seguidores (Jn. 17).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         Jesús, el Maestro, es un Siervo. Él es el ejemplo de la esclavitud a servicio del Padre (Jn. 5:36; 6:38; 9:4; 10:32, 37; 14:10). Él es un Siervo de los hombres (Mt. 20:28; Lc. 22:27; Fil. 2:2-7). Un ejemplo de Jesús siendo Siervo es que Él les lavó los pies a los discípulos (Jn. 13:4-5).

2          Jesús quiere discípulos que sean siervos. Un deber de los discípulos de Jesús es ser siervos unos de los otros (Jn. 13:15-16). Un servicio prestado al siervo de Jesús es reconocido por Él (Mt. 10:42).

3.         La Cena del Señor es una celebración dramática del evento de la redención, como la Pascua judía (Mt. 26:26-30; Mc. 14:22-26; Lc. 22:19-20). En la Cena, Jesús ofreció pan sin levadura y vino común, para ser símbolos y representaciones de lo que Él es para sus seguidores y de lo que él hizo a favor de los hombres. La Cena debe ser celebrada como memorial (Lc. 22:19), hasta la segunda venida de Cristo (1 Co. 11:26). Los seguidores son invitados a participar tanto del pan como del vino.

4.         El vino, en la Cena simboliza la sangre de Jesús derramada en la cruz, que establece una nueva alianza con Dios (Mt. 26:28).

-- La primera Alianza fue establecida por la sangre aspergida de animales sacrificados (He. 9:19-22). La Nueva Alianza se hizo valedera por medio de la sangre derramada de Cristo (He. 8:7-13).

-- La antigua Alianza dependía de que los israelitas guardaran la ley. La nueva Alianza no depende de las obras de la ley, sino del sacrificio de Cristo (Ro. 3:23-31).

5.         La Pascua judía contempla el pasado, cuando Dios libertó a su pueblo de la esclavitud. La Cena del Señor, que es la Pascua cristiana, contempla el pasado, cuando Cristo murió en la cruz y el futuro, cuando Cristo volverá (Lc. 22:18, 30; 1 Co. 11:26). La Pascua era un memorial del éxodo del Egipto, mientras la Cena es un memorial del éxodo del mundo de tinieblas y pecado para “el reino del Hijo de su amor” (Col. 1:13).

6.         En la Cena del Señor, el pan y el vino sirven para simbolizar el sacrificio de Cristo:

-- el uso de comestibles en la Cena, representa que Cristo nos alimenta espiritualmente;

-- el pan representa el cuerpo de Cristo. Partir el pan simboliza que el cuerpo de Jesús fue partido, cuando murió (Mt. 26:26). Su cuerpo fue dado por nosotros (1 Co. 11:24);

-- el vino representa la sangre que fue derramada para redimir los pecados (Mt. 26:28);

-- cuando el creyente recibe el pan y el vino, simboliza que él ya recibió al propio Cristo que fue crucificado por él, como su alimentación espiritual, cuando lo aceptó;

-- el comer juntos la Cena demuestra amistad y compañerismo cristianos entre los que están presentes, y que todos los que son creyentes pertenecen a la misma familia. 

7.         Los participantes de la primera Cena con Jesús eran personas comprometidas con Él, pero eran personas con influencias carnales y culturales que no entendieron Sus objetivos. Entre los participantes de la primera Cena con Jesús, había:

-- discípulos confusos. Los discípulos estaban confundidos a respecto de los objetivos de Jesús. Esperaban que Jesús fuera un guerrero que iría a libertar a Israel de los romanos y a transformarse en un rey que haría de Israel un país tan poderoso como era en la época del Rey David;

-- discípulos miedosos. Estaban con miedo de estar en Jerusalén. Hasta tenían miedo de morir con Jesús (Jn. 11:16);

-- discípulos auto-confinantes. Cuando Jesús avisó a Pedro que iría a negarlo, Pedro estaba auto-confinante de que nunca iría a ser un estorbo e iría a morir antes que negar a Jesús, y los demás dijeron lo mismo (Mt. 26:31-35);

-- discípulo traidor: Judas (Mt. 26:23). Judas era ladrón (Jn. 12:4-6), Satanás puso en su corazón que él traicionara a Jesús (Jn. 13:2) y Satanás entró en él y lo impulsó a traicionar al Maestro (Jn. 13:27). En la iglesia existe el creyente falso, la cizaña en medio del trigo (Mt. 13:24-30);

-- discípulos oportunistas (Mt. 20:20-23). Santiago y Juan estaban queriendo poder y posición;

-- discípulos envidiosos (Mt. 20:24). Los diez se indignaron contra los dos que pidieron privilegios.

8.         La expectativa de la Iglesia se apoya en la promesa que Jesús volverá (Mt. 24-25; Lc. 22:18, 30; Jn. 14:1-3; 16:16-22; 1 Co. 4:5; 11:26; 1 Ts. 4:16; 1 Jo. 2:18; Ap. 22:17, 20).

9.         El poder diabólico actúa en los hombres, esclavizándolos para combatir a Jesús. La actuación de Satanás es vista en el drama de la Pasión:

-- los líderes de los judíos que querían matar a Jesús eran “hijos del Diablo” (Jn. 8:40-44);

-- en la crucifixión, el príncipe de este mundo fue expulsado (Jn. 12:31);

-- el Diablo puso en el corazón de Judas la idea de traicionar a Jesús (Jn. 13:2);

-- Satanás puso los discípulos a prueba. Él los zarandeó, como el labrador separa el trigo de la paja (Lc. 22:31).

-- el Espíritu Santo actúa, porque el príncipe de este mundo ya está juzgado y condenado (Jn. 16:11).

-- Satanás combate contra los que son fieles a la verdad revelada por Jesús (Ap. 12:17).

10.       El seguidor de Jesús puede sufrir “el cedazo” (dura prueba) del Diablo. Eso sucedió con Pedro (Lc. 22:31-34):

-- el “cedazo” del Diablo fue previsto y permitido por Jesús (Lc. 22:31);

-- el objetivo del cedazo del Diablo fue destruir la fe;

-- el motivo de Jesús permitir el cedazo del Diablo fue fortalecer la fe (Stg. 1:3) y restaurar a quien ya fue zarandeado, para que él fortaleciera a los más débiles (Lc. 22:32; Gá. 6:1);

-- la seguridad de creyente siendo “zarandeado” es que esto es hecho con el conocimiento de Jesús, con los límites establecidos por Él (Lc. 22:31; 1 Co. 10:13) y el zarandeado tiene la intercesión del Señor Jesús (Lc. 22:32; He. 4:14; 1 Jn. 2:1-2).

11.       Los seguidores de Jesús corren el riesgo de ser dispersados (Jn. 16:32):

-- la dispersión (Mt. 26:31) es consecuencia de la incredulidad, falta de vigilancia y oración (Mt. 26:41);

-- no es sorpresa para Jesús la dispersión del seguidor;

-- como Buen Pastor, Él busca al disperso (Mt. 18:12-14). El ejemplo de eso es que Jesús buscó a Pedro, que lo negó tres veces (Jn. 21:5-19).

12.       El ejemplo de Judas muestra los pasos que dan a Satanás la libertad de poseer a un hombre:

-- el carácter determina el camino y le fin. Judas, cediendo a la codicia, a la avaricia y a la decepción, se transformó en un ladrón (Jn. 12:4-6);

-- ser practicante de un pecado da a Satanás la libertad de plantar pensamientos en la mente. Siendo ladrón y avariento, Judas dio oídos a las sugerencias de Satanás, que le inculcó la idea de la traición en su mente (Jn. 13:2);

-- aceptando los planes de Satanás, se abre espacio para su dominio completo (Jn. 13:27). Judas aceptó las sugerencias de Satanás y, por el libre albedrío, escogió traicionar a Jesús, y Satanás entró en él (Lc. 22:3; Jn. 13:27).

13.       El resultado de ser dominado por Satanás es visto en Judas (Jn. 13:27):

-- el que es dominado por Satanás, quiere destruir a Jesús (Jn. 8:40-44);

-- el que es dominado por Satanás y dice ser discípulo de Jesús lo traicionará (Jn. 18:2-3);

-- Satanás lleva a la persona dominada por él a la autodestrucción (Hch. 1:18).

14.       Es objeto de la gracia de Jesús quien se está entregando a Satanás. Por la costumbre de la época, Jesús honraba a Judas, dándole el pedazo de pan mojado (Jn. 13:26). Judas continuaba siendo objeto de la gracia de Jesús, hasta que lo traicionó. Jesús todavía llamó a Judas de “amigo” cuando él lo traicionó (Mt. 26:50). 

15.       El seguidor de Jesús está unido a Él para producir frutos. Jesús es la Vid Verdadera (Jn. 15:1) y su seguidor está unido a Él así como los ramos están unidos a la vid (Jn. 15:5). La unión con Jesús y la dependencia de Él producen frutos (Jn. 15:4).

16.       El Espíritu Santo substituye a Jesús junto a los fieles (Jn. 14:16-17, 26; 16:7-14).

16.1     El Espíritu Santo es:

-- El Consolador. El nombre griego: “Paracletos” quiere decir “Consolador” (Jn. 14:16, 26; 15: 26; 16:7, 8, 13). Él está al lado del seguidor para auxiliarlo, animarlo y fortalecerlo;

-- El Espíritu de la Verdad (16:13). Jesús es la Verdad (14:6). El Espíritu representa a Jesús y sólo trabaja con la verdad. Con Él no hay nada de mentira, ni engaño, ni manipulación.

16.2     La obra del Espíritu Santo (Jn. 16:8-14):

-- Él convence al mundo (16:8-11): que el pecado principal es rechazar o no creer en Jesús (Jn. 16:9); que la justicia de Dios es concedida por la muerte y la resurrección de Jesús para quien cree en Él (Jn. 16:10; Ro. 4:25); que Satanás fue juzgado y vencido cuando Jesús murió en la cruz (Jn. 16:11, 33);

-- Él guía a los seguidores de Jesús (Jn. 16:12-13);

-- Él glorifica a Jesús (Jn. 16:14);

-- Él da testimonio de Jesús (Jn. 15:26).

17.       Los seguidores de Jesús podrán tener confianza en las tribulaciones, pues Jesús venció al mundo (Jo. 16:33). Ellos también pueden ser más que vencedores (Ro. 8:37).

 

PREGUNTAS

 

1.         ¿Cómo fue que Judas combinó con los sacerdotes para traicionar a Jesús?

2.         ¿Cómo los discípulos encontraron el lugar para la Cena de la Pascua?

3.         ¿Qué quiso enseñar Jesús a los discípulos cuando les lavó los pies?

4.         Cuando Jesús predijo su traición, ¿cuál fue la reacción de los discípulos?

5.         ¿Cómo fue la celebración de la Cena del Señor con los discípulos?

6.         Que representan los elementos de la Cena:

-- ¿el pan?

-- ¿el vino?

7.         ¿Cómo fue que Jesús predijo la negación de Pedro?

8.         ¿Cuáles fueron los puntos destacados en el discurso de despedida de Jesús?

9.         ¿En favor de quién Jesús oró en su Oración Sacerdotal?


VIERNES DE LA SEMANA SANTA: EL JUICIO

 

Jesús es Preso y Juzgado por sus Enemigos

 

TEXTO:            Mateo 26:36 - 27:30; Marcos. 14:32 - 15:20;

                        Lucas 22:39 - 23:15; Juan 18:1 - 19:16

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            Al final del tercer año de su ministerio, Jesús viajó a Jerusalén para participar de la Fiesta de la Pascua. La semana de la Fiesta de la Pascua es llamada Semana Santa. Jesús, habiendo instituido la Cena Memorial, hizo un discurso de despedida, empezándola aún antes de salir del cenáculo (Jn. 14:31) y continuándolo en el camino para el Monte de los Olivos (Jn. 14-16). Mientras Jesús estaba caminando hacia el Jardín del Getsemaní, levantó los ojos para el cielo y oró a favor de los actuales y futuros seguidores (Jn. 17). Casi a la medianoche del jueves para el viernes, Jesús llegó al Jardín del Getsemaní.

 

Personajes-clave: Jesús, Pedro, los sacerdotes, Pilatos y Herodes

 

Lugar-clave: Jerusalén

 

Repeticiones-clave:

- Jesús hizo la misma oración tres veces: “Padre, si es posible, aparta de mí este cáliz de sufrimiento. Pero no sea hecho lo que yo quiero, sino lo que tú quieres” (Mt. 26:36-46; Mc. 14:32-42; Lc. 22:39-46).

- Tres veces es mencionado que los discípulos durmieron mientras Jesús oraba (Mt. 26:36-46; Mc. 14:32-42; Lc. 22:39-46).

- Jesús fue juzgado varias veces: por Anás - Sumo Sacerdote emérito (Jn. 18:13-23); por Caifás - Sumo Sacerdote en actividad (Mt. 26:57-68; Mc. 14:53-65; Lc. 22:54, 63-65; Jn. 18:24); por Pilatos (Mt. 27:2, 11-14; Mc. 15:1-5; Lc. 23:1-6; Jo. 18:28-39); por Herodes (Lc. 23:7-12); nuevamente juzgado por Pilatos (Mt. 27:15-26; Mc. 15:6-15; Lc. 23:13-25; Jn 18:39-19:16).

- Pedro negó a Jesús tres veces (Mt. 26:58, 69-75; Mc. 14:54, 66-72; Lc. 22:55-62; Jn. 18:15-18, 25-27).

- Pilatos titubeó para condenar a Jesús: dijo a los jefes de los sacerdotes y a la multitud: “No veo ningún motivo para condenar a este hombre” (Lc. 23:4). Supo que Jesús era de la región de Galilea, gobernada por Herodes, quiso librarse del problema y mandó a Jesús para Herodes (Lc. 23:7-12); cuando Herodes lo mandó de vuelta, Pilatos dijo que ni él ni Herodes lo encontraron culpable de ninguno de los crímenes de los cuales era acusado (Lc. 23:13-17); durante la fiesta de la Pascua, Pilatos tenía la costumbre de soltar a algún preso, a pedido del pueblo; él ofreció al pueblo la alternativa de escoger entre Jesús o Barrabás (Lc. 23:18-25); la esposa de Pilatos le mandó un recado que decía: “Apártate de ese hombre inocente, porque esta noche fui atormentada por un sueño sobre él” (Mt. 27:19); Pilatos dijo por tercera vez: “!No veo nada en él que merezca la pena de muerte!” (Lc. 23:22); cuando Pilatos vio que no conseguía nada y que el tumulto aumentaba cada vez más, mandó a traer agua, se lavó las manos delante de la multitud y dijo que no era responsable por la muerte de Jesús (Mt. 27:24).

- Los soldados maltrataron a Jesús: un guarda le dio una bofetada (Jn. 18:22; 19:3); Herodes y sus soldados se burlaron de Jesús y lo trataron con desprecio (Lc. 23:7-17); los soldados de Pilatos se burlaron, lo escupieron, lo azotaron y escarnecieron de Jesús (Mt. 27:27-30; Mc. 15:16-20).

 

Sentimientos-clave:

- La angustia de Jesús en el Jardín del Getsemaní.

- La traición de Judas.

- La desesperación de los discípulos cuando Jesús fue preso.

- Durante los juicios de Jesús: la confianza de Jesús; el egoísmo de los sacerdotes; la manipulación de los líderes de los judíos encima del pueblo y de Pilatos; la cobardía de Pedro; la inseguridad de Pilatos; la ironía de Herodes y la burla de los soldados.

- El remordimiento de Judas después de la condenación de Jesús.

 

Problema-inicial: Jesús fue con los discípulos para un lugar llamado Getsemaní y dijo: “Siéntense aquí mientras yo voy allí adelante para orar”.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:

En el Jardín del Getsemaní

— Jesús oró mientras los discípulos dormían en el Jardín del Getsemaní (Mt. 26:36-46; Mc. 14:32-42; Lc. 22:39-46).

— Jesús fue traicionado y preso en el jardín (Mt. 26:47-50; Mc. 14:43-50; Lc. 22:47-48; Jn. 18:1-9).

— Pedro le cortó la oreja al siervo del Sumo Sacerdote (Mt. 26:51-54; Lc. 22:49-53; Jn. 18:10-11).

— Los discípulos abandonaron a Jesús (Mt. 26:55-56; Mc. 14:51-52).

 

El Juicio Religioso de Jesús

— Juzgado por Anás - Sumo Sacerdote emérito (Jn. 18:13-23).

— Juzgado por Caifás - Sumo Sacerdote en actividad (Mt. 26:57-68; Mc. 14:53-65; Lc. 22:54, 63-65; Jn. 18:24).

— Mientras Jesús estaba siendo juzgado, las negaciones de Pedro (Mt. 26:58, 69-75; Mc. 14:54, 66-72; Lc. 22:55-62; Jn. 18:15-18, 25-27).

— De madrugada, en el Sanedrín, Jesús fue oficialmente condenado (Mt. 27:1; Mc. 15:1; Lc. 22:66-71).

— El suicidio de Judas (Mt. 27:3-10).

 

El Juicio Político de Jesús

— Juzgado por Pilatos (Mt. 27:2, 11-14; Mc. 15:1-5; Lc. 23:1-6; Jn. 18:28-39).

— Juzgado por Herodes (Lc. 23:7-12).

— Nuevamente juzgado por Pilatos; los judíos quisieron soltar a Barrabás y crucificar a Jesús (Mt. 27:15-26; Mc. 15:6-15; Lc. 23:13-25; Jn. 18:39-19:16).

— La burla de los soldados (Mt. 27:27-31; Mc. 15:16-20).

 

Situación-final: Después de un juicio ilícito, los soldados de Pilatos llevaron a Jesús para dentro del palacio de Pilatos. Con ramas de espinos hicieron una corona y la colocaron en su cabeza, le golpeaban en la cabeza, le escupían y se ponían de rodillas, fingiendo que lo estaban adorando, entonces lo llevaron del Tribunal para el Calvario para crucificarlo.

 

NARRATIVA:

 

En el Jardín del Getsemaní

 

            Más o menos a la medianoche del jueves para el viernes, Jesús y los discípulos llegaron al Jardín del Getsemaní. Él mandó que los discípulos se quedaran sentados y llevó con Él a Pedro, Juan y Santiago.

            Jesús dijo a los tres: “Siento en el corazón una tristeza tan grande, que parece que va a matarme. Quédense aquí en vigilia conmigo”.

            Él se alejó a una distancia de más o menos treinta metros, se inclinó hasta el suelo y oró: “Padre mío, si es posible, aparta de mí este cáliz de sufrimiento. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que tú quieres”. En gran aflicción, Jesús oraba con más fervor todavía. Y su sudor era como gotas de sangre cayendo al suelo.

            Después, volvió y encontró a los tres discípulos durmiendo, por eso dijo a Pedro: “¿Será que ustedes no pueden vigilar conmigo no siquiera una hora? Vigilen y oren para que no sean tentados. El espíritu está preparado para resistir a la tentación, pero la carne es débil”.

            Por segunda vez, fue y oró, diciendo: “Padre mío, si este cáliz de sufrimiento no puede ser alejado de mí sin que yo lo beba, sea hecha tu voluntad”.

            Él volvió nuevamente y encontró a los discípulos durmiendo. Jesús volvió a alejarse un poco de ellos y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras: “Padre mío, si este cáliz de sufrimiento no puede ser alejado de mí sin que yo lo beba, sea hecha tu voluntad”.

            Entonces volvió para los discípulos y les preguntó: “¿Ustedes todavía están durmiendo y descansando? Miren, llegó la hora, y el Hijo del Hombre está siendo entregado en las manos de los pecadores. Levántense, vámonos. ¡Vean, ahí viene llegando el hombre que me está traicionando!”(Mt. 26:36-46; Mc. 14:32-42; Lc. 22:39-46).

            Jesús todavía estaba hablando, cuando llegó Judas con un grupo de soldados y algunos guardas del Templo. Estaban armados y llevaban linternas y antorchas. El traidor había combinado con ellos una señal. Él les había dicho: Al hombre que yo bese pueden tomarlo preso, pues es él”.

            Judas llegó, fue hasta donde estaba Jesús y le dijo: “¡Maestro, que la paz esté contigo!, y lo besó.”

            Jesús le respondió: “Amigo, lo que vas a hacer, ¡hazlo luego!” (Mt. 26:47-50; Mc. 14:43-50; Lc. 22:47-48; Jn. 18:1-9).

            Jesús sabía todo lo que iba a suceder. Por eso, caminó en dirección de los soldados y les preguntó: “ ¿A quién ustedes están buscando?”

            Respondieron: “A Jesús de Nazaret”.

            Jesús les dijo: “¡Soy yo!”

            Ellos retrocedieron y se cayeron al suelo.

            Jesús les preguntó nuevamente: “¿A quién ustedes están buscando?”

            Volvieron a responder: “A Jesús de Nazaret”.

            Jesús les dijo: “Ya les dije que soy yo. Si es a mí que ustedes están buscando, entonces dejen que estos otros se vayan” (Jn. 18:4-9).

            Entonces Pedro sacó su espada y le cortó la oreja derecha al siervo del Sumo Sacerdote. Pero Jesús ordenó: “¡Paren con eso! Guarda tu espada, pues quien usa la espada será muerto a espada. ¿Por acaso piensas que si yo pidiera ayuda a mi Padre, él no me mandaría luego doce ejércitos de ángeles?” Jesús tocó en la oreja del hombre y lo curó.

            Después Jesús dijo a esa gente: “¿Ustedes vinieron con espadas y palos para tomarme preso como si yo fuera un bandido? Yo estaba todos los días enseñando en el patio del Templo, y ustedes no me prendieron”. Entonces ellos llegaron, prendieron a Jesús y lo amarraron (Mt. 26:51-54; Lc. 22:49-53; Jn. 18:10-11).

            Todos los discípulos abandonaron a Jesús y huyeron. Un joven, cubierto apenas con una sábana, seguía a Jesús. Algunos intentaron tomarlo preso, pero él dejó la sábana y huyó desnudo (Mt. 26:55-56; Mc. 14:51-52).

 

El Juicio Religioso de Jesús

 

            Había dos sistemas legales que condenaban a Cristo: el judío y el romano. En Palestina, era permitido al Sanedrín juzgar todas las causas religiosas. Solamente si la sentencia fuera la pena de muerte, su ejecución no podía efectuarse antes que el caso fuera revisado por el gobierno romano en un juicio civil.

            El juicio religioso por los judíos fue primero. Jesús fue llevado a Anás, el Sumo Sacerdote emérito. Anás era suegro de Caifás, el Sumo Sacerdote en la activa. Los romanos habían sustituido a Anás, pero los judíos todavía lo consideraban el Sumo Sacerdote. Anás hizo preguntas a Jesús a respecto de sus seguidores y de sus enseñanzas.

            Jesús respondió: “Yo siempre hablé públicamente a todos. Acostumbraba a enseñar en el patio del Templo y en las casas de oración. Entonces, ¿por qué esas preguntas? Pregunta a los que me oyeron, pues ellos saben muy bien lo que yo dije”.

            Cuando Jesús dijo eso, uno de los guardas le dio una bofetada y le dijo: “¿Es así como hablas con el Sumo Sacerdote?”

            Jesús contestó: “Si yo dije alguna mentira, prueba que mentí. Pero, si yo hablé la verdad, ¿por qué me estás golpeando?” (Jn. 18:13-23).

            Anás mandó a Jesús, aún amarrado, para Caifás, el Sumo Sacerdote en la activa (Jn. 18:24). Allí estaban reunidos los jefes de los sacerdotes, los líderes de los judíos y los profesores de la Ley. Pedro siguió a Jesús desde lejos y entró en el patio de la casa del Sumo Sacerdote. Los jefes de los sacerdotes buscaban una prueba contra Jesús para condenarlo a la muerte. No consiguieron ninguna, porque aunque muchos dijeran mentiras contra él, sus historias tenían contradicciones. Finalmente, dos hombres se presentaron y dijeron: “Este hombre afirmó: 'Yo puedo destruir el Templo de Dios y construirlo de nuevo en tres días”.

            El Sumo Sacerdote se levantó y le preguntó a Jesús: “¿No vas a defenderte de esa acusación?” Pero Jesús se quedó en silencio. Entonces, el Sumo Sacerdote volvió a preguntar: “En nombre del Dios vivo, yo exijo que respondas: ¿tú eres el Mesías, el Hijo de Dios?”

            Jesús respondió: “Yo soy. ¡Y todos ustedes verán al Hijo del Hombre sentado al lado derecho del poderoso Dios!”

            Cuando los judíos estaban muy airados y afligidos, tenían por costumbre rasgar sus ropas. Con su respuesta, Jesús había dicho que era igual a Dios. Entonces el Sumo Sacerdote, en un ataque de furia, rasgó sus propias ropas y gritó: “¡El blasfemó! ¡No necesitamos más de testigos! ¡Ustedes escucharon ahora mismo está blasfemia contra Dios! Entonces, ¿qué resuelven?”

            Todos estaban contra Jesús y exclamaron: “¡Merece la muerte!”

            A seguir, escupieron en el rostro de Jesús. Le cubrían el rostro y le daban bofetadas preguntándole: “¡Adivina quién te golpeó!” (Mt. 26:57-68; Mc. 14:53-65; Lc. 22:54, 63-65; Jn. 18:24).

Pedro y otro discípulo siguieron a Jesús desde lejos, hasta el patio de la casa del Sumo Sacerdote. Consiguieron entrar en el patio. ¡Hacía frío! Los empleados y los guardas encendieron una fogata y se estaban calentando en pie a su alrededor. Pedro entró y se sentó cerca del fuego con ellos y se calentaba también. Mientras Jesús estaba siendo juzgado, Pedro estaba sentado afuera en el patio. Una de las empleadas del Sumo Sacerdote se acercó a él y le dijo: “Tú también estabas con Jesús de Nazaret”.

            Pero Pedro negó delante de todos, afirmando: “Yo no lo conozco. No sé qué estás diciendo”.

            Después Pedro fue para la entrada del patio. Otra empleada lo vio y dijo a los hombres que estaban allí: “Él estaba con Jesús de Nazaret”.

            Pedro negó otra vez, respondiendo: “¡Yo juro que no conozco a ese hombre!”

            Más o menos una hora después, otro insistió: “No hay dudas de que tú eres uno de ellos. ¡Tu manera de hablar demuestra que de hecho tú también eres uno de ellos!”

            Entonces Pedro dijo: “¡Yo juro que no conozco a ese hombre! ¡Que Dios me castigue si no estoy diciendo la verdad!”

            En ese momento, el gallo cantó y Pedro se acordó de lo que Jesús había dicho: “Antes que el gallo cante, tú me negarás tres veces”.

            Entonces Pedro salió de allí y lloró amargamente (Mt. 26:58, 69-75; Mc. 14:54, 66-72; Lc. 22:55-62; Jn. 18:15-18, 25-27).

            En la mañana temprano, los jefes de los sacerdotes se reunieron con todo el Sanedrín y el Consejo Superior; y Jesús fue oficialmente condenado (Mc. 15:1; Lc. 22:66-71).

            Cuando Judas, el traidor vio que Jesús había sido condenado, sintió remordimientos y devolvió las treinta monedas de plata a los líderes judíos, diciendo: “Pequé entregando a la muerte a un hombre inocente!”

            Ellos respondieron: “¿Qué tenemos que ver nosotros con eso? El problema es tuyo”. Entonces Judas lanzó el dinero para dentro del Templo y salió. Después fue y se ahorcó (Mt. 27:3-10).

 

El Juicio Político de Jesús

 

            Después que los miembros del Sanedrín condenaron oficialmente a Jesús, ellos lo llevaron y lo entregaron a Pilatos. Los romanos controlaban la tierra de los judíos y se habían adjudicado exclusivamente para ellos el derecho de ejecutar sentencias capitales. Por lo tanto, los líderes judíos llevaron Jesús a Pilatos, que era el gobernador de Samaria y Judea que había sido nombrado por el Cesar, el rey de los romanos. El Consejo Judío trataba de obtener del gobernador Pilatos la confirmación de la sentencia con la cual habían condenado a Jesús. Entonces fue realizado un juicio político de Jesús por los romanos.

            Ya era de mañana, temprano, cuando los miembros del Sanedrín llevaron a Jesús delante de Pilatos. Los judíos no entraron en el palacio porque querían continuar puros, conforme el ritual de la religión de ellos, pues sólo así podrían continuar festejando la Pascua. Entonces Pilatos salió y se fue a encontrar con ellos (Jn. 18:28-29).

            Allí empezaron a acusar a Jesús, diciendo: “Sorprendimos a este hombre sublevando a nuestro pueblo, diciendo para no pagar impuestos al Emperador. Él también dice que es el Mesías, un rey. Si no fuera un criminal, no lo traeríamos para ser juzgado por ti”.

            Pilatos respondió: “Pues entonces, júzguenlo ustedes mismos, de acuerdo con vuestra Ley”.

            Contestaron los judíos: “Nuestra Ley no nos permite matar a nadie”.

            Pilatos entró en el pretorio y mandó que le trajeran a Jesús. Le preguntó: “¿Tú eres el rey de los judíos?”

            Jesús le preguntó: “¿Esta pregunta viene de ti o fueron otros que te dijeron a mi respecto? Mi Reino no es de este mundo. Si él fuera de este mundo, mis seguidores lucharían para que yo no fuera entregado a los judíos. ¡Pero el hecho es que mi Reino no es de este mundo!”

            Jesús no respondió nada a las acusaciones de los líderes judíos. Pilatos entonces dijo: “¿No oyes las acusaciones que te hacen?”

            Pero Jesús no dijo una sola palabra, y el gobernador quedó muy admirado con eso.

            Entonces Pilatos dijo a los jefes de los sacerdotes y a la multitud: “No veo ningún motivo para condenar a este hombre”.

            Pero ellos insistieron más todavía: “Él está provocando desorden entre el pueblo de toda Judea. Empezó en Galilea y ahora llegó aquí” (Mt. 27:2, 11-14; Mc. 15:1-5; Lc. 23; 1-6; Jn. 18:28-39).

            Cuando Pilatos supo que Jesús era de la región de Galilea gobernada por Herodes, él quiso librarse del problema y mandó a Jesús a Herodes, que se encontraba en Jerusalén justamente en ese momento. Herodes se puso contento cuando vio a Jesús, porque quería verlo hacer algún milagro. Hizo muchas preguntas, pero Jesús no le respondía nada. Los jefes de los sacerdotes y los profesores de la Ley se presentaron e hicieron acusaciones muy graves contra Jesús. Herodes y sus soldados se burlaron de Jesús y lo trataron con desprecio. Le pusieron encima una capa de lujo y lo mandaron de vuelta a Pilatos (Lc. 23:7-17).

            Con eso, Pilatos y Herodes se reconciliaron, porque hasta ese momento eran enemigos (Lc. 23:12).

            Pilatos les dijo a los líderes judíos y la pueblo: “Este hombre me fue presentado como un agitador, pero, después de interrogarlo delante de ustedes, no lo encontré culpable de ninguno de los crímenes de los cuales es acusado. Herodes tampoco encontró nada contra él, porque lo mandó de vuelta sin condenarlo. Entonces, queda claro que este hombre no hizo nada que merezca la pena de muerte”.

            Ahí, toda la multitud empezó a gritar: “¡Manda a matar a ese hombre!” Los sacerdotes y los líderes judíos volvían a acusarlo.

            Jesús no respondía nada. Pilatos le preguntó: “¿No estás oyendo lo que dicen contra ti?” Pero para su espanto, Jesús continuó en silencio.

            En la Fiesta de la Pascua, Pilatos tenía la costumbre de soltar a algún preso, a pedido del pueblo. En esa ocasión había un prisionero famoso, llamado Barrabás, que había matado a algunas personas en una rebelión. Entonces, cuando la multitud se reunió, Pilatos les preguntó: “¿A quién quieren ustedes que yo suelte: a Barrabás o a este Jesús que es llamado de 'Mesías'?”

            Ellos contestaron: “A Barrabás”.

            Pilatos les preguntó: “¿Qué haré entonces con Jesús?”

            Ellos gritaron bien fuerte: “¡Crucifica! ¡Crucifica!”.

            Pilatos estaba queriendo soltar a Jesús. Él sabía muy bien que lo habían entregado porque tenían envidia de él. Mientras Pilatos estaba sentado en el tribunal, su esposa le mandó un recado que decía: “Apártate de ese hombre inocente porque esta noche fui atormentada por un sueño sobre él.

            Pero las personas gritaban más todavía: “¡Crucifica! ¡Crucifica!

            Pilatos dijo por tercera vez: “¿Pero, qué crimen él cometió? ¡No encuentro nada en él que merezca la pena de muerte!”

            Los judíos respondieron: “Nosotros tenemos una ley y ella dice que este hombre debe morir, ¡porque asegura que es el Hijo de Dios!”

            Pilatos quiso soltar a Jesús, pero los judíos gritaban: “Si sueltas a ese hombre, ¡no eres amigo del Emperador! ¡Porque quien dice que es rey, es enemigo del Emperador!”

            Cuando Pilatos vio que no conseguía nada y que el tumulto aumentaba cada vez más, mandó a traer agua, se lavó las manos delante de la multitud y dijo: “Yo no soy responsable por la muerte de este hombre. Soy inocente de la sangre de este hombre. Eso es problema de ustedes”.

            Y toda la multitud respondió: “¡Que el castigo por esta muerte caiga sobre nuestros hijos!”

            A seguir, Pilatos les soltó a Barrabás. Después de mandar a azotar a Jesús con chicote, lo entregó para ser crucificado. Cuando azotaban a un prisionero con chicote, usaban un azote con muchas tiras. Pedazos de afilados de metal y huesos eran amarrados en las puntas para que cortaran la espalda del prisionero cuando fuera azotado (Mt. 27:15-26; Mc. 15:6-15; Lc. 23:13-15; Jn. 18:39-19:16).

            Los soldados de Pilatos llevaron a Jesús para el patio interno del Palacio del Gobernador y reunieron a toda la tropa a su alrededor. Le sacaron la ropa y lo vistieron con una capa roja. Enrollaron una rama de espino en forma de corona, y se la pusieron en la cabeza de Jesús y le colocaron una vara en su mano derecha. Entonces, se arrodillaron delante de él y se burlaban diciendo: “¡Viva el rey de los judíos!”

            Le escupían, tomaban la vara y le golpeaban en la cabeza. Después de burlarse de él, le sacaron la capa roja y lo vistieron con la ropa que él usaba antes. Enseguida, lo llevaron para ser crucificado (Mt. 27:27-30; Mc. 15:16-20).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         En el Jardín del Getsemaní, Jesús venció la tentación de evitar el sufrimiento de la cruz (Mt. 26:36-46). Él percibió toda la agonía física y espiritual que vendría del conflicto horrible con el príncipe de este mundo (Jn. 12:31; 14:30) y el momento fatal en que el peso de todos los pecados del mundo sería colocado sobre sus hombros (Is. 53:10). Como hombre, Él retrocedía delante de la muerte en la cruz, con todas sus humillaciones y torturas. La lucha y la agonía de Jesús eran intensas y reales, incluso la tentación de evitar la cruz. La divinidad de Jesús no lo protegía de la agonía de la tentación, pues, para encarnarse, renunció a sus privilegios para realmente participar de la vida, del sufrimiento y de la tentación, igual que nosotros.

2.         Vigilar y orar es el camino para vencer la tentación. En el jardín, Jesús mandó que sus discípulos vigilaran y oraran para que no cayesen en tentación (Mt. 26:40; Mc. 14:38). Jesús oró y resistió a la tentación de huir de la cruz. Los discípulos, en vez de orar, durmieron y abandonaron a Jesús cuando fue preso. El sueño substituyendo la oración, resulta en negación de la fe (Lc. 22:45, 57). La oración vigilante, urgente, prudente, ponderada y relevante es el único camino seguro para vencer la tentación (1 P. 5:8).

3.         El creyente que sigue sus deseos y emociones no va a hacer la voluntad de Dios. Jesús llamó a Pedro para orar, cuando éste estaba queriendo dormir (Mt. 26: 36-41). En el Jardín del Getsemaní, Pedro obedeció a su deseo, haciendo lo que las emociones deseaban, y durmió. Cristo exige que tengamos una voluntad espiritual de obedecerlo, yendo contra nuestros propios deseos.

4.         La tentación es vencida por intermedio de una voluntad consagrada de obedecer a Dios, cueste lo que cueste. Jesús oró: “No sea como yo quiero, sino como tú quieres; hágase tu voluntad” (Mt. 26:39, 42).

5.         La voluntad consagrada a Dios necesita de fuerza espiritual. En su lucha espiritual, Jesús sudó tanto que se le reventaron los vasos capilares debajo de la piel, haciendo que saliera sangre en el sudor (Lc. 22:44).

6.         Cuando la respuesta de la oración es diferente de lo que es pedido, el siervo de Dios debe aceptar la voluntad del Señor. En el Getsemaní, Jesús pidió para ser librado del “cáliz” de la cruz (Lc. 22:39-46). Sin embargo, Él se sometió a la voluntad de Dios y enfrentó la cruz. Pablo pidió para ser librado de un aguijón en la carne, y la respuesta de Dios fue la “gracia” de vivir con el aguijón (2 Co. 12:7-10).

7.         Todos son objeto de la gracia de Jesús, aún quien se está entregando a Satanás. Por la costumbre de la época, en la celebración de la Pascua, Jesús honró a Judas, dándole el pedazo de pan mojado. Judas continuaba siendo objeto de la gracia de Jesús hasta que lo traicionó (Jn. 13:26). Jesús extendió su amistad a judas, llamándolo “amigo”, cuando éste estaba para traicionarlo (Mt. 26:50).

8.         Una cosa es tener coraje de morir por Cristo, otra es tener coraje de vivir para Cristo. Cuando Jesús fue preso, Pedro demostró mucho coraje en sacar la espada y golpear al siervo del Sumo Sacerdote (Mt. 26:51; Jn. 18:10). Sin embargo, luego después, empezó a seguir a Jesús de lejos (Mt. 26:58), porque no quiso ser identificado como discípulo y tuvo miedo de confesar a Jesús delante de una empleada (Mt. 26:69-70). Pedro tuvo coraje de morir por Jesús, pero no de seguirlo en vida.

9.         El miedo de sufrir por Jesús puede alejar al creyente de su Maestro. Cuando Jesús fue preso, Pedro lo siguió de lejos, porque estaba con miedo de ser preso también (Mc. 14:53-54).

10.       Cuando los responsables por el cumplimiento de la ley tienen sus propios deseos, van a desobedecer a la ley que prometen proteger

-- porque los jueces no fueron imparciales y no protegieron al acusado. Los jueces participaron en la prisión y fueron hostiles (Mt. 26:62-63).

-- por haber sido hecho de noche. En los juicios criminales, todas las sesiones deberían ser iniciadas y ejecutadas solamente durante el día. Las sesiones nocturnas eran ilegales.

-- por condenar a Jesús basado en dos testigos que destorcieron Sus palabras (Mt. 26:61). La búsqueda de testimonio hostil era ilegal (Mt. 26:59; Mc. 14:56; Jn. 11:53). Una perfecta concordancia entre dos o tres testigos era exigida para la condenación a la muerte (Nm. 35:30; Dt. 17:6; 19:15).

-- por forzar a Jesús, como reo, a declarar bajo juramento. Eso era ilícito en la jurisprudencia israelita, que no aceptaba ningún tipo de declaración forzada que lo condenara (Mt. 26:63). Ningún acusado podía ser condenado por sus propias evidencias, pero ellos trataban de obtener respuestas y confesiones de Jesús para condenarlo (Mt. 26:63-66; Jn. 18:19). Jesús consideró las preguntas de Caifás ilícitas, porque él quería forzar al reo a condenarse a sí mismo (Jn. 18:21).

-- por maltratar a Jesús como reo. Fue una situación completamente ilícita, cuando los miembros del Sanedrín escarnecieron de Jesús (Mt. 26:67-68).

-- por dar el veredicto de culpado en el mismo día del término del juicio. Tenía que haber sido dado al día siguiente.

-- por no buscar justicia. El debate en el Sanedrín se concentraba alrededor de la amenaza que Cristo representaba para el mundo político y religioso y no en su culpa o inocencia.

-- por condenar sin ninguna prueba legal. Ninguna prueba legal válida fue presentada contra Jesús.

11.       Jesús sufrió mucho en su juicio. Él se entregó voluntariamente, sabiendo lo que iba a sufrir (Jn. 18:4). Él sufrió:

-- un juicio ilegal;

-- la traición, la negación y el abandono de los discípulos;

-- fue torturado de las siguientes maneras:

- amarrado (Jn. 18:12);

- abofeteado (Jn. 18:22; 19:3);

- pasó la noche sin dormir;

- flagelado (Jn. 19:2);

- burlado (Jn. 19:2).

- escarnecido (Mt. 26:67-68).

12.       Muchas veces, la caída en la vida cristiana es una consecuencia de una serie de errores. Vean los errores preliminares de la derrota de Pedro:

-- orgullo y autoconfianza. Pedro confiaba en sí mismo (Mt. 26:33; Lc. 22:33);

-- incredulidad. Pedro contradijo a Cristo (Mt. 26:34-35; Lc. 22:34);

-- comparándose con otros (Mt. 26:33);

-- desobediencia a la orden de Jesús para vigilar y orar. Él no se preocupó en orar. (Mt. 26:40-44). El sueño substituyó la oración y resultó en negación de Jesús (Lc. 22:45,57);

-- tentativa de luchar con los enemigos de Cristo usando armas carnales (Lc. 22:50);

-- olvido de las palabras de Jesús (Mt. 26:75 con 26:34);

-- siguiendo a Jesús desde lejos (Lc. 22:54);

-- juntándose para tener comunión con los enemigos de Cristo. Él se juntó a los enemigos de Cristo, a la orilla de la fogata, manteniendo comunión con ellos (Lc. 22:55).

13.       El pecado de negar a Jesús no es un pecado imperdonable. El pecado de Pedro de negar a Jesús fue perdonado (Jn. 21:15-23). Esto le muestra a la Iglesia qué hacer con el apóstata arrepentido.

14.       El pecador que no quiere el camino del arrepentimiento, escoge el camino de la autodestrucción. Judas es un ejemplo del pecador que no se arrepintió y terminó destruyéndose (Mt. 27:5; Hch. 1:16-18).

15.       O resultado de ser dominado por Satanás es la autodestrucción. Judas dejó que Satanás lo poseyera (Jn. 13:2; 27). Satanás lo llevó a la autodestrucción (Mt. 27:5; Hch. 1:16-18).

16.       El juez que está más preocupado en agradar al pueblo que en hacer justicia, va contra la ley que tiene el deber de proteger. Pilatos juzgó a Jesús inocente (Jn. 19:4, 6, 12), sin embargo, para proteger su poder y los privilegios de gobernador, entregó a Jesús para ser crucificado. Después que Pilatos declaró que Jesús era inocente (Mt. 27:24), todos sus actos siguientes fueron contrarios al espíritu y a la letra de la ley romana.

17.       El político, frente a una cuestión de justicia, se encuentra en una situación muy difícil. Fue lo que sucedió con Pilatos. Si él condenase a Jesús, perdería su dignidad, heriría su conciencia (Lc. 23:20) y no respetaría el consejo de la esposa (Mt. 27:19). Si no lo condenase, los judíos llevarían el caso para el desconfiado emperador Tiberio y lo acusarían de proteger a un enemigo de Roma. Si Pilatos fuera a quedarse al lado de la justicia y confirmar la inocencia de Jesús, él corría el riesgo de perder su posición, y hasta su propia vida (Lc. 23:1-7; 13-24).

18.       Cuando el pueblo escogió a Barrabás en lugar de Jesús (Lc. 23:17-25):

-- la culpa de un reo condenado a muerte fue perdonada y el Inocente murió en su lugar;

-- el pueblo prefirió a un asesino (Lc. 23:19) rechazando al Autor de la Vida (Jn. 1:3);

-- el pueblo prefirió a un ateo vagabundo que al Hijo de Dios;

-- el pueblo prefirió a un impenitente revoltoso, rechazando al Perdonador de los crímenes (Lc. 23:34).

 

PREGUNTAS

 

1.         En el Jardín del Getsemaní, que hicieron:

— ¿Jesús?

— ¿los discípulos Juan, Santiago y Pedro?

2.         ¿Cuál fue la oración de Jesús en el Jardín del Getsemaní?

3.         ¿Cómo fue la prisión de Jesús en el Jardín?

4.         ¿Cómo Pedro demostró coraje cuando Jesús fue preso?

5.         ¿Cuáles fueron los dos tipos de juicio sufridos por Jesús?

6.         ¿Cómo fue el juicio religioso de Jesús?

7.         ¿Cómo fue que Pedro negó a Jesús?

8.         Después de ver a Jesús condenado, ¿qué hizo Judas?

9.         ¿Cuáles fueron algunos de los errores que hicieron injusto el juicio de Jesús?

10.       ¿Cómo fue el juicio político de Jesús?

11.       ¿Por qué Pilatos no quiso condenar a Jesús?

12.       ¿Cuál fue la participación de la multitud en el juicio de Jesús?


VIERNES DE LA SEMANA SANTA:
La Crucifixión y el Entierro de Jesús

 

TEXTO: Mateo. 27:31-66; Marcos. 15:20-47;

  Lucas. 23:26-56; Juan. 19:18-42

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            Había dos sistemas legales que condenaban a Cristo: el judío y el romano. En Palestina, era permitido al Sanedrín juzgar todas las causas religiosas. Solamente si la sentencia fuera la pena de muerte, su ejecución no podría efectuarse antes que el caso fuera revisado por el gobierno romano, en un juicio civil. Después que el Sanedrín judío condenó a Jesús a la pena de muerte, lo llevaron para el gobernador Pilatos.

            Pilatos estaba queriendo soltar a Jesús, pues sabía muy bien que Él era inocente y que lo habían entregado porque tenían envidia de él. Pero las personas gritaban: “¡Si sueltas a ese hombre, no eres amigo del Emperador! ¡Pues quien se dice rey es enemigo del Emperador!”

            Cuando Pilatos vio que no conseguía nada y que el pueblo podía indignarse, mandó a traer agua, se lavó las manos delante de la multitud y dijo: “Yo no soy responsable por la muerte de este hombre. Eso es con ustedes.”

            Y toda la multitud respondió: “¡Que el castigo por esta muerte caiga sobre nosotros y nuestros hijos!”

            Después de mandar a castigar a Jesús con azotes, Pilatos lo entregó para ser crucificado.

 

Personaje-clave: Jesús

 

Lugar-clave: Calvario

 

Repeticiones-clave:

- En la cruz, Jesús habló siete veces.

- Las varias reacciones a la crucifixión son destacadas: las mujeres (Lc. 23:26-33); los insultadores (Mt. 27:39, 38, 41); los malhechores (Lc. 23:40-43); los soldados (Mt. 27:54; Lc. 23:46-47); los testigos que volvieron tristes a la casa (Lc. 23:48); José de Arimatea y Nicodemo (Jn. 19:38-40).

- Hubo varios fenómenos sobrenaturales: durante la crucifixión: tres horas de oscuridad (Mt. 27:45); después de la muerte de Jesús, la tierra tembló, las rocas se partieron y las sepulturas se abrieron (Mt. 27:51-53; Mc. 15:38; Lc. 23:45).

 

Sentimientos-clave:

- El autocontrol de Jesús durante el dolor intenso y el sufrimiento de la cruz.

- El perdón que Jesús manifestó.

- El insulto de los testigos en la crucifixión de Jesús.

- Después de la crucifixión: el temor y miedo de la multitud; la admiración de los soldados; el coraje de José de Arimatea y Nicodemo de enterrar a Jesús; y la preocupación de los sacerdotes y fariseos que deseaban guardas en la sepultura de Jesús.

 

Problema- inicial: Después de insultar a Jesús, lo llevaron para un lugar llamado Calvario para crucificarlo.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:

La Crucifixión de Jesús

— Del Tribunal hasta el Calvario, Simón fue obligado a cargar la cruz (Mt. 27:31-34; Mc. 15:20-23; Lc. 22:26-33; Jn. 19:17).

— Jesús habló a las mujeres que lloraban Su destino, para llorar por ellas mismas (Lc. 23:26-33).

— La llegada al Gólgota (Mt. 27:33; Mc. 15:22; Lc. 23:33; Jn. 19:17).

— Jesús no quiso la bebida anestésica (Mt. 27:34; Mc. 15:23).

— Jesús fue crucificado entre dos ladrones (Mt. 27:35-38; Mc. 15:24-28; Lc. 23:33-38; Jn. 19:18).

—1ª frase: “Padre, perdónales” (Lc. 23:34).

— Los soldados repartieron sus ropas (Mt. 27:35; Mc. 15:24; Lc. 23:34; Jn. 19:23).

— La inscripción en la cruz arriba de Jesús (Mt. 27:37: Mc. 15:26; Lc. 23:38; Jn. 19:19-22).

— Personas insultaban a Jesús (Mt. 27:39-43; Mc. 15:32; Lc. 23:39-43).

— La confesión de uno de los malhechores (Lc. 23:40-42).

—2ª frase: al malhechor arrepentido: “Yo afirmo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc. 23:43).

—3ª frase: para Juan recibir a María como su madre (Jn. 19:26-27).

— Las tinieblas (Mt. 27:45; Mc. 15:33; Lc. 23:44).

— 4ª frase: “¡Dios mío!” (Mt. 27:46-47; Mc. 15:34-36).

— 5ª frase: “Tengo sed” (Jn. 19:28).

— 6ª frase: “Está consumado” (Jn. 19:30).

— 7ª frase: “Padre, en tus manos” (Lc. 23:46).

 

La Muerte de Jesús

— Jesús entregó su espíritu (Mt. 27:50; Lc. 23:46; Jn. 19:30).

— Un soldado hirió el costado de Jesús (Jn. 19:31-37).

— Aparecieron fenómenos sobrenaturales: la cortina del Templo se rajó, la tierra tembló, las rocas se partieron y los sepulcros se abrieron (Mt. 27:51-53; Mc. 15:38; Lc. 23:45).

— La reacción de algunos testigos de la muerte de Jesús: los soldados, los que asistieron los acontecimientos, los amigos de Jesús y las mujeres que lo habían seguido (Mt. 27:54-56; Mc. 15:39-41; Lc. 23:45-49).

 

El Entierro de Jesús

— El entierro de Jesús: José, de la ciudad de Arimatea, y Nicodemo sepultaron el cuerpo de Jesús en propio sepulcro de José (Mt. 27:57-66; Mc. 15:42-47; Lc. 23:50-56; Jn. 19:38-42).

— El sábado, soldados fueron mandados para guardar el sepulcro de Jesús (Mt. 27:62-66).

 

Situación- final: Jesús murió en la cruz, fue enterrado en un sepulcro en una roca, que era cerrado por una gran piedra. El sábado, guardas fueron mandados para guardar el sepulcro.

 

NARRATIVA:

 

La Crucifixión de Jesús

 

            Los líderes judíos y los soldados salieron del Tribunal yendo para el Calvario. Jesús salió cargando la cruz. La parte vertical de la cruz era erguida en el local de la ejecución; lo que el condenado cargaba era la parte transversal. Los soldados encontraron a un hombre llamado Simón, que era natural de la ciudad de Cirene, norte de África. Él venía del campo para la ciudad, y los soldados lo agarraron y lo obligaron a cargar la cruz, siguiendo detrás de Jesús. Llevaron también dos criminales para ser muertos con Jesús (Mt. 27:31-33; Mc. 15:20-23; Jn. 19:17).

            Una gran multitud los acompañaba. Entre la multitud había mujeres, que lloraban y lamentaban el destino de Jesús. Él se volvió para ellas y les dijo: “¡Hijas de Jerusalén, no lloren por mí! Lloren por ustedes mismas y por sus hijos. Porque vendrán días en que se dirá: ¡felices son aquellas que no tuvieron hijos y no amamantaron! Entonces pedirán a las montañas: '¡Caigan sobre nosotros!' y a los montes: '¡Cúbrannos!” Pues si ellos hacen eso con el árbol verde, ¿qué sucederá con el árbol seco? (Lc. 23:26-33).

            Ellos llegaron al lugar llamado “Gólgota”. Gólgota quiere decir “lugar de la Calavera” (Mt. 27:33; Mc. 15:22; Lc. 23:33; Jn. 19:17). Allí dieron vino mezclado con calmante para que Jesús bebiera. Esa bebida era preparada por las mujeres de Jerusalén como un acto de misericordia para ayudar a aliviar el dolor de aquellos que estaban siendo crucificados. Mas, después de probar, él no quiso (Mt. 27:34; Mc. 15:23).

            Jesús fue crucificado a las 9 de la mañana, la tercera hora de los judíos, contada desde el nacer del sol. La cruz de madera fue acostada en el suelo y los soldados colocaron a Jesús encima. Los clavos traspasaron las manos y los pies de Jesús en la cruz. La cruz, entonces, fue colocada en la posición erecta. Él fue crucificado entre dos malhechores: uno a su derecha y el otro a su izquierda (Mt. 27:35-38; Mc. 15:24-28; Lc. 23:33-38; Jn. 19:18).

            [1ª frase en la cruz] Jesús dijo: “¡Padre, perdónales! ¡Ellos no saben lo que están haciendo!” (Lc. 23:34).

            Después de poner a Jesús en la cruz, los soldados repartieron sus ropas en cuatro partes, una para cada uno y echaron suertes con los dados para ver cuál sería la parte de cada uno. Tomaron también su túnica, que era sin costura, toda tejida en una sola pieza, de arriba abajo. Entonces los soldados dijeron unos a los otros: “No vamos a cortar la túnica. Vamos a echar suertes para ver quién se queda con ella. Eso cumplió una profecía del Sal. 22:18 - “Repartieron entre sí mis ropas y sortearon mi túnica” (Jn. 19:23-24).

            Pilatos escribió un letrero y mandó colocarlo arriba, en la cruz. Estaba escrito en hebreo, latín y griego: “Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos”. Muchos judíos leyeron el letrero.

Los jefes de los sacerdotes dijeron a Pilatos que no escribiera “Rey de los Judíos”, sino este hombre dijo: “Yo soy el Rey de los Judíos”.

Respondió Pilatos: “¡Lo que escribí, queda escrito!” (Mt. 27:37; Mc. 15:26; Lc. 23:38; Jn. 19:19-22).

            Los que pasaban por allí se burlaban, movían la cabeza y lo insultaban: “¡Ah, él dijo que era capaz de destruir el Templo y volver a construirlo en tres días! Entonces, si es realmente el Hijo de Dios, ¡que baje de la cruz y se salve a sí mismo!”

            Los líderes de los judíos también se burlaban de Jesús, diciendo: “Él salvó a los otros. ¡Que se salve a sí mismo, si es de hecho el Mesías que Dios escogió! ¡Si baja ahora mismo de la cruz, nosotros creeremos en él! Él confió en Dios y dijo que era Hijo de Dios. ¡Por lo tanto, vamos a ver si Dios quiere salvarlo ahora!”

            Los soldados también se burlaban de él (Mt. 27:39-43; Mc. 15:32; Lc. 23:39-43).

            Hasta uno de los criminales crucificados allí con él también lo insultaba, diciendo: “¿No eres el Mesías? Entonces, ¡sálvate a ti mismo y a nosotros!”

Sin embargo, el otro lo reprendió, diciendo: “¿Tú no temes a Dios? Todos nosotros estamos bajo la misma condenación. Nuestro sufrimiento es justo porque estamos recibiendo el castigo por lo que hicimos, pero él no hizo nada de mal”. Entonces dijo a Jesús: “Jesús, acuérdate de mí cuando entres en tu reino” (Lc. 23:40-42).

            [2ª frase en la cruz] Jesús respondió al malhechor arrepentido: “Yo afirmo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc. 23:43).

            [3ª frase en la cruz] Cerca de la cruz estaba María, la madre de Jesús, con otras mujeres. Próximo estaba el discípulo Juan. Jesús dijo a María: “Ahí está tu hijo”. Enseguida, dijo a Juan: “Ahí está tu madre”.

Juan llevó a la madre de Jesús, para de ahí en adelante vivir en la casa de él (Jn. 19:26-27).

            De repente, al mediodía, empezó a oscurecer y toda la tierra quedó tres horas en la oscuridad, hasta las tres de la tarde (Mt. 27:45; Mc. 15:33; Lc. 23:44).

            [4ª frase en la cruz] A las tres de la tarde, Jesús gritó bien alto: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me abandonaste?” (Mt. 27:46-47; Mc. 15:34-36).

            [5ª frase en la cruz] Jesús dijo: “Tengo sed” (Jn. 19:28).

            [6ª frase en la cruz] Estaba allí una vasija llena de vino barato. Mojaron en ella una esponja, la pusieron en una vara de hisopo y la llegaron a la boca de Jesús. Cuando él bebió el vino, dijo: “¡Todo está consumado!” (Jn. 19:30).

            [7ª frase en la cruz] Jesús gritó bien alto: “¡Padre, en tus manos entrego mi espíritu!” (Lc. 23:46).

 

La Muerte de Jesús

 

            Después de estas palabras, Jesús bajó la cabeza y murió. Él murió a las 3 de la tarde (Mt. 27:50; Lc. 23:46; Jn. 19:30).

            Los judíos pidieron a Pilatos que mandara a quebrar las piernas de los que habían sido crucificados para acelerarles la muerte, para que pudieran ser retirados de la cruz. Esta medida impedía que se levantaran para respirar y aceleraría sus muertes por asfixia. Pidieron eso porque era viernes y no querían que, en el sábado, los cuerpos continuaran allí, siendo que aquel sábado era considerado especialmente santo. Los soldados fueron y quebraron las piernas de los dos criminales que habían sido crucificados con Jesús. Cuando llegaron cerca de Jesús, verificaron que ya estaba muerto y no quebraron sus piernas. Uno de los soldados, sin embargo, hirió el costado de Jesús con una lanza. En el mismo instante salió sangre y agua (Jn. 19:31-37).

            Cuando Jesús murió, Dios rajó el velo del Templo de arriba abajo (Mt. 27:51; Mc. 15:38). El velo que Dios rajó era la cortina que dividía el santuario del Lugar Santísimo, donde nadie podía entrar sino solamente el Sumo Sacerdote, y esto, sólo en el Día de la Expiación (Ex. 26:31; Lv. 16:1-30). La tierra tembló y se partieron las rocas. Los sepulcros se abrieron, y muchos del pueblo de Dios que habían muerto resucitaron y salieron de las sepulturas. Y, después de la resurrección de Jesús, entraron en la Ciudad Santa, donde muchas personas los vieron (Mt. 27:51-53).

            Hubo reacciones variadas de testigos de la muerte de Jesús. El centurión, el oficial del ejército romano que estaba enfrente a la cruz, viendo a Jesús gritar y morir de ese modo, dijo: “¡De hecho, este hombre era el hijo de Dios!”

            Los soldados que estaban con él guardando a Jesús, delante de aquella especie pavorosa de terremoto, de la oscuridad y todo lo demás que sucedía, quedaron con mucho miedo y dijeron entre sí: “¡Él era realmente el Hijo de Dios!”

            Todos los que estaban reunidos allí para asistir a aquel espectáculo vieron lo que había sucedido y volvieron para casa profundamente tristes, golpeándose el pecho.

            Los amigos de Jesús y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea quedaron de lejos, mirando todo aquello. Entre las mujeres estaban: María Magdalena; María, la madre de Jesús; María, la mujer de Cleofás y Salomé, la madre de los hijos de Zebedeo (Mt. 27:54-56; Mc. 15:39-41; Lc. 23:45-49; Jn. 19:25-27).

 

El Entierro de Jesús

 

            Era casi noche cuando llegó un hombre rico e importante, miembro del Consejo Superior, llamado José de la ciudad de Arimatea. Él esperaba la venida del Reino de Dios y era seguidor de Jesús, pero en secreto, porque tenía miedo de los líderes judíos. José creó coraje, fue y pidió a Pilatos el cuerpo de Jesús. Pilatos quedó admirado cuando supo que él ya estaba muerto. Llamó al oficial romano y preguntó si hacía mucho tiempo que Jesús había muerto. Después de recibir la información del oficial, Pilatos entregó a José su cuerpo. Nicodemo, aquel que lo había ido a ver en la noche, fue con José. Nicodemo llevó unos treinta y cinco kilos de una mezcla de áloe y mirra, o sea, perfume.  Esos dos hombres tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en sábanas en las cuales habían esparcido esa mezcla. Enseguida, colocaron el cuerpo en el sepulcro y se fueron. María Magdalena y la otra María estaban allí, sentadas enfrente al sepulcro y vieron donde el cuerpo de Jesús fue colocado (Mt. 27:57-66; Mc. 15:42-47; Lc. 23:50-56; Jn. 19:38-42).

            El sábado, el día siguiente, los jefes de los sacerdotes y los fariseos se reunieron con Pilatos y dijeron: “Señor Gobernador, nosotros nos recordamos que, cuando aún estaba vivo, aquel mentiroso dijo: 'Después de tres días yo resucitaré'. Por lo tanto, manda guardar bien el sepulcro hasta el tercer día, para que sus discípulos no puedan robar el cuerpo y después decir al pueblo: 'Él resucitó'. Pues esta última mentira sería peor que la primera.”

            Ellos fueron, pusieron un sello de seguridad en la piedra y dejaron los guardas allí para vigilar la sepultura (Mt. 27:62-66).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         Jesús es el Perdonador de los más horrendos crímenes. Él oraba por el perdón de aquellos que lo crucificaron (Lc. 23:34). Eso revela el corazón misericordioso de Dios delante del pecador

2.         La oración funciona hasta cuando la respuesta no es vista inmediatamente. Dios empezó a responder a la oración de Jesús (Lc. 22:34), pidiendo perdón para aquellos que lo crucificaron, cuando sus conciencias empezaron a acusarlos por el papel que hicieron, y ellos se retiraron lamentando (Lc. 23:48). Esto preparó millares para el arrepentimiento en el día de Pentecostés (Hch. 2:37-41).

3.         La muerte de Jesús hizo que se cumplieran las Escrituras. El cumplimiento de estas profecías muestra la grandeza del Dios omnisciente, que revela eventos futuros. Él es un Dios omnipotente, que tiene el poder de cumplir todas Sus promesas. Las promesas cumplidas: 

Sal. 22:18

Repartieron sus ropas

Jn. 19:24

Sal. 69:21

Le dieron vinagre para beber

Jn. 19:28-29

Sal. 34:20

No quebraron ninguno de sus huesos

Jn. 19:33, 36

Zac. 12:10

Miraron para aquel a quien traspasaron

Jn. 19:37

 


4.         Los líderes religiosos que quieren proteger los privilegios del liderazgo, en vez de servir a Dios, tendrán valores invertidos. Los judíos valorizaban las tradiciones y ceremonias religiosas en vez de valorizar el sacrificio de Jesús. Ellos tomaron cuidado para quedar ritualmente puros, cuando planeaban la muerte de Jesús (Jn. 18:28) y quisieron acelerar la muerte para no profanar un día de celebración religiosa (Jn. 19:31).

5.         Hasta la propia naturaleza quedó indignada con la muerte de Jesús y se manifestó con el oscurecimiento del Sol y con el terremoto (Mt. 27:51; Lc. 23:44-45).

6.         En la cruz, puesto entre dos salteadores, Jesús fue escarnecido por tres grupos distintos:

— pecadores ignorantes (Mt. 27:39; Mc. 15:29-30);

— pecadores religiosos. Los mayores culpados eran los religiosos, que conocían las Escrituras pero no conocían a Jesús en su muerte, cumpliendo las profecías mesiánicas del Sal. 22 (Mt. 27:41; Mc. 15:31-32);

— pecadores condenados (Mt. 27:38).

7.         El simple hecho de creer y pedir perdón trae la salvación. El ladrón en la cruz, que por la fe reconoció que Jesús es el Rey de los Cielos, por el simple pedir, recibió su ciudadanía celestial (Lc. 23:39-43).

8.         La crucifixión era la forma de ejecución reservada para esclavos y elementos de la más baja clase social.

9.         Cuando Jesús murió, un verdadero hombre murió. Jesús era un hombre de verdad, por eso tuvo sed (Jn. 19:28). “Tengo sed” es un grito de angustia física. Sangre y agua saliendo de Su cuerpo confirman la humanidad de Jesús y Su muerte (Jn. 19:34).

10.       Dios se alejó de Jesús en la cruz y lo dejó completamente solo. Al mediodía empezó a oscurecer, y toda la tierra quedó tres horas en oscuridad (Mt. 27:45; Mc. 15:33; Lc. 23:44). Dios abandonó a Jesús. A las tres de la tarde, Jesús gritó bien alto: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me abandonaste?” (Mt. 27:46-47; Mc. 15:34-36). Dios dejó a Jesús porque lo estaba castigando por los pecados de las personas del mundo entero. Durante ese tiempo en la cruz, Jesús fue separado de Dios, su Padre, como castigo por los pecados de los seres humanos. Jesús sufrió el castigo completo por los pecados de los seres humanos para que Dios pudiera, gratuitamente (sin costar nada al hombre), perdonar a todos aquellos que confían solamente en Jesús para salvación de los pecados y aceptarlos como sus hijos.

11.       Jesús murió con su trabajo realizado. “Está consumado” (Jn. 19:30) significó que Él cumplió completamente el trabajo que el Padre le dio para hacer. En la cruz, Él pagó la deuda que las personas tienen con Dios por causa de sus pecados. Él fue ofrecido en sacrificio para quitar los pecados del mundo (He. 9:28).

12.       La muerte de Jesús fue confirmada. Los soldados vieron que Él ya estaba muerto (Jn. 19:34). El Apóstol Juan, que narró los acontecimientos, es un testigo de los mismos (Jn. 19:35).

13.       Jesús murió por nuestros pecados (1 Co. 15:3).

14.       En la cruz:

14.1)    Cristo obtuvo la victoria:

— sobre los principados y potestades (Col. 2:15);

— derrotó al Diablo (He. 2:14).

14.2)    Él nos redimió de la esclavitud espiritual:

— todos los que pecaron son esclavos (Jn. 8:34);

— Jesús vino para dar su vida por el rescate de muchos (Mt. 20:28);

— Él nos rescató con su sangre (1 P. 1:18-19);

— los creyentes eran esclavos, ahora son libres del pecado (Ro. 6:17-18);

— Cristo nos redimió para sí (Tit. 2:14);

— el creyente pertenece al Espíritu Santo (1 Co. 6:19-20).

14.3)    Cristo se ofreció como sacrificio:

— no había perdón de pecados sin derramamiento de sangre (He. 9:22);

— Jesús fue sacrificado una vez para aniquilar el pecado (He. 9:26);

— Jesús es el Cordero de Dios (Jn. 1:29).

14.4)    Jesús llevó el castigo del pecado:

— Cristo es la propiciación por nuestros pecados (1 Jn. 2:2; 4:10; Ro. 3:25). La palabra “Propiciación” significa que en la cruz Cristo desvió la ira justa de Dios contra nosotros por causa de nuestro pecado.

15.       Jesús escogió morir para que el pecador arrepentido pudiera vivir. Jesús entregó su espíritu (Mt. 27:50; Lc. 23:46; Jn. 19:30). Nadie podría quitarle la vida excepto si Él lo permitiera (Jn. 10:18). Jesús escogió morir para que el pecador arrepentido pudiera vivir.

16.       Dios rajó el velo “de arriba abajo” (Mt. 27:51; Mc. 15:38). El velo que Dios rajó era la cortina que dividía el santuario del Lugar Santísimo, donde nadie podía entrar sino el Sumo Sacerdote, y esto sólo en el Día de la Expiación (Ex. 26:31-37; Lv. 16:1-30). El velo rajado era una tragedia para los judíos, pero libertad para los creyentes, pues no hay más cualquier separación entre el adorador y su Dios (Jn. 14:6). El camino para el lugar santísimo estaba abierto, pues Cristo había hecho la expiación del pecado. Los creyentes pueden entrar en la presencia del propio Dios, sin ningún otro sacrificio o sacerdocio además de Cristo. (vea He. 9:1-8; 10:19-22).

17.       El discipulado secreto no puede durar. El secreto va a destruir el discipulado o el discipulado va a destruir el secreto. José de Arimatea y Nicodemo estaban entre los líderes judíos que creyeron en Jesús, pero no hablaron públicamente a favor de Él, porque tuvieron miedo de los otros líderes y quisieron más la aprobación de los hombres que la aprobación de Dios (Jn. 12:42). La realidad de la muerte de Jesús les dio coraje para manifestar abiertamente que eran discípulos de Él (Lc. 23:50-53; Jn. 19:38-40).

 

PREGUNTAS

 

1.         ¿Quién ayudó a Jesús a cargar su cruz?

2.         ¿Cómo fue la crucifixión de Jesús?

3.         Cuando fue colocado en la cruz, ¿qué fue lo que Jesús dijo que lo presenta como el Gran Perdonador?

4.         ¿Cómo varios grupos de personas se burlaban de Jesús cuando él estaba en la cruz?

5.         ¿Cuáles fueron las diferentes reacciones presentadas por los ladrones crucificados, con relación a la persona de Cristo?

6.         ¿Cuáles fueron algunos hechos sobrenaturales que sucedieron en el tiempo de la crucifixión?

7.         ¿Cuáles fueron algunas frases que Jesús dijo cuando estaba en la cruz?

8.         ¿Cómo fue que Jesús entregó su espíritu?

9.         Cuando Jesús estaba en la cruz, ¿qué providencias Él tomó para cuidar de su madre?

10.       ¿Quién asumió la responsabilidad de sepultar a Jesús?

11.       ¿Por qué los líderes religiosos quisieron soldados para guardar el sepulcro de Jesús?


LOS PASOS DE LA VIDA RESURRECTA DE JESÚS

RESURRECCIÓN

APARICIONES

ASCENSIÓN

EXALTACIÓN

SEGUNDA VENIDA

Jesús murió, fue sepultado y resucitó al tercer día (Lc. 24:46; Hch. 10:40; 1 Co. 15:4).

 

Él resucitó el domingo, el primer día de la semana (Mc. 16:9).

1ª) María Magdalena (Jn. 20:11-17)

 

2ª) Mujeres (Mt. 28:8-16)

 

3ª) Pedro (Lc. 24:34)

 

4ª) Dos discípulos en el camino para Emaús (Lc. 24:13-31)

 

5ª) Apóstoles, sin Tomás (Jo. 20:19-25)

 

6ª) Apóstoles, con Tomás (Jn. 20:26-29)

 

7ª) Siete discípulos (Jn. 21:1-24)

 

8ª) Más de 500 personas (Mt. 28:16-20; 1 Co. 15:7)

 

9ª) Santiago (1 Co. 15:7)

 

10ª) Los discípulos (Lc. 24:44-49; Hch. 1:3-8)

Mientras bendecía a los discípulos, Él fue llevado al cielo (Lc. 24:51). Él fue llevado al cielo a la vista de los discípulos (Hch. 1:9).

Él se sentó a la diestra de Dios (Mc. 16:19).

 

Él está al lado derecho de Dios, en el cielo (Hch. 2:33-36).

 

Él reina sobre todos (Ef. 1:20-22).

 

Él está a la derecha de Dios, gobernando a todos los ángeles, a las autoridades y a los poderes del cielo (1 P. 3:22).

 

Él recibió todo el poder en el Cielo y en la Tierra (Mt. 28:18).

Él aparecerá bajando en las nubes, con gran poder y gloria (Mc. 13:26).

 

Él volverá del mismo modo como subió (Hch. 1:10-11).

 

Él vendrá en las nubes y todos lo verán (Ap. 1:7-8).

 

La vuelta será visible e inconfundible (Mt. 24:27-31; Ap. 1:7).

 

LA RESURRECCIÓN DE JESÚS

Los Primeros Dos Domingos de la Vida Resurrecta

 

TEXTO: Mateo. 28:1-15; Marcos. 16:1-14;

  Lucas. 24:1-49; Juan. 20:1-30

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            El viernes, Jesús murió en la cruz y fue sepultado. El sábado, el día siguiente, los jefes de los sacerdotes y los fariseos se reunieron con Pilatos, para pedir que éste mandara guardar bien la sepultura hasta el tercer día, para que los discípulos de él no pudieran robar el cuerpo y después decir al pueblo: “Él resucitó”. Entonces Pilatos envió soldados para guardar la sepultura (Mt. 27:62-66).

            Los seguidores de Jesús se olvidaron de su promesa de que iba a resucitar. Quedaron confusos detrás de puertas trancadas, con miedo de los líderes judíos. Pensaron que Jesús y todas sus esperanzas habían muerto juntos.

 

Personajes-clave: Jesús, María Magdalena, y el discípulo Tomás.

 

Lugar-clave: Jerusalén

 

Repeticiones-clave:

- Encontraron la sepultura sin el cuerpo de Jesús: las mujeres (Lc. 24:2) y Juan y Pedro (Lc. 24:12; Jn. 20:8-11).

- Jesús apareció: a María Magdalena (Jn. 20:11-17); a las otras mujeres (Mt. 28:8-16); a los dos discípulos en el camino de Emaús (Lc. 24:13-31); a los discípulos reunidos en Jerusalén cuando Tomás estaba ausente (Jn. 20:19-24) y una semana después con la presencia de Tomás (Jn. 20: 28-29).

- El anuncio de que Jesús había resucitado: un ángel anunció a las mujeres (Lc. 24:4-7); los guardas relataron a los líderes de los sacerdotes (Mt. 28:11-15); las mujeres avisaron a los discípulos (Mt. 28:8; Lc. 24:8-11); los dos discípulos de Emaús fueron para Jerusalén, para avisar a los once (Lc. 24:33-36); los otros discípulos avisaron a Tomás (Jn. 20:25).

- No creyeron en el testimonio de que Jesús estaba con vida: los once discípulos no creyeron en las mujeres (Lc. 24:11); los dos discípulos en el camino de Emaús no creyeron en los rumores (Lc. 24:22-24); Tomás dudó de los otros discípulos (Jn. 20:25).

 

Sentimientos-clave:

- La desilusión de los seguidores de Jesús, después de su muerte.

- El temor de los ángeles cuando el ángel sacó la piedra.

- La preocupación de las mujeres con quién sacaría la piedra de la sepultura.

- Primero el asombro, después la adoración de las personas cuando Jesús apareció después de su resurrección.

- La incredulidad de aquellos que oyeron decir que Jesús estaba vivo.

 

Problema- inicial: Los seguidores de Jesús no se acordaron de la promesa que él resucitaría. María Magdalena, María, madre de Jesús, y Salomé compraron aromas para ungir a Jesús. Al nacer del Sol en el primer día de la semana fueron al sepulcro.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:

El Primer Domingo de la Vida Resurrecta

— Pasado el sábado, las mujeres compraron perfumes para el cuerpo de Jesús (Mc. 16:1).

— El domingo, bien temprano, ellas fueron a la sepultura (Mt. 28:1; Mc. 16:2; Lc. 24:1; Jn. 20:1), pero estaban preocupadas a respecto de quién tendría que sacar la piedra de la sepultura (Mc. 16:3-4).

— Hubo un temblor y un ángel sacó la piedra (Mt. 28:2).

— Los guardas quedaron paralizados de miedo (Mt. 28:4).

— Las mujeres vieron que la piedra ya había sido sacada (Mc. 16:4; Lc. 24:2).

— Las mujeres entraron en la sepultura y no encontraron el cuerpo de Jesús (Lc. 24:3-4).

— Un ángel (en Lucas son dos ángeles) que estaba en la sepultura anunció que Jesús había resucitado y las mandó avisar a los discípulos (Mt. 28:5-8; Mc. 16:5-7; Lc. 24:4-7).

— Los guardas de la sepultura relataron a los líderes de los sacerdotes y recibieron dinero para decir que los discípulos habían robado el cuerpo (Mt. 28:11-15).

— Las mujeres avisaron a los discípulos de los acontecimientos (Mt. 28:8; Lc. 24:8-11).

— Los once discípulos no creyeron en las mujeres (Lc. 24:11).

— Juan y Pedro fueron a la sepultura y vieron las sábanas de lino (Lc. 24:12; Jn. 20:3-10).

— Jesús apareció a María Magdalena (Jn. 20:11-17).

— Jesús se encontró con las otras mujeres (Mt. 28:8-16).

— Jesús apareció a los dos discípulos en el camino de Emaús (Lc. 24:13-31).

— Los dos discípulos volvieron de Emaús para Jerusalén, para avisar a los once del encuentro que tuvieron con Jesús (Lc. 24:33-36).

— Jesús apareció a los discípulos reunidos en Jerusalén; mostró las manos y los pies, comió pescado y explicó las Escrituras (Lc. 24:36-45; Jn. 20:19-22). Tomás estaba ausente (Jn. 20:24).

— Los otros discípulos dijeron a Tomás que habían estado con Jesús, sin embargo, él dudó (Jn. 20:25).

 

El Segundo Domingo de la Vida Resurrecta

— Una semana después, Tomás estaba con los discípulos, cuando Jesús apareció y mostró a Tomás sus manos y su costado (Jn. 20:26-27).

— Tomás exclamó: “¡Mi Señor y Dios mío!” (Jn. 20:28-29).

 

Situación- final: Después de la resurrección de Jesús, algunas mujeres y los once discípulos estuvieron con él y lo reconocieron. El evangelio de Juan declara que Jesús hizo muchos milagros que no están registrados, más lo que fue escrito es para producir fe en que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y quien crea tenga la vida por medio de él (Jn. 20:30-31).

 

NARRATIVA:

 

El Primer Domingo de la Vida Resurrecta

 

            El viernes, Jesús murió en la cruz y fue sepultado. El sábado, el día siguiente, los jefes de los sacerdotes pidieron a Pilatos que mandara guardar bien la sepultura hasta el tercer día, para que los discípulos de Jesús no pudieran robar el cuerpo y después decir al pueblo: “Él resucitó”.

Entonces Pilatos dijo: “Aquí están los guardas. Vayan y guarden la sepultura lo mejor que puedan”.

Ellos fueron, y pusieron un sello de seguridad en la piedra y dejaron los guardas allí para vigilar la sepultura (Mt. 27:62-66).

            Con la muerte de Jesús, los discípulos quedaron confusos y, con mucho miedo, se escondieron detrás de puertas trancadas (Jn. 20:19).

            Después que pasó el sábado, María Magdalena, Juana, Salomé, la madre de Santiago y Juan, María, madre de Santiago, y algunas otras mujeres compraron perfumes para perfumar el cuerpo de Jesús, como era costumbre en la época (Mc. 16:1 Lc. 24:10).

            Domingo bien temprano, cuando aún estaba oscuro, las mujeres fueron a la sepultura (Mt. 28:1; Mc. 16:2; Lc. 24:1; Jn. 20:1). En el camino decían: “¿Quién va a sacar para nosotras la piedra que cierra la entrada de la sepultura?” (Mc. 16:3-4).

            De repente, hubo un gran temblor. Un ángel del Señor vino del cielo, empujó la piedra del sepulcro y se sentó en ella. Él era parecido con un relámpago, y sus ropas eran blancas como la nieve (Mt. 28:2-3).

            Al ver el ángel, los guardas de la sepultura quedaron paralizados de miedo (Mt. 28:4).

            Las mujeres entraron en la sepultura y no encontraron el cuerpo de Jesús (Lc. 24:3-4). De repente, aparecieron delante de ellas dos hombres vestidos con ropas muy brillantes. Las mujeres quedaron con tanto miedo que se curvaron y cubrieron el rostro.

            Los ángeles dijeron a las mujeres: “¡No tengan miedo! ¿Por qué están buscando entre los muertos a quien está vivo? Sé que ustedes están buscando a Jesús, que fue crucificado, pero él no está aquí: ya resucitó, como había dicho. Vengan a ver el lugar donde lo pusieron. Ahora vayan deprisa y digan a sus discípulos: Él resucitó y va delante de ustedes a Galilea” Mt. 28:5-8; Mc. 16:5-7; Lc. 24:4-7).

            Las mujeres huyeron de la sepultura, pues estaban con miedo y, al mismo tiempo, con mucha alegría. Corrieron hacia donde estaban los discípulos (Mt. 28:8; Mc.16:8).

            Mientras las mujeres aún estaban en el camino, algunos guardas de la sepultura volvieron a la ciudad y contaron a los jefes de los sacerdotes todo lo que había sucedido. Éstos se reunieron con los líderes judíos e hicieron planes. Entonces dieron una gran cantidad de dinero para los guardas y ordenaron: “Digan que los discípulos de él vinieron de noche, cuando ustedes estaban durmiendo, y robaron el cuerpo. Si el gobernador sabe de eso, nosotros vamos a convencerlo de que fue así mismo, y ustedes no tendrán ningún problema”.

Los guardas tomaron el dinero e hicieron lo que los jefes de los sacerdotes habían mandado. Y ese rumor corrió entre los judíos (Mt. 28:11-15).

            Las mujeres fueron a contar a los discípulos los acontecimientos (Mt. 28:8; Lc. 24:8-11). Los once pensaron que las mujeres estaban delirando y lo que decían era disparate. Por eso, no creyeron en las noticias que ellas trajeron (Lc. 24:11).

            Juan y Pedro se levantaron y corrieron para la sepultura. Bajaron solamente para mirar y vieron solamente las sábanas de lino y nada más. Entraron en la sepultura. Ellos vieron que el cuerpo no estaba, sin embargo, aún no entendieron que Jesús había resucitado. Ahí volvieron a la casa, confusos con lo que había sucedido (Lc. 24:12; Jn. 20:3-10).

            María Magdalena volvió al jardín y se quedó llorando cerca de la sepultura. Mientras lloraba, ella bajó y miró hacia adentro. Vio dos ángeles vestidos de blanco, sentados. Uno de ellos se sentaba a la cabecera y el otro a los pies del lugar donde estuviera el cuerpo de Jesús. Los ángeles preguntaron: “Mujer, ¿por qué estás llorando?”

Respondió María Magdalena: “¡Se llevaron a mi Señor, y yo no sé dónde lo pusieron!” (Jn. 20:11-17).

            Después de decir eso, ella se volvió y vio a alguien en pie, pero no percibió que era Jesús. Entonces Jesús preguntó: “Mujer, ¿por qué estás llorando? ¿A quién estás buscando?”

Ella supuso que Jesús fuera el jardinero y por eso respondió: “Si tú lo sacaste de aquí, dime dónde lo pusiste, y yo lo llevaré a otro lugar.”

Jesús pronunció su nombre: “¡María!”

Entonces ella se volvió y respondió: “¡Maestro!”.

Jesús dijo: “No me toques. Anda y di a mis hermanos que voy a subir para aquel que es mi Padre y Padre de ellos, y mi Dios y Dios de ellos”.

Entonces María Magdalena corrió al encuentro de los discípulos y les dijo: “¡Yo vi al Señor!” Y contó lo que Jesús le había dicho (Jn. 20:11-18).

            De repente, Jesús se encontró con las otras mujeres y dijo: “¡que la paz esté con ustedes!”

Ellas se acercaron, le abrazaron sus pies y lo adoraron.

Jesús mandó: “Vayan a decir a mis hermanos que vayan a Galilea, pues allí ellos me verán” (Mt. 28:8-16).

            Aún en el mismo día de la resurrección, dos discípulos que no hacían parte de los doce estaban yendo para una aldea llamada Emaús, que queda más o menos a doce kilómetros de Jerusalén. Ellos estaban conversando a respecto de todo lo que había sucedido. Mientras conversaban, el propio Jesús llegó cerca y empezó a caminar con ellos. Los discípulos lo vieron, pero no lo reconocieron.

Jesús preguntó: “¿Qué conversan por el camino?”

Ellos pararon, de una manera triste, y uno de ellos dijo: “Eres el único habitante de Jerusalén que no sabe lo que sucedió allá con Jesús de Nazaret. Este hombre era profeta y poderoso en hechos y palabras. Los jefes de los sacerdotes y nuestros líderes lo entregaron para ser condenado a la muerte y lo crucificaron. Nosotros esperábamos que fuera él quien iba a librar al pueblo de Israel. Sin embargo, ya hace tres días que todo eso sucedió. Algunas mujeres de nuestro grupo fueron de madrugada a la sepultura y no encontraron su cuerpo. Volvieron diciendo que vieron ángeles y que él está vivo. Algunos otros de nuestro grupo también fueron a la sepultura y constataron que las mujeres habían dicho la verdad. Pero no vieron a Jesús.”

Jesús pasó a explicar todos los textos de las Escrituras que hablaban a respecto del Mesías. Cuando llegaron cerca de la aldea de Emaús, para donde iba, Jesús hizo como quien iba más lejos. Pero ellos insistieron con él para que se quedara.

Entonces Jesús entró para quedarse con los dos discípulos. Se sentó a la mesa con ellos, tomó el pan y dio gracias a Dios. Después partió el pan y les dio. En este momento, los ojos de ellos se abrieron y ellos reconocieron a Jesús. Pero Jesús desapareció (Lc. 24:13-31).

En el mismo instante, ellos se levantaron y regresaron a la ciudad de Jerusalén, donde encontraron a los once discípulos reunidos con los otros. Estos decían: “¡De hecho, el Señor ha resucitado! ¡Simón vio al Señor!”

Entonces los dos contaron lo que había sucedido en el camino y cómo habían reconocido al Señor, cuando él partió el pan (Lc. 24:33-36).

            Los discípulos estaban reunidos en un lugar de puertas trancadas, con miedo de los líderes judíos. Entonces, de repente, Jesús llegó, se puso en medio de ellos y dijo: “¡Que la paz esté con ustedes!” (Jn. 20:19-20).

            Ellos quedaron asustados y con mucho miedo y pensaron que estaban viendo a un fantasma. Pero él dijo: “¿Por qué están asustados? ¿Por qué hay tantas dudas en sus cabezas? Miren mis manos y mis pies y vean que soy yo mismo. Toquen en mí y ustedes creerán, porque un fantasma no tiene carne ni huesos, como están viendo que yo tengo” (Lc. 24:36-39).

            Enseguida les mostró las manos, los pies y el costado. Ellos aún no creían, entonces tomó un pedazo de pescado asado y comió delante de ellos. Jesús explicó las Escrituras y abrió las mentes de ellos para que entendieran lo que ellas enseñan a respecto del Mesías (Lc. 24:36-45).

            Jesús dijo de nuevo: “¡Que la paz esté con ustedes! Así como el Padre me envió, yo también los envío a ustedes”. Después sopló sobre ellos y dijo: “Reciban el Espíritu Santo” (Jn. 20:21-22).

            Jesús, entonces, abrió las mentes de ellos para entender las Escrituras Sagradas y dijo: “Lo que está escrito es que el Mesías tenía que sufrir y en el tercer día resucitar. Y que, en su nombre, el mensaje a respecto del arrepentimiento y el perdón de los pecados sería anunciado a todas las naciones, empezando por Jerusalén. Ustedes son testigos de esas cosas.” Él les mandó esperar en la ciudad, hasta que el poder de arriba viniera sobre ellos (Lc. 24:47-49).

            Tomás estaba ausente en ese encuentro de Jesús con sus discípulos. Los otros discípulos dijeron a Tomás que vieron a Jesús, sin embargo, él dudó. Tomás dijo: “Si yo no puedo ver la señal de los clavos en sus manos, si no tocar allí con mi dedo y también si no pongo mi mano en su costado, ¡no creeré!” (Jn. 20:24-25).

 

El Segundo Domingo de la Vida Resurrecta

 

            El día domingo, una semana después, nuevamente los discípulos estaban reunidos, en el mismo lugar, con las puertas trancadas. Tomás estaba presente. Jesús llegó y los saludó: “La paz esté con ustedes”. Después se dirigió a Tomás: “Pon aquí tu dedo y mira mis manos. Extiende la mano y ponla en mi costado. ¡Para de dudar y cree!”

Exclamó Tomás: “¡Mi Señor y Dios mío!”

Jesús respondió a Tomás: “¿Tu creíste porque estás viéndome? ¡Felices son los que creen sin ver!” (Jn. 20:26-27).

            El evangelio de Juan declara que Jesús hizo muchos milagros que no están escritos. Pero los que fueron registrados están escritos para producir fe en las personas que él es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que tengan vida por medio de él (Jn. 20:30-31).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         En la resurrección de Jesús, se verificó el milagro de la victoria sobre la muerte por la intervención divina.

2.         Algunas pruebas de la resurrección:

2.1       El cadáver desaparecido. El cuerpo de Cristo desapareció de la sepultura y nunca fue encontrado (Jn. 20:1-8).

2.2       Hubo pruebas convincentes para los discípulos incrédulos. Los discípulos estaban convencidos que Jesús estaba muerto, que todo se había acabado con él. Ellos no se acordaron de sus promesas a respecto de la resurrección. En el inicio, no creyeron en los testigos que vieron a Jesús resucitado:

— los discípulos estaban lejos de creer en la resurrección, con base en el testimonio emocional de mujeres (Lc. 24:11; Jn. 20:25);

— Tomás estaba consciente de la posibilidad de ser engañado por una visión o alucinación. Para él, la resurrección necesitaba ser confirmada por los sentidos (Jn. 20:24-25).

2.3       Muchos testigos vieron a Jesús resucitado. Más de 500 vieron a Jesús (1 Co. 15:4-8). Muchos estaban vivos cuando sus nombres fueron usados como siendo testigos de la resurrección de Jesús y ninguno de ellos desmintió esta afirmación. Los discípulos hasta tocaron en él (Lc. 24:39-40).

2.4       Los discípulos fueron transformados después de la resurrección:

— Pedro era un cobarde, con miedo de una empleada doméstica (Mt. 26:69-75). Él se volvió un hombre con coraje para confrontar a aquellos que crucificaron a Jesús (Hch. 4:9-14, 18-20, 29);

— los discípulos, que en el inicio dudaron de la resurrección, estaban convencidos de tal hecho a punto de sufrir persecuciones, arriesgando sus propias vidas;

— se puede observar la tristeza de los seguidores, cuando Cristo se alejó en la muerte, y el gran júbilo (Lc. 24:52) después de la resurrección;

— las multitudes que creyeron en Jesús fueron transformadas (Hch. 2:41; 4:4; 5:14).

2.5       La expansión de la iglesia es una prueba de la resurrección de Jesús. El número de los seguidores de Jesús creció de 120 (Hch. 1:15) para 3000, que fueron bautizados (Hch. 2:41-42), para 5000 hombres creyentes (Hch. 4:4), después para una multitud que creció constantemente (Hch. 5:14), y el número de los discípulos se multiplicaba (Hch. 6:7).

3.         Si Cristo no hubiera resucitado, las grandes doctrinas del Cristianismo quedarían sin ninguna base (1 Co. 15:14-20). Según Pablo, si Cristo no hubiera resucitado estas doctrinas serían una leyenda vacía:

— el perdón de los pecados;

— la resurrección y la vida eterna;

— el mensaje de esperanza y seguridad espiritual.

4.         Jesús da valor a las mujeres. Las mujeres fueron los primeros testigos de la resurrección. Primero, Jesús apareció a María Magdalena (Jn. 20:11-17) y después a las otras mujeres (Mt. 28:8-16).

5.         Durante los cuarenta días entre la resurrección y la ascensión, los evangelios relatan diez encuentros de Jesús, en diez ocasiones diferentes, cada uno con testigos. Hubo cinco apariciones el domingo de la resurrección.

1ª         María Magdalena (Jn. 20).

2ª         Las otras mujeres (Jn. 20:11-17; Mt. 28:8-14).

3ª         Pedro (Lc. 24:34).

4ª         Dos discípulos en el camino de Emaús (Lc. 24:13-31).

5ª         Los apóstoles, sin Tomás (Jn. 20:19-25).

6ª         Una semana después: los apóstoles, con Tomás (Jn. 20:19-25).

7ª         La pesca milagrosa y la restauración de Pedro (Jn. 21:1-24).

8ª         En el monte: La Gran Comisión es dada (Mt. 28:16-20; 1 Co. 15:6).

9ª         Santiago (1 Co. 15:7).

10ª       La ascensión (Hch. 1:3-8).

[Después de la ascensión, Jesús fue visto por Pablo (1 Co. 15:18).]

6.         Dios es fiel y cumple sus promesas. La resurrección cumplió promesas proféticas

7.         Libertad del miedo es una de las consecuencias de tener la convicción de que Cristo está vivo y ya pagó toda la deuda del pecado (Mt. 28:5; Lc. 24:5). El Espíritu que Jesús nos da no es el Espíritu de miedo (2 Ti. 1:7).

8.         La resurrección hace posible que los seguidores de Jesús experimenten paz. El trabajo del sacerdote entre los judíos era ofrecer sacrificios y orar por el pueblo para decir: “Paz sea con vosotros”. Jesús, como sacerdote perfecto, ya había pagado los pecados del pueblo en la cruz. Dios aceptó el sacrificio y Jesús volvió a la presencia de sus seguidores para decir: “Que la paz esté con ustedes” (Jn. 20:19, 21). La resurrección de Jesús transforma la realidad de la muerte, razón de esperanza:

— Los creyentes en Jesús, muertos en todos los tiempos, serán resucitados (Jn. 11:25).

— Los creyentes en Jesús son transformados por la muerte y por la resurrección de Cristo para gozar la vida eterna ahora (Jn. 11:26; 3:36; 5:24; 17:3).

— La muerte física no pasa de un intervalo temporario de dormir hasta la resurrección (Jn. 11:11-13; 1 Ts. 4:13-17; 1 Co. 15:55).

9.         La paz surge de la convicción que Cristo está vivo y que él pagó toda la deuda del pecado (Jn. 20:19, 21; 14:27; 16:33).

10.       Los seguidores de Jesús tienen la tarea de continuar Su obra. Él fue enviado por Dios el Padre para traer el don de la salvación por el sacrificio de sí mismo (Jn. 3:17; 20:21). Sus discípulos son enviados para continuar a llevar a cabo esa misión al mundo, congregando a los convertidos en la Iglesia de Cristo.

11.       Un discipulador no debe pedir a los discípulos lo que él mismo no haría. Jesús aceptó ser enviado por Dios el Padre y envió a sus discípulos para dar continuidad a la misión que Él empezó (Jn. 20:21).

12.       Los seguidores de Cristo traen a los hombres las condiciones bajo las cuales sus pecados son perdonados o retenidos (Jn. 20:23). Los primeros discípulos de Cristo confrontaron los hombres por primera vez con:

— las enseñanzas de Jesús;

— los milagros de Jesús, que prueban que él vino de Dios;

— su muerte y resurrección;

— sus exigencias impuestas a los hombres;

— las nuevas definiciones de pecado y las consecuencias del mismo.

Conclusión: La enseñanza de la Bíblica y el testimonio de creyentes de hoy crean las condiciones bajo las cuales los pecados de los hombres pueden ser perdonados o retenidos.

13.       El seguidor de Jesús que falta a un encuentro con otros seguidores puede perder una experiencia con el Maestro. Así sucedió con Tomás (Jn. 20:24). La presencia espiritual de Cristo es una realidad en el encuentro de los creyentes (Mt. 18:20). Tenemos la orden de no dejar de congregarnos con los seguidores de Jesús (He. 10:25).

14.       Felices son las personas que no vieron a Jesús con sus propios ojos, sin embargo, creyeron en él (Jn. 20:29).

15.       La falta de fe es manifestada por las acciones. Las mujeres que fueron a la sepultura con la intención de perfumar el cuerpo de Jesús, no creyeron en sus promesas. Buscando a Jesús en el cementerio, ellas mostraron no haber creído en la resurrección (Lc. 24:5).

16.       La burla de los judíos en esconder el hecho de la resurrección revela un argumento falso (Mt. 28:11-15). Si los soldados estaban despiertos, ¿por qué dejaron que alguien se robara el cuerpo de Jesús? Si estuvieran durmiendo, ¿cómo podrían declarar que fueron los discípulos que hurtaron el cuerpo de Jesús? Según las leyes romanas, en ambas circunstancias, los soldados serían condenados a la muerte, si no fuera el interés de los líderes en esconder el hecho de la resurrección.

17.       Una de las prioridades de Jesús es restaurar al seguidor que, después de pecar, cae en sí y reconoce su pecado. Jesús mandó recados especiales a Pedro (Mc. 16:7). Jesús quiso restaurar a aquel discípulo que cayó en estado de desánimo, después de haberlo negado.

18.       Los seguidores de Jesús tienen el privilegio de ser considerados hermanos de Jesús. Solamente después de su resurrección es que Jesús llama a sus seguidores de “mis hermanos” (Mt. 28:10; Jn. 20:17).  Observe la intimidad progresiva entre el Señor y sus discípulos, conforme registrada en el evangelio de Juan: 1º- siervos (13:13); 2º- amigos (15:15); y 3º- hermanos (20:17).  Alguien que empieza a seguir a Jesús como su siervo (Jn. 13:13), descubre que Jesús es su amigo (Jn. 15:13-16) y, después, que Jesús lo considera como su propio hermano (Jn. 20:17).

19.       Jesús no entra por la fuerza, más mediante convite. Él no forzó un convite de los dos discípulos de Emaús, más aceptó la invitación para estar con ellos (Lc. 24:29).

20.       El cuerpo resucitado de Jesús era el mismo cuerpo que tenía antes, sin embargo, fue transformado:

— era compuesto de huesos y carne (Lc. 24:39);

— era reconocido, entonces tenía la apariencia del cuerpo anterior. Las marcas de los clavos y de la lanza continuaron en el cuerpo resurrecto de Cristo (Jn. 20:27);

— podía ser tocado, sus heridas también (Jn. 20:27);

— podía comer, sin embargo no necesitaba (Lc. 24:42-43). Comiendo, certificó su sustancia;

— podía pasar por las puertas trancadas, entonces no se sujetaba más a las leyes naturales (Jn. 20:19).

21.       Ayuda divina es esencial para entender las Escrituras. Jesús abrió el entendimiento de los discípulos para que ellos entendieran las Escrituras (Lc. 24:45).

22.       Uno de los resultados de creer en Jesús muerto y resucitado es que Dios empieza el proceso de abrir la mente y de borrar de la mente los prejuicios equivocados (Lc. 24:45).

23.       Después de la resurrección, el domingo substituyó el sábado judío como día de adoración al Señor, porque Cristo resucitó en ese día (Vea Jn. 20:1; Hch. 20:7; 1 Co. 16:1-2; Ap: 1:10).

 

 PREGUNTAS

 

1.         ¿Cuáles fueron los planes de las mujeres el domingo después de la crucifixión?

2.         ¿Cuáles son algunas evidencias que los seguidores de Jesús olvidaron sus promesas de resucitar o incluso no creyeron en ellas?

3.         ¿Cuáles fueron los primeros testigos de la resurrección de Jesús?

4.         Cuando los soldados relataron que Jesús había resucitado, ¿cuál fue la reacción de los líderes de los judíos?

5.         ¿Qué sucedió con los dos discípulos en el camino de Emaús?

6.         ¿Cuándo y cómo fue que los discípulos tuvieron el primer encuentro con Jesús después de su resurrección?

7.         En el primer encuentro con los discípulos después de su resurrección, ¿qué hizo y dijo Jesús?

8.         ¿Cuál fue la reacción de Tomás al testimonio de los otros discípulos de que Jesús había resucitado?

9.         ¿Cuáles son algunas pruebas de que Jesús resucitó?

10.       ¿Qué implicaciones tiene para tu vida el hecho de Jesús haber resucitado?


MÁS APARICIONES, LA ASCENSIÓN,
LA SEGUNDA VENIDA

 

TEXTO: Mateo 28:16-20; Lucas 24:50-53; Juan 21:1-24; Hechos 1:3-11

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            El día viernes, Jesús murió en la cruz y fue sepultado. El sábado, la sepultura fue guardada por los soldados romanos, para evitar que sus discípulos pudieran robar el cuerpo y después decir al pueblo: “Él resucitó”. El domingo, Jesús resucitó y apareció a María Magdalena, a otras mujeres, a dos discípulos en el camino de Emaús y a los discípulos reunidos sin la presencia de Tomás. El domingo siguiente, Tomás estaba presente cuando Jesús apareció.

           

Personajes-clave: Jesús, Pedro y los otros discípulos

 

Lugares-clave: Jerusalén, Galilea, Betania 

 

Repeticiones-clave:

- Poder: Jesús recibió todo el poder (Mt. 28:18); Jesús prometió a los discípulos poder cuando el Espíritu Santo descendiese sobre ellos (Hch. 1:8).

- Tres veces Jesús le preguntó a Pedro: “¿Tú me amas?” Y a cada vez Pedro respondió: “¡Sí, tú sabes que te amo!” y Jesús le ordenó: “¡Cuida de mis ovejas!” (Jn. 21:15-19).

- Espíritu Santo: Jesús mandó a los discípulos que bautizaran em nombre del Espíritu Santo (Mt. 28:19); prometió que ellos serían bautizados con el Espíritu Santo (Hch. 1:5); que recibirían poder cuando el Espíritu Santo descendiese sobre ellos (Hch. 1:8).

- Jesús destacó las responsabilidades de los discípulos: cuidar de sus ovejas (Jn. 21:15-19); hacer discípulos (Mt. 28:19-20); y ser sus testigos (Hch. 1:8).

- Todos los lugares: todas las naciones (Mt. 28:19); los lugares más distantes de la Tierra (Hch. 1:8).

 

Sentimientos-clave:

- La impaciencia de Pedro cuando dijo: “Yo voy a pescar”. Él estaba impaciente porque hacía tiempo que no veía a Jesús.

- El constreñimiento de Pedro cuando Jesús repitió la pregunta: “¿Tú me amas?”.

- Tanto las dudas de algunos como la adoración de los seguidores de Jesús en el monte donde anunciaron la Gran Comisión.

- La curiosidad de los discípulos sobre la época cuando Jesús establecería su reino.

- La autoridad de Jesús cuando él orientó a los discípulos antes de su ascensión.

- La admiración y el temor de los discípulos en el momento en que observaron a Jesús ser llevado para el cielo.

- La esperanza dada por las promesas de la vuelta de Jesús.

 

Problema-inicial: Después de su resurrección, Jesús no permaneció en presencia de sus discípulos. Después de pasar algún tiempo sin ver a Jesús, Pedro estaba con otros seis discípulos y dijo: “Yo voy a pescar”.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:

Jesús Aparece a Siete Discípulos Junto al Lago

 

-- Estaban juntos siete discípulos (Jn. 21:1-2).

-- Los discípulos fueron a pescar (Jn. 21:2-3).

-- Jesús apareció, mandó a echar las redes al lado derecho del barco y ellos pescaron una gran cantidad de peces (Jn. 21:4-11).

-- Tres veces Jesús le preguntó a Pedro: “¿Tú me amas?” y le ordenó: “Cuida a mis ovejas” (Jn. 21:15-19).

-- Jesús dio a entender de qué manera Pedro moriría (Jn. 21:18-19).

-- Pedro preguntó sobre el “otro discípulo” y Jesús le contestó (Jn. 21:20-24).

 

Jesús Anuncia la Gran Comisión

-- Los discípulos fueron a Galilea y encontraron a Jesús (Mt. 28:16).

-- Los discípulos adoraron a Jesús, algunos dudaron (Mt. 28:17).

-- Jesús dijo que había recibido todo el poder y mandó que los discípulos hicieran otros discípulos (Mt. 28:18-20).

 

 

La Ascensión de Jesús

-- Jesús mandó que los discípulos se quedaran en Jerusalén hasta la llegada del Espíritu Santo (Hch. 1:3-5).

-- Los discípulos preguntaron a Jesús si ya había llegado el momento para que él reorganizase el reino de Israel (Hch. 1:6).

-- Jesús respondió que los discípulos no necesitaban saber el tiempo (Hch. 1:7).

-- Jesús dijo que los discípulos recibirían poder del Espíritu Santo y serían sus testigos (Hch. 1:8).

-- Mientras bendecía a los discípulos, Él fue llevado para el cielo (Lc. 24:51), delante de la vista de los discípulos (Hch. 1:9).

 

Jesús Va a Volver

-- Él se sentó a la derecha de Dios (Mc. 16:19) y está a su lado en el cielo (Hch. 2:33-36).

-- Él recibió todo el poder en el cielo y en la Tierra (Mt. 28:18). Él reina sobre todos (Ef. 1:20-22). Él está a la derecha de Dios gobernando a todos los ángeles, autoridades y poderes del cielo (1 P. 3:22).

-- Él aparecerá bajando en las nubes, con gran poder y gloria (Mc. 13:26).

-- Él volverá de la misma forma como subió (Hch. 1:10-11).

-- Él vendrá en las nubes y todos lo verán (Ap. 1:7-8).

-- La vuelta será visible e inconfundible (Mt. 24:27-31; Ap. 1:7).

 

Situación-final: Jesús fue llevado para el cielo (Lc. 24:51) y recibió todo el poder en el cielo y en la Tierra (Ef. 1:20-22; 1 P. 3:22). Él volverá (Hch. 1:10-11) y todos lo verán (Mt. 24:27-31; Ap. 1:7-8).

 

NARRATIVA:

 

Jesús Aparece a Siete Discípulos Junto al Lago

 

            El domingo de la resurrección, Jesús apareció a María Magdalena, a otras mujeres, a dos discípulos en el camino de Emaús y a los discípulos reunidos sin la presencia de Tomás. El domingo siguiente, Tomás estaba presente con los discípulos cuando Jesús apareció.

           

            La próxima y tercera vez que Jesús apareció a sus discípulos fue cerca del lago Tiberías. Siete discípulos estaban juntos, cuando Pedro dijo a los otros: “Yo voy a pescar”.

            Ellos dijeron: “Nosotros también vamos a pescar contigo”.

            Los siete discípulos fueron y entraron en el barco. Pero, durante esa noche, no pescaron nada. De mañana, cuando empezaba a aclarar, Jesús estaba en la playa. Sin embargo, los discípulos no lo reconocieron.

            Jesús les preguntó: “Hombres, ¿pescaron alguna cosa?”

            Ellos respondieron: “¡Nada!”

            Jesús les ordenó: “Echen la red al lado derecho del barco, que ustedes encontrarán peces”.

            Ellos lanzaron la red y luego después ya no podían subirla al barco por causa de la gran cantidad de peces que había en ella.

            Entonces Juan dijo: “¡Es el Señor Jesús!”.

            Cuando Pedro escuchó decir que era el Señor, se lanzó al agua. Los otros discípulos vinieron en el barco, arrastrando la red con los peces, pues estaban solamente a unos cien metros de la playa. Cuando salieron del barco, vieron una pequeña fogata, con algunos peces encima de las brasas. También encontraron pan.

            Jesús les dijo: “Traigan algunos de esos peces que pescaron ahora”.

            Simón Pedro entró en el barco y arrastró la red para la tierra. Ella estaba llena, con ciento cincuenta y tres peces grandes, y aun así no se rasgó.

            Jesús se acercó, tomó del pan y de los peces y se los dio (Jn. 21:1-14).

 

            Después que comieron, Jesús preguntó a Simón Pedro: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas más de lo que estos otros me aman?”.

            Pedro contestó: “Sí, tú sabes que te amo”.

            Dijo Jesús: “Cuida a mis ovejas”. Él le preguntó por segunda vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”.

            “Sí, tú sabes que te amo”, contestó Pedro.

            Dijo Jesús: “Cuida a mis ovejas”. Jesús le preguntó por tercera vez: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”.

            Entonces Pedro se entristeció, porque Jesús le había preguntado tres veces: “¿Tú me amas?” Pedro contestó: “¡Tú sabes todo y sabes que te amo!”.

            Jesús ordenó: “Cuida a mis ovejas” (Jn. 21:15-17).

 

            Jesús dio a entender de qué manera Pedro moriría y glorificaría a Dios cuando dijo: “Cuando eras joven, te arreglabas e ibas donde querías. Pero yo te digo que, cuando seas viejo, extenderás tus manos, alguien va a amarrarlas y te llevará para donde no querrás ir”. Entonces Jesús dijo a Pedro: “¡Ven conmigo!”

 

            Pedro se dio vuelta, y vio detrás de ellos al discípulo Juan, y le preguntó a Jesús: “¿Qué dices a respecto de él?”

            Jesús contestó: “Si yo quiero que él continúe a vivir hasta que yo vuelva, ¿qué tienes que ver con eso? ¡Ven conmigo!” (Jn. 21:20-24).

 

Jesús Anuncia la Gran Comisión

 

            Los once discípulos fueron a Galilea y llegaron al monte que Jesús les había dicho. Cuando vieron a Jesús, lo adoraron; pero algunos dudaron.

            Entonces Jesús se acercó a ellos y les dijo: “Recibí todo el poder en el cielo y en la Tierra. Por lo tanto, vayan, hagan discípulos míos a todos los pueblos del mundo, bautizando a esos seguidores en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándolos a obedecer a todo lo que les he mandado. Recuerden que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el final de los tiempos” (Mt. 28:16-20).

 

La Ascensión de Jesús

 

            Después de su muerte, Jesús apareció a los discípulos de muchas maneras, durante cuarenta días, y probó, sin ninguna duda, que estaba vivo. Los apóstoles vieron a Jesús, y Él mismo conversaba con ellos a respecto del Reino de Dios (Hch. 1:3).

 

            Un día, cuando estaba con los discípulos, Jesús les ordenó: “Quédense en Jerusalén y esperen hasta que el Padre de lo que prometió, de acuerdo yo les dije. Porque, de hecho, Juan bautizó con agua, pero dentro de pocos días ustedes serán bautizados con el Espíritu Santo (Hch. 1:3-5).

 

            Los apóstoles que estaban reunidos con Jesús le preguntaron: “¿Es ahora cuando devolverás el Reino de Dios al pueblo de Israel?”

            Jesús contestó: “No les corresponde a ustedes saber la ocasión o el día que el Padre marcó por su propia autoridad. Lo que ustedes tienen que hacer es realizar la misión que Dios les destinó para realizar. Ustedes recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes; y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda la región de Judea y Samaria y hasta en los lugares más distantes de la Tierra” (Hch. 1:6-8).

 

            Jesús llevó a los discípulos fuera de la ciudad de Jerusalén, hasta la aldea de Betania. Allí, levantó sus manos y los bendijo. Mientras los bendecía, se alejó de ellos y fue llevado para el cielo (Lc. 24:50-51), delante de la vista de los discípulos. Entonces, una nube lo cubrió, y no pudieron verlo más (Hch. 1:9).

 

            Mientras Jesús subía, ellos continuaron mirando para el cielo. Y, de repente, dos hombres vestidos de blanco aparecieron cerca de ellos y les dijeron: “Hombres de Galilea, ¿por qué ustedes están allí mirando para el cielo? Ese Jesús que estaba con ustedes y fue para el cielo volverá de la misma forma que lo vieron subir” (Hch. 1:10-11).

 

            Después que Jesús fue llevado para el cielo, los discípulos lo adoraron y volvieron para Jerusalén llenos de alegría. Ellos pasaban todo el tiempo en el patio del Templo, alabando a Dios (Lc. 24:52-53).

 

Jesús Va a Volver

 

            Después que Jesús fue llevado para el cielo, Él se sentó a la derecha de Dios (Mc. 16:19) para quedarse al lado derecho de Dios en el cielo (Hch. 2:33). Él recibió todo el poder en el cielo y en la Tierra (Mt. 28:18). Desde el mundo celestial, Cristo reina sobre todos los gobiernos celestiales, autoridades, fuerzas y poderes. Él está sobre todas las autoridades que existen en este mundo y en el mundo por venir (Ef. 1:20-22). Él está a la derecha de Dios, gobernando a todos los ángeles, a las autoridades y a los poderes del cielo (1 P. 3:22).

 

            Jesús prometió que un día va a volver con gran poder y gloria (Mc. 13:26). Luego después que los discípulos vieron a Jesús ser llevado para el cielo, una nube lo cubrió, y no pudieron verlo más. Dos ángeles aparecieron cerca de los discípulos y les dijeron: “Ese Jesús que estaba con ustedes y fue para el cielo, volverá de la misma manera que lo vieron subir” (Hch. 1:10-11).

 

            Algunos años después de la ascensión de Jesús, el discípulo Juan escribió: “¡Miren, Él viene con las nubes! ¡Todos lo verán!” Juan termina el libro de Apocalipsis con las palabras de Jesús: “¡Verdaderamente vengo luego!”

            Y Juan contesta: “Que así sea. ¡Ven Señor Jesús!” (Ap. 1:7; 22:20).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA:

 

1.         El discípulo que se desanima y decide dejar de seguir a Jesús va a descubrir que parece que nada sale bien. Cuando Pedro dijo: “Yo voy a pescar”, él estaba desanimado porque hacía tiempo que no tenía noticias de Jesús resucitado (Jn. 21:1-3). Él estaba dispuesto a volver a la antigua vida de pescador. Parece que hasta la propia naturaleza estaba contra Pedro. Intentó pescar toda la noche, pero no pescó nada.

 

2.         Cuando el seguidor de Jesús se desvía y deja de seguirlo, él se esfuerza sin tener resultados. Jesús llamó a Pedro para ser un pescador de hombres (Mt. 4:19), sin embargo, él quiso volver a pescar peces (Jn. 21:3). Pedro trabajó sin conseguir pescar nada (Jn. 21:3). Esfuerzo sin resultados contrasta con la superabundancia que Jesús da a quien le obedece. Ejemplos:

-- el agua fue transformada en mucho vino en Canaán (Jn. 2:6-9);

-- hubo superabundancia de pan y peces (Jn. 6:11-13);

-- agua viva corre para la eternidad (Jn. 4:14; 7:37);

-- Jesús da vida en abundancia (Jn. 10:10);

-- Dios da el Espíritu en superabundancia (Jn. 7:37).

 

3.         Jesús busca la restauración del desgarrado. Jesús fue a Pedro (Jn. 21:4). Él es el Buen Pastor que busca a la oveja perdida (Mt. 18:12).

 

4.         Los cristianos que son responsables por otros, deben recordar que las personas bajo sus cuidados pertenecen, antes de todo, a Cristo. Con Pedro, Jesús hizo una triple repetición del pronombre “mi” cuando habló de “MIS OVEJAS”. Los pastores, misioneros y profesores no pasan de vice-pastores a cuyos cuidados las ovejas de Jesús fueron entregadas.

 

5.         El motivo para cuidar de las necesidades espirituales de alguien debe ser nuestro amor a Jesús. Jesús le preguntó a Pedro: “¿Tú me amas?” Cuando Pedro respondió: “Sí”, Jesús le dio la tarea: “Cuida a mis ovejas” (Jn. 21:15-17).

 

6.         Seguir a Jesús puede exigir el sacrificio de obedecer, aun cuando eso signifique ir contra la propia voluntad. Jesús avisó a Pedro que él tendría que ir para donde no quisiera (Jn. 21:18). Ejemplos de algunos que obedecieron yendo contra su propia voluntad:

-- Moisés (Ex. 3:10-4:17);

-- Jonás (Jon. 1:13; 3:1-3);

-- Pedro (Jn. 21:18; Hch. 10:28);

-- Pablo (Hch. 16:6-7, 10).

 

7.         El seguidor de Jesús debe aceptar el camino que Él le da, sin quejarse de los privilegios que se encuentran en los caminos escogidos para otros por Jesús. Cuando Jesús avisó a Pedro de qué manera iba a morir, Pedro quiso saber que Jesús diría a respecto de Juan. Jesús le contestó que eso no le importaba a Pedro. Pedro debía apenas seguirlo (Jn. 21:18-22).

 

8.         El poder para cumplir la misión de predicar a todas las naciones (Lc. 24:47) no depende de la presencia visible de Jesús, sino de la invisible, del Espíritu Santo que siempre está con los seguidores de Jesús (Mt. 28:18-20; Hch. 1:8).

 

9.         Jesús da a sus seguidores la Gran Comisión de hacer discípulos (Mt. 28:18-20).

-- El imperativo central de la “Gran Comisión” es HACER DISCÍPULOS. Eso significa traer personas a Jesús, de forma que ellas le den el “sí” completo de sumisión y fe.

-- Los medios de hacer discípulos son:

ir;

enseñar sobre Jesús;

bautizar a los creyentes en Jesús;

enseñarlos a obedecer los que Jesús enseñó.

-- El poder para hacer discípulos viene de Jesús. Él está presente con los discipuladores.

 

10.       El mandamiento de ser testigo tanto en Jerusalén como en toda la región de Judea y Samaria y hasta en los lugares más distantes, especifica las áreas geográficas y culturales a ser evangelizadas (Hch. 1:8):

-- Jerusalén representa a personas próximas, de la propia cultura;

-- Judea representa a personas de la misma cultura, en un área geográfica grande;

-- Samaria representa a personas geográficamente no muy distantes, que tienen una cultura semejante, pero diferente;

-- hasta en los lugares más distantes, representa a personas de todas las otras áreas geográficas y de todas las culturas.

 

11.       Algunos beneficios que la resurrección trae:

-- las reivindicaciones hechas por Jesús de ser el Hijo de Dios son verdaderas (Ro. 1:4);

-- Dios aceptó el sacrificio de Jesús por los pecados del creyente (1 Co. 15:17);

-- la vida victoriosa de los discípulos (2 Co. 2:14).

 

12.       Jesús quiere bendecir a sus seguidores. La actitud de Jesús con Su pueblo es vista cuando Él está yendo para el cielo, bendiciéndolos (Lc. 24:51). El Señor que subió al cielo está bendiciendo a un pueblo creyente con bendiciones espirituales.

 

13.       Algunos beneficios que la ascensión trae:

-- el derramar del Espíritu Santo (Hch. 2:38). Mientras andaba en Palestina, Jesús estaba limitado a su cuerpo material y solamente podía estar en un lugar. Ahora, el Espíritu Santo, con todo su poder y bendición, vino a vivir dentro de cada creyente;

-- Jesús fue a preparar un lugar para sus seguidores (Jn. 14:2);

-- Jesús, en el cielo, es el abogado del creyente (1 Jn. 2:1);

-- en el cielo, Jesús intercede junto a Dios por los que son creyentes (He. 7:25).

 

14.       Jesús está más interesado en que los seguidores entiendan y asuman sus responsabilidades que entiendan el futuro. Los discípulos quisieron entender cuando él Reino de Dios sería devuelto a Israel. Jesús les contesta que no les correspondía a ellos saber el momento o el día, sin embargo, ellos tenían la misión de ser sus testigos (Hch. 1:7-8).

 

15.       El poder de Dios que operó para resucitar a Jesús y llevarlo para el cielo, también lo hace sentarse a Su derecha (Ef. 1:20-22). Jesús es superior a todo y a todos. El Cristo exaltado tiene toda la autoridad y el poder (Mt. 28:18).

 

16.       Razones para creer que Jesús va a volver:

-- Jesús dijo que volvería (Jn. 14:3);

-- los ángeles dijeron que Él volvería (Hch. 1:11), y ellos estaban correctos cuando anunciaron su primera venida (Lc. 1:30-33; Mt. 1:20-22);

-- Dios, hablando por intermedio de los profetas del Antiguo Testamento, dijo que Él volverá (Zac. 14:1, 3-4; Mal. 4:1-2);

-- el Espíritu Santo hablando a través de los escritores del Nuevo Testamento, dijo que Él volverá (1 Ts. 4:16; He. 9:28; 10:37).

 

17.       La manera como Jesús volverá:

-- en persona, “el Señor mismo” (1 Ts. 4:16);

-- con un cuerpo.  Él va a volver de la misma manera como subió (Hch. 1:11). Jesús se fue de la Tierra con un cuerpo real;

-- bajará entre las nubes. Él va a volver del mismo modo como subió (Hch. 1:11);

-- visible. Él será visto por todos (Ap. 1:7);

-- de repente. Será como el relámpago (Mt. 24:27);

-- imprevisto. Él volverá cuando nadie lo espere (Mt. 24:44; 37-39; Mc. 13:35-36);

-- en esplendor. Él viene para recibir gloria y honra (Fil. 2:9-11; 2 Ts. 1:10);

-- como un juez para castigar a los que no conocen a Dios y dar recompensas a sus servidores fieles (Mt. 25:32, 46; Ro. 14:12; 1 Co. 3:13-15; 2 Ts. 1:7-10; Jud. 14-15).

 

PREGUNTAS

 

1.         ¿Qué sucedió cuando Pedro quiso volver a pescar?

 

2.         ¿Cómo fue que Jesús restauró a Pedro?

 

3.         ¿Cuál fue la pregunta que Jesús le hizo tres veces a Pedro y cuál fue la misión que Jesús le dio?

 

4.         Cuando Jesús habló del futuro de Pedro, ¿cuál fue su preocupación?

 

5.         Cuando los discípulos se encontraron con Jesús en el monte:

-- ¿cuál fue la reacción de ellos a respecto de Jesús?

-- ¿cuál fue la Gran Comisión que Jesús les dio?

-- ¿cuál fue la promesa hecha por Jesús?

 

6.         En la ascensión de Jesús, ¿cuál fue la tarea que él les dio a sus discípulos?

 

7.         Relate la ascensión de Jesús.

 

8.         Después de la ascensión, cuando Jesús ya no se veía, ¿cuál fue la promesa de los ángeles?

 

9.         ¿Cuáles son algunas razones que nos hacen esperar por la segunda venida de Jesús?

 

10.       ¿Qué está haciendo Jesús hasta su segunda venida?


PANORAMA DEL LIBRO DE HECHOS

 

Nombre del libro

 

            El nombre corto dado al libro es “Hechos”. El nombre completo es “Hechos de los Apóstoles”. La expresión “de los apóstoles” se refiere a los principales apóstoles durante los años registrados por el libro. Ellos son Pedro y Pablo.

 

Autor

 

            Lucas es el autor. Vea Lucas 1:1-4 y Hechos 1:1. Lucas era médico, amigo y compañero de Pablo durante los últimos veinte años de la vida del apóstol. El Nuevo Testamento se refiere a él fuera de Hechos, en Colosenses 4:14; 2 Timoteo 4:11; Filemón 24. Empieza a aparecer el pronombre “nosotros” a partir del segundo viaje de Pablo (Hch: 16:9-10). Las secciones llamadas “NOSOTROS” son: 16:10-17; 20:5-15; 21:1-18; 27:1 - 28:16. Así, podemos saber cuándo Lucas estuvo presente con Pablo.

 

Fecha

 

1.         Fecha en que fue escrito

 

            El libro de Hechos parece haber sido escrito en el tiempo del primer aprisionamiento de Pablo, cuyo relato encierra la narrativa. Es probable que Lucas haya terminado de escribir su libro por vuelta del año 61 dC, mientras Pablo aún estaba preso en roma (Hch. 28). Para fija la fecha y el lugar en que Lucas escribió, no se encuentra nada de concreto.

 

2.         Período de qué trata el libro

 

            El libro de Hechos cubre cerca de treinta años. La narrativa empieza con la ascensión de Jesús (30 dC) y se encierra con Pablo en la prisión (61 dC).

 

El Propósito de Hechos

 

            El libro de Hechos fue dirigido específicamente a Teófilo que, segundo Lc. 1:1-4, ya era cristiano. Podemos destacar tres razones que llevaron Lucas a escribir Hechos:

1ª         presentar a Teófilo, su amigo griego, un esquema general de la expansión de la Iglesia a partir de Jerusalén, hasta Roma, vía Antioquia de Siria, Asia y Europa;

2ª         explicar a Teófilo como fue que el Evangelio, que empezó con la promesa de la restauración de Israel, llegó a los no judíos, en Roma;

3ª         fortalecer la fe y conceder la certeza de que es firme el fundamento de esta fe. El Evangelio de Lucas dio los hechos acerca del ministerio de Jesús, y Hechos demostró como el Espíritu tornó eficaz la predicación de Jesús como el Cristo.

 

Claves para interpretar el libro

 

            Algunas claves del libro son:

— palabras clave: Espíritu santo y testigos;

— personas clave: Espíritu Santo, Pedro y Pablo;

— otras personas destacadas: Esteban, Filipe, Bernabé, Timoteo y Silas;

— verso clave: 1:8.

 

Temas principales

 

            El tema principal de Hechos es la historia de los primordios del cristianismo. El libro cuenta la historia de la iglesia primitiva.            

            Algunos de los otros temas destacados en Hechos son:

— Espíritu Santo;

— testigos;

— la vida de los nuevos convertidos;

— el Evangelio proclamado;

— adoración en la vida de la iglesia;

— oración en la vida de los convertidos;

— oposición y persecución.


HECHOS

HECHOS: cap.

1

3

6:8

9:32

13

 

16

18:23

21:18                  28

ACONTECIMIENTOS CLAVE

Venida del Espíritu Santo

La Iglesia en Jerusalén se esparce

- Esteban, el 1º mártir

- La Iglesia es perseguida y se esparce

- Saulo se convierte

- Pedro y Cornelio

- La Iglesia de Antioquia 

- Pedro preso e liber­ta­do

- 1º viaje misionero

- Consejo de Jerusalén

 

2º viaje misionero

3ª viaje misionero

Pablo preso

TEMA CLAVE

PODER

PRO­GRE­SO

EXPANSIÓN

 

TRES VIAJES DE PABLO

TRES JUZGAMIENTOS DE PABLO

HECHOS CLAVE A RESPECTO DE LA IGLESIA

Nace

Crece y es testada

Esparcida

Abraza a los gentíos

 

Enviando misioneros

Su líder es preso

LIDER CLAVE

PEDRO

 

PABLO

IGLESIA CLAVE

JERUSALÉN

 

ANTIOQUIA

PERSONAS CLAVE

ESPÍRITU SANTO

 

Pedro

Pedro

 

Ananías y Safira

Esteban

 

Saulo (Pablo)

 

Filipe

Pedro

 

Cornelio

 

Bernabé

Bernabé, Pablo (Saulo) y Juan Marcos

 

Pablo, Timoteo y Silas

Pablo, Pris­cila e Aquila

Pablo, Félix y Agripa

LUGAR CLAVE

JERUSALÉN

JUDEA Y SAMARIA

 

 

HASTA LOS LUGARES MÁS DISTANTES

PERSONAS CLAVE

JUDÍOS

JUDÍOS Y SAMARITANOS

 

TODAS LAS PERSONAS DE TODAS LAS NACIONES

TIEMPO

2 años (33-35 d.C.)

13 años (35-48 d.C.)

 

14 años (48-62 d.C.)

HECHOS: cap.

1

3

6:8

9:32

13

 

16

18:23

21:18                  28

 

PALABRAS CLAVE: Espíritu Santo y Testigos


LA INTEGRACIÓN DE LA VIDA DE PABLO

A LA VIDA DE LA IGLESIA

 

JESÚS

IGLESIA EMPEZANDO

IGLESIA CONSTITUYÉNDOSE

IGLESIA CORRIGIÉNDO Y EXPANDIÉNDOSE

 

Pedro, líder

Paulo, líder

Juan, líder

 

 

 

Llevado

Nacimiento               al cielo

Iglesia perseguida

3 viajes      Preso

misione-    Liberto

ras             Preso

Muerto

Muerto

+ o -

100d.C.

 

 

 

Oscuro

 

 

4 d.C.

 

30 d.C.

30 d.C.

 

47 d.C.

47 d.C.

56 d.C.

56                                     67

 

67 d.C.

 

100 d.C.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

PABLO

33 d.C.

Conversión

 

 

 

 

 

 

 

 

Estudiando

 

32 d.C.

líder

de la persecución

 

 

 

 

 

 

 

 

Nacimiento

6-2 a.C.

 

Sirviendo como Rabí

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


LA INTEGRACIÓN DEL LIBRO DE HECHOS AL NUEVO TESTAMENTO

AÑO

+ o -

4 a.C.

30 d.C.

47

49

52

56

62

66                  67

67                  100

PERSONA CLAVE

JESÚS

PEDRO

PABLO

JUAN

HECHOS CLAVE

NACIMIENTO A ASCENSIÓN

JERUSALÉN

A

ANTI­OQUIA

VIAJES MISIONERAS

APRI­SIO­NADO

LI­BIER­TO

PRE­SO

 

 

 

MUER­TO

EXPANSIÓN Y CORRECCIÓN DE LA IGLESIA

 

 

 

 

 

 

 

LIBROS HISTORICOS

MATEO

MARCOS

LUCAS

 

JUAN

ATOS

 

 

 

 

 

1

13

16

18

21                  28

 

 

 

CARTAS DE PABLO a las Iglesias

 

Gá.

1º Ts.

2º Ts.

1º Co.

2º Co.

Ro.

Ef.

Col.

Fil.

 

 

 

CARTAS DE PABLO a las personas

 

 

 

 

Fil­emón

1º Ti.

Tito

2º Ti.

 

CARTAS GENERALES

 

Santiago

 

 

 

1º P.

2º P.

He.

Jud.

1º Jn.

2º Jn.

3º Jn.

LIBRO PROFÉTICO

 

Ap.


 

 

INTEGRACIÓN DEL LIBRO DE HECHOS
AL NUEVO TESTAMENTO

 

            Hechos es una continuación de los hechos poderosos de Dios registrados en el Antiguo testamento y del ministerio de Jesús. Lucas buscó escribir la historia del comienzo del cristianismo en el sentido general. Él reúne la historia de Jesús en el Evangelio de Lucas y la historia de la Iglesia primitiva en el libro de Hachos. Cuando el libro fue escrito originalmente, su autor, Lucas, lo juntó a sus escritos anteriores, el Evangelio de Lucas. Cuando su evangelio fue juntado a los otros tres evangelios, Hechos quedó solo. Hechos es el libro que continua la historia de Jesús y de la Buena Noticia del Evangelio, historia está que empieza en el Evangelio de Lucas. Los Evangelios narran la vida, muerte, resurrección y algunos aparecimientos de Jesús después de su resurrección. Al fin de cuarenta días de esas apariciones, Jesús se colocó ante sus discípulos más llegados y les dio sus últimas órdenes. Hechos es el registro histórico que demuestra el éxito del ministerio del Jesús resurrecto aquí en la Tierra después de su ascensión al cielo.

            Los libros de Lucas y Hechos explican como empezaron las Buenas Nueva, y como se esparcieron a punto de incluir el mundo mediterráneo, desde Jerusalén, capital judaica, hasta roma, capital de los gentíos, en el mundo entonces conocido. Hechos es el único relato de cómo el Evangelio derrumbó las barreras y transpuso el abismo aparentemente intransitable entre judíos y gentíos.

            Hechos es la continuación de los evangelios que lo preceden y el precursor de las epístolas que lo siguen. Él hace el papel de puente o helo entre los evangelios y las epístolas. Hechos providencia una introducción y paño de fondo necesarios a las epístolas. Hechos muestra un entendimiento de la atmósfera política, histórica y geográfica de las Epístolas y una presentación de los escritores de los libros restantes del Nuevo testamento. La explicaciones e interpretaciones de los eventos de Hechos son dadas en las Epístolas. Algunas de las Epístolas y los capítulos 2 y 3 de Apocalipsis ofrecen descripciones de las generaciones sucesiva de las iglesias implantadas en el tiempo de Hechos.


LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO

 

TEXTO:   Hechos 1 - 2

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            Hechos es el libro que continúa la historia de Jesús y de la Buena Nueva del Evangelio, historia está que empieza en el evangelio de Lucas.

            Los Evangelios narran la vida, muerte, resurrección y algunas apariciones de Jesús después de su resurrección. Al final de cuarenta días de esas apariciones, Jesús se colocó delante de sus discípulos más llegados y les dio sus últimas órdenes.

 

Personaje-clave: Espíritu Santo

 

Lugar-clave: Jerusalén

 

Repeticiones-clave:

- Espíritu Santo: Jesús dio órdenes, por el poder del Espíritu Santo (1:2); Jesús prometió que los discípulos serían bautizados con el Espíritu Santo (1:5); Jesús prometió el Espíritu Santo, del cual los discípulos recibirían poder y serían sus testigos (1:8); el Espíritu Santo habló en las Escrituras Sagradas a respecto de Judas (1:16); en el día de Pentecostés, todos quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a hablar en otras lenguas, de acuerdo con el poder que el Espíritu daba a cada uno; Dios el Padre dio a Jesús el Espíritu Santo. Jesús derramó sobre sus discípulos ese Espíritu (2:33); Pedro prometió a los que oyeron su mensaje que, si se arrepintieran y fueran bautizados, recibirían de Dios el Espíritu Santo (2:38).

- Jesús: El nombre de Jesús es repetido en: Hechos 1:1, 3, 4, 6, 7, 9, 10, 11, 14, 15, 16, 21, 22; 2:1, 6, 22, 23, 24, 25, 32, 33, 36, 38, 41.

- Reunidos: los discípulos estaban reunidos con Jesús (1:4-11); los seguidores de Jesús se reunieron para orar (1:12-14); en el día de Pentecostés, los seguidores de Jesús estaban reunidos (2:1-4); todos los que creían en Jesús diariamente se reunían en el patio del Templo (2:46-47).

 

Sentimientos-clave:

- La curiosidad de los discípulos a respecto del Reino de Israel cuando estaban con Jesús por última vez.

- La seguridad y confianza de los discípulos, después de la ascensión de Jesús.

- En el día de Pentecostés: la confusión de los judíos que observaban los acontecimientos; la seguridad de Pedro cuando predicó; y la angustia de los oyentes cuando entendieron el mensaje de Pedro.

- Después de los bautismos: la firmeza, la alegría y la humildad de aquellos que creyeron y fueron bautizados; y la admiración de los judíos por los que creían.

 

Problema-inicial: Después de su muerte, Jesús apareció muchas veces durante cuarenta días, y probó, sin dejar ninguna duda, que estaba vivo. Jesús estaba con sus discípulos y dio a ellos la orden de quedarse en Jerusalén y esperaran que el Padre diera lo que había prometido (1:3-5).

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:

La Ascensión de Jesús

— Después de su resurrección, Jesús apareció durante cuarenta días (1:3).

— Jesús mandó que los discípulos se quedaran en Jerusalén (1:4-5).

— Los discípulos preguntaron a respecto del Reino de Israel (1:6).

— Jesús prometió poder, cuando recibieran el Espíritu Santo para ser sus testigos (1:8).

— Jesús fue llevado al cielo (1:9-11).

Los Discípulos en Jerusalén

— Los seguidores de Jesús estaban reunidos para orar (1:12-14).

— Pedro dijo que las Escrituras profetizaron la apostasía de Judas (1:15-19).

— Matías fue escogido para quedar en el lugar de Judas (1:20-26).

 

El Día de Pentecostés

— En el día de Pentecostés, los seguidores de Jesús estaban reunidos y, de repente, vino del cielo:

un ruido que parecía un viento;

cosas que se esparcieron como lenguas de fuego;

todos quedaron llenos del Espíritu y hablaron en otras lenguas (2:1-4).

— Judíos venidos de todas las naciones podían entender, en su propia lengua, a los seguidores de Jesús (2:5-12).

— Algunos acusaron a los discípulos de estar embriagados (2:13).

— Pedro dijo que:

los discípulos no estaban embriagados (2:14-15);

Joel profetizó a respecto de lo que estaba sucediendo (2:16-21);

Dios mostró por milagros que Jesús fue aprobado por Él (2:22);

hombres malvados mataron a Jesús, crucificándolo (2:23);

Jesús fue resucitado por Dios (2:24);

David habló a respecto de Jesús (2:25-35);

Jesús, que ellos crucificaron, Dios lo hizo Señor y Mesías (2:36).

— Los oyentes quedaron afligidos y preguntaron qué debían hacer (2:37).

— Pedro mandó que se arrepintieran y fueran bautizados, y prometió que tendrían perdón y el Espíritu Santo (2:38-40).

— Tres mil personas creyeron y fueron bautizadas (2:41).

 

La Primera Comunidad de los Convertidos

— Los seguidores continuaban la enseñanza de los apóstoles y en las oraciones, vivían en amistad, se reunían para las comidas y repartían sus bienes unos con los otros (2:42-47).

— Dios juntaba a aquel grupo los que iban siendo salvos (2:47).

 

Situación-final: Los seguidores de Jesús alabaron a Dios, eran estimados por el pueblo y cada día nuevas personas eran salvas (2:47).

 

NARRATIVA:

 

La Ascensión de Jesús

 

            Después de la resurrección, Jesús apareció varias veces durante cuarenta días y probó, sin dejar ninguna duda, que estaba vivo. Los apóstoles lo vieron y conversaron con él (1:3). En uno de esos encuentros con sus apóstoles, durante una comida, Jesús les mandó que se quedaran en Jerusalén. Prometió: “Juan el Bautista los bautizó a ustedes con agua. Dentro de pocos días, sin embargo, serán bautizados con el Espíritu Santo (1:4-6).

            En otra ocasión, cuando los apóstoles estaban con Jesús en el monte de los Olivos (1:12), los discípulos preguntaron a respecto del Reino de Israel. “¿Es este el momento en que vas a devolver el Reino de Dios al pueblo de Israel?” 

            Jesús respondió: “No les corresponde a ustedes saber la ocasión o el día que el Padre reservó a su propia autoridad. Pero ustedes recibirán poder, cuando el Espíritu Santo baje sobre ustedes; serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda la región de Judea y Samaria y hasta los confines de la Tierra (1:6-8).

            Después de decir eso, Jesús se elevó a la vista de ellos hasta que una nube lo envolvió y los discípulos no pudieron verlo más. Ellos continuaron mirando para el cielo.

            De repente, dos hombres vestidos de blanco aparecieron y dijeron: “Hombres de Galilea, ¿por qué están ahí mirando al cielo? Ese Jesús que subió al cielo volverá del mismo modo que lo vieron subir” (1:9-11).

 

Los Discípulos en Jerusalén

 

            Los apóstoles volvieron para Jerusalén, fueron a la casa donde solían quedarse y subieron al piso superior. Ellos se reunían siempre para orar con los hermanos de Jesús, su madre y las otras mujeres. Pocos días después de la ascensión de Jesús, se reunieron más o menos ciento veinte seguidores de él (1:12-15).

            Judas había comprado un terreno con el dinero que recibiera por su traición. En ese terreno él se ahorcó (Mt. 27:5) y, al caer del lugar donde estaba ahorcado, cayó por tierra y se reventó (Hch. 1:18). Pedro dijo que las Escrituras profetizaron la apostasía de Judas y que ellos necesitaban escoger a otro hombre para pertenecer al grupo y ser testigo de la resurrección del Señor Jesús. Debería ser uno de aquellos que acompañaron a Jesús desde cuando él fue bautizado por Juan hasta el día en que fue llevado para el cielo (1:15-22).  Matías fue escogido para ocupar el lugar de Judas (1:23-26).

 

El Día de Pentecostés

 

            En el día de Pentecostés, todos los seguidores de Jesús estaban reunidos en el mismo lugar y, de repente, vino del cielo:

- un ruido que parecía un viento soplando muy fuerte y llenó toda la casa donde estaban sentados;

- cosas parecidas con llamas, que se esparcieron como lenguas de fuego, que se dividían y posaron sobre cada uno de ellos;

- todos quedaron llenos del Espíritu y empezaron a hablar en otras lenguas conforme el Espíritu les inspiraba (2:1-4).

            Estaban presentes en Jerusalén judíos religiosos de todas partes del mundo. Cuando oyeron aquel ruido, una multitud se juntó, y estaba confusa, pues cuando los seguidores de Jesús hablaban, cada uno los oía hablar en su propia lengua.

            La multitud estaba espantada y comentaba: “¡Estos hombres que están hablando así son galileos! ¿Cómo es que nosotros los oímos hablar en nuestras propias lenguas? Hay entre nosotros aquí, personas de muchos países, de las cuales algunas son judías de nacimiento y otras aceptaron la religión de los judíos. ¡Y todos nosotros oímos estos hombres hablar en nuestra propia lengua!” Todos estaban asombrados y preguntaban unos a los otros: “¿Qué quiere decir todo esto?” (2:5-12).

            Sin embargo, otros se burlaban y decían: “¡Estos hombres están llenos de vino dulce!” (2:13).

            Entonces Pedro se levantó y en voz bien alta dijo: “Hombres de Judea y todos ustedes que ahora se encuentran en Jerusalén, escuchen con atención lo que les digo. ¡No! Estos hombres no están embriagados porque son apenas las nueve de la mañana” (2:14-15).

            “Al contrario, lo que está sucediendo es lo que dijo el profeta Joel: que Dios derramaría su Espíritu sobre todos y que sus siervos anunciarían su mensaje. En el cielo Dios haría que aparecieran cosas espantosas y que todo el que pidiera la ayuda del Señor sería salvo” (2:16-21).

            “Ustedes mismos saben: Jesús de Nazaret fue aprobado por Dios entre ustedes con milagros, actos poderosos y señales que Dios hizo por Su intermedio entre ustedes” (2:22).

            “Dios permitió que Jesús les fuera entregado y ustedes lo llevaron a la muerte en la cruz, por medio de hombres pecadores (2:23). Sin embargo, Dios lo resucitó, librándolo del poder de la muerte, pues la muerte no tenía poder para retenerlo” (2:22-24).

            “David habló a respecto de Jesús, que él no sería abandonado en el mundo de los muertos. Como profeta, David pronosticó la resurrección de Cristo” (2:25-31).

            “Jesús, a quien ustedes crucificaron, Dios lo resucitó. Nosotros, sus seguidores, somos testigos de su resurrección. Y ahora, este Jesús fue elevado a la derecha de Dios. Jesús recibió el Espíritu Santo del Padre, que lo había prometido. Y Jesús derramó entre nosotros este Espíritu. Es esto lo que ustedes están ahora viendo y oyendo. Dios hizo Señor y Cristo a ese Jesús que ustedes crucificaron” (2:32-36).

 

            Cuando oyeron esto, los oyentes quedaron muy afligidos y le preguntaron a Pedro qué debían hacer (2:37).

            Pedro respondió: “Arrepiéntanse, y cada uno de ustedes sea bautizado en nombre de Jesucristo. De esta manera, sus pecados serán perdonados y ustedes recibirán el Espíritu Santo”. Pedro aconsejaba, insistiendo con estas y otras palabras: “¡Salgan del medio de esa gente perdida y sálvense!” (2:38-40).

            Muchos creyeron en el mensaje de Pedro y ese día más o menos tres mil personas creyeron y fueron bautizadas (2:41).

 

La Primera Comunidad de los Convertidos

 

            Los seguidores continuaban firmes en las instrucciones que recibían de los apóstoles, vivían en amistad unos con los otros, se reunían para las comidas y para orar, y repartían sus bienes con los demás. Vendían sus propiedades y otras cosas y repartían el dinero de acuerdo con la necesidad de cada uno. Todos los días, en perfecta unión, se reunían en el Templo, y en sus casas partían el pan. Ellos alababan a Dios por todo y eran estimados por todas las personas. Cada día el Señor aumentaba el número de los que eran salvos (2:42-47).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.          El ser humano tiene la tendencia de querer limitar el Reino de Dios a la cultura de su propio pueblo, pero el reino abarca todos los pueblos hasta los confines de la Tierra. Los discípulos todavía pensaban en la independencia política de Israel por un descendiente de David, pero Jesús dejó claro que el reino no sería limitado a Israel: abarcaría los confines de la Tierra (1:6-8).

2.         El alumno de profecías debe estar más preocupado con la responsabilidad del siervo de Dios que en entender las cosas venideras. Los apóstoles le preguntaron a Jesús sobre la época en que devolvería el Reino de Dios al pueblo de Israel (1:6). La respuesta de Jesús enfatizó que no les correspondía a ellos saber el momento o el día, sin embargo, les fue dada la misión de ser testigos de Jesús (1:6-8). El tiempo es secreto de Dios (Mt. 24:36, 42, 44; 25:13).

3.          Jesús volverá. Los ángeles prometieron a los discípulos que, así como Jesús subió, volverá (1:11). La vuelta de Jesús será un acontecimiento personal y corporal (Mt. 23:39; 24:30; 25:31; Mc. 14:62; Lc. 17:24; Jn. 14:3; Hch. 1:11; Fil. 3:20-21; 1 Ts. 4:14-17).

4.          Jesús envió el Espíritu Santo para toda la Iglesia. Todos quedaron llenos del Espíritu (2:4). El Espíritu vino para actuar dentro del creyente (Jn. 14:17), no apenas exteriormente como en el Antiguo Testamento (cf. Jue. 6:34; 15:14; Ex. 36:26). El Espíritu habita siempre con el creyente, no de forma esporádica. Él habita en toda la Iglesia (1 Co. 3:16; 6:19; Ef. 2:21-22), en el Antiguo Testamento solamente en individuos especiales. La presencia del Espíritu llena a la Iglesia con poder para anunciar el Evangelio.

5.          El Pentecostés, como hecho histórico, no se repite más. El Pentecostés fue un acontecimiento histórico, así como el nacimiento, el sufrimiento, la muerte y la resurrección de Jesús. Así como ningún creyente espera la repetición del nacimiento, de la muerte y la resurrección de Jesús, tampoco se debe esperar que haya un nuevo Pentecostés.

6.         El Espíritu Santo, haciendo a los oyentes entender el mensaje de Jesús, empezó a corregir el resultado de la Torre de Babel (Gn. 11:7-9; Hch. 2:7-11). La corrección todavía es incompleta (Hch. 6:1; 10:28, 34-35; Gá. 2:11-13), siendo que en la Iglesia todavía hay confusión como resultado de las lenguas y razas diferentes. La corrección será completada en el cielo (Ap. 7:9).

7.          Cada iglesia debe ser una comunidad donde la confusión de Babel es corregida con la presencia del Espíritu y donde haya unidad. En la iglesia no hay ni griego ni judío (Gá. 3:28). Observe la mezcla de razas y nacionalidades en el liderazgo de la iglesia de Antioquía (13:1-2).

8.          Dios cumple sus promesas. Por intermedio del profeta Joel, Dios prometió derramar el Espíritu (Jl. 2:28-32) y la promesa fue cumplida en el día de Pentecostés.

9.          La obra del Espíritu Santo es hoy tan eficaz en la vida de los creyentes como lo fue para los discípulos en el libro de Hechos. Algunas obras del Espíritu Santo destacadas en Hechos son:

-- dar poder para predicar y testificar a respecto de Jesús. Los discípulos, miedosos antes del Pentecostés, tenía poder para testificar después que recibieron el Espíritu Santo.

-- dar coraje (4:31).

-- enseñar lo que deberían decir. Los miembros del Consejo Superior se admiraron de las palabras de Pedro y Juan porque sabían que ellos eran hombres incultos (4:31). Los judíos no podían vencer a Esteban por causa de la sabiduría y del Espíritu con el que él hablaba (6:10).

-- dar capacidad para servir. Los siete escogidos para servir a las mesas eran hombres llenos del Espíritu (6:1-7). Bernabé pudo servir en Antioquía, porque era un hombre lleno del Espíritu (11:24).

-- orientar la vida particular del creyente. Ejemplos: Felipe (8:26-35); Pedro (10:10-26); Pablo (16:6-8).

-- orientar a la Iglesia (13:1-4).

-- dar sabiduría para resolver problemas. El capítulo 15 nos habla del Consejo de Jerusalén y de la decisión que tomaron con relación a los no-judíos. La decisión de Consejo fue tomada bajo la dirección del Espíritu Santo (15:28).

10.        El creyente debe aprovechar las oportunidades que se presentan para hablar de Jesús.  Hechos recuerda cinco discursos de Pedro (2:14-40; 3:12-26; 4:8-12, 19-20; 5:29-32; 10:34-43). De estas cinco oportunidades, solamente una representa una invitación para predicar (10:34-43). Pedro aprovechó las oportunidades que se le presentaron para predicar.

11.        Los hechos básicos de las Buenas Nuevas del Evangelio son presentados varias veces en Hechos, cuando el Evangelio es presentado a alguien por primera vez (2:4-39; 3:1-26; 4:7-31; 8:2, 6-40; 10:34-44; 13:13-44; 26:1-32). Los hechos básicos de las Buenas Nuevas del Evangelio son:

11.1     Hechos sobre Jesús:

-- Jesús cumple las profecías hechas sobre la venida del Mesías;

-- Él vino de Dios, y Dios prueba que estaba con Él por medio de señales o milagros;

-- hombres lo crucificaron;

-- Dios lo resucitó.

11.2     El llamamiento hecho a los oyentes:

-- todos son culpables del pecado de la crucifixión y de rechazar el plan de Dios para salvar a los hombres;

-- entonces el pecador necesita arrepentirse, creer en Jesús y ser bautizado.

11.3     La promesa para los convertidos:

-- hay perdón y remisión;

-- reciben el Espíritu Santo.

11.4     El hecho de haber testigos de la vida, de la muerte y de Jesús resucitado confirma la verdad de las Buenas Nuevas.

12.        El hombre es un pecador y necesita arrepentirse (2:38). Arrepentimiento es un cambio de dirección. Arrepentimiento es el resultado del cambio del pensamiento a respecto del pecado, una tristeza por el pecado cometido u odio al pecado, que lleva al pecador a darle la espalda con todo el corazón y a identificarse con el Dios que está tocando su corazón para atraerlo para Él. No hay ninguna experiencia-modelo de arrepentimiento en la Biblia. Hay algunas características del verdadero arrepentimiento. 

12.1     Incluidos en el verdadero arrepentimiento están:

-- confesión del pecado (Os. 14:1-2; Lc. 18:13-14;

-- dar la espalda al pecado (Ez. 14:6; Is. 55:7);

-- pasar a hacer el bien (1 Ts. 1:9). El hijo, en Mt. 21:28-29, es un ejemplo del verdadero arrepentimiento.

12.2     El verdadero arrepentimiento abarca todo el ser de la persona:

-- su intelecto. Este es un cambio de pensamiento con relación al pecado, a Dios y a la persona que se está arrepintiendo (Sal. 51:3, 7; Job 42:1-6; Lc. 15:17-19).

-- sus emociones. Este es un cambio de sentimientos, una profunda tristeza por pecados cometidos (Sal. 6:6; 51:1-2; Jer. 3:18-19; 2 Co. 7:8-10).

-- su voluntad. Este es un cambio de la voluntad, la decisión que lleva a la acción, de acuerdo con el cambio de pensamiento y sentimiento (Is. 55:7; Mt. 3:2-8; Lc. 13:3; Hch. 2:38-40; Ro. 2:4-6; 2 Co. 7:9-11; 2 P. 3:9-11; Ap. 2:5).

13.        Arrepentimiento de los pecados combinado con fe en Jesús lleva al perdón de los pecados. Pedro llamó a sus oyentes: “Arrepiéntanse, y cada uno de ustedes sea bautizado en nombre de Jesucristo para que sean perdonados “ (2:38). Vea Hch. 20:21; Mc. 1:15 y Lc. 24:47.

14.        Las bases de la recepción en la iglesia son:

-- oír las Buenas Nuevas del Evangelio;

-- arrepentirse de los pecados;

-- creer que Jesús fue crucificado y resucitado, y que Dios lo hizo Señor y Cristo;

-- profesar públicamente que invoca el nombre de Jesucristo;

-- ser bautizado (2:37-41).

15.        El bautismo sirve para dramatizar la relación que el nuevo convertido tiene con Jesús. Él simboliza:

-- la unión del creyente con Jesús (Ro. 6:3-5). Los creyentes tienen parte con Cristo en su muerte (Ro. 6:3), en su sepultamiento (Ro. 6:4) y en su resurrección (Ro. 6:5);

-- el lavar del pecado (Hch. 2:38; 22:16);

-- el don del Espíritu (Hch. 2:38; 10:47).

16.        El bautismo es la prueba pública de la aceptación del Evangelio. En el libro de Hechos, el bautismo no demoraba. Antes de su ascensión, Jesús ordenó a sus discípulos que predicaran el Evangelio, bautizando a todos los que creyeran en este mensaje (Mt. 28:19; Mc. 16:15-16). La Iglesia obedeció a esa orden, empezando en el día del Pentecostés (Hch. 2:38, 41; 8:12-13, 36-38; 9:18; 10:48; 16:14-15, 32-33; 18:8; 19:5; 22:13-16).

17.        La Iglesia de Jerusalén es el ejemplo para todas las iglesias. Era formada de creyentes:

-- bautizados (2:41);

-- unidos (2:44);

-- cuya enseñanza venía de los apóstoles, siendo preservada en el Nuevo Testamento. (2:42);

-- que siempre estaban orando (2:42);

-- cuya comunión se manifestaba en la vida fraternal, que es vista en el comer juntos y en el compartir los bienes para socorro a los necesitados (2:44-45);

-- alegres (2:46);

-- estaban juntos para alabar a Dios (2:46);

-- crecía con nuevos convertidos (2:47).

18.        El mensaje de Dios provoca varios tipos de reacciones en sus oyentes: perplejidad (2: 6-12), burla (2.13), admiración y sensibilización (2.33), pero solamente los que lo aceptan y se arrepienten son los que se salvan.

 

PREGUNTAS

 

1.     ¿Cómo fue la conversación de los apóstoles con Jesús antes de su ascensión?

2.     ¿Cómo fue la ascensión de Jesús?

3.     ¿Qué hicieron los seguidores de Jesús entre su ascensión y el día de Pentecostés??

4.     ¿Qué cosas extrañas sucedieron cuando el Espíritu Santo vino sobre los seguidores de Jesús? ¿Cuál fue la reacción de las personas que estaban en Jerusalén con relación a este acontecimiento?

5.     ¿Qué enfatizó Pedro en su mensaje para los judíos en el día de Pentecostés?

6.     ¿Cuál fue la reacción de la multitud al saber que el Jesús crucificado por ellos fue resucitado por Dios y hecho Señor y Mesías?

7.     ¿Qué dijo Pedro que sus oyentes tenían que hacer?

8.     ¿Cómo fue la vida de los primeros convertidos en el día de Pentecostés?

9.     Considere estas preguntas para aplicar el estudio a su propia vida:

        —¿De qué manera la creencia de que Jesús literalmente volverá debe influenciar nuestras vidas?

        —¿Qué debe hacer con nosotros el poder de Dios, como resultado de haber recibido el Espíritu?

— ¿Cómo la iglesia de nuestro siglo puede promover la unión entre sus miembros?


LA IGLESIA EN JERUSALÉN

La Iglesia Crece y es Probada

 

TEXTO:   Hechos. 3:1 - 6:7

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            Después de su muerte, Jesús apareció a sus seguidores durante cuarenta días. Él fue llevado para el cielo y los discípulos se quedaron en Jerusalén, reunidos en oración. En el día de Pentecostés, el Espíritu Santo llenó a los seguidores de Jesús y ellos empezaron a hablar en lenguas sobre las maravillas de Dios. Pedro dio testimonio de Jesús y tres mil personas creyeron en su mensaje y fueron bautizadas. Todos los que creían estaban juntos y cada día Dios juntaba al grupo las personas que iban siendo salvas.

 

Personaje-clave: Pedro

 

Lugar-clave: Jerusalén

 

Repeticiones-clave:

- Jesús: el nombre de Jesús es mencionado en Hch. 3:6, 13, 14, 16, 17, 20, 21; 4:2, 10, 11, 13, 17, 18, 27, 30, 33; 5:12, 30, 40, 41, 42.

- Templo mencionado en Hch. 3:1, 2, 8, 10, 11; 4:1; 5:20, 21, 24, 25, 42.

- Los apóstoles dieron testimonio sobre Jesús: Pedro curó al cojo en nombre de Jesús. Después, en el Templo, Pedro habló de Jesús (3:12-26); los líderes del Templo tomaron presos a Pedro y a Juan, y les preguntaron sobre la curación del cojo y Pedro contestó que el cojo había sido sanado por el poder del nombre de Jesucristo (4:1-12); los miembros del Consejo Superior ordenaron a Pedro y a Juan que no hablaran ni enseñaran nada al respecto de Jesús. Pero, ellos respondieron que debían obedecer a Dios y no a los hombres (4:13-22); los apóstoles enseñaron sobre Jesús todos los días, en el Templo y de casa en casa (5:42).

- La oposición de los líderes de los Judíos contra los apóstoles: los líderes del Templo tomaron presos a Pedro y Juan (4:1-4); los miembros del Consejo Superior ordenaron a Pedro y Juan que no hablaran ni enseñaran nada al respecto de Jesús (4:13-18; los saduceos tomaron presos a los apóstoles (5:17-25); los apóstoles fueron azotados y recibieron órdenes para que no hablaran en nombre de Jesús (5:39-41).

- Terrenos vendidos: Bernabé vendió un terreno y entregó el dinero a los apóstoles (4:36-37); Ananías y Safira vendieron un terreno, pero entregaron apenas una parte del dinero, diciendo que era todo. Ambos cayeron muertos (5:1-11).

 

Sentimientos-clave:

- Cuando Pedro curó al cojo: la alegría del sanado, la admiración de la multitud y la perturbación de los líderes del Templo.

- El amor de Bernabé cuando vendió un terreno y entregó el dinero a los apóstoles.

- La ambición de Ananías y Safira.

- Después de la muerte de Ananías y Safira: el temor de todos los que supieron la historia.

- El odio de los miembros del Consejo Superior para con los apóstoles. El coraje de los apóstoles delante del Consejo Superior.

- La satisfacción de los apóstoles por haber sufrido por causa de Jesús.

- La discriminación sentida, por los miembros de la iglesia en Jerusalén que hablaban griego, porque las viudas de su grupo estaban siendo olvidadas.

 

Problema-inicial: Un día, Pedro y Juan fueron al Templo. Allí se encontraba un cojo que les pidió una limosna.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:

La Curación de un Cojo y sus Consecuencias

-- Pedro y Juan fueron al Templo (3:1).

-- Un hombre que era cojo hacía más de cuarenta años (4:22) pidió una limosna. Pedro lo curó en nombre de Jesús. Él entró en el Templo con Pedro y Juan, andando, saltando y agradeciendo a Dios (3:2-8).

-- La multitud vio al cojo sanado y quedó admirado (3:9-11).

-- Pedro dijo a la multitud que la fe en Jesús era la responsable por la curación del cojo, habló de Jesús y llamó al pueblo al arrepentimiento (3:12-26).

-- Los líderes del Templo tomaron presos a Pedro y Juan (4:1-4).

-- Las autoridades de los judíos se reunieron y preguntaron a Pedro y Juan sobre la curación del cojo (4:5-7).

-- Pedro respondió que el cojo había sido curado por el poder del nombre de Jesucristo, el mismo que las autoridades crucificaron y que Dios resucitó (4:8-12).

-- Los miembros del Consejo Superior ordenaron a Pedro y a Juan que no hablaran ni enseñaran nada al respecto de Jesús (4:13-18).

-- Pedro y Juan respondieron que debían obedecer a Dios y no a los hombres (4:19-22).

-- Cuando salieron de la prisión, Pedro y Juan volvieron para los otros seguidores y oraron, pidiendo coraje (4:23-31).

 

Solidaridad Real y Falsa

-- Todo lo que los seguidores tenían era repartido unos con los otros (4:32-35).

-- José, llamado Bernabé, vendió un terreno y entregó el dinero a los apóstoles (4:36-37).

-- Ananías y Safira vendieron un terreno, pero entregaron apenas una parte del dinero, diciendo que era todo. Ambos cayeron muertos (5:1-11).

-- Los apóstoles hacían muchos milagros y multitudes traían a sus enfermos y a los endemoniados para ser curados (5:12-16).

 

Los Apóstoles Presos y Delante del Consejo Superior

-- Los saduceos tomaron presos a los apóstoles, un ángel abrió las puertas de la prisión y los apóstoles fueron para el Templo y enseñaron. Eso creó un problema para el Consejo Superior (5:17-25).

-- Trajeron a los doce apóstoles para el Consejo. Ellos hablaron de Jesús y el Consejo resolvió matarlos, sin embargo, el profesor Gamaliel manifestó su opinión contraria (5:26-39).

-- Los apóstoles fueron azotados y recibieron órdenes para que no hablaran en nombre de Jesús. Quedaron contentos por haber sufrido por causa de Jesús (5:39-41).

-- Los apóstoles enseñaron sobre Jesús todos los días, en el Templo y de casa en casa (5:42).

 

La Elección de los Siete

-- Los seguidores que hablaban griego se quejaron de que las viudas de su grupo estaban siendo olvidadas. Entonces, fueron escogidos siete hombres para que cuidaran de ese trabajo (6:1-6).

-- El número de seguidores de Jesús crecía cada vez más (6:7).

 

Situación-final: El número de los seguidores de Jesús crecía cada vez más y era grande el número de sacerdotes judíos que aceptaban la fe cristiana (6:7).

NARRATIVA:

 

La Cura de un Cojo y sus Consecuencias

 

            Un día, a las tres de la tarde, Pedro y Juan fueron al Templo para la oración (3:1). Todos los días estaba allí un hombre de cuarenta años (4:22), cojo desde su nacimiento, que pedía limosnas a las personas que entraban en el Templo. Cuando vio a Pedro y a Juan entrando, les pidió una limosna. Ellos lo miraron bien, y Pedro le dijo: “Míranos”. El hombre los miró, creyendo que iba a recibir alguna cosa. Pero, Pedro le dijo: “No tengo plata ni oro, pero lo que tengo, esto te doy: en nombre de Jesucristo Nazareno, ¡anda!” Y tomándolo de la mano derecha, lo ayudó a levantarse. En el mismo instante, los pies de él se pusieron firmes. Entonces él dio un salto, se puso de pie y empezó a andar. Entró en el patio del Templo con ellos, andando, saltando y agradeciendo a Dios (3:2-8).

 

            La multitud vio al hombre saltando y alabando a Dios, percibió que era el mendigo que quedaba sentado cerca del portón del Templo, quedó muy admirada y corrió para donde él estaba. El hombre, que había sido sanado, no quería más dejar a Pedro ni a Juan (3:9-11).

 

            Cuando vio a la multitud, Pedro dijo que la fe en Jesús era responsable por la curación del cojo. El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob fue quien glorificó a su Siervo Jesús. Pedro acusó a sus oyentes de entregar a Jesús a las autoridades y de rechazarlo delante de Pilatos; y, cuando él quiso soltarlo, no quisieron, sino que pidieron que Pilatos soltara a un criminal en vez de Él. Así, ellos mataron al Autor de la Vida; pero Dios lo resucitó, y Pedro y Juan eran testigos de eso. Los oyentes y sus líderes hicieron eso a Jesús, sin saber lo que de hecho estaban haciendo. Pero Dios cumplió lo que había anunciado por los profetas, que su Mesías tendría que sufrir. Por lo tanto, ellos debían arrepentirse, cambiar de actitud y vida, convertirse a Cristo y volver para Dios, para que él les perdonara sus pecados. Pedro dijo que todos los profetas hablaron a respecto de los actuales acontecimientos. Mencionó la promesa dada a Abraham: “Es en su descendencia que serán benditas todas las naciones de la Tierra” (3:12-26).

 

            Pedro y Juan todavía estaban hablando al pueblo, cuando llegaron los líderes del Templo. Ellos quedaron irritados porque los dos enseñaban al pueblo que Jesús había resucitado y que eso era la prueba que los muertos van a resucitar. Entonces tomaron presos a Pedro y a Juan y los llevaron a la cárcel. Pero, muchos de los que oyeron el mensaje creyeron, y el número de hombres que creyeron llegó a más o menos cinco mil (4:1-4).

 

            Al día siguiente, las autoridades de los judíos se reunieron y preguntaron a Pedro y a Juan cómo habían realizado la curación del cojo y con qué poder o en nombre de quién hacían esas cosas (4:5-7).

 

            Pedro, lleno del Espíritu Santo, contestó que el cojo había sido curado por el poder del nombre de Jesucristo, el mismo que las autoridades crucificaron y que Dios resucitó. Pedro dijo: “Jesús es aquel de quien las Escrituras Sagradas dicen: 'La piedra que ustedes, los constructores, rechazaron vino a ser la más importante'. No hay salvación en ningún otro, a no ser en Jesucristo. Es por intermedio de Su nombre y del de nadie más en el mundo que podemos ser salvos. Dios ha colocado ese nombre al alcance de todos”(4:8-12).

 

            Los miembros del Consejo Superior quedaron admirados con el coraje de Pedro y de Juan, aún más considerando que los dos apóstoles eran gente simple y sin estudio. Reconocían también que ellos habían sido compañeros de Jesús. No podían decir nada contra los dos, pues el hombre que había sido curado estaba allí en pie. No podían negar que ellos hicieron un gran milagro. Para no dejar que la noticia se dispersase aún más entre el pueblo, amenazaron a Pedro y a Juan para que nunca más hablaran a nadie a respecto de Jesús (4:13-18).

 

            Pedro y Juan respondieron: “Juzguen ustedes mismos, delante de Dios, si es justo obedecerlos a ustedes o a Dios. Nosotros no podemos dejar de hablar de las cosas que vimos y oímos” (4:19-22).

 

            Cuando salieron de la prisión, Pedro y Juan volvieron para los otros seguidores de Jesús y les contaron todo lo que sucedió. Todos juntos alabaron a Dios y oraron, pidiendo coraje para anunciar el mensaje. Cuando terminaron de orar, el lugar donde estaban reunidos tembló. Entonces, todos quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a anunciar el mensaje del Señor con coraje (4:23-31).

 

Solidaridad Real y Falsa

 

            Todo lo que los seguidores tenían era repartido entre todos. No había entre ellos ningún necesitado, porque vendían sus tierras o sus casas, traían el dinero y lo entregaban a los apóstoles. Y cada uno recibía una parte, de acuerdo con su necesidad (4:32-35). Así José, también llamado Bernabé, vendió un terreno y entregó el dinero a los apóstoles. Él fue llamado Bernabé, que quiere decir: “Hijo de la consolación” (4:36-37).

 

            El matrimonio, Ananías y Safira, vendió un terreno y entregó una parte del dinero, diciendo que era todo.

            Pedro dijo a Ananías: “¿Por qué dejaste que Satanás dominara tu corazón? ¿Por qué le mentiste al Espíritu Santo? Antes que vendieras el terreno, él ya era tuyo; y, después de venderlo, el dinero también era tuyo. Entonces, ¿por qué decidiste hacer eso? Tú no mentiste a seres humanos; ¡mentiste al propio Dios!” Después de oír las palabras de Pedro, Ananías murió. Safira, que no sabía de la muerte de su marido, también se presentó a Pedro y, después de confirmar la mentira contada, también murió. Y toda la Iglesia    y los demás que supieron eso, quedaron con mucho miedo (5:1-11).

 

            Los apóstoles hacían muchos milagros. Por causa de los milagros, el pueblo ponía los enfermos en las calles, en camas y hamacas. Hacían eso para que, cuando Pedro pasara, por lo menos su sombra cubriera a algunos de ellos. Multitudes venían de las ciudades vecinas de Jerusalén, trayendo sus enfermos y los que tenían espíritus malignos, y todos eran sanados (5:12-16).

 

Los Apóstoles Presos y Delante del Consejo Superior

 

            Entonces el Sumo Sacerdote y todos los del partido de los saduceos quedaron con envidia de los apóstoles y decidieron actuar. Tomaron presos a los apóstoles y los pusieron en la cárcel pública. Pero, esa noche, un ángel del Señor abrió las puertas de la prisión, los llevó para afuera y les dijo: “Vayan para el Templo y anuncien, con toda osadía, todo lo que se refiere a este Camino”. Los apóstoles obedecieron y al día siguiente, muy temprano, fueron al Templo y enseñaban con coraje sobre Jesucristo. Eso creó un problema para el Consejo Superior (5:17-25). Los guardas fueron al Templo y trajeron a los doce apóstoles para el Consejo.

            El Sumo Sacerdote dijo: “¡Nosotros les ordenamos que no enseñaran de ninguna manera en nombre de aquel hombre, sin embargo ustedes divulgaron esa enseñanza por toda la ciudad de Jerusalén y todavía quieren culparnos por Su muerte!”

            Pedro y los otros apóstoles respondieron: “Es necesario obedecer antes a Dios que a los hombres. El Dios de nuestros antepasados resucitó a Jesús después que ustedes lo crucificaron. Dios lo puso a Su derecha como Jefe y Salvador. Nosotros somos testigos de todo eso”.

            Los miembros del Consejo se enfurecieron al escuchar estas palabras y decidieron matar a los apóstoles. Pero se levantó uno de ellos, un fariseo llamado Gamaliel, profesor respetado por todos. Mandó que llevaran a los apóstoles para afuera y manifestó su opinión contraria: “Hombres de Israel, cuidado con lo que van a hacer con ellos. No hagan nada ahora contra ellos. Déjenlos que se vayan porque, si este plan o este trabajo viene de seres humanos, desaparecerá. Pero, si viene de Dios, ustedes no podrán destruirlo, porque en este caso estarían luchando contra el propio Dios” (5:26-39).

            El Consejo aceptó la opinión de Gamaliel. Pero, a pesar de eso, mandaron a azotar a los apóstoles. Después, les ordenaron que nunca más hablaran en nombre de Jesús. Enseguida, los soltaron. Los apóstoles quedaron contentos, porque sufrieron por causa de Jesús (5:39-41). Y, todos los días, en el Templo y de casa en casa, continuaban a enseñar y a anunciar la Buena Nueva a respecto de Jesús (5:42).

 

La Elección de los Siete

 

            El número de los discípulos de Jesús aumentaba cada vez más. Surgió entonces un cierto descontentamiento entre los cristianos que hablaban griego contra los que hablaban hebreo. Los que hablaban griego se quejaron de que las viudas de su grupo estaban siendo olvidadas en la distribución diaria de comida. Entonces los doce, reunieron a todo el grupo de seguidores de Jesús y dijeron: “No es conveniente que nosotros abandonemos la Palabra de Dios para servir las mesas. Por eso, escojan entre ustedes siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, y nosotros los colocaremos en la dirección de este trabajo de distribución de los alimentos. Pero nosotros, dedicaremos nuestro tiempo a la oración y al ministerio de la Palabra” (6: 2-4).

            La idea agradó a toda la asamblea y fueron escogidos siete hombres del grupo que hablaba griego, para cuidar de ese trabajo. Entre los siete estaban Esteban y Felipe (6:1-6).

 

            El mensaje de Dios continuaba a difundirse. El número de seguidores de Jesús crecía cada vez más, y era grande el número de sacerdotes judíos que aceptaban la fe cristiana (6:7).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         La actuación de Dios no depende del dinero que los seguidores de Jesús tengan; depende de que el poder de Dios se manifieste por el nombre de Jesús. Pedro y Juan no tuvieron plata ni oro para darle al cojo en la puerta del Templo, sin embargo, lo mandaron que anduviera por el poder del nombre de Jesús (3:3-6).

 

2.         Los hombres pueden rechazar a Jesús, pero Dios manifiesta su realidad. En su discurso en el Templo, después de la curación de un cojo, Pedro mostró como los hombres rechazaron a Jesús, mientras que Dios lo glorificó (3:13-15).

-- Los hombres traicionaron y negaron a Jesús; Dios lo glorificó (3:13).

-- Los hombres prefirieron a un asesino a Jesús; Dios lo declaró Santo y Justo (3:14).

-- Los hombres mataron a Jesús; Dios lo resucitó (3:15).

-- Los hombres mataron a Jesús como a un hombre cualquiera; Él es el Autor de la Vida (3:15).

 

3.         Dios es fiel y cumple sus promesas. Jesús cumplió las profecías dadas en el Antiguo Testamento:

-- su crucifixión cumplió las profecías de los sufrimientos expiatorios del Mesías (3:18);

-- en Jesús, Dios cumplió las profecías de mandar a alguien mayor que Moisés (3:22-23);

-- en Cristo resucitado, la bendición prometida a Abraham para todas las naciones (Gn. 12:3) finalmente se cumplió (3:25-26).

 

4.         El líder que se transforma en un religioso profesional va a tener preconceptos teológicos y posición de ventajosa para preservar y luchará contra el Dios que confiesa servir. Los miembros del Consejo Superior ordenaron a Pedro y a Juan que no hablaran ni enseñaran nada al respecto de Jesús (4:13-18). El partido de los sacerdotes que controlaba el Templo y su servicio fue el que más se opuso a la predicación abierta sobre Jesús, en el Templo (5:17-18).

 

5.         El hombre sólo puede ser salvo por Dios según su voluntad y su plan. Los hombres son salvos por Jesucristo y por nadie más (4:12). En el Antiguo Testamento, el Señor rechazó las ropas que Adán y Eva habían hecho para ellos en el Jardín del Edén (Gn. 3:21). Él rechazó la ofrenda de Caín porque no estaba de acuerdo con Sus planes (Gn. 4:5,7). Noé tenía que hacer el arca exactamente como Dios le había dicho. En el diluvio hubo apenas un arca y una puerta para entrar por ella y ser salvo (Gn. 6:16). En Egipto, solamente las personas en las casas marcadas por la sangre del cordero escaparon de la muerte (Ex.12:1-36). El Nuevo Testamento revela que Jesús es el único camino para llegar al Dios Verdadero (Jn. 14:6; Hch. 4:12). Hoy en día, solamente los que confían que Jesús derramó su sangre para pagar sus pecados son salvos del juicio de Dios.

 

6.         La autoridad divina es superior a las autoridades humanas. La autoridad humana no tiene el derecho de impedir que el hombre obedezca a Dios. Los apóstoles no podían obedecer al Consejo Superior de los Judíos y dejar de hablar de Jesús (4:19).

 

7.         Cuando los creyentes sufren persecución o amenazas, la reacción adecuada es alabar a Dios y, en oración, hablar de los hechos y pedir coraje. Después de las amenazas del Consejo Superior, la Iglesia se reunió, alabó a Dios como el Soberano Señor, en oración habló de los hechos que acontecieron y pidió coraje para anunciar la Palabra de Dios (4:23-31).

 

8.         Orar es una característica del cristiano.

8.1       El libro de Hechos contiene numerosos ejemplos de los seguidores de Jesús orando juntos:

-- oración practicada por los apóstoles (4:24-30; 6:4);

-- oración cuando se reunían para partir el pan (2:42);

-- oración en los momentos importantes: elecciones para los cargos en la Iglesia (1:24; 6:6; 13:3; 14:23), confirmación de los samaritanos (8:15) y en los períodos de persecuciones (4:24-31; 12:5, 12).

8.2       Hechos contiene ejemplos de personas en oración:

-- Esteban orando por él mismo y por sus perseguidores (7:59-60);

-- Pablo, después de la visión en el camino a Damasco (9:11);

-- Pedro (9:40) y Pablo (28:8) antes de los milagros;

-- Pedro, cuando Dios lo llama para ir a ver a Cornelio (10:9; 11:5);

-- Cornelio era hombre de oración (10:2, 4, 30-31);

-- Pablo y Silas en la prisión (16:25);

-- Pablo, al dejar a sus amigos en Mileto (20:36y en Tiro (21:5).

 

9.         Es importante que el creyente, al orar, tenga una actitud positiva de fe y confianza en el poder y en el amor de Dios, a pesar de las circunstancias de la vida. Cuando Pedro y Juan quedaron libre de su primer encarcelamiento, se recordaron del poder y de la soberanía de Dios (4:24).

 

10.       El Espíritu capacita al seguidor de Jesús a tener coraje y a testificar de Él. Los cristianos que oraban juntos después de la persecución de Juan y Pedro, quedaron llenos del Espíritu Santo y empezaron a anunciar el mensaje del Señor con osadía (4:31).

 

11.       Ofrendas entregadas a la Iglesia traen bendiciones cuando son fruto del amor a Dios, sin embargo, traen maldición cuando son dadas por motivos egoístas. La ofrenda de Bernabé fue ejemplar (4:36-37). La ofrenda de Ananías y Safira fue desastrosa para ellos, porque quisieron aparecer delante de la Iglesia (5:1-11).

 

12.       Mientras la tentación viene de Satanás, un ser hostil a Dios y enemigo del hombre, el hombre es responsable por la decisión de hacer o no de acuerdo con las sugerencias de Satanás. A pesar de la sugestión haber venido de Satanás, Ananías acogió y llevó a cabo el designio (5:3, 9).

 

13.       Un miembro de la Iglesia que quiere engañar a los demás con una vida no-transparente, está pecando contra el Espíritu Santo. Ananías y Safira pensaban que estaban engañando a los miembros de la Iglesia, sin embargo, ellos estaban mintiendo al Espíritu Santo (5:3-4).

 

14.       Dios no soporta el pecado dentro de la Iglesia, porque el pecado puede ser contagioso y debilitar a la iglesia. Dios disciplinó a Ananías y Safira, causando sus muertes (5:1-11). A pesar de la disciplina de Dios no ser siempre tan drástica, Él no soporta el pecado. En I Co. 5:6-7, Pablo usa la levadura como símbolo para indicar que el pecado puede difundirse en la Iglesia, contaminándola (y así debilitando a todos).

 

15.       No todos los obstáculos al trabajo de la Iglesia vienen de fuera de la comunidad, algunos vienen de dentro de ella. La Iglesia de Jerusalén sufrió persecución que vino de afuera y, también, dos problemas internos:

-- pecado en la vida de algunos miembros (5:1-11);

-- conflicto y murmuración en medio de la comunidad (6:1-7).

 

16.       Satanás, el peor enemigo del hombre, lanza sus dardos inflamados de tentaciones contra el seguidor de Jesús, no obstante, sólo puede dominarlo cuando el creyente lo permite. Safira dejó que Satanás dominara su corazón (5:3). El creyente tiene condiciones de obtener victoria sobre el enemigo. (Vea:1 P. 5:8; Ef. 4:27; 6:11; Stg. 4:7).

 

17.       Una ofensa contra la Iglesia habitada por el Espíritu, es pecado contra Dios. Ananías y Safira, queriendo engañar a la Iglesia con su hipocresía, estaban mintiendo al Espíritu Santo y pecando contra Dios (5:3, 9). El pecado de Ananías y Safira consistió en mentir y engañar a la Iglesia habitada por el Espíritu, y no en retener su propiedad.

 

18.       Dios es tanto Salvador como Castigador. El poder castigador de Dios manifestado contra Ananías y Safira, está en armonía con su poder Salvador de sanar, resucitar y dar la vida eterna (5:1-11).

 

19.       El resultado del temor de Dios en la Iglesia es que:

-- los creyentes pasan a temer los resultados del pecado,

-- el pecado es alejado de la Iglesia, eso evita la infiltración de personas hipócritas, no regeneradas (5:13);

-- la Iglesia conquista la admiración de los que están fuera de ella, aumentando el número de conversiones sinceras (5:14);

-- el poder de Dios es mostrado en acción (5:12, 15-16). El temor, después del castigo de Ananías y Safira, trajo admiración por la Iglesia, hizo crecer la multitud de creyentes y Dios actuó haciendo milagros y curaciones (5:11-14).

 

20.       El Evangelio, cuando predicado con el poder del Espíritu Santo, o convence o enfurece. Mientras una multitud creyó en el Señor y vino a aumentar el número de los salvos (5:14), el partido de los saduceos quedó con envidia y se enfureció (5:33).

 

21.       El siervo fiel a Jesús va a experimentar las bienaventuranzas pronunciadas por Él (Mt. 5:1-12), haciéndose una realidad. Loa apóstoles azotados, que se alegraron por haber sufrido afrentas por el nombre de Jesús (Hch. 5:41), estaban experimentando la bienaventuranza de Mt. 5:10-12.

 

22.       El día de Pentecostés, el Espíritu Santo empezó a corregir el resultado de la Torre de Babel (Gn. 11:7-9; Hch. 2:7-11). La corrección es incompleta todavía. La primera confusión en la Iglesia de Jerusalén fue entre los judíos que hablaban griego y los que hablaban hebreo (Hch. 6:1).

 

23.       La Iglesia, en su etapa de crecimiento, no está exenta de problemas. La Iglesia de Jerusalén estaba en pleno crecimiento, cuando sufrió problemas de relacionamiento (6:1-7).

 

24.       El creyente muchas veces vivirá un conflicto de prioridades y tendrá que decidir cuál es la prioridad de Dios para su vida. Los apóstoles se encontraban en esa situación. Por un lado, existía la necesidad de atender a las viudas sin comida; por otro lado, había la necesidad de orar y enseñar la Palabra de Dios (6:1-4).

 

25.       La principal tarea de los líderes espirituales de la Iglesia es orar y ministrar la Palabra de Dios. En la Iglesia de Jerusalén, siete hombres fueron escogidos para el trabajo de distribución de los alimentos a las viudas, dejando que los apóstoles dedicaran su tiempo a la oración y al ministerio de la Palabra”. (6:2, 4).

 

26.       El líder de la Iglesia que queda tan ocupado con el ministerio práctico, o sea, con los asuntos materiales de la Iglesia y no tiene tiempo de orar, va a perder tiempo solucionando los problemas que aparecen. Cuando los apóstoles dejaron de dar prioridad a la oración y al ministerio de la Palabra, tuvieron que solucionar el problema de la murmuración (6:1).

 

27.       Cualquier cargo en la Iglesia exige personas de calificaciones espirituales. Los hombres escogidos para servir a las mesas de las viudas, debían ser:

-- de buena reputación;

-- llenos del Espíritu Santo;

-- de sabiduría (6:3). 

 

28.       Mientras algunos líderes de la Iglesia tienen la tarea principal de dedicarse a la Palabra y a la oración, todos tienen el deber de orar y anunciar la Palabra de Dios. Los siete escogidos para servir a las mesas (6:1-5) también, igualmente, ministraban la Palabra, como muestran las historias de Esteban (6:8-7:60) y de Felipe (8:4-39). Pablo enseñó que los diáconos que hacen un buen trabajo, son capaces de hablar con coraje a respecto de su fe en Cristo Jesús (1 Ti. 3:13).

 

29.       Problemas enfrentados generan oportunidades. Con la solución del problema en la Iglesia de Jerusalén, el número de los seguidores de Jesús crecía cada vez más (6:7).

 

PREGUNTAS:

 

1.         ¿Cómo sucedió la curación del hombre cojo desde su nacimiento?

 

2.         ¿Qué tiene usted para dar a los pobres y oprimidos de este mundo?

 

3.         ¿Qué dijeron Pedro y Juan al pueblo que se juntó alrededor de ellos y del hombre cojo que habían curado?

 

4.         ¿Qué les dijo Pedro a los líderes judíos que Dios había hecho con Jesús, al cual ellos habían crucificado?

 

5.         ¿Qué llevó a Pedro y Juan a desafiar a las autoridades de su tiempo?

 

6.         ¿Cuándo y en qué circunstancias podemos desacatar a las autoridades?

 

7.         De ejemplos de cómo, en nuestros días, seguidores de Jesús sufren por Él.

 

8.         ¿Cuál fue la diferencia entre la ofrenda de Bernabé y la de Ananías y Safira?

 

9.         ¿Cuál fue la queja de los seguidores de Jesús que hablaban griego contra los que hablaban hebreo?

 

10.        ¿Por qué los apóstoles no asumieron la responsabilidad de ver si las viudas recibían una porción igual? 


LA IGLESIA ES PERSEGUIDA Y SE DISPERSA

 

TEXTO:  Hechos 6:8 - 9:31

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            Después de su muerte, Jesús apareció a sus seguidores durante cuarenta días. Él fue llevado para el cielo y los discípulos se quedaron en Jerusalén. El día de Pentecostés, el Espíritu Santo llenó a los seguidores de Jesús. Pedro dio testimonio de Jesús y casi tres mil personas creyeron en su mensaje y fueron bautizadas. Muchos de los nuevos seguidores de Jesús habían vivido en otros países y hablaban griego, mientras los de Judá hablaban hebreo.

            La iglesia creció y fue probada, surgieron los primeros problemas. Pedro y Juan fueron perseguidos después de la curación del cojo, porque ellos dijeron que el hombre había sido curado por el poder del nombre de Jesús. Bernabé vendió un terreno y entregó el dinero a los apóstoles. Un matrimonio, Ananías y Safira, quiso engañar a la iglesia. Vendió un terreno y entregó una parte del dinero a los apóstoles diciendo que era todo. Ellos cayeron muertos. El grupo que hablaba griego se quejó porque sus viudas estaban siendo olvidadas en la distribución diaria de dinero. Siete hombres fueron escogidos para ayudar a los apóstoles en ese trabajo. Esteban y Felipe formaban parte de ese grupo de siete. En Jerusalén, el número de los seguidores de Jesús crecía cada vez más.

 

Personajes-clave: Esteban, Saulo y Felipe

 

Lugares-clave: Jerusalén, Samaria y Damasco

 

Repeticiones-clave:

- La Iglesia es perseguida: los judíos hicieron falsas acusaciones contra Esteban (6:8-15); los miembros del Consejo Superior apedrearon a Esteban (7:57-58); empezó una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén (8:1-2); Saulo intentaba acabar con la Iglesia (8:3); Saulo recibió autoridad para tomar presos a los seguidores de Jesús que estaban en Damasco (9:1-2); Jesús se identificó con sus seguidores que estaban siendo perseguidos (9:5); Saulo empezó a anunciar a Jesús en Damasco y los judíos resolvieron matarlo (9:20-25); Saulo fue para Jerusalén y en esa ciudad los judíos buscaban una forma de matarlo (9:28-30).

- La Iglesia se dispersa fuera de Jerusalén: la Iglesia de Jerusalén empezó a sufrir una gran persecución y todos los cristianos, menos los apóstoles, fueron esparcidos por las regiones de Judea y Samaria (8:1-2); Felipe fue a Samaria y anunciaba a Cristo (8:4-5); Pedro y Juan fueron a Samaria (8:14-17);  Pedro y Juan volvieron a Jerusalén anunciando el Evangelio en aldeas de Samaria (8:25); un ángel mandó a Felipe ir a un lugar desierto donde él evangelizó a un eunuco, alto funcionario de Etiopía (8:26-38); el Espíritu se llevó a Felipe. El eunuco continuó su viaje lleno de alegría (8:39); Felipe, viajando, anunció la Buena Nueva del Evangelio (8:40); Dios orientó a Ananías para ir a la casa donde Saulo estaba en Damasco (9:10-12); Saulo empezó a anunciar a Jesús en Damasco (9:20-25); Saulo fue para Jerusalén donde anunció el nombre del Señor y después fue para Tarso (9:28-30).

- Esteban usó historias del pasado para comunicar verdades: para enseñar el universalismo del Evangelio, Esteban contó hechos históricos de Dios teniendo encuentros con Abraham, José, Moisés fuera del Templo; para enseñar que Israel siempre fue rebelde, él contó narrativas de los hermanos de José rechazándolo (7:9-14), los israelitas esclavos en Egipto rechazando a Moisés (7:24-28, 35) y otros profetas y, finalmente, crucificando al Justo (7:51-52).

- La resistencia de los seguidores de Jesús en aceptar a Saulo en medio de ellos: Ananías no quiso ir a la casa donde Saulo estaba (9:13-14); los discípulos en Jerusalén tenían miedo de Saulo (9:26).

 

Sentimientos-clave:

- La seguridad de Esteban cuando hablaba de Jesús.

- La furia de los judíos que oyeron a Esteban.

- El egoísmo de Simón cuando ofreció dinero para tener el poder de manipular el Espíritu Santo; la dureza de Pedro cuando lo reprendió.

- La disposición de Felipe para obedecer a Dios.

- La confusión del eunuco cuando leyó el libro del profeta Isaías sin entenderlo. La alegría que sintió después de su bautismo.

- La hostilidad de Saulo con los seguidores de Jesús.

- El miedo de Ananías y de los discípulos de encontrarse con Saulo.

- El odio de los judíos contra Saulo cuando él empezó a anunciar a Jesús.

 

Problema-inicial: El número de los seguidores de Jesús crecía cada vez más en Jerusalén. Esteban hacía milagros entre el pueblo. Algunos judíos quedaron contra Esteban y empezaron a discutir con él, pero el Espíritu de Dios le daba tanta sabiduría que él ganaba todas las discusiones.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:

Esteban, el Primer Mártir

— En Jerusalén, el número de los seguidores de Jesús crecía (6:7).

— Esteban, lleno de poder, vencía las discusiones con los judíos. Ellos hicieron falsas acusaciones contra Esteban (6:8-15).

— Esteban se defendió en el Consejo Superior dando ejemplos del pasado, cuando los judíos rechazaron a los hombres santos de Dios, como: los hermanos de José que lo vendieron para ser esclavo; Moisés que fue rechazado por el pueblo de Israel; de sus antepasados que persiguieron a todos los profetas y sus propios oyentes que traicionaron y mataron al Justo, de Dios (7:1-53).

— Los oyentes de Esteban quedaron furiosos, mientras él miró para el cielo y vio la gloria de Dios (7:54-56).

— Los miembros del Consejo Superior apedrearon a Esteban (7:57-58).

— Esteban oró, entregando su espíritu a Jesús y pidiendo que Dios no condenara a los que lo apedreaban (7:59-60).

— Saulo estaba presente y estaba de acuerdo con la muerte de Esteban (7:58; 8:1).

 

La Iglesia es Perseguida y se Dispersa

— Empezó una gran persecución contra la iglesia que estaba en Jerusalén, siendo que solamente los apóstoles no fueron dispersados (8:1-2).

— Saulo intentaba acabar con la iglesia (8:3).

— Felipe fue a Samaria y anunciaba a Cristo. Las multitudes ponían atención y hasta Simón, que hacía hechicerías, creyó (8:4-13).

— Pedro y Juan fueron a Samaria, oraron por los samaritanos, pusieron las manos sobre ellos y así ellos recibieron el Espíritu Santo (8:14-17).

— Simón ofreció dinero a Pedro y Juan para tener el poder de colocar las manos sobre alguien y esa persona recibir el Espíritu (8:18-19).

— Pedro reprendió a Simón por pensar que podría comprar el don de Dios con dinero (8:20-24).

— Pedro y Juan volvieron para Jerusalén, anunciando el Evangelio en aldeas de Samaria (8:25).

— Un ángel mandó a Felipe ir a un lugar desierto (8:26); él se preparó y fue (8:27).

— En el camino, Felipe vio a un eunuco, alto funcionario de Etiopía, en su carruaje, leyendo el libro del profeta Isaías (8:28).

— El Espíritu Santo mandó a Felipe acercarse. Él oyó al funcionario leyendo la Biblia y le preguntó si estaba entendiendo lo que leía (8:29). El eunuco invitó a Felipe a subir y sentarse con él (8:31).

— Felipe empezó a explicar la parte de las Escrituras que el eunuco estaba leyendo y, a continuación, le anunció la Buena Nueva a respecto de Jesús (8:32-35).

— Llegaron a un lugar donde había agua y el eunuco quiso ser bautizado (8:36-38).

— El Espíritu se llevó a Felipe. El eunuco continuó su viaje lleno de alegría (8:39).

— Felipe, viajando, anunció la Buena Nueva del Evangelio (8:40).

 

Saulo se Convierte

— Saulo continuaba a perseguir a los seguidores de Jesús y recibió autoridad para tomar presos a los que estaban en Damasco (9:1-2).

— En el camino, de repente una luz brilló alrededor de Saulo. Él escuchó una voz preguntando por qué lo perseguía (9:3-4). Saulo preguntó quién era, y la voz dijo ser Jesús (9:5).

— Los hombres que estaban con Saulo oyeron la voz pero no vieron a nadie (9:7).

— Saulo no podía ver y fue llevado para Damasco, donde estuvo tres días sin comer ni beber (9:8-9).

— Dios orientó a Ananías, un discípulo de Jesús, para que fuera a la casa donde estaba Saulo (9:10-12).

— Ananías respondió que Saulo hacía maldades a los que creían en el Señor y estaba en Damasco para llevarlos presos (9:13-14).

— El Señor respondió que había escogido a Saulo para trabajar para Él con los no-judíos (9:15).

— Ananías fue donde estaba Saulo. Saulo recuperó la vista, fue bautizado y, después de comer, también recuperó sus fuerzas como antes (9:19).

— Saulo empezó a anunciar a Jesús en Damasco. Los judíos resolvieron matarlo, pero él escapó una noche, bajando de la muralla de la ciudad dentro de un canasto (9:20-25).

— Saulo fue para Jerusalén e intentó juntarse con los discípulos, pero todos le tenían miedo (9:26).

— Bernabé presentó Saulo a los apóstoles (9:27).

— Saulo anunció con osadía el nombre del Señor en Jerusalén. También discutía con los judíos que hablaban en griego. Ellos buscaban una manera de matarlo (9:28-30).

— Los hermanos llevaron a Saulo a la ciudad de Cesarea y después lo mandaron para Tarso (9:30).

— La Iglesia estaba en paz, se fortalecía a cada día y crecía en número, mostrando temor del Señor (9:31).

 

Situación-final:  En toda la región de Judea, Galilea y Samaria, la Iglesia estaba en paz. Con la ayuda del Espíritu santo la Iglesia se fortalecía, crecía en número de personas y mostraba gran temor del Señor.

 

NARRATIVA:

 

Esteban, el Primer Mártir

 

            En Jerusalén, el número de los seguidores de Jesús crecía cada vez más (6:7).

            Esteban, uno de los siete escogidos para servir a las mesas de las viudas, era un hombre lleno de poder. Él hacía milagros y maravillas entre el pueblo. Judíos que venían de algunos lugares de fuera de Jerusalén, tales como África y Asia, empezaron a discutir con él. Pero el Espíritu Santo daba tanta sabiduría a Esteban, que él vencía todas las discusiones (6:8-10).

            Los que discutían con Esteban hicieron acusaciones falsas contra él, diciendo que había hablado ¡contra el Templo, contra Moisés y contra Dios! (6:11-15). Entonces, sublevaron al pueblo y sus líderes. Lo tomaron, lo llevaron delante del Consejo Superior y buscaron a algunos hombres para dar falsos testimonios, diciendo que él había hablado contra el Templo, contra la Ley de Moisés que decía que Jesús destruiría el Templo y cambiaría todas las costumbres que Moisés había dado (6:12-14).

            Todos los que estaban sentados en la sala del Consejo Superior miraron bien para Esteban y vieron que su rostro se parecía con el rostro de un ángel (6:15).

            Cuando el Sumo Sacerdote le preguntó a Esteban si las acusaciones eran verdaderas, él se defendió en el Consejo Superior dando ejemplos del pasado, cuando los judíos rechazaron a los hombres santos de Dios. Él empezó su defensa recordándose de Abraham, de Isaac y de Jacob y, después, del hijo de Jacob, José, que fue rechazado y fue vendido como esclavo por sus hermanos.  José, que fue rechazado, fue aquel a quien Dios usó para suplir a sus hermanos y a sus familias con alimento (7:1-16). Años después que la generación de José y de sus hermanos murió, el nuevo Faraón de Egipto esclavizó a los israelitas. Cuando Moisés trató de ayudar a sus compatriotas israelitas, ellos lo rechazaron. Sin embargo, Dios estaba con Moisés, aquel a quien los israelitas habían rechazado, y lo hizo jefe y libertador de Israel. Fue Moisés quien los sacó de Egipto, realizando milagros allá, en el mar Rojo y en el desierto, durante cuarenta años (7:17-38).

            Esteban les recordó a sus oyentes que sus antepasados se negaron a obedecer a Moisés, cuando los guiaba a través del desierto. Rechazaron a Moisés, el líder colocado por Dios sobre ellos, y querían volver para Egipto. Hasta llegaron a pedirle a Aarón que hiciera un ídolo con la forma de un becerro (7:39-41). Aun cuando Dios trajo a sus antepasados de vuelta a la tierra prometida y se las dio a ellos, rechazaron la autoridad de Dios y adoraron a los ídolos de las naciones a su alrededor (7:42-43).

            Esteban dijo que la construcción del tabernáculo en el desierto había sido ordenada por Dios, de acuerdo con el modelo que Él le había dado a Moisés. La idea de construir el Templo fue de David, sin embargo fue Salomón quien lo construyó. Pero el Altísimo Dios no habita en casas construidas por el hombre (7:44-50).

            Esteban terminó diciendo: “¡Cómo ustedes son obstinados! ¡Cómo son duros de corazón y sordos para oír el mensaje de Dios! ¡Ustedes son como sus antepasados: siempre han rechazado al Espíritu Santo! ¿Cuál es el profeta al cual sus antepasados no persiguieron? Ellos mataron a los mensajeros de Dios que en el pasado anunciaron la venida del Justo. Y ahora ustedes lo traicionaron y lo asesinaron” (7:51-53).

            Cuando los miembros del Consejo Superior oyeron lo que Esteban dijo, quedaron furiosos y crujieron los dientes contra él. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, miró para el cielo y vio la gloria de Dios. Vio a Jesús en pie al lado derecho de Dios. Entonces dijo: “¡Miren! ¡Yo estoy viendo el cielo abierto y el Hijo del Hombre en pie al lado derecho de Dios!”(7:54-56).

            Entonces ellos se taparon los oídos y, dando gritos altos, avanzaron todos juntos contra Esteban. Después lo empujaron para fuera de la ciudad y lo apedrearon. Los testigos dejaron sus capas con un joven llamado Saulo (7:57-58).

            Mientras lanzaban piedras, Esteban clamaba a Jesús, diciendo: “¡Señor Jesús, recibe mi espíritu!”

            Después, se arrodilló y gritó con voz bien fuerte: “¡Señor! ¡No los condenes por causa de este pecado!” Después de decir esto, murió (7:59-60).

            Saulo estaba presente y estaba de acuerdo con la muerte de Esteban (7:58; 8:1).

 

La Iglesia es Perseguida y se Dispersa

 

            Ese mismo día empezó una violenta persecución contra la Iglesia en Jerusalén. Todos los seguidores de Cristo, menos los apóstoles, fueron dispersados. Algunos hombres enterraron a Esteban y lloraron mucho por causa de su muerte (8:1-2).

            Saulo intentaba acabar con la Iglesia. Iba casa por casa, arrastraba a hombres y mujeres y los echaba a la cárcel (8:3).

            Los que habían sido dispersados anunciaban la Buena Nueva del Evangelio por donde pasaban. Felipe fue a Samaria y anunciaba a Cristo para las personas de ese lugar. Las multitudes ponían atención a lo que Felipe decía y veían los milagros que él hacía. Los espíritus malignos salían gritando de muchas personas, y muchos cojos y paralíticos también eran sanados. Hubo gran alegría en esa ciudad (8:4-8).

            Vivía en Samaria un hombre llamado Simón, que hacía hechicerías, cosas mágicas y engañaba al pueblo de esa ciudad. Simón se hacía de importante y los habitantes de Samaria aseguraban: “¡Este hombre tiene el poder de Dios!” Hacía mucho tiempo que los engañaba a todos con esos poderes mágicos (8:9-11).

             No obstante, los samaritanos creyeron en el mensaje de Felipe y fueron bautizados en nombre de Jesucristo, tanto hombres como mujeres. El propio Simón también creyó. Después de ser bautizado, acompañaba a Felipe de cerca, muy admirado con los milagros que eran hechos (8:12-13).

            Los apóstoles, que estaban en Jerusalén, supieron que el pueblo de Samaria había recibido el mensaje de Dios y por eso Pedro y Juan fueron para allá. Cuando los dos llegaron, oraron por los samaritanos, les impusieron las manos y de esta forma ellos recibieron el Espíritu Santo, pues el Espíritu no había descendido todavía sobre ninguno de ellos. Habían sido apenas bautizados en nombre del Señor Jesús (8:14-17).

            Simón vio que el Espíritu Santo era dado cuando los apóstoles ponían las manos sobre las personas. Por eso, ofreció dinero a Pedro y Juan para tener también el poder de poner las manos sobre alguien y esa persona recibir el Espíritu (8:18-19).

            Pedro lo reprendió: “¡Que Dios te mande a ti y a tu dinero para el infierno! ¿Tú piensas que puedes comprar el don de Dios con dinero? Arrepiéntete, deja tu plan perverso y pide al Señor que te perdones por este mal pensamiento. Veo que estás lleno de envidia, una envidia amarga como la hiel, y estás aprisionado por el pecado”.

            Simón dijo a Pedro y a Juan: “¡Pidan al Señor por mí, para que no suceda conmigo nada de lo que ustedes dijeron!” (8:20-24).

            Pedro y Juan volvieron para Jerusalén, anunciando el Evangelio en muchas aldeas de Samaria (8:25).

            Un ángel mandó que Felipe fuera al camino que iba de la ciudad de Jerusalén a la ciudad de Gaza. Poca gente pasaba por ese camino. Él se preparó y fue (8:26-27). En el camino, Felipe vio a un eunuco, un importante funcionario del país llamado Etiopía. Él era tesorero y administrador de las finanzas de la reina de Etiopía y había ido a Jerusalén para adorar a Dios. En su carruaje, cuando volvía de Jerusalén, estaba leyendo el libro del profeta Isaías. El Espíritu Santo mandó que Felipe se acercara. Él escuchó al funcionario leyendo la Biblia y le preguntó: “¿Entiendes lo que estás leyendo?”

            El funcionario le respondió: “¿Cómo puedo entender lo que estoy leyendo si nadie me explica?” Entonces invitó a Felipe a subir en el carruaje y sentarse con él (8:28-31).

            Felipe empezó a explicar la parte de las Escrituras que el eunuco estaba leyendo y, continuando, anunció la Buena Nueva a respecto de Jesús (8:32-35). Mientras estaban viajando, llegaron a un lugar donde había agua y el eunuco dijo: “Mira, aquí hay agua. ¿Qué impide que yo sea bautizado?”

            Felipe le respondió: “Si crees con todo el corazón, nada impide”.

            El eunuco respondió: “Yo creo que Jesucristo es el Hijo de Dios”.

            Mandó parar el carruaje, bajaron los dos al agua, Felipe y el eunuco, y él lo bautizó (8:36-38).

            Cuando subieron del agua, el Espíritu del Señor se llevó a Felipe y el eunuco no lo vio más. Sin embargo, continuó su viaje lleno de alegría (8:39).

            Felipe se encontró en Azoto y, yendo más adelante, anunciaba la buena nueva del Evangelio en todas las ciudades que atravesaba, hasta que llegó a Cesarea (8:40).

 

Saulo se Convierte

 

            Saulo continuaba a perseguir a los seguidores de Jesús y recibió cartas del Sumo Sacerdote para llevar presos a los que estaban en Damasco. Con esos documentos, Saulo podía tomar presos a los seguidores del Camino del Señor que vivían allí y llevarlos presos a Jerusalén (9:1-2).

            Pero, en el camino de Damasco, de repente una luz que venía del cielo brilló alrededor de Saulo. Él cayó al suelo y escuchó una voz preguntando: “Saulo, Saulo, “¿por qué me persigues?”

            Preguntó Saulo: “¿Quién eres?”

            La misma voz respondió: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Pero, levántate, entra en la ciudad, y allí te dirán lo que debes hacer” (9:3-6).

            Los hombres que viajaban con Saulo se habían detenido, mudos de espanto; ellos oyeron la voz, pero no veían a nadie (9:7).

            Saulo se levantó del suelo y abrió los ojos, pero no podía ver. Entonces lo tomaron de la mano y lo llevaron para Damasco donde estuvo tres días sin ver y sin comer o beber nada (9:8-9).

            En Damasco vivía un discípulo de Jesús llamado Ananías. Él tuvo una visión, y en ella apareció el Señor, llamándolo: “¡Ananías!”

            Él respondió: “¡Sí, Señor!”

            El Señor le dijo: “Prepárate y anda a la casa de Judas, en la calle Derecha, y busca a un hombre de la ciudad de Tarso, llamado Saulo. Él está orando y tuvo una visión. En ella apareció un hombre llamado Ananías, que entró y le impuso las manos para hacerlo ver nuevamente.”

            Ananías respondió: “Señor, mucha gente habla a respecto de las maldades que ese hombre ha hecho en Jerusalén a los que creen en el Señor. Y ahora él vino aquí a Damasco con autorización para llevarse presos a los que invocan tu nombre”.

            Pero Dios le dijo: “Anda, porque yo escogí a ese hombre para trabajar para mí, para anunciar mi nombre a los no-judíos, a los reyes y a los propios israelitas. Yo voy a mostrar a Saulo todo lo que él debe sufrir por mi causa”.

            Entonces Ananías fue, entró en la casa de Judas, impuso las manos en Saulo y le dijo: “Mi hermano Saulo, el Señor que me mandó aquí es el mismo Jesús que viste en el camino de Damasco. Él me mandó para que puedas recuperar la vista y quedarte lleno del Espíritu Santo”.

            En el mismo instante, una especie de escamas cayó de los ojos de Saulo, y él empezó a ver nuevamente. Él se levantó y fue bautizado. Después se alimentó y recuperó sus fuerzas (9:10-19).

            Saulo se quedó algunos días con los seguidores de Jesús en Damasco. Luego empezó a anunciar a Jesús en las casas de oración de los judíos en Damasco, diciendo que Jesús era el Hijo de Dios.

            Todos se admiraban y preguntaban: ““¿No es este el hombre que está matando a todos los seguidores de Jesús?  “¿No es él quien vino aquí para aprisionarlos?”

            Sin embargo Saulo hablaba cada vez con más ahínco sobre la doctrina que anunciaba y los judíos no sabían responder a las pruebas que él presentaba de que Jesús era el Mesías. Entonces los judíos resolvieron matarlo, pero Saulo supo de su plan. Ellos vigilaban los portones de la ciudad día y noche, para matarlo. Pero, una noche, Saulo huyó, bajando la muralla de la ciudad dentro de un canasto (9:20-25).

            Saulo fue a Jerusalén y trató de juntarse con los discípulos, pero todos tenían miedo, porque no creían que él también fuera de hecho un seguidor de Jesús. Fue ahí que Bernabé lo ayudó, presentándolo a los apóstoles (9:26-27).

            Después de eso, Saulo empezó a convivir con ellos en Jerusalén y anunciaba con coraje el nombre del Señor. También conversaba y discutía con los judíos que hablaban griego. Pero ellos buscaban una manera de matarlo. Cuando los hermanos supieron eso, llevaron a Saulo a la ciudad de Cesarea y después lo mandaron para Tarso (9:28-30).

            La Iglesia estaba en paz en toda la región de Judea, Galilea y Samaria. Ella se fortalecía, crecía en número con la ayuda del Espíritu Santo y mostraba temor del Señor (9:31).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         El testimonio fiel a Jesús es motivo de acusaciones falsas de los que quieren defender su religión. Testigos falsos mintieron, diciendo que Esteban había blasfemado contra Moisés y contra Dios (6:9-14).

2.         Contar las narrativas bíblicas y hacer aplicaciones es una forma de enseñar doctrina. Para enseñar el universalismo del Evangelio, Esteban narró hechos históricos de Dios teniendo encuentros con los hombres fuera del Templo (Ejemplo: Abraham, José, Moisés). Para enseñar que Israel siempre fue rebelde, él contó narrativas de los hermanos de José rechazándolo (7:9-14), los israelitas esclavos en Egipto rechazando a Moisés (7:24-28, 35) y otros profetas y, finalmente, crucificando al Justo (7:51-52).

3.         La Trinidad sustenta al creyente fiel en la hora de la persecución. Cuando el Consejo Superior, enfurecido, crujía los dientes contra Esteban queriendo su linchamiento, el Espíritu lo llenó con paz y amor (7:55, 60; vea Gá. 5:22); él vio la gloria de Dios Padre (7:55) y Jesucristo a Su derecha, en pie, abriendo los cielos para recibirlo (7:55).

4.         Quien está lleno del Espíritu Santo va a manifestar las actitudes de Cristo. Esteban estaba lleno del Espíritu Santo (7:55) y murió como Cristo, perdonando a los culpables de su muerte (7:60 con Lc. 23:34).

5.         Jesús transforma los prejuicios de sus seguidores. El Espíritu Santo libra al seguidor del odio por los enemigos culturales y hasta puede darle un ministerio con ellos. Juan, con el apodo “hijo del Trueno” (Mc. 3:17), el que quiso hacer caer fuego del cielo sobre los samaritanos (Lc. 9:51-55), fue un instrumento usado por Dios para traer el Espíritu para ellos (Hch. 8:14-17). Una muestra de la transformación de Juan es que él colocó sus manos sobre las cabezas de los samaritanos.

6.         El creyente hace parte de una cultura que tiene sus enemigos culturales, sin embargo, el Evangelio también lo es para ellos. Los judíos y los samaritanos eran enemigos culturales. Jesús evangelizó a la mujer samaritana (Jn. 4). Felipe llevó el Evangelio para Samaria (Hch. 8:4-13). Juan, el que quiso hacer caer fuego del cielo sobre los samaritanos (Lc. 9:51-55), se transformó en un instrumento usado por Dios para traer el Espíritu para ellos (Hch. 8:14-17). Los enemigos de Jonás eran personas que Dios quería salvar (Jn. 1:1-2; 4:2-11).

7.         Oportunidades para el seguidor de Jesús pueden venir en forma de oposición, problemas y persecución. La muerte de Esteban y la persecución a seguir, dieron inicio al testimonio sobre Cristo en todas las naciones (8:4).

8.         Quien quiere hacer negocio con los dones del Espíritu se vuelve un socio de Satanás. Cuando Simón vio que el Espíritu Santo era dado cuando los apóstoles ponían las manos sobre las personas, él ofreció dinero a Pedro y Juan para tener el mismo poder. Pedro respondió: “¡Que Dios te mande a ti y a tu dinero para el infierno!” (8:18-22).

9.         Querer librarse del sufrimiento, que es la consecuencia del pecado, es diferente de arrepentimiento. Simón no quiso sufrir las consecuencias del intento de hacer negocio con el don del Espíritu, pero no demostró arrepentimiento por tener ese deseo (8:24). Caín reclamó contra el castigo de su pecado de matar a Abel, su hermano, pero no se arrepintió del mal que había hecho, ni admitió la justicia de su castigo (Gn. 4:13-14).

10.       Los dos principales métodos para que la Iglesia crezca son:

-- predicación de la Palabra en público;

-- evangelismo personal, hablando de Jesús a las personas, una por una.

Felipe usó los dos métodos. En Samaria él predicó en público (8:5-8); en el camino de Gaza él hizo evangelismo personal (8:26-29).

11.       La obra de evangelizar personas es dirigida pasa a paso por el Espíritu Santo. El Espíritu orientó a Felipe para evangelizar al eunuco (8:29).

12.       El bautismo es la demostración pública de aceptación del Evangelio. En el libro de Hechos, el bautismo no demoraba. Luego que aceptaron el Evangelio, los samaritanos fueron bautizados (8:12) y el eunuco quiso ser bautizado inmediatamente (8:38). Antes de su ascensión Jesús ordenó a sus discípulos que predicaran el Evangelio, bautizando a todos los que creían en este mensaje (Mt. 28:19; Mc. 16:15-16). La Iglesia obedeció a esa orden, empezando en el día de Pentecostés (Hch. 2:38, 41; 8:12-13, 36-38; 9:18; 10:48; 16:14-15, 32-33; 18:8; 19:5; 22:13-16).

13.       La conversión de una sola persona puede cambiar la historia del mundo. La conversión de Saulo, también llamado Pablo, cambió la historia de la Iglesia y es el acontecimiento más importante de la historia, desde el Pentecostés hasta el siglo actual (9:1-9).

14.       Las cualidades que hacen de alguien o un grupo un enemigo agresivo del Evangelio, son las mismas que les dan, después de la conversión, más iniciativa para anunciar el Evangelio.  Saulo, el que perseguía a la Iglesia, fue transformado en Pablo, el mayor misionero. Los helenistas, los judíos que hablaban griego, eran los que reaccionaban de manera más violenta contra la propagación del Evangelio (6:9-14; 7:58; 9:1; 21-27; 24:19), pero así que se convertían eran, en la Iglesia, los que tenían más iniciativa para propagar el Evangelio (Esteban: Hch. 6:8-7:52; Felipe: Hch. 8:4-40).

15.       Jesús se identifica de tal manera con sus seguidores que maltratar a cualquiera de ellos es herirlo a Él. Saulo (Pablo) estaba persiguiendo a los seguidores de Jesús. Jesús se presentó a Saulo: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues” (9:5). Todo lo que se hace a los discípulos por causa del nombre de Jesús es a Jesús que se está haciendo (Mt. 10:40-42). En el Antiguo Testamento, Dios se identificaba tan íntimamente con su pueblo que se consideraba como siendo uno solo con Él, y cualquier ofensa o insulto a él dirigido era como si estuviera siendo dirigido al propio Dios (Is. 63:9; Zac. 2:7-8). De la misma forma Cristo se identifica también tan íntimamente con los creyentes que ellos son considerados como uno solo con Él (Mt. 10:40; Hch. 9:1, 4-5).

16.       El religioso puede ser sincero, pero equivocado. Como buen fariseo, Saulo conocía las Escrituras y oraba a Dios. Pensaba que estaba haciendo la voluntad de Dios al perseguir a los Cristianos. Sin embargo, al perseguirlos, estaba realmente persiguiendo a Cristo (9:4-5).

17.       Es diferente participar del acto religioso llamado oración y realmente orar. El Señor avisó a Ananías: Saulo “está orando” (9:11). Saulo, como fariseo, participaba de las ceremonias que los hombres llamaban “oración”, por lo menos tres veces al día. Pero es solamente esa vez que Dios considera que Saulo está orando.

18.       Jesús es el Señor y tiene derecho de exigir que un seguidor cumpla una misión contraria a su voluntad personal. Ananías no quería ir donde estaba Saulo, el hombre que persiguió a los seguidores de Jesús, sin embargo, Jesús lo mandó que fuera (9:13-14).

19.       El sufrimiento por parte de los seguidores de Jesús es fundamental para hacer avanzar a la Iglesia y a Su reino. El sufrimiento de Pablo por el nombre de Jesús era fundamental para el avance del Evangelio (9:16; vea Col. 1:24; 2 Co. 11:23-33).

20.       El nuevo convertido debe empezar luego a dar testimonio de Jesús. Luego después de su conversión, Pablo predicaba en las sinagogas sobre Jesús, afirmando que Él era el Hijo de Dios (9:20).

21.       Quien da testimonio de Jesús corre el riesgo de tener como enemigo a quien rechaza el Evangelio. Saulo predicaba en Damasco después de su conversión y los judíos resolvieron matarlo, pero Saulo consiguió escapar (9:19-25). Él fue a Jerusalén y allá evangelizaba. Los judíos que hablaban griego buscaban una manera de matarlo (9:26-29).

22.       El creyente convertido que tiene un pasado puede ser aceptado por Dios, sin embargo enfrenta dificultades para ser aceptado por otros seguidores de Jesús. Cuando Saulo fue a Jerusalén y trató de juntarse con los discípulos, todos le tenían miedo, no creyendo que él fuera discípulo (9:26).

23.       El nuevo creyente, a pesar de su pasado, debe ser aceptado como hermano. Ananías aceptó a Saulo como hermano (9:17) y Bernabé hizo de la misma forma (9:27).

24.       El hecho de aceptar un creyente tal como es no quiere decir que él no necesite de cambios. Dios quiere transformar la vida del creyente. Dios transformó la vida de Saulo después de su conversión.

 

PREGUNTAS:

 

1.         ¿Cómo fueron la prisión y la defensa de Esteban? ¿Cómo Esteban dio testimonio mientras estaba siendo apedreado?

2.         ¿Cuál fue la participación de Saulo en la persecución a los seguidores de Jesús??

3.         ¿Cuáles fueron algunas consecuencias ventajosas de la persecución a la Iglesia?

4.         ¿Cómo fue que Felipe, escogido para servir a las mesas, colaboró en la expansión de la Palabra?

5.         ¿Cómo sucedió la conversión de Saulo?

6.         ¿Por qué Ananías fue reacio en obedecer a Dios? ¿Qué usted puede aprender de Ananías, cuando Dios le pide que haga alguna cosa que es contraria a la lógica, según usted? 

7.         ¿Qué sucedió con Saulo en Damasco, después de su conversión?

8.         ¿Quién ayudó a Saulo a ser aceptado en la Iglesia de Jerusalén?

9.         ¿Qué usted aprendió sobre Esteban, Felipe y Saulo que puede ayudarlo cuando sea perseguido por causa del Evangelio?

10.       ¿De qué manera los creyentes de hoy son perseguidos?

 


EL PRIMER VIAJE MISIONERO DE
BERNABÉ Y PABLO

 

TEXTO: Hechos 13 - 15

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            Antes de Jesús volver al cielo, prometió a los apóstoles que, cuando el Espíritu Santo viniera sobre ellos, serían sus testigos en Jerusalén, Judea, Samaria y hasta los confines de la Tierra. Después de la venida del Espíritu Santo, la Iglesia en Jerusalén creció con los judíos convertidos. Con la muerte de Esteban, la Iglesia fue perseguida y se dispersó, oportunidad en que divulgaron las Buenas Nuevas del Evangelio. Felipe fue hasta Samaria, y la Iglesia ahora crecía con los judíos samaritanos convertidos. El terrible perseguidor de la Iglesia, Saulo, se convirtió. Pedro fue el primero a evangelizar a los no-judíos cuando Dios lo guio hasta la casa de Cornelio.

            Algunos creyentes dispersos por la persecución llegaron a Antioquía de Siria y anunciaron el Evangelio a los no-judíos. Muchos se convirtieron. La Iglesia de Jerusalén mandó a Bernabé a Antioquía y él buscó a Saulo para ayudarlo. Juntos, ellos enseñaron a muchas personas.

 

Personajes-clave: Bernabé y Saulo (Pablo)

 

Lugares-clave: Antioquía de Siria, Chipre, Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra, Derbe y Jerusalén.

 

Repeticiones-clave:

- Los apóstoles anunciaron el Evangelio: en Chipre en las casas de oración de los judíos (13:5-6) y para el gobernador (13:7-12); en Antioquía de Pisidia, en la casa de oración de los judíos (13:14-41), después que los judíos insultaron a Pablo, ellos evangelizaron a los no-judíos (13:44-47); el mensaje se esparció por toda aquella región (13:48-49); en Iconio, primero en las casas de oración de los judíos y después a los no-judíos (14:1-4); en las ciudades de Listra y Derbe (14:6-7, 21).

- Los oyentes de los apóstoles creyeron en su mensaje: en Chipre, el gobernador creyó (13:7-12); en Antioquía de Pisidia, muchos judíos creyeron (13:42-43); allá, Pablo y Bernabé evangelizaron a los no- judíos y el mensaje se esparció por toda aquella región (13:48-49); en Iconio, muchos judíos y griegos adhirieron a la fe en Cristo (14:1-4); en Derbe, consiguieron muchos discípulos (14:21).

 - Pablo y Bernabé entraron en una ciudad, anunciaron a Jesús en la Casa de Oración de los Judíos, hubo una oposición por parte de los judíos y los dos partieron para evangelizar a los no-judíos: en Antioquía de Pisidia (13:14-47); en Iconio: (14:1-5).

- La oposición al mensaje de Jesús: en Chipre, un falso profeta, Elimas, se puso contra Pablo y Bernabé (13:7-12); en Antioquía de Pisidia los judíos insultaron a Pablo (13:44-47) y ellos fueron perseguidos y expulsados de la región (13:50-52); en Iconio los judíos allí también pusieron a los no- judíos contra los apóstoles, la ciudad quedó dividida y algunos resolvieron maltratar a los apóstoles (14:1-7); en Listra y Derbe, judíos vinieron de Antioquía y de Iconio y llevaron la multitud a apedrear a Pablo (14:19); en Antioquía de Siria, algunos judíos enseñaron que los no-judíos no podrían salvarse si no fueran circuncidados. Pablo y Bernabé discordaron (15:1-2); en Jerusalén, algunos fariseos convertidos dijeron que los no-judíos tendrían de ser circuncidados y obedecer a la Ley de Moisés (15:4-6).

- Conflicto en la Iglesia: Juan Marcos se separó de Pablo y Bernabé (13:13); en Antioquía de Siria, algunos judíos enseñaron que los cristianos no-judíos tendrían que circuncidarse, Pablo y Bernabé discordaron (15:1-2); en el Consejo de Jerusalén, los apóstoles y los presbíteros discutieron el asunto si los no-judíos cristianos tendrían que ser circuncidados y obedecer a la Ley de Moisés (15:4-6); en Antioquía de Siria, Pablo y Bernabé tuvieron una discusión tan violenta a respecto de Juan Marcos que se separaron (15:37-39).

- Juan Marcos: Bernabé y Saulo visitaron Jerusalén, en la vuelta para Antioquía, trajeron en su compañía a Juan Marcos (12:25); Juan Marcos estaba con Bernabé y Saulo auxiliándolos en la isla de Chipre (13:5-6); cuando los apóstoles partieron de la isla de Chipre, Juan Marcos se separó de ellos (13:13); después del consejo en Jerusalén, Pablo sugirió a Bernabé que visitaran a los hermanos en todas las ciudades donde ya habían anunciado el Evangelio. Bernabé quería llevar a Juan Marcos y Pablo no estuvo de acuerdo. Tuvieron, por eso, una discusión tan violenta que se separaron. Bernabé partió con Juan Marcos y Pablo y Silas partieron juntos (15:35-41).

 

Sentimientos-clave:

- En todos los lugares visitados por Bernabé y Saulo (Pablo): el coraje y la persistencia de los misioneros; la oposición de parte de aquellos que rechazaron el Evangelio; y la victoria, pues había los que creyeron.

- En las Iglesias de Antioquía de Siria y Jerusalén: la contienda de los judíos cristianos, que enseñaron que los no-judíos solo podrían salvarse si fueran circuncidados, contra Pablo y Bernabé que discordaron.

- La alegría de la Iglesia en Antioquía con la carta del Consejo de Jerusalén.

- La discusión entre Pablo y Bernabé por causa de Juan Marcos.

 

Problema-inicial: El liderazgo en la Iglesia de Antioquía estaba adorando a Dios, cuando el Espíritu Santo mandó separar a Bernabé y Saulo para hacer el trabajo misionero (13:1-2).

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:

La Misión de Bernabé y Saulo

— El liderazgo en la Iglesia de Antioquía estaba adorando a Dios, cuando el Espíritu Santo mandó separar a Bernabé y Saulo (13:1-2).

— Bernabé y Saulo partieron de Antioquía (13:3-4).

 

En Chipre

— Bernabé y Saulo anunciaron el Evangelio en las casas de oración de los judíos. Juan Marcos estaba con ellos (13:5-6).

— El gobernador quiso oír el Evangelio. Un falso profeta, Elimas, se puso contra Pablo y Bernabé, fue castigado por Dios y quedó ciego. El gobernador creyó (13:7-12).

— Juan Marcos volvió a Jerusalén (13:13).

 

En Antioquía de Pisidia

— El sábado, en la casa de oración de los judíos, Pablo habló de la historia de Israel, de la vida, muerte y resurrección de Jesús y que era por medio de Jesús que el mensaje del perdón de pecados era anunciado (13:14-41).

— Muchos judíos creyeron (13:42-43).

— Una multitud volvió al sábado siguiente. Los judíos insultaron a Pablo. Él y Bernabé evangelizaron a los no-judíos (13:44-47).

— El mensaje se esparció por toda aquella región (13:48-49).

— Pablo y Bernabé fueron perseguidos y expulsados de la región (13:50-52).

 

En Iconio

— Los judíos allí también atizaron a los no-judíos contra los hermanos. Los apóstoles hablaron con coraje y la ciudad quedó dividida (14:1-4).

— Algunos resolvieron maltratar a los apóstoles. Ellos huyeron para regiones vecinas y allí anunciaron el Evangelio (14:5-7).

 

En Listra y Derbe

— Pablo curó a un cojo y el pueblo gritó que los dioses de Júpiter y Mercurio habían llegado hasta ellos en forma de hombres (14:8-12).

— El sacerdote de Júpiter trajo bueyes para ofrecer en sacrificio a Bernabé y Pablo, sin embargo, los apóstoles evitaron que el pueblo ofreciera los animales en sacrificio a ellos (14:13-18).

— Judíos vinieron de Antioquía y de Iconio y llevaron la multitud a apedrear a Pablo. Pensaron que lo habían dejado muerto (14:19).

— Los apóstoles partieron para Derbe, donde anunciaron el Evangelio y consiguieron muchos discípulos (14:21).

 

En la vuelta para Antioquía de Siria

— Pablo y Bernabé pasaron por las ciudades de Listra, Iconio y Antioquía de Pisidia para aconsejar a los cristianos, prepararlos para el sufrimiento y escoger presbíteros (14:22-23).

— Llegaron a Antioquía de Siria y contaron todo lo que Dios había hecho por medio de ellos (14:27-28).

— Algunos judíos enseñaron que los no-judíos no podrían salvarse si no fueran circuncidados. Pablo y Bernabé discordaron y, con más algunos, fueron a Jerusalén para estudiar ese asunto (15:1-2).

 

El Consejo de Jerusalén

— Pablo y Bernabé contaron sus experiencias. Algunos fariseos convertidos dijeron que los no-judíos tendrían de ser circuncidados y obedecer a la Ley de Moisés. Los apóstoles y los presbíteros se reunieron para estudiar el asunto (15:4-6).

— Pedro dijo que, cuando anunció el Evangelio a los no-judíos, ellos recibieron el Espíritu Santo como judíos, y Dios les perdonó, porque creyeron. Dijo que estaban queriendo poner una carga sobre los no-judíos que ni los propios judíos podían cargar (15:7-11).

— Santiago aconsejó a no molestar a los no-judíos que se estaban convirtiendo (15:13-21).

— El consejo de Jerusalén mandó una carta a Antioquía, aconsejando que los cristianos no-judíos no comieran ninguna comida ofrecida en sacrificio a los ídolos, no practicaran inmoralidades, no comieran la carne de ningún animal que hubiera sido estrangulado, ni comieran sangre (15:22-30).

 

En Antioquía da Siria

— Los cristianos en Antioquía quedaron contentos con la carta (15:30-33).

— Pablo sugirió a Bernabé que visitaran a los hermanos en todas las ciudades donde ya habían anunciado el Evangelio (15:35-36).

— Bernabé quería llevar a Juan Marcos y Pablo no concordó. Tuvieron, por eso, una discusión tan violenta que se separaron (15:37-39).

— Bernabé partió con Juan Marcos para Chipre, y Pablo y Silas cruzaron las regiones de Siria y Cilicia (15:39-41).

 

Situación- final: El consejo de Jerusalén no exigió que los cristianos no-judíos fueran circuncidados y obedecieran a la Ley de Moisés. Con la separación de Pablo y Bernabé, hubo dos grupos misioneros: Bernabé con Juan Marcos y Pablo con Silas.

 

NARRATIVA:

 

La Misión de Bernabé y Saulo

 

            Cierto día, mientras los profetas y maestros de la Iglesia de Antioquía estaban juntos celebrando culto a Dios y ayunando, el Espíritu Santo mandó separar a Bernabé y Saulo, para hacer el trabajo para el cual habían sido llamados. Los líderes de la Iglesia ayunaron y oraron, pusieron las manos sobre Bernabé y Saulo y los enviaron para cumplir su misión (13:1-3). Juan Marcos estaba con ellos, para ayudarlos (13:5). Enviados, pues, por el Espíritu Santo, ellos partieron de Antioquía de Siria y embarcaron para la isla de Chipre (13:4).

 

En Chipre

 

En Chipre, Bernabé y Saulo anunciaron el Evangelio en las casas de oración de los judíos (13:5-6). Cuando llegaron a la ciudad de Pafos, el gobernador de la isla, Sergio Pablo, mandó a llamarlos, pues quería oír el mensaje de Dios. Barjesús, cuyo nombre en griego se traduce como Elimas, amigo del gobernador, era un judío mago y falso profeta. Él estaba contra los apóstoles, buscando apartar de la fe al gobernador.

            Entonces Saulo, también conocido como Pablo, lleno del Espíritu, miró bien firme a Elimas y dijo: “¡Hijo del Diablo! ¡Enemigo de todo lo que es bueno! ¡Hombre malo y mentiroso! ¿Por qué no dejas de torcer la verdadera enseñanza del Señor? Ahora él te va a castigar. Quedarás ciego por algún tiempo”.

            En el mismo instante Elimas sintió la oscuridad cubrir sus ojos y empezó a dar vueltas, buscando quien lo guiara por la mano. Cuando el gobernador vio eso, creyó y quedó muy admirado con las enseñanzas del Señor (13:6-12).

            Saulo es nombre hebreo y Pablo es nombre romano. Cuando él empezó a estar en continuo contacto con el mundo romano, cambió el nombre Saulo por Pablo. Cuando empezaron a andar más en el mundo romano que en la comunidad judía, Pablo se transformó en el líder del viaje misionero. Juan Marcos volvió a Jerusalén (13:13).

 

En Antioquía de Pisidia

 

            Pablo y Bernabé continuaron el viaje, yendo hasta la ciudad de Antioquía de Pisidia. El sábado, fueron a la casa de oración de los judíos, siendo invitados a hablar. Pablo hizo un resumen de la historia del pueblo y de la nación de Israel desde cuando eran extranjeros en la tierra de Egipto hasta el reinado de David. Habló que uno de los descendientes de David fue Jesús, a quien Dios puso como Salvador de Israel. Contó de la vida, muerte y resurrección de Jesús, e hizo la aplicación: que es por medio de Jesús que ellos pueden conseguir perdón de los pecados (13:14-41).

            Cuando Pablo y Bernabé estaban saliendo de la reunión, fueron invitados para volver al sábado siguiente y hablar a respecto del mismo asunto. La reunión estaba terminando pero muchos judíos y personas convertidas al judaísmo acompañaron a Pablo y Bernabé (13:42-43).

            El sábado siguiente, casi todos los habitantes de la ciudad fueron a oír el mensaje del Señor. Los judíos no convertidos se llenaron de envidia y empezaron a insultar y a contradecir lo que Pablo decía. Sin embargo, Pablo y Bernabé, con firmeza y seguridad, declararon: “Era necesario que el mensaje de Dios fuera anunciado primero a ustedes que son judíos. Pero, como ustedes no quieren aceptarlo, nosotros los dejamos y vamos a anunciar el mensaje a otros pueblos”.

            Los no-judíos oyeron eso, se alegraron y dijeron que el mensaje del Señor era bueno. El mensaje se esparció por toda aquella región. Pero los judíos atizaron a los líderes de la ciudad y a las mujeres de la alta sociedad que asistían a su casa de oración. Provocaron, de ese modo, una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de aquella región. Entonces los apóstoles sacudieron el polvo de sus calzados, en señal de protesta contra ellos, y se fueron a la ciudad de Iconio. Sin embargo los cristianos de Antioquía de Pisidia estaban muy alegres y llenos del Espíritu Santo (13:44-52).

 

En Iconio

 

            Lo que sucedió en Antioquía de Pisidia se repitió en Iconio. Pablo y Bernabé entraron en la casa de oración y hablaron de tal manera que muchos judíos y no-judíos creyeron. Pero los judíos que continuaron incrédulos atizaron los no-judíos contra los hermanos. A pesar de eso, los dos se quedaron allí por mucho tiempo, hablaban con coraje y el Señor les daba el poder de hacer milagros. La ciudad quedó dividida en dos grupos: unos a favor de los líderes judíos y otros a favor de los apóstoles. Algunos resolvieron apedrear a los apóstoles. Cuando supieron de eso, Pablo y Bernabé huyeron para Listra y Derbe y allí anunciaron la Buena Nueva del Evangelio (14:1-7).

 

En Listra y Derbe

 

            En Listra, un hombre cojo, que había nacido paralítico, oyó las palabras de Pablo. Pablo vio que él creía que podía ser curado, entonces miró para él y le dijo: “¡Levántate! ¡Ponte en pie!”

            El hombre saltó, se paró y empezó a andar. El pueblo empezó a gritar en la lengua de ellos: “¡Los dioses llegaron hasta nosotros en forma de hombres!” Ellos dieron el nombre de Júpiter a Bernabé (el señor de los dioses) y de Mercurio a Pablo (el dios porta voz de los dioses), porque era Pablo quien hablaba.

            El templo de Júpiter quedaba a la entrada de la ciudad. Los sacerdotes de Júpiter trajeron toros adornados de coronas de flores para los portones de la ciudad, queriendo, de acuerdo con la multitud, matar a los animales y ofrecerlos en sacrificio a Bernabé y Pablo.

            Cuando ellos supieron eso, rajaron sus ropas en señal de indignación, corrieron para el medio de la multitud y gritaron: “¡Gente, somos apenas seres humanos, como ustedes!” Estamos aquí anunciando la Buena Nueva del Evangelio para que ustedes dejen estos ídolos y falsas creencias que no sirven para nada. Conviértanse al Dios Vivo, que hizo el cielo, la Tierra, el mar y todo lo que existe en ellos”. Pablo y Bernabé tuvieron gran dificultad para evitar que la multitud matara a los animales en sacrificio a ellos (14:8-17).

            Algunos judíos vinieron de las ciudades de Antioquía de Pisidia y de Iconio, y convencieron al pueblo de Listra a apedrear a Pablo. Después de apedrearlo, juzgando que él estuviera muerto, lo arrastraron para fuera de la ciudad. Pero, cuando los cristianos se juntaron alrededor de él, se levantó y entró otra vez en la ciudad. Al día siguiente, Pablo y Bernabé fueron para la ciudad de Derbe (14:19-20).

            Los apóstoles anunciaron el Evangelio en la ciudad de Derbe y consiguieron muchos discípulos (14:21).

 

En la Vuelta para Antioquía de Siria

 

            Después de Derbe, Pablo y Bernabé volvieron por las ciudades de Listra, Iconio y Antioquía de Pisidia. Ellos aconsejaron a los cristianos a permanecer firmes en la fe. Decían además que, para entrar en el reino de Dios, tendrían que sufrir muchas aflicciones. En cada iglesia nombraban presbíteros. Ellos oraban, ayunaban y pedían a favor de los presbíteros la protección del Señor, en quien éstos habían creído (14:22-23).

            Continuaron el viaje hasta llegar a Antioquía de Siria. Antioquía era la ciudad donde ellos habían sido consagrados a Dios, para realizar el trabajo que ahora terminaban. Allá, reunieron a las personas de la Iglesia y contaron todo lo que Dios había hecho por intermedio de ellos. Contaron como Dios había abierto el camino para que los no-judíos también creyeran. Pablo y Bernabé se quedaron allí, entre los discípulos durante mucho tiempo (14:27-28).

            Algunos judíos enseñaron que los no-judíos no podrían salvarse caso no se convirtieran antes al judaísmo, fueran circuncidados y obedecieran a la Ley de Moisés. Pablo y Bernabé discordaron y tuvieron una discusión muy violenta con ellos a respecto de eso. Entonces quedó resuelto que Pablo, Bernabé y algunos más fueran a Jerusalén, para estudiar ese asunto con los apóstoles y los presbíteros de la Iglesia (15:1-2).

 

El Consejo de Jerusalén

 

            Cuando llegaron a Jerusalén, fueron recibidos por la comunidad de la Iglesia, por los apóstoles y por los líderes de la Iglesia. Enseguida, los dos relataron todo lo que Dios había hecho por medio de ellos. Sin embargo, algunos miembros del partido de los fariseos, que también se habían convertido a la fe cristiana, se levantaron y dijeron: “Los no-judíos tienen que ingresar al judaísmo, ser circuncidados y obedecer a la Ley de Moisés”. Entonces los apóstoles y los presbíteros se reunieron para estudiar el asunto (15:4-6).

            Después de larga discusión, Pedro se levantó y dijo que Dios lo había escogido para anunciar la Buena Nueva del Evangelio a los que no eran judíos. Cuando anunció el Evangelio a los no-judíos ellos recibieron el Espíritu Santo tal como los judíos, y Dios les perdonó, porque creyeron. Pedro preguntó: “¿Por qué quieren desafiar a Dios? ¡Así ustedes quieren poner un yugo que ni nuestros padres ni nosotros tuvimos fuerza de soportar! No puede ser así. Nosotros creemos y somos salvos por la gracia del Señor Jesús, del mismo modo que ellos” (15:7-11).

            Entonces toda la asamblea silenció. Bernabé y Pablo contaron los milagros y los prodigios que Dios había realizado por intermedio de ellos entre los no-judíos (15:12).

            Santiago (hermano de Jesús) aconsejó que no molestaran a los no-judíos que se estaban convirtiendo, sin embargo, pidió que ellos no practicaran ciertas cosas que iban a escandalizar a los judíos. Aconsejó que los cristianos no-judíos no comieran ninguna comida ofrecida en sacrificio a los ídolos, que se abstuvieran de uniones ilegítimas, no comieran la carne de ningún animal que fuera estrangulado ni comieran sangre (15:13-21).

            El consejo de Jerusalén resolvió escoger a dos hombres, Judas y Silas, para acompañar a Pablo y Bernabé a Antioquía. También mandó una carta por ellos, aconsejando que los cristianos no-judíos no comieran ninguna comida ofrecida en sacrificio a los ídolos, que se abstuvieran de las uniones ilegítimas, no comieran la carne de ningún animal que fuera estrangulado ni comieran sangre (15:22-30).

 

En Antioquía de Siria

 

            Cuando llegaron a Antioquía, reunieron a los cristianos y leyeron la carta. Los cristianos de allá quedaron satisfechos con la carta recibida. Judas y Silas eran profetas y hablaron durante mucho tiempo, dando a los hermanos coraje y entusiasmo. Después volvieron a Jerusalén. Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía (15:30-35).

            Algún tiempo después, Pablo sugirió a Bernabé que visitaran a los hermanos en todas las ciudades donde ya habían anunciado el Evangelio (15:36). Bernabé quería llevar a Juan Marcos, sin embargo, Pablo no concordaba, pues Marcos los había abandonado en el primer viaje misionero antes de terminar todo el trabajo. Por eso tuvieron una discusión tan grave que se separaron uno del otro (15:37-39). Bernabé partió con Juan Marcos para Chipre, sin embargo, Pablo escogió a Silas y ellos cruzaron las regiones de Siria y Cilicia, donde confirmaban a las Iglesias (15:39-41). Con la separación de Pablo y Bernabé, hubo dos grupos misioneros: Bernabé con Juan Marcos y Pablo con Silas.

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         Personas que ya están sirviendo a Dios pueden ser escogidas para otras tareas, en otros lugares. Bernabé y Saulo estaban sirviendo a Dios en Antioquía, cuando Dios los envió para la obra misionera (13:1-2).

2.         Los hombres escogidos por Dios para la obra misionera son los más capaces de la Iglesia. Bernabé y Saulo, escogidos para la obra misionera, eran los más capaces en la Iglesia de Antioquía.

3.         El escogido por Dios es orientado y enviado por el Espíritu Santo. Bernabé y Pablo fueron escogidos por Dios y enviados por el Espíritu (13:2, 4).

4.         El hombre bueno, lleno del Espíritu, sabe humillarse y someterse al liderazgo de los otros más calificados. Él deja otro crecer sobre él. Bernabé era un hombre bueno, lleno del Espíritu y de fe (11:24). Él aceptó la transferencia del liderazgo que era de él para Pablo. Pablo dejó de ser el auxiliar de Bernabé para ser el jefe de la misión (13:13).

5.         Una manera eficaz de presentar las Buenas Nuevas del Evangelio es contar la historia de Dios en orden cronológico. Pablo, en Antioquía de Pisidia, hizo un resumen de la historia del pueblo y de la nación de Israel desde el exilio en Egipto hasta el rey David. Habló que uno de los descendientes de David fue Jesús, a quien Dios puso como Salvador de Israel. Contó de la vida, muerte y resurrección de Jesús e hizo la aplicación que es por medio de Jesús que el mensaje del perdón de pecados es anunciado (13:14-41).

6.         Aquél que está lleno de alegría, en medio a dificultades y persecución, demuestra la plena acción del Espíritu. Fue levantada una persecución contra Pablo y Bernabé, expulsándolos del territorio, sin embargo, los seguidores de Jesús transbordaban de alegría y en el Espíritu Santo (13:52; vea Gá. 5:22).

7.         Hay el peligro que la resistencia a creer luego se transforme en oposición. Muchas veces en Hechos, la resistencia a creer redunda luego en oposición violenta (13:45, 50; 14:19; 17:5-8, 13; 18:6, 13; 19:9; 28:24).

8.         Quien rechaza el Evangelio es capaz de envenenar la reputación de los evangelistas cuando no sabe refutar su mensaje. En Iconio, los judíos incrédulos atizaron a los no-judíos contra los seguidores de Jesús (14:1-2).

 

9.         El siervo de Dios no puede confiar en los elogios humanos, pues quien lo honra es capaz de volverse en su enemigo. Después de la curación de un cojo en Listra, la multitud quiso honrar a Pablo y Bernabé como dioses (14:8-13). Esa misma multitud después apedreó a Pablo y lo dejó como muerto (14:19).

10.       Fracasar en una tarea no hace del hombre de Dios un fracaso. La táctica habitual de Pablo (17:2) era dirigirse primero a los no-judíos (vea: 13:14; 14:1; 16:13; 17:10-17; 18:4, 19; 19:8; 28:17) y, sólo después del rechazo de ellos, se dirigía a los gentiles. Pablo fue un fracaso al evangelizar a los judíos, sin embargo, fue bien sucedido entre los no-judíos.

11.       El crecimiento de la Iglesia es acompañado por la oposición de los incrédulos. En Iconio, una gran multitud empezó a creer, pero los judíos incrédulos atizaron a los no-judíos contra los hermanos de la Iglesia (14:1-2).

12.       La oposición al Evangelio debe ser enfrentada por los cristianos, hablando osadamente del Señor Jesús. Cuando hubo oposición en Iconio, los cristianos hablaron osadamente del Señor (14:3).

13.       Pedro no era un apóstol superior a Pablo. Lucas muestra en Hechos que Pablo no era en nada inferior a Pedro:

1)         ambos tienen encuentros con magos (Pedro: 8:18-24; Pablo: 13:6-12);

2)         ambos curaron a un cojo (Pedro: 3:2; Pablo 14:8-10);

3)         ambos curan por medio de sábanas y sombra (Pedro 5:15; Pablo 19:12);

4)         ambos expulsan demonios (Pedro: 5:16; Pablo 16:18);

5)         ambos resucitan muertos (Pedro: 9:36; Pablo: 20:9-12);

6)         ambos reciben orientación por medio de visiones (Pedro: 10:10-20; Pablo: 16:9; 18:9);

7)         ambos escapan de prisiones (Pedro: 12:1-11; Pablo: 16:27);

8)         En Antioquía, Pablo corrige a Pedro cuando éste está en error (Gá. 2: 1-10).

14.       El implantador de Iglesias debe cuidar de la Iglesia nueva hasta que madure. Pablo y Bernabé volvieron a Listra, Iconio y Antioquía para fortalecer a los discípulos (14:21-22).

15.       Cada iglesia local debe tener su propio liderazgo. En cada Iglesia implantada por Pablo y Bernabé hubo elección de presbíteros, los cuales presidían el culto y eran responsable por la administración y disciplina (14:23).

16.       El misionero enviado por la iglesia debe dar informes a ella. Un principio del trabajo de Pablo y Bernabé era dar informes a la Iglesia de Antioquía de Siria (14:26).

17.       Infelizmente, existen algunos que entran en la iglesia conservando costumbres de la antigua creencia. La verdad del Evangelio contaminada con la costumbre de la antigua religión o cultura resulta en una falsa doctrina. Algunos judíos convertidos enseñaron la necesidad de los gentiles circuncidarse y seguir la Ley de Moisés para ser salvos (15:1, 5, 24).

18.       Obligar al cristiano a cumplir legalismos que Dios no exige es ponerle un yugo desnecesario. Exigir circuncisión y sumisión a la Ley a los gentiles sería imponer lo que Dios no pidió, desconfiar de su dirección y colocar un yugo pesado (15:10). Los judaizantes militantes enseñaban que el gentil debía hacerse judío antes de hacerse cristiano. Hay un contraste entre el yugo de Jesús (Mt. 11:28-30) y el del legalismo (15:10; Gá. 5:1).

19.       A veces es necesario que los cristianos se adapten a ciertas tradiciones culturales, para crear armonía en la Iglesia y evitar escándalos en la evangelización de ciertos pueblos. El consejo de Jerusalén estableció condiciones para mantener comunión entre cristianos, judíos y gentiles. Estas condiciones eran necesarias para crear armonía en la Iglesia y evitar escándalos en la evangelización de los judíos. Los creyentes gentiles debían exigir la gracia, absteniéndose de las prácticas ofensivas a los judíos piadosos. Las condiciones fueron que ellos deberían abstenerse de:

— comida consagrada a los ídolos;

— relaciones sexuales ilícitas;

— comer sangre;

— comer animales estrangulados (15:20-21).

20.       Puede haber un precio caro a pagar cuando alguien se propone a contribuir para la recuperación de quien cayó. A veces, ayudar a una persona que cayó implica en el rechazo de hermanos que no creen en la recuperación del caído. Bernabé hizo un sacrificio muy grande cuando insistió en dar otra oportunidad a Juan Marcos. Pablo, su mejor amigo, se negó a continuar trabajando con él (15:39).

21.       Hay situaciones en que la divergencia entre dos cristianos, ambos siervos sinceros de Jesús, no permite que trabajen juntos. Bernabé quiso llevar a Juan Marcos en el segundo viaje misionero, Pablo no aceptó. La profunda discordancia llevó los dos a separarse y a crear dos grupos misioneros (15:36-41).

 

PREGUNTAS

 

1.         En Hechos 1:8, ¿para dónde el Señor dijo a los apóstoles que fueran y fueran sus testigos?

2.         ¿Qué hacían Pablo y Bernabé en Antioquía antes del Espíritu Santo haberles llamado para predicar a las personas que nunca habían oído de Jesús?

3.         En el viaje misionero, ¿por qué Bernabé y Pablo fueron primero a las casas de oración de los judíos para anunciar las Buenas Nuevas del Evangelio? ¿Qué sucedió, de modo general?

4.         ¿Cuándo fue que Pablo se volvió líder de Bernabé?

5.         ¿Cuáles fueron algunas ciudades visitadas por Pablo y Bernabé, y qué sucedió en cada lugar?

6.         Antes que Pablo y Bernabé volvieran a Antioquía de Siria, ¿qué hicieron en todas las nuevas iglesias?

7.         ¿Qué se puede aprovechar del hecho que en todos los lugares hubo tanto aceptación cuanto rechazo del Evangelio?

8.         ¿Qué hicieron Pablo y Bernabé cuando volvieron a la Iglesia de Antioquía de Siria?

9.         ¿Por qué hubo el Consejo de Jerusalén? ¿Qué sucedió allá?

10.       Del Consejo de Jerusalén, ¿qué se puede aprovechar a respecto de la manera de resolver discordias y divergencias que ocurren dentro de la Iglesia?

11.       ¿Por qué la discordia entre Pablo y Bernabé debe ser una advertencia para nosotros?

 

 


EL SEGUNDO VIAJE MISIONERO DE PABLO

 

TEXTO:  Hechos. 16:1 - 18:22

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            El capítulo trece de Hechos empieza con la historia de cómo el Espíritu Santo usó a Bernabé, Saulo (Pablo) y a sus compañeros para llevar las Buenas Nuevas del Evangelio a otros países lejos de Israel. La iglesia en Antioquía era la iglesia-clave, que estaba enviando misioneros para los no-judíos. Cuando salieron de Antioquía de Siria, en el primer viaje misionero, Bernabé era el líder. Durante el viaje, Pablo se transformó en el portavoz más fuerte. Luego que Pablo pasó a ser el líder, Juan Marcos desistió del viaje. En todos los lugares por donde pasaron, comenzaron anunciando el Evangelio en la casa de oración de los judíos. Cuando encontraron oposición, fueron a evangelizar a los no-judíos.

            Cuando volvieron a Antioquía de Siria, algunos dijeron que los no-judíos sólo podrían salvarse si se convertían al judaísmo, si fueran circuncidados y obedecieran a la Ley de Moisés. Pablo, Bernabé y algunos otros fueron a Jerusalén para estudiar ese asunto con los apóstoles. El consejo de Jerusalén determinó que un cristiano no judío no necesitaba ser circuncidado ni obedecer a la Ley de Moisés.

            Pablo y Bernabé se separaron. Bernabé y Juan Marcos embarcaron para la isla de Chipre. Pablo y Silas partieron para las regiones de Siria de Cilicia, animando a las iglesias.

            Dos cosas preocuparon a Pablo en este segundo viaje misionero: las necesidades de las iglesias ya establecidas en Galacia y las personas sin el Evangelio en regiones más distantes.

 

Personajes-clave: Pablo, Silas y Timoteo

 

Lugares-clave: Filipos, Tesalónica, Berea y Atenas

 

Repeticiones-clave:

- Pablo y Bernabé entraron en una ciudad, anunciaron a Jesús en la Casa de Oración de los Judíos, algunos creyeron, y después hubo oposición por parte de los judíos en Tesalónica (17:1-9); en Berea (17:10-13); en Corinto (18:1-17).

- Pablo anunció el Evangelio: en Derbe y Listra, él estimulaba a las iglesias (16:4-5); en Filipos, a Lidia (16:11-15) y al carcelero (16:30-34); en Tesalónica (17:1-4); en Berea (17:10-12); en Atenas (17:22-31); en Corinto (18:1-5).

- Hubo personas que creyeron en el Evangelio: en Filipos, Lidia y su casa (16:11-15) y el carcelero y su familia (16:31-34); en Tesalónica, un gran número se juntó a los apóstoles (17:1-4); en Berea, muchos creyeron (17:10-12); en Atenas, algunas personas creyeron (17:32-34); en Corinto, muchas personas de la ciudad creyeron (18:7-8).

- Pablo tuvo oposición: en Filipos, los dueños de la esclava que Pablo curó (16:19-24); en Tesalónica, los judíos (17:5-9); en Berea (17:13); en Atenas, los filósofos se burlaron de Pablo (17:32-34); en Corinto, los judíos se pusieron contra Pablo (18:6-7) y Pablo fue llevado al tribunal (18:12-17).

 

Sentimientos-clave:

- El entusiasmo de las iglesias de Siria y Cilicia con la visita de Pablo.

- La confusión de Pablo cuando el Espíritu no lo dejó anunciar el mensaje en la región de Asia y Bitinia.

- En Filipos: el disgusto de Pablo con la esclava endemoniada que los seguía gritando; la furia de los dueños de la esclava endemoniada después que Pablo la curó; la hostilidad de la multitud contra Pablo y Silas; la desesperación del carcelero cuando vio las puertas de la prisión abiertas; y la preocupación de las autoridades cuando descubrieron que Pablo era ciudadano romano.

- En Tesalónica y Corinto: la envidia y la ira de los judíos cuando las personas creyeron en el mensaje de Pablo.

- En Berea: el cuidado de conferir las enseñanzas de Pablo con las Escrituras.

- En Atenas: la desesperación de Pablo al ver la ciudad llena de ídolos; la curiosidad de los filósofos con la novedad del mensaje de Pablo; la burla de ellos cuando Pablo habló de la resurrección.

- En todos los lugares por donde Pablo pasaba: la fe de algunas personas en el mensaje sobre Jesús; la oposición de los que rechazaron el mensaje; el conflicto; y el éxito.

 

Problema-inicial: Pablo empezó el segundo viaje misionero visitando las iglesias establecidas en Siria y Cilicia, animándolas.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:

Descubriendo el Campo Misionero

— Pablo atravesó las regiones de Siria y Cilicia animando a las iglesias (15:41).

— En Derbe y Listra, Pablo encontró a Timoteo, hijo de madre judía y padre griego. Timoteo fue circuncidado y viajó con Pablo (16:1-3).

— Visitaron y animaron a las iglesias (16:4-5).

— El Espíritu no dejó que Pablo anunciara el mensaje en las regiones de Asia y Bitinia (16:6-7).

— En Troas, Pablo tuvo la visión de un hombre de Macedonia pidiéndole que fueran para allá y los ayudaran. Resolvieron ir. (16:8-10).

 

En Filipos

— El sábado fueron a la orilla del río, evangelizaron a Lidia y se quedaron en su casa (16:11-15).

— La esclava endemoniada caminaba atrás de Pablo durante muchos días gritando que él era un siervo de Dios (16:16-17).

— Pablo expulsó el demonio (16:18).

— Los dueños de la esclava llevaron a Pablo y a Silas a las autoridades y dijeron que ellos estaban haciendo desorden en la ciudad. La multitud se juntó para atacarlos. Los oficiales mandaron a azotarlos y se los llevaron presos (16:19-24).

— A la medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos. Hubo un terremoto, las puertas de la cárcel se abrieron y las cadenas se reventaron (16:25-26).

— El carcelero iba a matarse, pensando que los prisioneros habían huido. Pablo gritó para que él no hiciera eso (16:27-28).

— El carcelero les preguntó qué tenía que hacer para salvarse (16:30).

— Respondieron: “Cree en el Señor Jesús y serás salvo; tú y tu familia” (16:31).

— El carcelero empezó a cuidar de ellos. Él y su familia fueron bautizados. (16:33-34).

— Cuando amaneció, las autoridades mandaron soltar a Pablo y Silas. Pablo respondió que ellos vinieran y los soltaran, porque eran ciudadanos romanos (16:35-39).

— Ellos se encontraron con los hermanos en la casa de Lidia y después se fueron (16:40).

 

En Tesalónica

— Durante tres sábados hablaron en la casa de oración de los judíos. Un gran número de personas se juntó a ellos (17:1-4).

— Los judíos quedaron con envidia. Unos hombres vagabundos asaltaron la casa de Jasón, buscando a Pablo y a Silas. Llevaron a Jasón delante de las autoridades de la ciudad (17:5-9).

— Cuando anocheció, los hermanos mandaron a Pablo y a Silas para la ciudad de Berea (17:10).

 

En Berea

— Pablo y Silas fueron a la casa de oración. Los bereanos los escuchaban y estudiaban las Escrituras, para saber si lo que Pablo decía era verdad. Muchos bereanos creyeron (17:10-12).

— Judíos de Tesalónica fueron a Berea para poner al pueblo contra Pablo y Silas (17:13).

— Silas y Timoteo se quedaron en Berea, pero los hermanos llevaron a Pablo a Atenas (17:14-15).

 

En Atenas

— Pablo quedó muy irritado al ver la ciudad tan llena de ídolos y discutía en la casa de oración con los judíos y en la plaza pública con las personas que allí estaban (17:16-17).

— Algunos filósofos griegos llevaron a Pablo al Areópago para que explicara sus enseñanzas, porque a los habitantes de Atenas les gustaba oír las últimas novedades (17:18-21).

— Pablo dijo que había encontrado un altar para EL DIOS DESCONOCIDO. Dijo que él anunciaba a ese Dios. Habló del Dios Creador que sustenta la vida, que Dios no es parecido con un ídolo hecho por las personas y empezó a hablar de la resurrección de Jesús (17:22-31).

— Cuando habló a respecto de la resurrección, algunos se burlaron de él, otros dijeron que querían escucharlo en otra oportunidad, pero algunas personas creyeron y se juntaron a él (17:32-34).

 

En Corinto

— Pablo salió de Atenas y fue para Corinto (18:1).

— Pablo se quedó haciendo tiendas con Aquila y Priscila y los sábados discutía en las sinagogas (18:2-4).

— Cuando Silas y Timoteo llegaron a Macedonia, Pablo dejó de fabricar tiendas y se dedicó exclusivamente a anunciar el mensaje a los judíos (18:5).

— Los judíos se pusieron contra Pablo, que empezó a anunciar el mensaje a los que no eran judíos (18:6-7).

— Muchas personas de la ciudad escucharon el mensaje, creyeron y fueron bautizadas (18:7-8).

— El Señor Jesús habló con Pablo en una visión (18:9-10).

— Pablo se quedó en Corinto durante un año y medio (18:11).

— Los judíos tomaron a Pablo y lo llevaron al tribunal de Galio, el nuevo gobernador romano, que los expulsó del tribunal (18:12-17).

 

La Vuelta para Antioquía de Siria

— Pablo con Priscila y Aquila fueron a Efeso. Pablo discutió con los judíos en la sinagoga (18:18-19).

— Pablo fue invitado a quedarse bastante tiempo en Efeso, pero no aceptó (18:20).

— Pablo dejó a Priscila y a Aquila y viajó para Antioquía de Siria (18:21-23).

 

Situación-final: Pablo dejó a Priscila y a Aquila en Efeso y viajó.

 

NARRATIVA:

 

Descubriendo el Campo Misionero

 

            Antes de iniciar el segundo viaje misionero, Pablo y Bernabé se separaron. Bernabé llevó a Juan Marcos con él y Pablo escogió a Silas. Pablo y Silas dejaron Antioquía de Siria, empezando el segundo viaje misionero. Pablo atravesó las regiones de Siria y Cilicia, animando a las iglesias (15:39-41).

            Ellos llegaron a las ciudades de Derbe y Listra. En Listra, Pablo encontró a Timoteo, hijo de madre judía y padre griego. Todos los hermanos de la región hablaban bien de Timoteo. Pablo decidió llevarlo con él. Lo tomó, pues, lo circuncidó, por causa de los judíos que sabían que el padre de Timoteo era griego. Pablo hizo que Timoteo fuera circuncidado, y así, ingresara en el judaísmo, para que tuviera mayor acceso a los judíos (16:1-3).

            Pablo y sus compañeros no fueron para la región del Oeste de Asia, porque el Espíritu Santo no se los permitió. Ellos pensaban seguir para la provincia de Bitinia pero, una vez más, el Espíritu de Jesús no se los permitió (16:6-7). En Troas, Pablo tuvo una visión nocturna de un hombre de Macedonia suplicando: “¡Ven para Macedonia y ayúdanos!”

            Resolvieron ir porque estaban seguros de que Dios los había llamado para anunciar el Evangelio a las personas de allí. Lucas, el autor del libro de Hechos, pasa de repente a usar el pronombre “nosotros”. Fue en esa época que Lucas empezó a hacer parte del grupo de Pablo (16:8-10).

En Filipos

 

            El grupo fue para Filipos, la principal ciudad de Macedonia. El día sábado, fueron para la orilla del río, pensando que allí debería haber un lugar de oración para los judíos. Conversaron con las mujeres que estaban reunidas en ese lugar. Una de las mujeres, llamada Lidia, vendedora de púrpura, adoradora de Dios, los escuchaba, y el Señor abrió su mente para que comprendiera lo que Pablo decía. Ella y las personas de su casa fueron bautizadas. Lidia insistió con Pablo y su grupo para que se quedaran en su casa (16:11-15).

            En Filipos había una joven que estaba dominada por un espíritu maligno que adivinaba el futuro, y sus dueños ganaban mucho dinero con sus adivinaciones. Esa joven caminaba detrás de Pablo y de su grupo gritando: “¡Estos hombres son siervos de Dios Altísimo! Ellos anuncian cómo ustedes pueden salvarse “. Ella hizo eso durante muchos días. 

            Pablo quedó muy irritado, se volvió para ella y ordenó al espíritu: “¡En nombre de Jesucristo, te mando que salgas de esta joven!” 

            En el mismo instante, el espíritu la dejó (16:16-18).

            Los dueños de la esclava vieron que no podían más ganar dinero con las adivinaciones de ella, tomaron a Pablo y a Silas y los llevaron a las autoridades romanas e hicieron la siguiente acusación: “Estos judíos están provocando desorden en nuestra ciudad. Están enseñando costumbres que están contra nuestra ley. Nosotros somos romanos y no podemos aceptar estas costumbres “.

            La multitud se juntó para atacar a Pablo y a Silas. Los oficiales mandaron a azotarlos con varas y los echaron a la cárcel. Los azotaron mucho y el carcelero los llevó para el fondo de la cárcel y les amarró los pies entre dos troncos de madera muy pesados (16:19-24).

            A medianoche, Pablo y Silas oraban y cantaban himnos a Dios. Los demás prisioneros estaban escuchando. De repente, hubo un terremoto tan fuerte que alcanzó hasta los cimientos de la prisión. En ese momento, se abrieron las puertas de la cárcel y las cadenas que sujetaban a los presos cayeron quebradas en el suelo (16:25-26).

            El carcelero despertó. Cuando vio que las puertas de la prisión estaban abiertas, pensó que los prisioneros habían huido. Entonces, sacando su espada iba a matarse. 

            Pablo le gritó: “¡No hagas eso! ¡Todos estamos aquí!” (16:27-28).

            El carcelero entró rápido y se arrodilló a los pies de Pablo y Silas. Después los llevó a los dos para afuera y les preguntó: “Señores, ¿qué debo hacer para salvarme?”

            Ellos le respondieron: “Cree en el Señor Jesús y serás salvo, tú y tu familia “. Entonces anunciaron el mensaje de Dios al carcelero y a todos los de su casa (16:29-32).

            El carcelero empezó a cuidar de ellos, lavando las heridas de los azotes. Enseguida, él y toda su familia fueron bautizados. Después, llevó a Pablo y a Silas para su casa y les dio alimento (16:33-34).

            Cuando amanecía, las autoridades mandaron a algunos soldados a decir al carcelero que soltara a Pablo y a Silas. Pablo respondió: “No somos culpables de ningún crimen y, además de eso, somos ciudadanos romanos. ¡Aun así, nos azotaron en público, nos lanzaron en la prisión y ahora quieren echarnos así, en secreto! ¡Eso no! Que las propias autoridades romanas vengan aquí y nos suelten”.

            Cuando las autoridades supieron que Pablo y Silas eran ciudadanos romanos, quedaron con miedo. Entonces fueron a pedirles disculpas, los sacaron de la prisión y les pidieron que salieran de la ciudad (16:35-39). Ellos salieron de la cárcel y fueron para la casa de Lidia, donde se encontraron con los hermanos. Los animaron a todos y después se fueron (16:40).

 

En Tesalónica

 

            Llegaron a Tesalónica. Allí había una casa de oración de los judíos. Durante tres sábados seguidos hablaron sobre Jesús a los que allí acudían. Un gran número de griegos y muchas señoras de la alta sociedad, que ya adoraban a Dios, se juntaron al grupo (17:1-4).

            Los judíos quedaron con envidia. Hombres vagabundos asaltaron la casa de Jasón, buscando a Pablo y a Silas, para llevarlos para el medio del pueblo. Como no los encontraron, llevaron a Jasón a las autoridades de la ciudad, acusándolo de hospedar a hombres que habían provocado desórdenes en todas partes. Sólo pagando una fianza soltaron a Jasón y a los hermanos que estaban con él (17:5-9).

            Cuando anocheció, los hermanos hicieron que Pablo y Silas partieran para la ciudad de Berea (17:10).

 

En Berea

 

            En Berea, ellos fueron a la casa de oración de los judíos. Los bereanos tenían sentimientos más nobles que los de Tesalónica. Oyeron el mensaje con mucho interés. Todos los días examinaban los textos de las Escrituras, para confirmar si era verdad lo que Pablo decía. Muchos abrazaron la fe, entre ellos mujeres griegas de la alta sociedad y un gran número de hombres (17:10-12).

             Judíos de Tesalónica fueron a Berea para agitar al pueblo contra Pablo y Silas.  Entonces, sin perder tiempo, los hermanos llevaron a Pablo a Atenas, pero Silas y Timoteo se quedaron en Berea. Pablo mandó una orden para que Silas y Timoteo fueran a su encuentro lo más rápido posible (17:13-15).

 

En Atenas

 

            Mientras Pablo esperaba por sus compañeros en Atenas, quedó irritado al ver la ciudad de Atenas tan llena de ídolos, y discutía en la casa de oración con los judíos y en la plaza pública con las personas que allí estaban (17:16-17).

            Algunos preguntaban: “¿Qué es lo que este hombre que habla tanto está queriendo decirnos?”    Otros contestaban: “Él está hablando de dioses extranjeros”. Entonces los filósofos invitaron a Pablo y lo llevaron al Areópago (lugar donde ellos se reunían en asamblea) para que él explicara sus enseñanzas. A los habitantes de Atenas les gustaba oír y contar las últimas novedades (17:18-21).

            Pablo se puso en pie en medio del Areópago y dijo: “¡Hombres de Atenas! Veo que ustedes son unas personas muy religiosas. Porque, cuando yo estaba pasando por la ciudad, mirando sus monumentos sagrados, encontré un altar en el que está escrito: `Al Dios Desconocido'. Pues ese Dios que ustedes adoran sin conocer es justamente el que yo vengo a anunciar.

            “El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él es el Señor del cielo y de la Tierra y no habita en templos hechos por seres humanos. De un solo hombre hizo que se multiplicaran todas las razas humanas que viven en la Tierra. Algunos poetas de ustedes también dijeron: `Nosotros también somos hijos de Dios”.

            “Si somos hijos de Dios, no debemos pensar que Dios es parecido con un ídolo de oro, de plata o de piedra esculpida según el arte o la imaginación de las personas. En el pasado Dios no consideró ese tiempo de ignorancia. Pero ahora él manda que todas las personas, en todos los lugares, se arrepientan de sus pecados. Porque marcó el día en que va a juzgar el mundo con justicia, por intermedio de un hombre al cual escogió. Y a este hombre, Dios lo hizo digno de que todos crean en él, al resucitarlo de los muertos “ (17:22-31).

            Cuando oyeron a Pablo hablar a respecto de la resurrección, algunos se burlaron de él, otros dijeron que querían oírlo en otra oportunidad. Entonces Pablo se retiró del Areópago. Algunas personas abrazaron la fe y se juntaron con él (17:32-34).

 

En Corinto

 

            Pablo partió de Atenas y fue para la ciudad de Corinto (18:1). Allí encontró a un matrimonio de judíos llamados Aquila y Priscila; fue a verlos y terminó quedándose para trabajar con ellos, porque la profesión de Pablo y la de ellos era la misma: fabricantes de tiendas. Pero todos los sábados él iba a anunciar el mensaje en la casa de oración e intentaba convencer a los judíos y a los griegos (18:2-4).

            Cuando llegó a Corinto, Pablo decidió no usar muchas palabras ni el lenguaje de la sabiduría humana (como hizo en Atenas), sino hablar solamente a respecto de Jesucristo y especialmente de su muerte en la cruz (1 Co. 2:1-5).

            Después que Silas y Timoteo llegaron de Macedonia, Pablo dedicó todo su tiempo a anunciar el mensaje a los judíos y decía claramente que Jesús era el Cristo, el Salvador, que el pueblo de Dios esperaba (18:5). Los judíos se pusieron contra Pablo, lo ofendieron y blasfemaron contra Cristo. Entonces, como señal de protesta, él sacudió el polvo de sus ropas y empezó a anunciar el mensaje a los que no eran judíos. Él fue a vivir a la casa de Ticio, un no-judío. Muchos en la ciudad, tanto judíos como no-judíos, oyeron el mensaje, se convirtieron y fueron bautizados (18:6-8).

            Una noche, en visión, el Señor le dijo a Pablo: “No tengas miedo, continúa siempre a hablar y no desistas, porque yo estoy contigo. Nadie te podrá hacer ningún mal, pues tengo muchas personas en esta ciudad “ (18:9-10).

            Pablo se quedó en Corinto durante un año y medio, anunciando y explicando el Evangelio (18:11).

             Lucas no cuenta esto en el libro de Hechos, pero, durante el segundo viaje, Pablo también escribió dos cartas a las iglesias en Tesalónica. La Biblia no dice desde qué ciudad Pablo escribió esas dos cartas, pero seguramente fue cuando estaba en Corinto.

            La región recibió un nuevo gobernador romano, Galio. Los judíos, de común acuerdo, se juntaron contra Pablo, lo tomaron y lo llevaron al tribunal de Galio. El gobernador los expulsó del tribunal, pues juzgó que era apenas una cuestión de palabras. A la salida, los griegos que se encontraban allí, se lanzaron contra el jefe de la sinagoga y golpearon a Pablo delante de la sede del tribunal, y Galio no dio atención a este hecho (18:12-17).

 

La Vuelta para Antioquía de Siria

 

            Pablo se despidió de los hermanos en Corinto y embarcó para Siria, junto con Priscila y Aquila. Ellos llegaron a la ciudad de Efeso. Pablo entró en la casa de oración y empezó a discutir con los judíos. Él fue invitado para quedarse mucho tiempo en Efeso, pero no aceptó la invitación. Contestó: “Volveré nuevamente para ustedes, si Dios quiere” (18:18-21).

            Pablo dejó a Priscila y a Aquila en Efeso y viajó para Antioquía de Siria, pasó por Jerusalén, donde hizo una rápida visita a la Iglesia. Se quedó algún tiempo en esa ciudad (18:21-23).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         Lo que parece un fracaso en la obra de Dios puede, en realidad, producir un gran suceso. La multitud en Listra apedreó a Pablo y lo dejó casi muerto (14:19). Volviendo a Listra, Pablo encontró a Timoteo (16:1-3), que se juntó a él y fue hasta el final uno de sus discípulos más fieles.

2.         Los cristianos deben evitar atritos innecesarios. Timoteo era hijo de una judía y, por lo tanto, según el derecho judío, era israelita. Sin embargo, no era circuncidado, vivía como gentil y eso era un escándalo para los judíos. Su circuncisión (16:3) sigue un principio de las conclusiones del consejo de Jerusalén (15:20-21), el de evitar choques sin necesidad. Pablo, con los romanos, evitó llamar a Jesús de “rey”, título que pertenecía al emperador. Con los romanos él prefirió los títulos de “Cristo” y “Señor”.

3.         El Espíritu dirige cuanto a lo que se debe y lo que no se debe hacer. El Espíritu Santo envió a Bernabé y Pablo de Antioquía para la obra misionera (13:1-4) e impidió a Pablo de ir para la región frigio-gálata y después para Bitinia (16:6-7).

4.         El creyente debe depender del Espíritu santo para guiarlo a evangelizar en los lugares ciertos, a las personas ciertas, en el tiempo cierto. El Espíritu impidió a Pablo de ir para la región frigio-gálata y después para Bitinia, sin embargo, lo envió a Macedonia (16:6-10).

5.         La autoridad universal de Jesús es superior al poder de los espíritus malignos. Pablo, usando el nombre de Jesucristo, expulsó de una joven un espíritu que adivinaba (16:18; vea Lc. 8:28; Mt. 28:18).

6.         Cuando la ley humana va contra la voluntad de Dios, la ley de Dios es superior y debe ser seguida. En Filipos, Pablo fue acusado de ser un judío que estaba predicando para los romanos (16:21). Era permitido a los judíos practicar su religión, pero no tenían derecho de aliciar a los romanos. El evangélico debe evangelizar, en obediencia a la ley de Dios, aun cuando el gobierno humano no lo permite (4:19-20).

7.         La llave que abre la puerta de la salvación es la fe en Jesús. Pablo prometió al carcelero: “Cree en el Señor Jesús y serás salvo” (16:31; vea 4:12; 10:43).

8.         La experiencia de Salvación es diferente con personas diferentes. Cada experiencia es un caso especial. El joven Timoteo se apoyó en la fe de su abuela y de su madre (2 Tm. 1:5) y conoció las Escrituras (2 Tm. 3:15). Lidia, influenciada por la oración y compañía piadosa, abrió el corazón la primera vez que escuchó a Pablo hablar (16:13-14). El carcelero, un hombre que trató a Pablo con crueldad (16:24), fue tocado por la conducta de Pablo y Silas en la prisión y, en un momento de desesperación, buscó la salvación (16:25-30).

9.         En algunas situaciones, el cristiano debe exigir sus derechos civiles. Era prohibido azotar a un ciudadano romano. Cuando Pablo fue azotado en Filipo, insistió en un pedido de disculpas por parte de las autoridades romanas (16:35-39). Cuando Pablo fue preso en Jerusalén y el comandante mandó que lo azotaran, adujo el hecho de ser ciudadano romano (22:25).

10.       El Evangelio es para personas de todas las clases sociales. En el segundo viaje misionero, personas de todas las clases sociales fueron evangelizadas: Lidia, una comerciante rica, se convirtió (16:14); una joven esclava quedó libre de un espíritu maligno (16:16-18); el carcelero, un funcionario público de clase media, fue salvo (16: 25-33); en Tesalónica y Berea, señoras de la alta sociedad se juntaron al grupo (17:4, 12) y, en Atenas, Pablo discutió con los profesores, los intelectuales de la ciudad (17:18).

11.       Al llevar el mensaje de Dios, habrá siempre algunas personas y lugares que no aceptarán la verdad, pero habrá otros que estarán dispuestos a oír y a recibir la enseñanza de la Palabra de Dios. La mayoría del pueblo en Tesalónica rechazó la Palabra de Dios y a sus mensajeros (17:10-12), sin embargo, el pueblo de Berea estaba más receptivo (17:13-15).

12.       El no-creyente que estudia la Palabra de Dios va a recibir la sabiduría de la salvación que viene de la fe en Jesús. Los bereanos que examinaron las Escrituras creyeron en el Evangelio de Jesucristo (17:12; vea 2 Tm. 3:15).

13.       Las señales de un oyente “noble” de la Palabra de Dios son:

-- recibe la Palabra con mucho interés;

-- examina las Escrituras constantemente;

-- verifica la verdad de toda la enseñanza de la Biblia.

Estas son las características de los oyentes de Berea, que son llamados “nobles” (17:10-12).

14.       Empiece a evangelizar al no-creyente hablando de la situación en la que él se encuentra. En Atenas, Pablo empezó a predicar hablando del altar en el cual estaba escrito: “Al Dios Desconocido” (17:23).

15.       El predicador debe conocer la cultura de sus oyentes. En Atenas, Pablo recurrió a la sabiduría griega para combatir el paganismo y presentar la verdad del Evangelio. Los atenienses dedicaban altares “a los dioses desconocidos” por temor de atraer sobre ellos el resentimiento de alguna divinidad cuya existencia ellos ignorasen. Pablo usa eso como punto de partida para hablar de la ignorancia de las personas que no conocen a Dios. De esta forma, se disculpa de la acusación de predicar sobre una divinidad extranjera. Él hasta mencionó las palabras de uno de sus poetas (17:22-31).

16.       Ser religioso no es sinónimo de conocer a Dios. Atenas tenía más imágenes que todas las otras ciudades de Grecia. Se cree que había más de treinta mil. Los atenienses eran religiosos, pero no conocían al único Dios verdadero. Pablo les presentó al “Dios Desconocido” (17:22-31).

17.       Cuando el creyente está evangelizando en un ambiente que empieza a burlarse de Jesús, debe desistir de ese grupo y buscar a otros para evangelizar. Cuando los atenienses escucharon a Pablo hablar a respecto de la resurrección, algunos se burlaron de él. Entonces Pablo se retiró del Areópago (17:32-33). Jesús avisó para no dar perlas a los puercos (Mt. 7:6).

18.       Hay situaciones cuando es necesario que el líder espiritual se mantenga en un trabajo secular y otras en que él puede dar tiempo integral a la obra de Dios. En el comienzo de su ministerio en Corinto, Pablo hacía tiendas para mantenerse (18:3). Después, con la llegada de Silas y de Timoteo, fue aliviado de la necesidad de trabajar manualmente para su sustento y se entregó totalmente a anunciar el mensaje de Jesús (18:5). Pablo reconoce el derecho de los misioneros a la subsistencia (1 Co. 9:6-14; Gá. 6:6; 2 Ts. 3:9), pero trabajó con las propias manos (1 Co. 4:12) para no ser pesado para nadie (1 Ts. 2:9; 2Ts. 3:8; 2 Cr. 12:13) y probar su desinterés (Hch. 20:33-35; 1 Co. 9:15-18; 2 Co. 11:7-12). Él sólo aceptó auxilio de los filipenses (Fp. 4:10-19; 2 Co. 11:8-12; Hch. 16:15).

 

PREGUNTAS

 

1.         ¿Por qué Pablo mandó a circuncidar a Timoteo cuando decía que la circuncisión no era necesaria para salvarse?

2.         ¿Qué nos enseñan los esfuerzos de Pablo en circuncidar a Timoteo para no ofender a los judíos?

3.         ¿Cómo Pablo sabía que debía ir a Macedonia?

4.         ¿Qué sucedió con Pablo y Silas en Filipos?

5.         ¿Qué nos enseña el hecho de Pablo y Silas cantar en la prisión a la medianoche, sobre lo que debemos hacer cuando tenemos problemas?

6.         ¿Qué Pablo y Silas le respondieron al carcelero cuando les preguntó: “¿Qué debo hacer para ser salvo?”?

7.         ¿Cuál era la diferencia entre el pueblo de Tesalónica y el de Berea?

8.         ¿Qué sucedió con Pablo en Atenas?

9.         En Corinto, ¿qué hizo Pablo para mantenerse?

10.       ¿Qué le dijo el Señor a Pablo en Corinto? ¿Qué nos enseña la visión de Pablo en Corinto?

 


EL TERCER VIAJE MISIONERO DE PABLO

 

 TEXTO: Hechos 18:23 - 21:17

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

 

            La Iglesia en Antioquía era la iglesia-clave que estaba enviando misioneros para los no-judíos. Pablo empezó el primer viaje misionero acompañado por Bernabé. En ese viaje, Pablo se transformó en el líder, y ellos organizaron varias iglesias entre los no-judíos. Cuando volvieron para Antioquía, hubo una discusión muy seria entre ellos y los que decían que los no-judíos tenían que ser circuncidados y debían obedecer a las Leyes de Moisés. El Consejo en Jerusalén resolvió el asunto, diciendo que los no-judíos no tenían que ser circuncidados. Pablo y Bernabé se separaron y en el segundo viaje Pablo estaba acompañado por Silas, Timoteo y algunos otros. Aún donde enfrentaron resistencia, siempre hubo algunos que se convirtieron al Evangelio de Jesucristo. Varias iglesias fueron implantadas.

            Los objetivos básicos del tercer viaje misionero de Pablo, fueron los mismos del segundo viaje: llevar el Evangelio a las ciudades que no habían sido evangelizadas y fortalecer a los nuevos convertidos en lugares ya visitados.

 

Personajes-clave: Pablo, Silas, Timoteo, Priscila y Áquila

 

Lugares-clave: Corinto, Efeso, Troas y Mileto

 

Repeticiones-clave:

- Peligro: En Efeso, Demetrio y sus ayudantes hicieron un desorden, acusando a Pablo de poner en riesgo el negocio de la venta de ministuras del templo de la diosa Diana y de poner en peligro el culto a ella (19:21-41); Pablo salió de Acaia cuando supo que los judíos estaban haciendo planes contra él (20:3);  Pablo habló de sus planes de ir a Jerusalén, aun sabiendo que prisiones y dificultades lo estarían esperando (20:22-24); Pablo avisó a los presbíteros de la iglesia de Efeso del peligro de los falsos profetas (20:29-30); en Tiro, algunos cristianos de la ciudad avisaron a Pablo que no fuera a Jerusalén, porque iba a ser preso (21:4-6); en Cesarea, un profeta, Ágabo, avisó a Pablo que él sería amarrado por los judíos en Jerusalén y que sería entregado a los no-judíos (21:10-11).

- Instrucción o predicación: en Efeso, Apolo fue instruido por Priscila y Áquila (18:24-26); Apolo partió para  Acaia donde, en las discusiones públicas, probaba que Jesús es el Mesías (18:27-28); en Efeso, Pablo encontró a doce cristianos que no sabían nada sobre el Espíritu y los instruyó (19:1-7); durante tres meses, él discutió en la sinagoga (19:8) y después, durante dos años, discutió diariamente en la escuela de Tirano (19:9-10); Pablo fue para la región de Macedonia y animó a los cristianos con su mensaje (20:1-2); en Troas, el domingo en la noche, Pablo habló toda la noche (20:7-12); en Mileto, Pablo mandó a llamar a los presbíteros de la iglesia de Efeso para encontrarse con él y los instruyó (20:13-38); en Cesarea, el evangelista Felipe tenía cuatro hijas solteras, las cuales anunciaban el mensaje de Dios (21:8-11).

 

Sentimientos-clave:

- La seguridad de Priscila y Áquila que instruyeron a Apolo.

- La derrota de los judíos por Apolo en las discusiones públicas.

- En Efeso: la desgracia de los judíos que usaron el nombre de Jesús y de Pablo para expulsar un demonio; la ira por parte de los judíos que hablaban mal de Pablo; y la furia de Demetrio y de sus compañeros que acusaron a Pablo de poner en riesgo su negocio.

- La dedicación de Pablo para orientar las iglesias establecidas.

- La valentía de Pablo de ir a Jerusalén, aun sabiendo que prisiones y dificultades lo estarían esperando.

- La tristeza de los cristianos en saber que Pablo sufriría en Jerusalén.

Problema-inicial: Pablo dejó a Priscila y Aquila en Efeso y viajó.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:

En Efeso

— Pablo dejó a Priscila y a Aquila en Efeso y viajó para Antioquía de Siria (18:21-23).

— En Efeso, Apolo, que conocía solamente el bautismo de Juan, fue instruido por Priscila y Aquila. Después partió para Acaia donde, en las discusiones públicas, probaba que Jesús era el Mesías (18:24-28).

— Pablo volvió a Efeso, encontró doce cristianos que no sabían nada sobre el Espíritu Santo. Él los bautizó en nombre de Jesús, el Espíritu Santo vino sobre ellos, y ellos empezaron a hablar en varias lenguas y anunciaban también el mensaje de Dios (19:1-7).

— Durante tres meses, Pablo discutió en la sinagoga. Después, durante dos años, discutió diariamente en la escuela de Tirano. Todos los habitantes de la región de Asia oyeron el Evangelio (19:8-10).

— Dios hacía milagros por intermedio de Pablo (19:11-12).

— Siete hijos de Ceva usaban el nombre de Jesús y el de Pablo para expulsar espíritos malignos. Un hombre endemoniado los atacó. El nombre de Jesús se hizo cada vez más respetado, muchos creyeron, confesaron sus pecados y los que hacían hechicerías quemaron sus libros. El mensaje del Señor se difundía (19:11-20).

— Demetrio y sus ayudantes hicieron un desorden, acusando a Pablo de poner en peligro el negocio de la venta de las miniaturas del templo de la diosa Diana y de poner en peligro también el culto a ella (19:21-41).

 

Visitando las Igrejas ya Establecidas

— Pablo fue a la región de Macedonia y animó a los cristianos. Se quedó tres meses en Acaia y salió cuando supo que los judíos estaban haciendo planes contra él. Fue a Filipos y después a Troas (20:1-6).

— En Troas, el domingo de noche, Pablo habló hasta la medianoche y un joven, Eutico, que estaba sentado en una ventana, quedó con sueño, se cayó de la ventana y murió. Pablo lo abrazó y dijo: “¡Está vivo!” Después Pablo habló hasta de mañana y se fue (20:7-12).

— Pablo y algunas personas fueron a Mileto, donde mandó llamar a los presbíteros de la Iglesia de Efeso para que se encontraran con él (20:13-17).

— Pablo habló de su trabajo (20:18-20), de su mensaje (20:21) y de sus planes de ir a Jerusalén, aun sabiendo que prisiones y dificultades lo estarían esperando (20:22-24). Dijo que no daba valor a la propia vida, que lo importante era completar la misión dada por Jesús de anunciar el Evangelio de la gracia de Dios (20:24).

— Pablo les dijo que ellos no lo verían más, los desafió a cuidar de sí propios y del rebaño que el Espíritu les había entregado. Los avisó sobre el peligro de los falsos profetas (20:29-30) y les dio consejos (20:32-35). Pablo oró con ellos. Ellos lloraron porque nunca más lo verían, y lo acompañaron al navío (20:36-38).

 

Viajando para Jerusalén

— Pablo y sus compañeros tomaron varios barcos yendo a Jerusalén (21:1-3). En Tiro, Pablo fue avisado para que no fuera a Jerusalén, porque iba a ser preso (21:4-6).

— En Cesarea, se quedaron en la casa del evangelista Felipe, que tenía cuatro hijas solteras, las cuales anunciaban el mensaje de Dios. Un profeta, Ágabo, avisó a Pablo que él sería amarrado por los judíos en Jerusalén y sería entregado a los no-judíos (21:8-11).

— Los hermanos en Cristo insistieron con Pablo para que él no fuera a Jerusalén (21:12).

— Pablo respondió que estaba listo no solamente para ser amarrado, sino que hasta para morir en Jerusalén por la causa de Jesús (21:13-14).

— Algunos hermanos de Cesarea acompañaron el grupo de Pablo hasta Jerusalén (21:15-16).

 

Situación-final:  En el viaje a Jerusalén, en varios lugares, Pablo fue avisado que sería preso y sufriría dificultades, pero él respondió que estaba preparado no solamente para ser preso, sino hasta para morir en Jerusalén por la causa de Jesús.

 

NARRATIVA:

 

En Efeso

 

            Pablo terminó el segundo viaje misionero dejando a Priscila y a Aquila en Efeso, viajando para Antioquía de Siria (18:21-23). Un cierto judío llamado Apolo fue para Efeso. Él conocía solamente el bautismo y las enseñanzas de Juan el Bautista. Apolo era un hombre elocuente, un excelente orador y un profundo conocedor de las Escrituras. Él hablaba con gran entusiasmo y enseñaba a respecto de Jesús. Fue para la casa de oración de los judíos de Efeso y allí habló a respecto de Jesús. Priscila y Aquila lo oyeron hablar, entonces lo llevaron para su casa y le explicaron mejor el Camino de Dios. Apolo fue de gran ayuda para los fieles, pues, con argumentos fuertes, derrotaba a los judíos en las discusiones públicas, probando por las Escrituras Sagradas que Jesús era el Mesías. Apolo decidió ir a Acaia (18:24-28) y se quedó durante algún tiempo en Corinto (19:1).

            Pablo salió de Antioquía de Siria y volvió para Efeso, llegando allá cuando Apolo estaba en la ciudad de Corinto. Él encontró a doce hombres que eran discípulos de Jesús. Pablo les preguntó: “Después que ustedes creyeron, ¿recibieron el Espíritu Santo?”

            Ellos respondieron: “Nosotros ni sabíamos que existía el Espírito Santo.”

            Pablo les preguntó: “¿Qué bautismo ustedes recibieron?”

            Ellos contestaron: “El bautismo de Juan el Bautista”.

            Pablo les explicó: “El bautismo de Juan el Bautista era para los que se arrepentían de sus pecados. Y Juan también decía que debían creer en Aquél que debería venir después de él, o sea, en Jesús.”

             Después de oír a respecto de Jesús, fueron bautizados en nombre del Señor Jesús. Pablo les impuso las manos sobre ellos, el Espíritu Santo vino sobre todos y empezaron a hablar en varias lenguas y anunciaban también el mensaje de Dios (19:1-7).

            Durante tres meses, Pablo fue a la casa de oración de los judíos y les habló a respecto del Reino de Dios. Algunos no creyeron y hasta hablaron mal del Camino del Señor. Entonces Pablo salió de allí y se llevó a los cristianos con él. Después, durante dos años, discutió diariamente en la escuela de Tirano, de manera que todos los habitantes de la región de Asia escucharon el Evangelio (19:8-10).

            Durante el tiempo que Pablo estaba en Efeso, oyó que había desobediencia a sus enseñanzas por parte de los hermanos de la Iglesia de Corinto, y que había división entre ellos. Por lo tanto, les escribió una carta que actualmente se llama: Primera Carta de Pablo a los Corintios. Este hecho, sin embargo, no se encuentra narrado en el libro de Hechos, sino en la mencionada carta.

            Dios hacía milagros extraordinarios por intermedio de Pablo. Aún los pañuelos que Pablo usaba eran llevados para que los enfermos los tocaran y quedaban sanados o libertados de los espíritus malignos (19:11-12).

            Los siete hijos de Ceva eran judíos que vivían viajando de un lugar para otro, expulsando los espíritus malignos. Ellos quisieron usar el nombre del Señor Jesús para hacer lo mismo que Pablo hacía. Decían a los espíritus malignos: “En nombre de Jesús, el mismo que Pablo anuncia, yo mando que ustedes salgan “.

            Pero un espíritu maligno les dijo: “Yo conozco a Jesús y sé quién es Pablo. Pero, ¿quiénes son ustedes?” Entonces el hombre endemoniado los atacó y los golpeó con tanta violencia que ellos huyeron de aquella casa heridos y con las ropas rasgadas. Los habitantes de Efeso supieron de este acontecimiento y el nombre de Jesús se hizo más respetado. Muchos creyeron, confesando los pecados que habían cometido. Otros, que habían practicado hechicerías, amontonaban sus libros y los quemaban delante de todos. Cuando calcularon el precio de los libros quemados, el total llegó a cincuenta mil monedas de plata. Una moneda de plata era el salario de un día de trabajo. El mensaje del Señor se difundía y era anunciado cada vez más (19:11-20).

            Un joyero, llamado Demetrio, hacía miniaturas de plata del templo de la diosa Diana, y su negocio le daba mucho lucro así como también a los que trabajaban con él. Él llamó a los otros artesanos de oficio y les habló de su preocupación con la predicación de Pablo. Demetrio les dijo: “Compañeros, ustedes saben cuánto nuestro bienestar depende de esta industria. Pero ustedes están oyendo también que Pablo asegura no ser dioses los que salen de las manos de los hombres. Él convenció a mucha gente que los dioses hechos por manos humanas no son dioses de verdad. Eso es un peligro para nosotros y puede desacreditar nuestra profesión. El pueblo puede rechazar nuestro negocio. Existe también el peligro de que el templo de la diosa Diana no valga nada más y que sea destruido “ (19:21-27).

            Cuando la multitud escuchó eso, quedó furiosa y empezó a gritar: “¡Viva la gran Diana de Efeso!” La confusión se propagó por toda la ciudad. Dos compañeros de viaje de Pablo, Gaio y Aristarco, fueron agarrados y arrastrados hasta el teatro. Pablo quería presentarse delante del pueblo, pero los hermanos no lo dejaron, y algunos importantes funcionarios, amigos de Pablo, le mandaron un recado, pidiéndole que él no fuera al teatro. La multitud estaba en completo desorden, unos gritaban una cosa y otros gritaban otra, pues la mayoría ni siquiera sabía por qué estaban reunidos. Empezaron a gritar todos juntos durante aproximadamente dos horas: “¡Viva Diana, la gran diosa de Efeso! ¡Grande es Diana de los efesios!”

            Finalmente el secretario de la municipalidad de la ciudad consiguió calmar al pueblo. Él les dijo: “¡Hombres de Efeso! Todos saben que nuestra ciudad es la guardadora del templo de la gran Diana y de la piedra sagrada que cayó del cielo. Así pues, tranquilícense y no hagan nada sin pensar. Los acusados que ustedes trajeron para acá no blasfemaron contra nuestra diosa ni robaron su templo. Nosotros corremos el peligro de ser acusados de revolucionarios por lo que sucedió hoy. En realidad, no existe ningún motivo que justifique esta desordenada reunión” (19:28-41).

            Cuando terminó la confusión, Pablo mandó a llamar a los hermanos y los animó. Entonces, se despidió de ellos y se fue a la región de Macedonia (20:1).

 

Visitando las Iglesias ya Establecidas

 

            Pablo fue para la región de Macedonia y animó a los cristianos. Se quedó tres meses en Acaia, enseñando y estimulando a los cristianos con sus palabras. Él salió de allí cuando supo que los judíos estaban haciendo planes contra él. Fue a Filipo y después para Troas (20:1-6).

            Lucas no cuenta el hecho en el libro de los Hechos, pero mientras Pablo estaba en Macedonia, posiblemente en Filipos, escribió la segunda carta a la iglesia de Corinto. También durante los tres meses que estaba en Acaia, Pablo escribió para la iglesia de Roma. Él les enseñó y los animó y les dijo que después que volviera a Jerusalén, estaba planeando visitarlos.

            En Troas, en el primer día de la semana, la Iglesia se reunió. Pablo debía partir al día siguiente. Por eso, prolongó su discurso hasta la medianoche. Había muchas lámparas encendidas en la sala donde estaban reunidos, la cual quedaba en el tercer piso de la casa. Un joven, llamado Eutico, que estaba sentado en una ventana, se quedó profundamente dormido, mientras Pablo continuaba a hablar. Por estar durmiendo, él se cayó del tercer piso para abajo. Corrieron a levantarlo. Estaba muerto. Pablo bajó, lo abrazó y dijo: “¡No se preocupen! ¡Está vivo!” Después Pablo habló hasta por la mañana y se fue. Eutico, el joven que se había caído de la ventana, fue llevado vivo para su casa (20:7-12).

            El grupo, con Pablo, fue hasta Mileto, donde Pablo mandó a llamar a los presbíteros de la Iglesia de Efeso para que se encontraran con él (20:13-17). Cuando llegaron, Pablo conversó con ellos.

            Habló de su trabajo: “Hice mi trabajo como siervo del Señor, con toda humildad y sufrí hasta las lágrimas. Enfrenté peligros de muerte por causa de las asechanzas de los judíos” (20:18-19).

            Habló de su mensaje: “En público y en casas particulares, enseñé y prediqué todo lo que podía ser útil para ustedes. Dije a los judíos y a los no-judíos que ellos debían arrepentirse de sus pecados, volver para Dios y creer en nuestro Señor Jesús” (20:20-21).

            Habló de sus planes de ir a Jerusalén, aun sabiendo que prisiones y dificultades lo estarían esperando (20:22-24): “No considero mi vida preciosa para mí, lo importante es completar la misión dada por Jesús de anunciar el Evangelio de la gracia de Dios” (20:24).

            Les dijo que ellos no lo verían más, y continuó, “Yo afirmo con toda certeza: si alguno de ustedes se pierde, yo no seré culpable. Porque no dejé de anunciarles todo el plan de Dios “ (20:26-27).

            Desafió a los presbíteros: “Cuiden de ustedes mismos y del rebaño que el Espíritu les entregó. Ustedes fueron constituidos pastores para dirigir la iglesia de Dios”. Pablo les avisó del peligro de los falsos profetas, diciendo: “Sé que después que yo me vaya, aparecerán lobos feroces en medio de ustedes y ellos no tendrán pena del rebaño. Y llegará el tiempo en que algunos de ustedes contarán mentiras, con la intención de conseguir adeptos” (20:29-30).

            También les dejó un desafío: “Ahora los entrego a los cuidados de Dios. Entrego a ustedes el mensaje de su gracia, que tiene el poder de hacerlos crecer espiritualmente y darles las bendiciones que guarda para todo su pueblo “ (20:32-35).

            Cuando Pablo terminó de hablar, se arrodilló con los hermanos y oró. Ellos lloraron, porque nunca más irían a verlo, y lo acompañaron hasta embarcar en el navío (20:36-38).

 

Viajando para Jerusalén

 

            Pablo y sus compañeros tomaron varios barcos yendo para Jerusalén (21:1-3). En Tiro, desembarcaron, pues el navío necesitaba ser descargado. Se quedaron con algunos cristianos de esa ciudad durante una semana. Entonces, avisados por el Espíritu Santo, ellos le dijeron a Pablo que no fuera a Jerusalén porque sería preso (21:4-6).

            En Cesarea, se quedaron hospedados en la casa del evangelista Felipe, que era uno de los siete que habían sido escogidos en Jerusalén. Él tenía cuatro hijas solteras que anunciaban el mensaje de Dios (21:8-9).

            Un profeta, Ágabo, vino de Judea, tomó el cinturón de Pablo, amarró sus propios pies y manos y dijo: “Esto es lo que el Espírito Santo dice: El dueño de este cinturón será amarrado de esta forma por los judíos, en Jerusalén, y será entregado en las manos de los no-judíos” (21:10-11). Los hermanos en Cristo insistieron con Pablo para que no fuera Jerusalén. Pablo respondió: “¿Por qué ustedes lloran así y me dejan tan triste? Yo estoy preparado no solamente para ser amarrado, sino hasta para morir en Jerusalén por el nombre del Señor Jesús “ (21:12-13).

            Los hermanos desistieron de insistir con Pablo y dijeron: “Sea hecha la voluntad del Señor “ (21:14).

            Algunos hermanos de Cesarea acompañaron al grupo de Pablo hasta Jerusalén (21:15-16).

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         Un ministerio equilibrado se preocupa con ambas cosas: evangelizar a los no convertidos y fortalecer a los convertidos. Los objetivos del tercer viaje misionero de Pablo, fueron llevar el Evangelio a las ciudades no evangelizadas y fortalecer a los convertidos en las iglesias establecidas.

2.         Quien enseña la Biblia con conocimiento incompleto necesita ser instruido y no desanimado. Apolo sólo conocía la historia de Jesús hasta su bautismo. Él enseñaba con entusiasmo y de manera correcta sobre lo que conoció (18:25). Priscila y Áquila llevaron a Apolo para su casa y le explicaron mejor el Camino de Dios (18:26). Parece que él enseñaba que Jesús era el Mesías esperado, pero no sabía nada sobre su muerte y resurrección, la justificación por medio de la sangre de Cristo y la santificación a través del Espíritu Santo.  

3.         El nombre de Jesús no es una fórmula mágica. Quien quiere ganar con el nombre de Jesús como si fuera magia, hace eso para su propia confusión. Los hijos de Ceva intentaron imitar a Pablo, usando el nombre de Jesús para expulsar un espíritu maligno, por eso fueron atacados por el hombre endemoniado (19:13-16).

4.         El implantador de iglesias tiene que tener un ministerio equilibrado, en que evangeliza a los incrédulos, enseña a los creyentes y entrena a los líderes de la iglesia. En Efeso, Pablo evangelizó (18:19; 19:8), instruyó a los discípulos con conocimiento incompleto (19:2) y enseñó en la escuela de Tirano (19:9). Como consecuencia del entrenamiento de esas personas, todos los habitantes de Asia oyeron la Palabra del Señor (19:10). De los tres discursos de Pablo preservados en Hechos: el primero era para evangelizar a los judíos (13:16-47); el segundo para evangelizar a los paganos (17:22-32); el tercero era un mensaje pastoral para la Iglesia de Efeso (20:18-35).

5.         Quien lucra materialmente con los pecados de los otros, va a luchar contra el Evangelio y los evangélicos. Demetrio ganó mucho dinero haciendo modelos de plata del templo de la diosa Diana y creó una confusión con miedo del mensaje de Pablo, el cual decía que los dioses hechos por las manos humanas, no eran dioses verdaderos (19:23-29).

6.         Idolatría es el culto y la devoción a cualquier cosa que tome el lugar central, que pertenece a Dios, en el corazón de las personas. Si Dios no tiene el primer lugar en nuestros corazones y vidas, somos culpados de idolatría.  Los efesios daban el primer lugar a Diana, su ídolo (19:28). La codicia también es idolatría (Ef. 5:5; Cl. 3:5). Hoy en día, muchas personas hacen del dinero su ídolo, otros, del placer, otros de la autosatisfacción, otros, de la propia voluntad, pues esas cosas ocupan el primer lugar en su vida. Los seguidores profesos de Cristo son avisados para no caer en idolatría (1 Co. 10:6-7, 14-15; 2 Co. 6:16-18; 1 Jn. 5:21).

7.         El mejor camino para derribar la religión falsa es presentar la verdadera sin atacar la falsa. Las autoridades en Efeso reconocieron que no podían acusar a Pablo de ser sacrílego a la diosa Diana, ni de haber blasfemado contra ella (19:37). Cuando estaba en Atenas, Pablo no atacó a los atenienses por la idolatría. Él presentó a Jesús como siendo el verdadero “Dios Desconocido” (17:22-31).

8.         El domingo vino a substituir el sábado como día de culto, como celebración de la resurrección (20:7). Pablo fue a los cultos sabáticos en las sinagogas judías para llevar el mensaje del Evangelio a lugares donde se encontrasen judíos reunidos (13:5, 14-16, 44; 14:1; 16:13, 17:2, 17, 18:4; 19:8). Pablo los advirtió sobre la sumisión a las cadenas de cualquier guarda legalista del sábado (Gá. 4:9-11; Col. 2:16). En la práctica de su libertad cristiana (Ro 14:5-6), las iglesias escogieron el primer día de la semana como un día apropiado para la comunión y adoración (20:7; 1 Co. 16:2; Ap. 1:10), el día en el cual Jesús resucitó y apareció diversas veces a los discípulos (Jn. 20:19-24, 25-29).

9.         La responsabilidad de predicar el Evangelio no incluye la culpa de no ser aceptado por los oyentes. En la despedida de la iglesia de Efeso, Pablo dijo estar limpio de la sangre de todos (20:26). En Corinto, frente a la oposición de los judíos, Pablo sacudió sus ropas y dijo que la sangre de ellos recaería sobre sus propias cabezas (18:6). La responsabilidad y las consecuencias de la actitud de los oyentes pesan sobre ellos mismos. Pablo está libre de ellas, está “puro” de la sangre del castigo de ellos (vea Ez. 3:17-21).

10.       La iglesia sufre el peligro de falsos profetas que atacan a sus miembros, tal como lobos voraces que no perdonan el rebaño de ovejas.  Pablo advirtió sobre el peligro de falsos profetas, llamados lobos (20:29-30). Son dos las fuentes de falsos profetas con el espíritu de lobos: falsos maestros que enseñan mentiras (2 Co. 11:13-15; 1 Ti. 4: 1-2; 2 Ts. 2:1-3) y personas ambiciosas para ser líderes dentro de la Iglesia (3 Jn. 9-10).

11.       La Biblia es indispensable para llevar las personas a Dios, edificarlas en la fe y protegerlas de los errores. Pablo les dijo a los líderes de la Iglesia de Efeso: “Les entrego a ustedes el mensaje de su gracia, que puede ayudarlos a crecer espiritualmente y darles las bendiciones que reserva para su pueblo” (20:32-35). Todo pecado, herejía y mundanismo que ya entró en la iglesia vino por la negligencia de la Palabra de Dios, negligencia de conocerla y obedecerla.

12.       A veces, el cristiano debe huir de la tribulación y persecución, otras veces debe enfrentarlas. Pablo dejó varias ciudades cuando enfrentó la persecución. Por ejemplo: Antioquia de Pisídia (13:50-51), Iconio (14:19-20), Filipos (16:40), Tesalónica (17:10), Corinto (18:17-18) y Efeso (20:1). El profeta Ágabo predijo tribulaciones para Pablo en Jerusalén, pero no afirmó que no debía ir para allá (21:10-14). Pablo no desistió del viaje a Jerusalén. 

13.       El creyente no tiene razón de tener miedo de la muerte, pues morir es estar con Cristo. Pablo no tenía miedo de morir en Jerusalén (20:24). Pablo no temía la muerte, parecía esperarla con ansiedad (vea: Fil. 1:23-24; 2 Ti. 4:6-8). Para el creyente, morir es estar con Cristo. El cuerpo es colocado en la sepultura para esperar el día de la resurrección, pero el espíritu es llevado a la presencia de Jesús (Hch. 7:60 con 1 Ts. 4:13-15).

 

PREGUNTAS

 

1.         Los propósitos del tercer viaje misionero de Pablo fueron llevar el Evangelio a las ciudades no evangelizadas y fortalecer a los convertidos en las iglesias establecidas. ¿Qué podemos aprovechar de este hecho para nuestra iglesia?

2.         ¿Cuál fue la reacción de Priscila y Áquila con relación a Apolo, que tenía conocimiento incompleto de Jesús?

 

3.         ¿Cómo fue el ministerio de Pablo en Efeso?

4.         ¿Qué sucedió con los judíos que intentaron expulsar demonios usando el nombre de Jesús como forma de magia?

5.         ¿Cuál fue la preocupación de Demetrio en Efeso?  ¿Cómo fue la confusión creada por él?

6.         ¿Cómo Pablo fortaleció a los convertidos en las Iglesias establecidas que él visitó?

7.         ¿Qué sucedió con Eutico, el joven que durmió mientras Pablo predicaba?

8.         ¿Qué enfatizó Pablo en su mensaje a los líderes de la Iglesia de Efeso?

9.         ¿Por qué Pablo no desistió de ir a Jerusalén, cuando fue avisado que allí sería preso?

10.       ¿Qué usted puede aprovechar, para su propia vida o para la vida de su Iglesia, del tercer viaje misionero de Pablo?

 


 

PABLO, EL PRISIONERO

Hechos 21-28

21:18

21:37

22:30

23:31

25:13

27:1

28:16

Preso

Frente a la multitud

Frente al Concilio

Superior

Frente a los gober­nadores Félix y Festo

Frente al Rey Agripa

Esperando el juicio frente al Emperador (César)

En Jerusalén

En Cesarea

Para Roma

En Roma

56 d.C.

61 d.C.

 

PABLO, EL PRISIONERO

 

TEXTO: Hechos 21:18-28:31

 

ESTRUCTURA:

 

Contexto:

            Los judíos de Jerusalén hacía mucho tiempo que estaban contra los seguidores de Jesús. El odio que sentían contra Pablo era intenso, porque él les predicaba a los no-judíos. En los viajes misioneros, Pablo ya había sufrido mucha oposición de los judíos. En el tercer viaje, cuando él estaba yendo, fue avisado varias veces que sería preso y sufriría en las manos de los judíos. Pablo, el misionero, se transformó en Pablo, el prisionero, y permaneció en la prisión hasta el final de la historia de Hechos. Sin embargo, las cadenas y las paredes de la prisión no lo impidieron de dar testimonio del Evangelio, por discursos y por cartas.

 

Personajes-clave: Pablo, Félix y Agripa.

 

Lugares-clave: Jerusalén, Cesarea, el camino entre Cesarea y Roma, y Roma.

 

Repeticiones-clave:

- Pablo, el prisionero: Pablo fue un prisionero en Jerusalén (22:24-29); en Cesarea (23:23 - 26:32); en un navío yendo para Roma (27:1 - 28:15); y en una casa alquilada en Roma (28:16-31).

- La vida de Pablo en peligro: en el Templo en Jerusalén, algunos judíos hicieron acusaciones contra Pablo. Él fue arrastrado para afuera, para ser muerto (21:27-36); el comandante permitió que Pablo se defendiera.  Cuando Pablo habló de su misión junto a los no-judíos, los judíos quisieron matarlo (22:22-23); cuando Pablo estaba defendiéndose delante del Consejo Superior de los judíos, hubo una discusión entre los saduceos y los fariseos.  La discusión llegó a tal punto que el comandante tuvo miedo que Pablo fuera despedazado por ellos (23:10); los judíos en  Jerusalén hicieron planes para  matarlo (23:12-22); cuando Pablo estaba preso en Cesarea, los judíos pidieron al gobernador Festo que mandara a Pablo de vuelta a Jerusalén porque tenían intenciones de matarlo (25:1-4); en el viaje para Roma, Pablo estaba en una tempestad en el mar cuando el navío se quebró, haciéndose pedazos (27:13 - 28:1); en la isla de Malta, Pablo fue picado por una serpiente (28:2-6).

- Pablo se defiende: delante de los judíos en Jerusalén (21:37), delante del Consejo Superior de los Judíos (22:30 - 23:9); delante del Gobernador Félix con la presencia de los judíos en Cesarea (24:1-21); delante del Gobernador Festo con la presencia de los judíos en Cesarea (25:1-12); delante del rey Agripa (26:1-29); en Roma, Pablo invitó a los líderes de los judíos de la ciudad para encontrarse con él (28:17-28).

 

Sentimientos-clave:

- En Jerusalén: el odio de los judíos contra Pablo; la preocupación del comandante para proteger a Pablo durante su comando; y la astucia de Pablo en provocar un conflicto entre sus acusadores en el Consejo.

- La preocupación de los gobernadores en proteger su prestigio y su posición.

- El deseo de Pablo de evangelizar a los responsables por su juicio.

- En el viaje para Roma: la admiración del oficial romano responsable por los prisioneros, por Pablo; y la desesperación de los navegadores durante la tempestad en contraste con la esperanza de Pablo.

- La decisión de Pablo de evangelizar a los judíos en Roma.

 

Problema-inicial: Pablo llegó a Jerusalén y fue informado de las acusaciones que los judíos-cristianos oyeron a su respecto.

 

Puntos de referencia en la secuencia narrada:

En Jerusalén

— En Jerusalén, Pablo se encontró con Santiago y otros líderes de la Iglesia. Dio un informe de su trabajo entre los no-judíos (21:17-20).

— Contaron a Pablo las acusaciones que los judíos-cristianos oyeron a su respecto. Lo aconsejaron a participar en la ceremonia de purificación, como una manera de desmentir las acusaciones (21:20-26).

— Algunos judíos de Asia vieron a Pablo en el Templo y lo acusaron de enseñar contra el pueblo de Israel, contra la Ley y contra el Templo y de traer no-judíos para el patio de Israel en el Templo (21:27-29).

— Pablo fue arrastrado para afuera, para ser muerto. El comandante romano le prestó socorro y lo encarceló (21:30-36).

— Fue permitido que Pablo se defendiera (21:37-40). Él habló de su creación como judío, de su persecución a los cristianos (22:1-5), de su conversión (21:6-16) y de su misión junto a los no-judíos (22:17-21).

— Cuando Pablo habló de los no-judíos, los judíos quisieron matarlo (22:22-23).

— Pablo fue preso en la fortaleza. Los soldados iban a azotarlo pero no lo hicieron cuando supieron que era ciudadano romano (22:24-29).

— El comandante llevó a Pablo delante del Consejo Superior (22:30).

— Pablo vio que algunos de los del Consejo eran saduceos y otros fariseos. Dijo que estaba siendo juzgado porque creía que los muertos resucitarían. Hubo pelea entre los fariseos y saduceos (23:6-9).

— El comandante llevó a Pablo de vuelta a la fortaleza (23:10).

— El Señor Jesús avisó a Pablo que él iría a Roma (23:11).

— Los judíos hicieron planes para matar a Pablo. Su sobrino lo avisó en la fortaleza y Pablo le dijo que avisara al comandante (23:12-22).

— El comandante mandó llevar a Pablo con una escolta de protección, al gobernador Félix, en Cesarea. Junto, envió una carta al gobernador (23:23-30).

 

En Cesarea

— Félix mantuvo a Pablo preso hasta que sus acusadores llegaran (23:31-35). Algunos líderes de los judíos fueron a Cesarea e hicieron acusaciones contra Pablo (24:1-9). Pablo se defendió (24:10-21).

— Félix postergó la cuestión. Muchas veces llamaba a Pablo y conversaba con él. Lo dejó en la prisión durante dos años (24:24-27).

— Porcio Festo ocupó el lugar de Félix (24:27).

— Festo visitó Jerusalén, y los judíos de allá le pidieron que les mandase a Pablo de vuelta. Tenían intenciones de matarlo. Festo los obligó a ir con él a Cesarea y allá hicieron sus acusaciones contra Pablo. Festo quiso agradar a los judíos, mandando a Pablo a Jerusalén, pero Pablo apeló para ser juzgado por el Emperador (25:1-12).

— El rey Agripa y su hermana visitaron a Festo. Festo les habló a respecto de Pablo, y Agripa quiso escucharlo (25:13-22).

— Al día siguiente, Agripa, su hermana, Festo y los hombres importantes de la ciudad se reunieron en el auditorio y Pablo fue llamado (25:23-27).

— Pablo presentó su defensa, hablando de su creación como judío, de su persecución a los cristianos (26:1-11), contó sobre su conversión en el camino de Damasco (26:12-18) y habló sobre su trabajo de anunciar el Evangelio a los no-judíos (26:19-23).

— Agripa acusó a Pablo de estar loco y le preguntó si él pensaba que lo haría un cristiano. Pablo respondió que deseaba que no solamente él, sino también todos los que estaban escuchando se hicieran cristianos (26:24-29).

— A la salida, todos dijeron que Pablo no merecía la muerte ni estar preso (26:30-32).

 

Para Roma

— Pablo fue entregado al oficial y ellos lo embarcaron para Roma (27:1-8).

— En el lugar llamado Buenos Puertos, Pablo avisó que sería peligroso continuar el viaje, pero no fue atendido (27:9-12).

— Hubo una tempestad en el mar. El navío se hizo pedazos, pero todos llegaron a la isla de Malta sanos y salvos (27:13-28:1).

— En la isla, Pablo fue picado por una serpiente (28:2-6). Curó al padre del jefe de la isla y a otros (28:7-9). Después de permanecer tres meses en la isla, embarcaron para Roma (28:11-15).

 

En Roma

— En Roma, Pablo vivió en una casa, vigilado por un soldado (28:16).

— Pablo invitó a los líderes de los judíos de Roma para encontrarse con él (28:17-22). Muchos fueron a su casa y Pablo les enseñó sobre Jesús (28:23-27). Dijo también que Dios envió el mensaje de salvación para los no-judíos (28:28).

— Pablo vivió en Roma durante dos años. Recibía a todos los que iban a verlo, enseñándoles a respecto de Jesús con coraje y libertad (28:30-31).

 

Situación-final:  Durante dos años, Pablo vivió en una casa alquilada en Roma y recibía a todos los que iban a verlo, enseñándoles a respecto de Jesús con coraje y libertad (28:30-31).

 

NARRATIVA:

 

En Jerusalén

 

            Cuando Pablo y sus compañeros llegaron a Jerusalén, fueron bien recibidos por los hermanos. Al día siguiente, Pablo se encontró con Santiago y otros líderes de la Iglesia y dio un informe sobre su trabajo entre los no-judíos (21:17-19).

            Después de oírlo, todos agradecieron a Dios y le dijeron a Pablo que había millares de judíos que se habían convertido al cristianismo, y que todos eran fieles a la Ley de Moisés. Esos judíos-cristianos habían oído las siguientes acusaciones contra Pablo: que él enseñaba a los judíos que vivían en otros países a abandonar la Ley de Moisés y que no necesitaban circuncidar a sus hijos ni vivir de acuerdo con las tradiciones judías.

            Los hermanos le dieron consejos a Pablo de cómo desmentir las acusaciones contra él.  Debería participar de la ceremonia de purificación, raspando la cabeza y pagando los gastos impuestos por la Ley de Moisés, junto con otros hombres. Pablo aceptó el consejo, habló con los cuatro hombres y, al día siguiente, participó con ellos en la ceremonia de purificación. Después fue al Templo para avisar cuando terminarían los días de la purificación, o sea, cuando cada uno de ellos tendría que presentar su sacrificio (21:20-26).

            Cuando los siete días de la purificación estaban para terminar, algunos judíos de la región de Asia, vieron a Pablo en el Templo. Ellos habían visto a Trófimo, un no-judío de Efeso, allí en la ciudad junto con él y pensaban que Pablo lo había llevado al Templo, al patio de Israel. Entonces agitaron a la multitud, tomaron a Pablo y empezaron a gritar: “¡Socorro! Este hombre anda enseñando por todas partes que todos deben ser contra el pueblo de Israel, contra la Ley de Moisés y contra este Templo. ¡Y ahora está trayendo griegos para el Templo, profanando así este santo Lugar!” (21:27-29).

            La confusión creció. Pablo fue arrastrado para fuera del Templo para ser muerto. El comandante de las tropas romanas recibió la noticia de que toda la ciudad estaba revolucionada. Entonces oficiales y soldados corrieron para el medio del pueblo. Cuando la multitud vio al comandante y a los soldados, pararon inmediatamente de maltratar a Pablo.

            El comandante romano lo socorrió y lo puso en la prisión. Después preguntó: “¿Quién es este hombre?  ¿Qué fue lo que él hizo?”

            Unos gritaban una cosa, otros gritaban otra. El comandante verificó que no podría saber bien lo que había sucedido en medio de toda aquella confusión. Mandó que los soldados llevasen a Pablo para dentro de la fortaleza. Los soldados tuvieron que cargar a Pablo, por causa de la violencia de la multitud que venía atrás, gritando: “ ¡Mata! ¡Mata a ese hombre!” (21:30-36).

            Cuando iban a colocar a Pablo en la fortaleza, él pidió, en griego, permiso para hablar con el pueblo. El comandante se sorprendió al ver que Pablo hablaba en griego; le dio permiso para hablar con el pueblo y para defenderse delante de la multitud (21:37-40).

            Pablo se puso en pie en la escala e hizo una señal con la mano en dirección al pueblo, pidiendo silencio. Cuando todos se quedaron quietos, empezó a hablar en hebreo. Delante de la multitud Pablo presentó su conducta como la de un judío de mucha piedad. Él habló de su creación como judío en Jerusalén, de su persecución a los cristianos (22:1-5), de su conversión en el camino de Damasco (21:6-16) y de la misión que le había sido dada por Jesús junto a los no-judíos (22:17-21).

            El pueblo escuchó hasta cuando dijo que había sido enviado por Jesús a los que no eran judíos. Ahí, empezaron a gritar con todas sus fuerzas: “¡Fuera! ¡Maten! ¡Muera!” (22:22-23).

            Pablo quedó preso en la fortaleza. El comandante mandó que fuera azotado hasta contar por qué los judíos gritaban tanto contra él. Pablo le preguntó al oficial romano: “¿Será que ustedes tienen el derecho de azotar a un ciudadano romano, que ni siquiera fue juzgado?”

            El comandante, al saber que Pablo era ciudadano romano, quedó con miedo, porque lo había mandado a amarrar (22:24-29).

            El comandante quería saber por qué los judíos estaban acusando a Pablo, entonces, al día siguiente, lo llevó delante del Consejo Superior (22:30), que era el más alto tribunal judío y formado por setenta miembros, además del presidente, que era el sumo sacerdote.

            Pablo miró para los miembros del Consejo Superior y les dijo: “¡Hermanos míos! Hasta hoy he vivido delante de Dios con la conciencia limpia”.

            Ananías, el Gran Sacerdote, mandó que los hombres que estaban cerca de Pablo le dieran una bofetada en la boca. Entonces Pablo le dijo: “Dios te castigará, hipócrita. Tú estás sentado allí para juzgarme de acuerdo con la Ley. Entonces, ¿cómo mandas que me abofeteen? Estás yendo contra la ley.”.

            Los hombres que estaban cerca dijeron: “¡Estás insultando al Gran Sacerdote, el siervo de Dios!”

            Pablo respondió: “No sabía, hermanos, que era el Sumo Sacerdote, pues está escrito: ‘No maldecirás al jefe de tu pueblo” (Hch. 23:1-5; Ex. 22:28).

            Pablo vio que algunos de los del Consejo eran saduceos y otros fariseos. Estas eran dos facciones religiosas. Los fariseos creían en la resurrección de los muertos y en espíritus, mientras que los saduceos negaban la resurrección y la existencia de espíritus y ángeles. Pablo dijo: “Hermanos míos, yo soy fariseo e hijo de fariseos. ¡Estoy aquí siendo juzgado porque creo que los muertos van a resucitar!”

            Apenas terminó de decir eso, los fariseos y los saduceos empezaron a discutir, y el Consejo se dividió. La discusión llegó a tal punto que el comandante quedó con miedo que Pablo fuera despedazado por ellos. Mandó que los guardas bajaran para sacarlo de allí y llevarlo de vuelta a la fortaleza. (23:6-10).

            En la noche siguiente, el Señor se le apareció a Pablo y le dijo: “¡Ánimo! Tú hablaste a mi respecto aquí en Jerusalén y vas a hablar también en Roma “ (23:11).

            A la mañana siguiente, algunos judíos planearon matar a Pablo. Su sobrino quedó sabiendo del plan para matarlo y por eso entró en la fortaleza y lo avisó. Pablo entonces, pidió que un oficial llevara a su sobrino delante del comandante (23:12-22).

            Cuando el comandante supo que los judíos tenían planes para matar a Pablo, resolvió mandarlo al gobernador Félix, en Cesarea. Junto, envió una carta al gobernador (23:23-30).

 

En Cesarea

 

            Félix mantuvo a Pablo preso hasta que sus acusadores llegaran (23:31-35). Algunos líderes de los judíos fueron a Cesarea e hicieron acusaciones contra él. Dijeron que era una verdadera plaga:  que promovía el desorden entre los judíos del mundo entero, que era el líder de la secta de los nazarenos y que había intentado desrespetar el Templo, por eso pretendían juzgarlo de acuerdo con la ley judía, cuando el comandante lo retiró de los judíos a la fuerza (24:1-9).

            Pablo se defendió delante del gobernador Félix y de sus acusadores. Dijo que no discutió con nadie en el patio del Templo, ni agitó al pueblo en sus casas de oración o en cualquier otro lugar de la ciudad de Jerusalén. Dijo que sus acusadores no podían probar ninguna de las acusaciones que estaban haciendo contra él. Confesó que seguía el Camino que los judíos decían ser una secta, que creía en todo lo que está escrito en la Ley de Moisés y en los libros de los profetas, que tenía la esperanza de la resurrección y que hacía todo lo posible para tener la conciencia limpia delante de Dios y de las personas (24:10-21).

            Félix postergó el asunto. Aunque supiera que Pablo no merecía estar preso, no quería desagradar a los judíos soltándolo, por lo que, lo mantuvo en la prisión. Esperaba también que Pablo le diera dinero para obtener su libertad, por eso, muchas veces, llamaba a Pablo y conversaba con él. Lo dejó en la prisión durante dos años.  (24:24-27).

            Félix fue sustituido por Porcio Festo como gobernador. Festo, mal llegó a la provincia, visitó Jerusalén y allá los judíos le pidieron la devolución de Pablo, para que fuera juzgado en Jerusalén. Tenían la intención de matarlo. Festo los obligó a volver con él a Cesarea para que hicieran allá sus acusaciones contra Pablo. Los judíos que habían venido de Jerusalén acusaron a Pablo de crímenes muy graves, pero no podían probar nada.

            En su defensa, Pablo dijo apenas: “No cometí ninguna falta contra la ley de los judíos, ni contra el Templo, ni contra el Emperador”.

            Festo reconocía que el caso de Pablo se trataba de un problema religioso, fuera de su autoridad, pero de la autoridad del Consejo Superior de los judíos. Sin embargo, Pablo era ciudadano romano, y sólo podría ser nuevamente entregado a la jurisdicción de ellos si él diera su consentimiento. Festo quiso agradar a los judíos mandando a Pablo a Jerusalén, pero antes le preguntó: “¿Tú quieres ir a Jerusalén y ser juzgado allá delante de mí?

            Pablo respondió: “Estoy delante del tribunal del emperador romano, donde debo ser juzgado. Lo que los judíos dicen contra mí no es verdad. Si no existe ninguna prueba de los crímenes de que me acusan, nadie tiene el derecho de entregarme para ellos. Por lo tanto, apelo para el Emperador “. Él no podía escapar del proceso delante del Consejo Superior, sino apelando para el privilegio de los ciudadanos romanos de ser juzgados por el Tribunal Imperial.

            Festo respondió: “¡Apelaste para el Emperador, entonces irás para el Emperador!” (25:1-12).

            Cuando Pablo apeló para César, eso causó un nuevo problema para Festo, que se sintió sin saber qué hacer, porque no sabía de qué acusarlo delante del Emperador. El rey Agripa, en compañía de su hermana Berenice, vino a Cesarea por causa de la recepción oficial a Festo como nuevo gobernador de Judea. Festo le explicó la causa de Pablo. Agripa, que conocía bien las costumbres y problemas de los judíos (26:3), se interesó mucho por el caso y pidió una oportunidad para oír personalmente el testimonio de Pablo (25:13-22). Al día siguiente, Agripa y su hermana Berenice vinieron con gran pompa y entraron en la sala de audiencias con Festo, los jefes militares y los principales líderes de la ciudad. Pablo fue llamado (25:23-27).

            Pablo presentó su defensa, hablando de su creación como judío y de la perfecta armonía de su fe con la esperanza de los judíos que Dios resucita a los muertos (26:1-8). Habló sobre el modo que pensaba que debía combatir, de todas las maneras posibles a los seguidores de Jesús, a los cuales les tenía tanto odio que los perseguía (26:9-11). Contó sobre su conversión en el camino de Damasco y que Jesús lo puso como apóstol para ser enviado al pueblo no-judío. Contó cómo después él anunció el Evangelio que los profetas y Moisés habían declarado que debía suceder: que Cristo debería sufrir, sería el primero que resucitar de entre los muertos y anunciaría la luz al pueblo de Israel y a otros pueblos. El Evangelio no es una secta diferente del judaísmo, es el propio judaísmo que alcanza lo que esperaba hacía siglos (26:19-23).

            En este punto de la defensa, Festo exclamo en alta voz: “Estás loco, Pablo, las muchas letras te hacen delirar”.

            Pablo respondió: “No estoy loco, Excelentísimo Festo. Todo lo que digo está de acuerdo con la verdad y el sentido común. Pues no fue escondido que todo esto sucedió. Tanto es así, que el rey Agripa está bien informado de estas cosas. Su Majestad, Rey Agripa, ¿Cree lo que dijeron los profetas? ¡Yo sé que cree! “

            Agripa respondió: “¿Tú piensas que así, en poco tiempo, me transformarás en cristiano?”

            Pablo contestó: “Pues, yo pido a Dios que, en poco o en mucho tiempo, no solamente tú, sino todos los que me están oyendo hoy, lleguen a ser como yo, pero sin estas cadenas “ (26:24-29).

            A la salida, todos comentaban que Pablo no merecía la muerte ni estar preso (26:30-32).

 

Para Roma

 

            Pablo y algunos otros prisioneros fueron entregados a un oficial del Emperador, y ellos embarcaron para Roma. Los vientos soplaban contra ellos y, con mucha dificultad, llegaron a un lugar llamado Buenos Puertos (27:1-8). Allí, Pablo avisó que sería peligroso continuar el viaje por causa del invierno que estaba llegando, pero no le hicieron caso y ellos partieron (27:9-12). De repente, un viento muy fuerte llamado “Nordeste”, vino y arrastró el barco de tal manera que no pudieron mantenerlo en el rumbo cierto y fueron obligados a dejar que el huracán lo llevara para donde él quería. Durante muchos días no pudieron ver el sol ni las estrellas y todos, excepto Pablo, perdieron las esperanzas de ser rescatados (27:13-20).

            Pablo les dijo que un ángel de Dios lo había avisado que él iría a la presencia del Emperador, y Dios le dio la vida de todos los que estaban viajando con él. La tempestad continuó y dos semanas después llegaron cerca de una tierra desconocida por los marineros. Los marineros intentaron abandonar el barco. Bajaron al mar el bote salvavidas, con el pretexto de echar las anclas de la proa del barco. Pablo, sin embargo, avisó al oficial y a sus soldados: “Si estos marineros no permanecen a bordo, ustedes no podrán salvarse “. Frente a esto, los soldados cortaron las cuerdas del bote salvavidas y lo echaron al agua.

            El navío entró en un banco de arena, encalló y empezó a destrozarse, por causa de las olas. El oficial romano mandó que todos los que supieran nadar fueran los primeros a lanzarse al mar y nadar hasta la playa y que los otros se salvaran afirmándose en tablas o en pedazos del barco. Fue así que todos llegaron a tierra sanos y salvos. El barco se hizo pedazos, pero todos se salvaron (27:21-44).

            La isla se llamaba Malta. Los habitantes de allí trataron muy bien a los sobrevivientes del navío. Como hacía frío, hicieron una gran hoguera. Pablo juntó un atado de leña seca y la echaba al fuego, cuando una serpiente venenosa, huyendo del calor, se agarró en su mano. Cuando los nativos vieron la serpiente colgando de la mano de Pablo, dijeron entre ellos: “Por cierto este hombre es asesino; acaba de escapar del mar, pero la justicia divina no le permite vivir”. Pero Pablo sacudió la serpiente y la lanzó al fuego y no sufrió ningún mal. Los habitantes estaban esperando que se hinchara o que cayera muerto de repente. Como nada sucedió, ellos cambiaron de opinión y pensaban que Pablo era un dios (28:2-6).

            El jefe de esa isla recibió a Pablo en su casa. El padre del jefe estaba muy enfermo. Pablo oró e impuso las manos sobre él y lo sanó. Después de eso, todos los enfermos de la isla vinieron y todos fueron sanados (28:7-9). Después de permanecer durante tres meses en la isla, embarcaron para Roma (28:11-15).

 

En Roma

 

            Cuando llegaron a Roma, Pablo obtuvo un permiso para vivir en una casa por su cuenta, con un soldado que lo guardaba. Le fue permitida la “custodia militar”“: el prisionero busca un alojamiento por cuenta propia, pero debe tener el brazo derecho siempre amarrado, con una cadena, al brazo izquierdo del soldado que lo guarda (28:16).

            Pablo invitó a los líderes de los judíos de Roma para encontrarse con él y les explicó que estaba preso por causa de las falsas acusaciones de los judíos de Jerusalén (28:17-22). Ellos combinaron con Pablo otro encuentro para que él les explicase sobre el Reino de Dios. Muchos fueron a su casa y Pablo, por medio de la Ley de Moisés y de los libros de los profetas, trató de convencerlos a respecto de lo que enseñaba sobre Jesús. Eso duró desde la mañana hasta la tarde. Algunos aceptaron sus palabras, otros continuaron incrédulos (28:23-27). Pablo terminó el encuentro diciendo que Dios había predicho, por intermedio de su profeta Isaías (Is. 6:9), que los judíos rechazarían la salvación, entonces Dios mandó el mensaje de salvación para los no-judíos (28:28).

            Durante dos años Pablo vivió en Roma. Recibía a todos los que iban a visitarlo y les enseñaba a respecto de Jesús con coraje y libertad (28:30-31). Lucas no contó esto en el libro de Hechos, sin embargo, durante el tiempo que Pablo estuvo preso en Roma, escribió las cartas a los Efesios, Filipenses, Colosenses y a Filemón.

            El libro de Hechos termina con Pablo en Roma, esperando su juicio por el Emperador.

 

LECCIONES APRENDIDAS EN LA NARRATIVA

 

1.         Quien acusa sin investigar los hechos hará acusaciones falsas. Judíos que habían venido de Asia habían visto a Trófimo, el efesio, junto con Pablo y pensaban que Pablo lo había entrado al Templo. Fue una acusación falsa (21:27-29).

2.         Quien sufre las acusaciones por ser seguidor de Jesús puede defenderse dando su testimonio. Pablo se defendió, dando su testimonio delante de la multitud (22:1-21) y delante de Agripa (26:1-23).

3.         El cristiano tiene derecho de exigir sus derechos civiles. Era prohibido azotar a un ciudadano romano. Cuando Pablo fue azotado en Filipos, insistió en un pedido de disculpas por parte de las autoridades romanas (16:35-39). Cuando Pablo fue preso en Jerusalén y el comandante mandó que lo azotaran, él le avisó del hecho de ser ciudadano romano (22:25).

4.         Las autoridades que tienen la intención de proteger sus propias posiciones y sus privilegios, van a luchar frecuentemente contra Dios. El Consejo Supremo, por cinco veces, necesitó tratar de un caso relacionado con Cristo o con sus seguidores:

— 1ª Jesucristo (Jn. 18:19-24);

— 2ª Pedro y Juan (Hch. 4:5-21);

— 3ª Los doce apóstoles (Hch.5:17-40);

— 4ª Esteban (Hch. 6:12-8:1);

— 5ª Pablo (23:1-10).

Teniendo sus propias verdades, todas las veces, el Consejo se colocó contra Dios.

5.         Persecuciones no impiden el progreso del Evangelio. Las cadenas y paredes de la prisión no impidieron que Pablo diera un claro testimonio del Evangelio por discurso y por carta. Durante ese tiempo em que Pablo estuvo em la prisión, escribió las cartas a los Efesios, Filipenses, Colosenses y a Filemón.

6.         Un líder espiritual que tiene su propia verdad va a desobedecer a la Biblia, que piensa defender. Ananías, el sumo sacerdote, era el líder espiritual de los judíos y, cuando no estuvo de acuerdo con Pablo, mandó que los que estaban cerca de él le pegaran en la boca. Eso era contra la Ley de Dios (23:1-3).

7.         El siervo fiel a Dios está sujeto a injusticias. En Cesarea Pablo sufrió dos injusticias:

— las falsas acusaciones levantadas por sus acusadores;

— las lentas discusiones de los políticos manipuladores y egoístas (23:31 - 26:32).

8.         La fe cristiana no es una secta diferente del judaísmo, es el propio judaísmo que finalmente alcanza lo que había esperado durante muchos siglos. Al rechazar a Jesucristo, es la esperanza de su propia tradición religiosa que los judíos reniegan. Frente a Félix, Pablo confesó que seguía el Camino que los judíos decían ser una secta, pero que creía en todo lo que está escrito en la Ley de Moisés y en los libros de los profetas (24:10-21). En el discurso delante del Rey Agripa, Pablo proclamó la perfecta armonía entre la fe cristiana con la creencia farisea en la resurrección (26:4-8). Dijo que anunciaba el Evangelio que los Profetas y Moisés habían declarado que debía suceder: que el Cristo debería sufrir, que sería el primero que resucitar de los muertos y que anunciaría la luz al pueblo de Israel y a otros pueblos (26:19-23).

9.         Muchas veces Dios demora para actuar y su siervo necesita esperar pacientemente para que Dios haga lo que ha prometido. Poco después de ser preso en Jerusalén, el Señor apareció a Pablo y le dijo: “¡Coraje!” Tú hablaste a respecto de mí aquí en Jerusalén y vas a hablar también en Roma” (23:11), pero de Jerusalén Pablo fue mandado para Cesarea para ser juzgado por el gobernador Félix. Aunque Félix supiera que Pablo no merecía estar preso, lo dejó en la prisión durante dos años (24:24-27).

10.       Cuando las autoridades rechazan a Dios, eso no impide que Dios haga progresar su Reino. En una visión, el Señor aseguró que Pablo alcanzaría su objetivo de predicar en Roma, aunque las autoridades judías rechazaran a Pablo y al Dios que él servía (25:10).

11.       Quien confía en Dios y en Su Palabra, puede animar al hombre desesperado. Cuando estaba en un barco, a punto de naufragar por causa de la tempestad, Pablo animó a sus compañeros con su confianza en Dios y la seguridad que Él cumple lo que promete (27:22-26).

12.       La solidaridad es más necesaria cuanto mayor es el obstáculo común. En la hora de la tempestad, Pablo sabía que todos eran necesarios en la lucha contra las olas. Si los marineros huyeran, justamente los más expertos, todos podrían sucumbir (27:30-32).

13.       El líder espiritual necesita tanto de su lado espiritual como de su lado práctico. En el viaje para Roma, Pablo mostró su lado espiritual: ayunaba (27:9); en la tempestad él oró y recibió de Dios la certeza de que nadie se perdería (27:22-24) y anunció el mensaje de Dios (27:21-26). Sin embargo, él también mostró su lado práctico, animando a todos para comer, pues sin alimento nadie tendría fuerzas físicas para luchar contra las olas (27:33-36).

14.       Existen básicamente dos tipos de problemas enfrentados por un siervo de Dios. La persecución, en consecuencia de su fidelidad a Dios y, también, los problemas que hacen parte de las circunstancias de la vida. Por ser siervo de Jesús, Pablo enfrentó: persecuciones, una prisión injusta, falsas acusaciones y las lentas discusiones de los políticos. Como un ser humano, él también enfrentó la tempestad en el mar, junto con todos los que estaban en el barco.

15.       La fe en acción es vista cuando el siervo de Dios pasa por problemas serios. Cuando Pablo empezó el viaje, partiendo de Cesarea, era uno entre muchos prisioneros. Al término del viaje, era el héroe y prácticamente el líder de la tripulación y de los pasajeros. Las acciones de Pablo durante el viaje y la tempestad eran basadas en la promesa de que él, Pablo, hablaría a respecto de Jesús en Roma (23:11).

16.       La propia casa debe ser usada para evangelizar. Cuando llegó a Roma, le fue permitido vivir en una casa alquilada (28:16). Pablo convocó a los líderes de los judíos para reunirse en su casa, para hablarles sobre Jesús (28:16-28).

 

PREGUNTAS

 

1.         ¿Cómo sucedió la prisión de Pablo?

2.         ¿Qué métodos Dios usó para proteger a Pablo, el preso, en todas sus experiencias?

3.         ¿Cómo Pablo se defendió:

— ¿delante de la multitud?

— ¿delante del Consejo Superior, un tribunal religioso?

— ¿delante de los gobernadores civiles?

4.         ¿Por qué Félix, el gobernador, dejó a Pablo como prisionero durante dos años?

5.         ¿Por qué Pablo pidió para ser juzgado en Roma y no en Jerusalén?

6.         ¿Qué se puede aprender sobre enfrentar injusticias, partiendo de la manera como Pablo las enfrentó:

— una prisión injusta;

— acusaciones falsas;

— las lentas discusiones de los políticos sobre él?

7.         ¿Qué sucedió en el viaje a Roma por el mar?

8.         ¿Qué se puede aprender sobre el modo de enfrentar los problemas que hacen parte de las circunstancias de la vida, a partir del ejemplo de Pablo al enfrentar la tempestad en el mar?

9.         ¿Cómo Pablo usó su casa en Roma?

 

10.       ¿Cómo usted puede usar su propia casa para evangelizar?